EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Llegar a la escritura.

por Jonathan Alexander España Eraso
Artículo publicado el 12/08/2016

RESUMEN
La escritura en su llegada es un envío y desvío de las palabras más allá de sí, fuera de los márgenes de la página, en busca del sentido mismo de su aparición, de su origen esencial. Ese sentido, es de este modo, la palabra errante, su destinación secreta. Así es que lo escrito genera un sentido hospitalario. Aquí radica el eje central de este texto que, en tanto experiencia de escritura, acoge la memoria del origen como experiencia de la luz.
PALABRAS CLAVE: escritura – origen – lo in-decible – página en blanco – experiencia de la luz
ABSTRACT
To write means, a sending and diversion of words beyond themselves, and outside the margins of the page, in search of their very meaning, their essential origin, and thereby the errant word, and its secret destination. Thus, what is written, generates a hospitable sense. Here in lies the central fact of this text, that beyond writng, welcomes the memory of the origin, as well as experience of light.
KEYWORDS: Writing – origin – the unspeakable – blank page – experience of light.
 
“Mi escritura mira. Con los ojos cerrados.”
Cixous

Pensar la escritura desde la misma práctica escritural (a mano alzada), da lugar a ceremonias secretas, siempre a punto de llegar. Su movimiento cifrado circula en los vocablos. En esa dimensión, la escritura es un espacio generador que da lugar a ese fenómeno que es el escrito, que se inscribe más allá de su superficie, en un tiempo anterior y en un escenario otro.

No se trata ni de una separación, ni de la manifestación de una realidad desvinculada, sino de una perforación de las palabras y sus matices, y de una apertura al interior de las mismas, para percibir lo que se esconde en su dimensión esencial. Este gesto, al igual que todo gesto en la escritura, involucra, de un lado, el advenimiento de una antescritura que antecede en estado suspendido a todo escrito; y del otro la posibilidad de ver brotar en ese fulgor el sentido de creación de las palabras. En proceso, la escritura inventa una nueva subjetividad y una nueva corporalidad que se tensan en los límites del escrito, revelándose como acontecimientos al tiempo que se desplazan y resignifican.

La escritura sería la manifestación de una cora[1], lo que forma parte de un universo anterior a la constitución de su orden. Todo un desafío a la metafísica. Por ese motivo, hay un remontarse hacia lo que le precede, hacia ese esfuerzo desconocido, a su afuera, desde la huella imborrable de la manifestación de las palabras que dimensionan el cuerpo de todo origen.

Todo se concreta en un movimiento de manos, en volver los dedos hacia aquello que se persigue en el teclear y aun está en un exterior recuperable: el advenimiento de las palabras. La escritura se convierte en eso otro de la página en blanco pues su lugar se amplía en la “experiencia de los límites”[2].

La página en blanco es memoria, la creación de una cadena de rememoraciones que convergen en el origen: hay una sobrecarga de sentido en el blanco de la página. En eso consiste el tópico de lo indecible que persigue las palabras, “lo indecible busca el decir”[3] en el punto de superlativa tensión con el sentido, en la verdad del estallido, se produce la escritura. Hay una concepción de la escritura como una lucha en esos bordes ya referenciados en lo irrepetible y en lo fugaz[4].

Lo que está en proceso no parte de un conocimiento previo de la experiencia sino que tal conocimiento se produce en la propia creación ya que el uso de su enunciación es el tiempo de su conocimiento. Es así como el proceso creativo se delinea, en tanto indagación y tanteo, como un proceso de materia original, hasta lo informe, donde se incorporan interminablemente las formas de lo in-decible. La memoria de lo escrito no pertenece a la página, sino que, a ésta le sobrevive o llega. Palabra secreta que se sustrae a la palabra escrita o que se está escribiendo-re-leyendo. Así la palabra remite a la soledad y a la puesta en abismo de la escritura misma.

Hay que señalar el hecho de que el destino de la escritura, no es el de significar sino el de manifestarse. El lenguaje se convierte en espacio y lugar de la manifestación. La cuestión del origen hacia el que tiende la escritura tiene una profundización aclaradora: el origen es el despertar de las palabras.

El sitial es el margen de la página, en un filo, en el comienzo de la luz que surge porque la palabra retrocede, en virtud del acontecer que ésta deja. Por esto la escritura no se oye o se lee: nutre. La escritura en proceso consiste en ser lo que siempre se sobrepasa, en estar rebozando de sentidos, en estar manifestando lo que lleva dentro. De esa manera, lo que ésta busca es revelar lo indecible que se disuelve en el blanco, entre palabras, en la marcha de su aparición. Tal manifestación no puede identificarse, es trascendencia[5]. Es notable. Por eso lo que se escribe se pliega a lo discontinuo, a lo blanco que es luz.

En suma, todo se resume en que escribir es una “experiencia de la luz”[6]. No es que el autor escriba y el autor lea un texto, es que ambos lo habitan iluminados. Así resulta en gran medida una revelación inconmensurable. No se puede comunicar una experiencia, se puede invitar a otro a tenerla. De ahí la grandeza de la escritura, su eficacia, que permite alojar y albergar lo que la rebasa y desborda: la misma página escrita.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CIXOUS, H. El amor del lobo y otros remordimientos. Madrid: Arena Libros, 2009.
FOUCAULT, Michel. De lenguaje y literatura. Madrid: Paidós Ibérica, 1996.
GLISSANT, Édouard. Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona: Ediciones del Bronce, 2002.
HERNÁNDEZ LEÓN, Juan Miguel. Conjugar los vacíos. Madrid: Abada Editores, 2005.
ARTÍCULO DE INTERNET
BLANCHOT, Maurice. La ausencia del libro. En: http://www.jacquesderrida.com.ar/restos/blanchot_ausencia_libro.htm
DERRIDA, Jacques. Kôra. En: http://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/kora.htm
Notas:
[1] Lo anterior permite pensar la escritura como representación de todo origen. Según Derrida es la aparición de la alteridad, de la mezcla, de la problemática del lugar como utopía, para que en el modo de escribir las palabras, en la matriz, en el receptáculo, éstas siempre tengan lugar originario.
[2] Michel Foucault propuso su análisis particular de Raymond Roussel y Antonin Artaud entendiendo sus escrituras como escrituras de corporalidad extrema, de carnalidad abrumadora dimensionadas en explicaciones del límite, pues la escritura se manifiesta cuando las palabras se liberan en esas realidades paralelas.
[3] HERNÁNDEZ LEÓN, Juan Miguel. Conjugar los vacíos. Madrid: Abada Editores, 2005, p. 102.
[4] Es así que además, siguiendo los postulados de Blanchot, se generaría otra nueva dimensión de la escritura, en tanto ausencia de obra, pues «escribir no tiene su fin en el libro o en la obra. Al escribir la obra estamos en la atracción de la ausencia de obra. Al faltar necesariamente la obra no estamos, por lo mismo, por ese defecto, bajo la necesidad de la ausencia de obra.» BLANCHOT, Maurice. La ausencia del libro. En: http://www.jacquesderrida.com.ar/restos/blanchot_ausencia_libro.htm
[5] “Decir trascendencia es decir lugar de apertura del ser en los bordes de la página escrita”. GLISSANT, Édouard. Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona: Ediciones del Bronce, 2002, p. 33.
[6] La experiencia de la luz, por ejemplo en Cixous, se determina como una claridad solar que ciega la claridad visionaria del escrito. Por eso es que “para ir a escribir me es necesario escapar a la gran claridad que me atrapa (por) los ojos y los llena de grandes visiones crudas. No quiero ver lo que se me muestra. Quiero ver lo que es secreto. Lo oculto entre lo visible. Quiero ver la piel de la luz”. CIXOUS, H. El amor del lobo y otros remordimientos. Madrid: Arena Libros, 2009, p. 55
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