EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Las utopiaceas literarias: Algunas reflexiones sobre las utopías y antiutopías en la literatura universal.

por Oscar Londoño
Artículo publicado el 08/11/2007

En el siguiente texto abordaré algunos aspectos sobre la relación existente entre literatura y utopía. Para ello, referencio diferentes obras literarias universales que sustentan en sus valoraciones axiológicas y en sus análisis utopiaceos la construcción de cuatro grupos de utopías recurrentes en la tradición literaria universal: 1. la Utopía de la consolidación patria . 2. la Utopía pragmática . 3. la Utopía del mundo interno . 4. la Utopía de la ciencia o Utopía negativa . Cada una de las anteriores utopías está conformada, a su vez, por otras utopías que se determinan a partir de sus diferentes contextos históricos de producción y de sus propuestas temáticas e ideológicas.

Utopía y Literatura
Entre los significados del concepto de utopía literaria se encuentran los proporcionados por Darko Suvin (1984): “ Imágenes ideales de otros mundos cuya existencia o posibilidad no puede ser demostrada científicamente”, “Un imposible posible”, “Localidad alterna, radicalmente diferente en lo que toca a las condiciones sociopolíticas del ambiente histórico del autor” . Atendiendo a estos conceptos planteo que cada obra literaria posee un nivel o grado de utopicidad, con esto, la utopía no sólo se reduce al sentido de la obra de Tomas Moro (1516), sino que está presente en cada valoración axiológica que se hace de la realidad, es decir, en cada obra literaria.

De esta forma, la utopía en la literatura oscila entre dos polos: el positivo y el negativo. El primero, está sustentado en lo que el filósofo de la utopía Ernst Bloch (2003) denomina elprincipio de esperanza ; así, las visiones de mundo de las obras y sus propuestas estéticas e ideológicas consolidan valores y pensamientos positivos conforme a la época y el momento histórico. El segundo, por su parte, se argumenta desde el concepto antiutópico científico de la degradación humana. Por tanto, mientras que una utopía positiva muestra un estado que puede generar condiciones de existencia favorables para la humanidad, según los imaginarios e ideologías de cada época, la utopía negativa presenta un estado desfavorable para la condición humana. En esta medida, dicha bipolarización hace que se busquen nuevos referentes literarios que logren superar la sola sustancia filosófica de la utopía positiva, para insertar dentro del análisis utopiaceo las utopías negativas y sus imágenes del mejor mundo deseable negativo.

La utopía de la consolidación patria: Entre el Estado y la religión
Una de las utopías establecidas en la literatura universal es la utopía de la consolidación patria. Desde las antiguas culturas griega y romana las diferentes creaciones literarias han tenido una valoración axiológica referida al deseo de consolidar los estados y cohesionar el pueblo a partir del dogma religioso, por ello, desarrollo conceptualmente esta utopía a partir de la referencia de tres obras construidas en diferentes momentos históricos, que poseen como punto de encuentro la consolidación estatal y la cohesión del pueblo: “ La Eneida ”, de Publio Virgilio Marón ; “ La Divina Comedia ”, de Dante Alighieri , y “ Robinsón Crusoe ”, de Daniel Defoe. Cada una de las anteriores obras permite la construcción de utopías que unificadas conforman la utopía de la consolidación patria. Por tanto, esta utopía está formada, a su vez, por la utopía clásica romana o utopía patriótica , la utopía medieval teocéntrica y lautopía colonizadora inglesa .

La utopía clásica romana o utopía patriótica se especifica en la obra del poeta latino Virgilio “ La Eneida ” ( 29 y 19 a .C), un poema heróico en doce cantos que relata el periplo o viaje de Eneas a Lacio y su posterior conquista; esta creación literaria establece similitudes temáticas con “La Iliada” y “La Odisea” de Homero, de ahí que se plantee que la obra de Virgilio es un hipertexto de las epopeyas del rapsoda griego (hipotextos). En esta medida, la utopía clásica romana es una utopía patriótica debido a que la obra de Virgilio es una epopeya nacional que canta el establecimiento en Italia de los troyanos liderados por Eneas, un príncipe troyano hijo de Venus y Anquises, anunciando con ello la fundación de Roma.

Virgilio, siguiendo los modelos homéricos, exalta la gloria de Roma y la de César Augusto, descendiente de Venus a través de Eneas; su intención es la de plantear el origen divino del príncipe Cayo Julio César Octavio Augusto, su protector, así como la de cohesionar el pueblo mediante la referencia religiosa y la exaltación de los valores del trabajo en el campo, evitando con ello la centralización del pueblo en la ciudad. Por ende, la utopía patriótica es un llamado idílico que se convierte en una necesidad de carácter político, de ahí que se establezca el intento de consolidar valores como el amor patrio, la grandeza de Roma y el humanismo del dirigente (Eneas y Augusto), porque es claro que en las cualidades de Eneas Virgilio quiso plasmar las de un verdadero padre de la patria, cuyo modelo fue el emperador César Augusto, mismo que había reunido todos los poderes del pueblo romano.

Teniendo en cuenta lo anterior, puedo establecer un punto de encuentro entre la utopía clásica romana o utopía patriótica y la utopía clásica griega especificada en las epopeyas de Homero, debido a que poseen como núcleo central el amor a la patria ( La Odisea ); este concepto es también evidente en la poesía de Cayo Valerio Catulo, poeta latino que cantó con delicadeza lírica a su amada Lesbia y, Horacio, poeta latino moralista en sus sátiras y épodos; en sus odas cantó con nobles acentos líricos la grandeza de la Roma de Augusto, las virtudes de sus antepasados y la paz de la vida en el campo; propone reconstruir los valores y virtudes que hicieron fuerte el Imperio Romano, siendo César Augusto el gobernante idóneo, estable y sólido que puede generar el bienestar del pueblo.

De esta forma, las utopías clásicas, tanto romanas como griegas, se consolidan en el anhelo de enaltecer los imperios, sus costumbres e idiosincrasias patrias; aunque, dejo en claro que fueron varios los autores que criticaron la sociedad y las instituciones de la época, entre ellos, Marco Valerio Marcial y Decio Junio Juvenal. En este sentido, se llega entonces a la utopía a través de la exaltación de los valores patrios.

Por su parte, la utopía medieval teocéntrica se especifica en la obra del escritor italiano Dante Alighieri “ La Divina Comedia ” (1307 y 1321), una comedia del alma que comienza en los horrores del infierno y termina en la serenidad del paraíso. El infierno se encuentra en la tierra en forma de abismo hasta el mismo centro como un embudo dispuesto en forma de anfiteatro y dividido en nueve círculos donde están distribuidos los condenados según sus pecados: no ser bautizados, lujuria, gula, avaricia, ira y pereza, herejía, violencia, fraude y traición.

El purgatorio es una montaña que tiene la forma de un cono truncado en posición normal, escalonada por siete cornisas que, cuanto más altas, poseen una circunferencia más breve, de un lado tiene una muralla y de otro, el abismo; la meseta que corona el cono es el paraíso, las siete cornisas responden a los siete pecados capitales: orgullo, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza. El paraíso, por su parte, consta de nueve cielos, esferas concéntricas luminosas sobre las cuales está el cielo empíreo y, alrededor, las jerarquías celestiales y la rosa de los bienaventurados. Los cielos móviles giran formando la esfera celeste que, a su vez, rodea la esfera terrestre: Luna, Mercurio, Venus, Tierra, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, cielo estrellado y cielo cristalino.

En esta medida, la utopía medieval es una utopía teocéntrica debido a que la obra de Dante enseña el camino correcto para llegar a la purificación del alma, así, a través del dogma cristiano los seres humanos alcanzan la salvación lograda por la redención de Cristo. Dante se ha perdido en una selva oscura de la que no encuentra salida, dicha selva significa el estado de ignorancia y error; observa el deleitoso panorama iluminado por el sol, que lleva al camino de la salvación, pero, unas fieras (la carne y los apetitos sexuales), le cierran el paso. El hombre no puede salir por sí mismo, necesita la ayuda sobrenatural de Dios, se requiere no sólo la razón y el libre albedrío, sino también el amor. Con estas ayudas, el poeta sale de la selva y emprende el camino de la purificación, guiado por Virgilio. Se le presenta primero el infierno, conocimiento del alma sumergida en el mal, entra después en el purgatorio, etapa del arrepentimiento y la expiación, donde aún vive el instinto del mal; allí vislumbra a Beatriz, su gran amor que es la guía en el paraíso, es el camino de la fe y la gracia. En este último lugar sube de grado en grado de beatitud, hasta llegar a Dios y, en la síntesis de lo humano y lo divino, el poeta encuentra la paz y el sosiego.

De esta manera, la utopía teocéntrica es un llamado fiel de salvación que obedece a un supremo orden. En la época, Florencia convulsiona a tal punto que necesita alguien que le recuerde los modelos en que la humanidad fundamenta su seguridad, de ahí la intención moralista de Dante que enseña el camino correcto para llegar a la purificación total. La hipótesis manejada de la salvación cristiana es abandonar el pecado, sufrir en el infierno, purgar las penas y disfrutar del paraíso. Por tanto, La Divina Comedia tiene como gran alegoría concretizar el infierno, el purgatorio y el paraíso a través de la palabra, hecho que sucede por primera vez en la historia en la obra del poeta italiano.

Teniendo en cuenta lo anterior, la obra de Dante es una construcción alegórica en la que se describen pictóricamente realidades inmateriales objeto de la fe cristiana: lugares como el infierno, el purgatorio y el paraíso, el desasosiego que causa el pecado, la purificación, la paz y la alegría que generan la gracia y la virtud. De ahí que se considere la obra como un recuento de toda la teología cristiana medieval y como una alegoría de la purificación del alma (Londoño, 2007).

Como el mayor pecado para Dante era la traición a las instituciones, puedo plantear que el deseo del poeta era que el gobierno actual fuera tan poderoso y fuerte como el del pasado, es decir, deseaba una reactualización del pasado político, de ahí que la figura de Virgilio como guía sea significativa, el poeta latino quería cohesionar el Imperio Romano y éste también es el anhelo de Dante varios siglos después. De igual manera, la identidad con Virgilio se debe también a una referencia religiosa, debido a que en su Égloga IV el poeta profetiza la aparición de un Mesías: “ Él llevará de los dioses la vida; ha de ver a los dioses con los héroes mezclados, y él mismo será visto con ellos… ”, de ahí que se le de una connotación religiosa cristiana y se proponga a Jesucristo como dicho mesías salvador.

Con base en lo anterior, existe un punto de encuentro entre la utopía medieval teocéntrica y la utopía clásica romana en la medida en que el amor patrio y la consolidación progresiva del estado son objetos deseados en ambas utopías; además, estas utopías referencian el dogma religioso como medio para la cohesión estatal y la legitimación de las relaciones de poder.

Cabe decir entonces, que la utopía medieval teocéntrica consolida valores como la fidelidad al dogma cristiano, a la iglesia y al estado, por lo que se llega a la utopía mediante la purificación y la salvación del alma, así como a través de la consolidación estatal.

Por otro lado, la utopía colonizadora inglesa de comienzos de siglo XVIII se establece en la obra del escritor inglés Daniel Defoe “Robinson Crusoe” (1719). Una obra como Robinson Crusoe resultaba crucial para el trabajo ideológico en una época de poderosos individualismos mercantiles, un siglo en el que los ingleses colocaban junto con la biblia los libros de contabilidad. El personaje cree firmemente en Dios y en los negocios, por tanto, era natural que millones de lectores se reconocieran en él; de esta forma, planteo la utopía inglesa de esta época como una utopía colonizadora, debido a que el sentido colonizador inglés y la imposición de las formas artificiales de la sociedad al medio natural extranjero están presentes en la obra de Defoe.

Teniendo en cuenta lo anterior, los principales sentidos: condición teocéntrica de la existencia humana, sentido pragmático de supervivencia, relaciones de poder y dominación, abolición de la cultura aborigen, entre otros, permiten plantear como objeto de deseo de la utopía literaria el anhelo de establecer la sociedad y la cultura inglesa en el territorio americano, de ahí que fuera el libro básico de los fundadores y colonizadores en el intento de consolidar en el extranjero el Imperio Británico.

El sentido religioso de la obra se determina desde el dogma cristiano, a tal punto que presenta el núcleo esencial de la iglesia: Dios : ser supremo, superior y creador, biblia : libro sagrado, fiel: Robinson Crusoe y alma que salvar : Viernes (salvaje). Por tanto, establezco un punto de encuentro entre la utopía medieval teocéntrica y la utopía colonizadora inglesa en la medida en que practican el mismo dogma y presentan los mismos objetos deseados: salvación del alma a través de la creencia cristiana; asimismo, determino un punto de encuentro entre la utopía clásica romana, la utopía medieval teocéntrica y la utopía colonizadora inglesa desde el anhelo de consolidar sus estados. De esta manera, la utopía colonizadora inglesa reafirma valores como la fidelidad al dogma cristiano y a la iglesia, y el fortalecimiento del estado y su poderío, consolidándose así la utopía a partir del restablecimiento de la sociedad, la cultura y el poderío inglés en territorio extranjero.

No obstante, una diferencia entre la utopía clásica romana y la utopía inglesa colonizadora consiste en que en la primera se desea conformar un estado en un territorio definido, mientras que en la segunda el estado ya está definido y se desea diseminar sus imaginarios, políticas e ideologías en otros territorios.

Desde este punto de vista, la utopía de la consolidación patria, estructurada a partir de las anteriores utopías, está presente en diferentes obras literarias y no se agota en el canon referenciado, así, a pesar de las diferentes transiciones históricas y socioculturales, y las diversas ideologías y filosofías, el anhelo del establecimiento estatal es latente en estas épocas; cabe decir entonces que esta utopía es una utopía de mundos externos que consolida valores a través de los ideales patrios y religiosos.

La Utopía pragmática o utopía del ascenso
La utopía pragmática o utopía del ascenso es también otra utopía recurrente en la tradición literaria universal debido a que el deseo de ascender económicamente en la escala social es una estructura significativa que dinamiza las obras literarias desde sus sistemas de heroicidades; esta utopía se especifica en obras románticas como: “ Werther ”, de Johann Wolfgang von Goethe, y en las obras realistas: “ Papá Goriot ”, de Honoré de Balzac y “ Rojo y Negro ”, de Stendhal, entre otras.

El héroe romántico, construido desde la obra “Werther” del poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Goethe, rechaza la coacción social de carácter autoritaria, normativa y protocolaria buscando así refugio en la vida campestre natural. Sin embargo, hay una visión pragmática en este héroe porque gusta de la vida socialmente acomodada, es decir, no se podría referenciar un sujeto meramente idealista, que predomina totalmente su filosofía ideal de vida, sino de un personaje que como es idealista es también materialista porque prima en ciertos momentos las relaciones económicas sociales.

Por su parte, “Papá Goriot” del escritor francés Honoré de Balzac y “Rojo y Negro” de Stendhal, seudónimo de Marie Henri Beyle, novelista y ensayista francés, presentan una visión de mundo que se relaciona con el sentido de la utopía pragmática, es decir, el héroe realista quiere ascender en la escala social y posicionarse en un alto grado jerárquico, posee un sentido socioeconómico ambicioso, por lo que no rechaza la coacción social sino que se adhiere a ella; de esta forma, las conductas y comportamientos del héroe realista están mediados por las relaciones económicas sociales, es decir, el ascenso social; acceder a una élite social superior, es el conflicto central de los personajes en las obras.

En esta medida, tanto en el héroe romántico como en el héroe realista se concibe la concepción pragmática-materialista, aunque dejo en claro que este aspecto es más marcado en el héroe realista debido a que el sujeto tiene una conciencia de clase más determinada; dichas conductas, arribismo y ambición, están determinadas por la lógica socioeconómica capitalista que hace que los individuos se adhieran al sistema de producción.

La utopía pragmática realista es una utopía problemática porque para intentar consolidar el valor del ascenso social se desarrollan procesos de confrontación, mediación y problematización de valores auténticos. El héroe realista es un tipo de héroe problemático, en el sentido de Lucien Goldmann, porque posee una serie de valores que no pierde: visión filial fraternal, solidaridad, consideración, lealtad, pero que se problematizan al contacto con la sociedad, donde prima la ambición por el dinero, las relaciones dominantes de poder, la traición, la infidelidad y el arribismo, de ahí el carácter contradictorio y problemático del héroe.

Por ende, la utopía pragmática intenta consolidar valores como el deseo del ascenso social y económico en el mundo degradado. Cabe decir además que esta utopía es una utopía que media entre el mundo externo y el mundo interno, debido a que el conflicto gira en torno al personaje central, ya no es un deseo o anhelo material para un grupo, sino para el individuo.

La Utopía del mundo interno
Otra de las utopías deseadas en la literatura es la utopía del mundo Interno , que al igual que la utopía de la consolidación patria se estructura a partir de varias utopías; ésta tiene sus antecedentes en las creaciones de William Shakespeare, poeta y autor teatral inglés, considerado uno de los mejores dramaturgos de la literatura universal y en Fiódor Mijáilovich Dostoievski, novelista ruso que escudriñó hasta el fondo de la mente y el corazón humanos, y cuya obra narrativa ejerció una profunda influencia en todos los ámbitos de la cultura moderna, y se consolida en la literatura del siglo XX. De esta forma, obras como: “ En Busca del Tiempo Perdido ”, de Marcel Proust, “ La Metamorfosis ”, de Franz Kafka, “ El Extranjero ”, de Albert Camus, “ Fin de partida ”, de Samuel Beckett y “ Ensayo sobre la ceguera ”, de José Saramago, entre otras, consolidan valores desde el mundo interno de la condición humana.

La utopía temporal se especifica en la obra del escritor francés Marcel Proust “En Busca del Tiempo Perdido, Por el camino de Swann”. El héroe proustiano ha perdido el tiempo de su infancia y sus vivencias pasadas, y recupera su tiempo perdido mediante un ejercicio de anamnesis involuntaria, de ahí que se plantee la construcción del cronotopo de la memoria involuntaria como esa fijación de la vida presente del héroe a un tiempo y espacio pasado, generado por el recuerdo involuntario de la memoria; así, a partir de una serie de estímulos, el héroe recuerda sus vivencias de infancia (Londoño, 2007).

Esta utopía temporal en el héroe proustiano establece un punto de encuentro con la utopía de la consolidación patria debido a que se desea la reactualización el pasado, de igual forma, con la utopía pragmática en el héroe romántico porque éste acude al pasado a partir de un ejercicio evocador; sin embargo, dejo en claro que aunque la acción evocadora es la misma –tender hacia atrás-, la evocación del romántico es lineal y la del proustiano es fragmentada. Por su parte, un punto de desencuentro entre la utopía temporal y la utopía de la consolidación patria radica en que la reactualización del pasado en la primera es individual mientras que en la segunda es colectiva.

La utopía del absurdo se determina en obras como “ La Metamorfosis ” del escritor judío checo Franz Kafka y “Fin de Partida” de Samuel Beckett, poeta, novelista y destacado dramaturgo del teatro del absurdo, de origen irlandés, que en 1969 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. La utopía del absurdo Kafkiana estructura “su visión trágica del mundo degradado desde aspectos como el escepticismo, el pesimismo y el existencialismo; de esta manera, presenta una oscura metáfora universal del ser humano alienado y cosificado por los valores de la familia y el trabajo capitalista” (Londoño, 2007).

E n esta medida, el trabajo y su progresivo efecto alienante es un factor que genera el sin sentido de la existencia y la deshumanización del ser. Otro factor que influye en la deshumanización del individuo es la profunda crisis axiológica de la familia, es decir, el concepto íntimo de unión familiar y nuclear se fragmenta y derrumba progresivamente, de ahí que el ideal de familia compacta romántico, realista y proustiano desaparezca con Kafka.

Por otro lado, la utopía del absurdo kafkiana también establece un punto de encuentro con las utopías pragmáticas, romántica y realista, y además con la utopía temporal desde la característica del ascenso pragmático material; de esta manera, el ser dentro de la esfera social alienante desea acceder a un estatus socioeconómico más favorable. Cabe decir entonces, que la utopía del absurdo kafkiana intenta consolidar lo absurdo del ser humano que se caracteriza por la ausencia del sentido de la existencia; por tanto, esta utopía anticipa la angustia y la opresión social e individual de todo el siglo XX.

La utopia del absurdo beckettiana ofrece una valoración axiológica desde aspectos como la soledad y la miseria humana, la negación, la fragmentación, la confrontación y la desintegración. Beckett expone en su obra la paradoja de la vida y la soledad del ser, mostrando que los seres humanos no son tan distintos a los personajes de su creación:Hamm, Clov, Nagg y Nell . En “Fin de partida” se pierde el carácter romántico de la existencia y se da lugar a una visión de mundo fragmentada desde el lenguaje, la acción, los personajes, el espacio y las relaciones sociales.

Entre los personajes de la obra se establece un vínculo de dependencia mutua que marca la necesidad de compañía desde la indeterminación, reflejando así el carácter devastador de las relaciones humanas en donde el odio y la soledad se hacen sentimientos ambiguos. Se presenta entonces la vida como un monólogo incoherente y fragmentado que determina lo absurdo del existir. Por tanto, la utopía del absurdo beckettiana es uno de los testimonios más fieles del fracaso, la frustración y la desintegración total del ser humano contemporáneo.

La utopía de la indiferencia se especifica en la obra “El Extranjero” de Albert Camus, novelista, ensayista y dramaturgo francés; dicha utopía intenta consolidar valores como la creación de nuevas pasiones contrapuestas a las pasiones modernas, la libertad que es limitada por la justicia, de carácter dogmática y doctrinaria, la vida simple, sencilla y elemental, la postura crítica extrema frente a la razón y al dogma religioso, y el privilegio de la sensación; de esta manera, la indiferencia se consolida como el valor fundamental en la obra de Camus, y es a partir de este valor que se llega a la utopía.

En este contexto, el ser de la utopía de la indiferencia escapa a la convención religiosa y familiar y vive para el instante con total sinceridad y monotonía, al estar en contra del dogmatismo social y religioso, asume la indiferencia como punto extremo en la existencia humana. Sin embargo, la idea de indiferencia total sufre una ruptura porque el héroe toma una fuerte posición respecto al dogma que hace por un momento incoherente el discurso y la práctica indiferentes. No obstante, éste es el valor más relevante que genera el absurdo de la existencia en el mundo degradado de Camus.

La utopía comunitaria se determina en la obra “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago, novelista, poeta, autor de teatro y periodista portugués, premio Nobel de Literatura, uno de los escritores más conocidos y apreciados en el mundo. Esta obra es una construcción alegórica que patentiza en el discurso por medio de metáforas consecutivas un sentido recto y otro figurado dando a entender una cosa expresada por otra distinta: el manicomio, por ejemplo, representa la locura que atraviesa a los seres humanos y la figura del ladrón, la falta de solidaridad; la misma ceguera, un caso atípico patológico, simboliza la imposibilidad del ser humano de reflexionar sobre su verdadera condición degradada y mísera.

En esta medida, aspectos como el trastorno de la angustia, el miedo, la naturaleza escatológica del ser humano, la degradación física y axiológica, la perdida de la dignidad y el hambre, hacen que se reflexione sobre la situación actual y el papel del ser en el mundo; por tales razones, la utopía comunitaria realiza un llamado crítico y reflexivo a la humanidad para que se cuestione sobre la moral y la problemática social, proponiendo la consolidación de valores como la solidaridad, la amistad, la organización en momentos de crisis, la sensibilidad ante el hambre, la reflexión sobre el diario vivir y la convivencia, aspectos afines a los ideales políticos comunistas y libertarios del Saramago.

Teniendo en cuenta lo anterior, planteo que la utopía del mundo interno expone una serie de problemáticas que involucran reflexiones sobre la existencia del ser en el mundo: estado temporal, proceso de deshumanización, sentido del absurdo, pesimismo, escepticismo, indiferencia; aunque la utopía comunitaria devuelve la esperanza de la existencia a los hombres y las mujeres a través de su propuesta estética e ideológica.

La Utopía de la ciencia o utopía negativa
Otra de las utopías recurrentes en la literatura universal es la utopía de la ciencia, Antiutopía oUtopía negativa debido a que desde el inicio del desarrollo científico y tecnológico, el ser humano ha encontrado en este ideal positivista diferentes salidas y opciones para el mejoramiento de la calidad de vida, siendo plasmadas en literaturas de épocas diversas; sin embargo, la relación ciencia-ser humano se ha desarrollado de tal forma que se establece una relación de poder dominante en donde la ciencia, dirigida por una élite menor, no aporta al beneficio colectivo sino que intenta dominar al grupo oprimiendo y homogenizando la condición humana. De esta manera, desarrollo dicha utopía desde la referencia de obras como: “ La nueva Atlántida ”, de Francisco Bacon y “ Un mundo feliz ”, de Aldous Leonard Huxley.

A partir del siglo XVI la ciencia y sus avances tecnológicos cobran vital importancia en el modus vivendi de las personas, llegado el ocaso del oscurantismo medieval, diferentes invenciones científicas y visiones del universo, la sociedad y la cultura forjan los ideales de una época que se llamó a sí misma humanista, renacentista y moderna. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX el ideal filosófico confiado en el progreso humano a partir de la ciencia entra en conflicto y es reevaluado, aparece así una profunda crisis existencialista y escéptica que no confía en la ciencia y en sus adelantos; pasada la Primera Guerra Mundial, fruto inexorable de dicho ideal, la confianza en la ciencia se restablece, suponiendo que los avances tecnológicos y científicos ayudarían a superar la barbarie atroz de la guerra; sin embargo, esta ideología progresista es criticada debido a que se visionó una barbarie más horrible.

En esta medida, la utopía de la ciencia o utopía negativa se especifica en obras como “ La Nueva Atlántida ” (1626) del filósofo y estadista inglés, Francisco Bacon, barón de Verulam, uno de los pioneros del pensamiento científico moderno y fundador del empirismo y del moderno método científico; en esta obra se propone una utopía de la ciencia: una isla en la que los conocimientos científicos garantizan el “progreso” y la felicidad en ese “mundo mejor”; así, el progreso permanente, sin retrocesos, sustentado en el poder de la razón que alienta el desarrollo de la ciencia y la técnica es la máxima expresión para la realización de la utopía de la ciencia, concepto que toma fuerza especial con la filosofía de la Ilustración.

Siguiendo la línea utópica, Herbert George Wells, autor y filósofo político inglés, famoso por sus novelas de ciencia ficción, que contienen descripciones proféticas de los triunfos inexorables de la tecnología y la ciencia, así como de los horrores de las guerras del siglo XX, escribe novelas como “ La Máquina de Explorar el Tiempo ” (1895), en la que se ligaban la ciencia, la aventura y la política, generando un éxito inmediato. A ella le siguieron gran cantidad de obras en esta línea, como “ El hombre invisible ” (1897), “ La guerra de los mundos ” (1898) y “ Las cosas del futuro ” (1933), entre otras.

Por su parte, la obra “Un Mundo Feliz” (1932), del novelista, ensayista, crítico y poeta inglés Aldous Leonard Huxley, determina también el concepto de utopía de la ciencia o utopía negativa. Con Huxley el ideal de beneficio científico es llevado al extremo: presenta una mecanización autómata y conductista del ser humano a partir del progreso y la teología científica en donde la producción en serie acondicionada, la pérdida de la individualización, el sistema clasista racionalizado, la fabricación humana en serie y la homogenización de la condición humana son los valores o disvalores que consolida la utopía negativa.

Como proceso intertextual, la obra de Huxley se relaciona con la teorías de Iván Petróvich Pávlov (1849-1936), fisiólogo y premio Nobel ruso, conocido por sus estudios sobre el comportamiento reflejo. Sus experimentos más famosos, que realizó en 1889, demostraron la existencia de reflejos condicionados y no condicionados en los perros, y tuvieron gran influencia en el desarrollo de teorías psicológicas conductistas, fisiológicamente orientadas, durante los primeros años del siglo XX.

“Un Mundo Feliz” también hace referencia a los modelos en serie de Henry Ford (1863-1947), industrial estadounidense conocido por sus innovadores métodos en la industria de los vehículos a motor. Pionero en la industria norteamericana del automóvil, lanzó la fabricación en serie e ideó la estandarización de las piezas componentes de un conjunto. En 1908 la empresa de Ford empezó a producir el famoso modelo T. Hasta 1927, fecha en que el modelo T fue reemplazado por otro más moderno, la fábrica produjo y vendió más de 15 millones de vehículos. En la obra de Huxley, el modelo de Ford es aplicado a la creación humana en serie.

Esta antiutopía reevalúa el concepto clásico de utopía de Darko Suvin (1984), “estado radicalmente mejor basado en un principio más perfecto que aquel dominante en la comunidad del autor” para formular un estado radicalmente peor; al respecto Miguel Espinosa (1974) plantea que: “ la Utopía describe cómo debe ser la comunidad a través de figuras positivas. Ahora bien: si abstraemos de una determinada comunidad-sociedad cuanto es contrario al bien y, convencionalmente aislado y delimitado, lo exponemos en un libro, habremos creado una Utopía negativa o expresión de lo que no debe ser”. Por tanto, las anti-utopías o utopías negativas muestran un desastroso futuro para la humanidad, de continuar la línea de la prosperidad de los desarrollos científicos y tecnológicos y en general por la razón instrumental.

La utopía de la ciencia es una utopía progresista. Si se hace referencia al pasado es para aborrecerlo, por eso su ideal progresista y lógico lineal; de tal manera, presenta una propuesta de realización objetiva en el futuro, de ahí que plantee un punto de distanciamiento entre la utopía de la ciencia o utopía negativa y la utopía de la consolidación patria debido a que ésta última se orienta más a la reactualización del pasado. Por ende, la utopía de la ciencia consolida un estado progresivo futuro y la utopía de la consolidación patria reafirma un anhelo evocador pasado.

Al respecto, Juan Manuel Vera (2004) plantea que “la Utopía predica una sociedad inmaculada, un mundo perfecto que genera la esperanza en un futuro esplendoroso y fomenta el delirio de dar un sentido al ser”, dicho concepto se transforma en antiutopía cuando el futuro esplendoroso es aniquilador para la condición humana; así es como la experiencia histórica ha promovido una mirada literaria de la desilusión y el desencanto, no se ofrecen proyectos de armonía universal sino sus espectros: surge la cara oculta de la fe en la tecnología y el progreso científico, y con esto, el peligro de la depauperación de la condición humana en la era tecnocientífica.

Cabe decir entonces, que la utopía de la ciencia o utopía negativa intenta consolidar sus ideales tecnocráticos aplicados a la esencia y la condición humana, por lo que se advierte sobre las terribles contradicciones humanas del capitalismo: seres humanos que hacen ciencia para destruir y degradar seres humanos, de ahí que sea la utopía de la destrucción o utopía apocalíptica.

A manera de conclusión
Realizado el recorrido de algunas de las diferentes utopías y antiutopías literarias, es preciso plantear que existe diversidad de valores consolidados en las obras, y que estas utopías encarnan los anhelos y deseos de las valoraciones axiológicas y las visiones de mundo de los escritores y las sociedades. En la literatura no sólo se reafirman valores, sino que muestran los disvalores a partir de las utopías negativas; por tanto, el proceso de utopicidad literaria histórica inicia en la contemplación de la condición humana en el mundo abierto, externo y se va cerrando paulatinamente hasta terminar en la reflexión de la condición interior o mundo interno de la existencia.

El anterior recorrido crítico lleva a una clara reflexión: el ser humano ha pasado de la confianza en que los valores auténticos pueden ser encontrados, a una sensación total de escepticismo y pesimismo. Sin embargo, hacia finales del siglo pasado y comienzos de éste parece resurgir en José Saramago, y en otros autores, una nueva voz de aliento que plantea la posibilidad de vivir en comunión, devolviendo con ello la esperanza y el ideal comunitario.

Bibliografía de referencia
Bloch
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Darko Suvin . (1984). Metamorfosis de la Ciencia Ficción. Fondo de Cultura Económica. México.
Espinoza , Miguel. (1974). Escuela de mandarines. Los Libros de la Frontera.
Londoño Zapata, Oscar Iván . (2007). El héroe proustiano o el homoviator instintivo. En: Facetas. El Nuevo Día. Ibagué.
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Vera , Juan Manuel. (2004). Utopía y Pensamiento Disutópico. En: Aquelarre, Revista del Centro Cultural de la Universidad del Tolima. Volumen 3 Nº 6. Ibagué.
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3 comentarios

Muy bueno el tema

Por yoly el día 29/06/2014 a las 23:55. Responder #

Revisar todo

Por yoly el día 29/06/2014 a las 23:54. Responder #

Revisar

Por yoly el día 29/06/2014 a las 23:54. Responder #

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Requerido.

Requerido.




 


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