INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo he intentado exponer, desde un punto de vista personal, lo que me ha sugerido la lectura de dos obras importantes de la literatura. Para ello me he centrado en los triángulos amorosos que sustentan el argumento de ambas obras. No obstante he introducido algunas reseñas de ciertos autores que han opinado sobre el tema.
El ensayo lo he dividido en varias partes; primeramente he hecho una introducción de ambas novelas intentando establecer la relación del autor con lo que representa en su obra de una forma bastante intuitiva, en segundo lugar me he centrado en las características principales de los personajes que configuran los triángulos amorosos que se orquestan en cada una de las novelas.
En un tercer apartado, he intentado hacer establecer la relación, que pudiera existir, entre ambos triángulos amorosos y un último capítulo dedicado a dar mi opinión personal sobre los sentimientos que he experimentado durante su lectura. Me ha parecido importante escribir este apartado por las sensaciones que he experimentado.
Por lo tanto no se trata de un análisis crítico ni de los personajes, ni de la relación de los autores con el texto, ni de una recopilación de críticas que otros escritores pudieran haber hecho de estas obras. Tampoco ha sido la justificación de este trabajo, elaborar un análisis crítico de las obras, sino simple y llanamente exponer mi punto de vista de los triángulos amorosos que se desarrollan espacial y temporalmente.
En el caso de “Anna Karénina”, en su introducción, he intentado escribir una relación somera con otras obras de temática parecida o connotaciones con cierto parangón.
En la introducción de “Bella del Señor” intento relacionar la forma de escribir de Cohen con la descripción psicológica solapada que va haciendo de los personajes. También hago más que relevante las distintas formas de escribir del autor y como pasa de una a otra con la mayor naturalidad.
EL TRIANGULO AMOROSO EN ANA KARÉNINA
INTRODUCCIÓN.
Anna Karénina es conocida sobre todo como novela de adulterio. Durante el siglo XIX se publican también otras obras con este tema como “La Letra Escarlata” de Nathaniel Hawthorne y “Madame Bovary” de Flauvert, a pesar de esta relación son múltiples las diferencias existentes entre la novela de Flauvert y Tolstoi, quizá la principal sea la razones que llevan a las protagonistas principales al adulterio. Siguiendo a Juan Bravo[1] podemos observar que mientras Emma Bovary llega al adulterio por puro aburrimiento y sueños y anhelos románticos, Anna Karénina lleva una existencia satisfecha, respeta y aprecia a su marido, aunque no lo ama, se ve avocada al adulterio por su amor a la pasión y al disfrute de la vida terrenal.
Siguiendo con la argumentación del autor anteriormente citado, Tolstoi establece desde un principio dos hilos narrativos: uno basado en el de la tradición francesa, representado por la novela de Flauvert, en la que se describe las fluctuaciones de un triángulo amoroso y centrada en el personaje de la mujer adúltera y, y otro basado en la tradición de la familia inglesa, su vida natural en el campo.
Así mismo por la descripción exhaustiva de la sociedad, sus vicios, sus virtudes y el fiel reflejo de la época histórica, se podría comparar con “la Regenta” de Clarín. En ambas obras se describe minuciosamente la falsedad en la sociedad de la época y la vanidad clasista de la aristocracia.[2]
Muchos autores comparan la obra de Anna Karénina con la “Ilíada y la Odisea”, de Homero, por la capacidad de transferir rasgos épicos a la literatura del siglo XIX[3]. Y aunque los separa un período cercano a los tres mil años e incontables cambios en el devenir literario, se detectan semejanzas con una cuidadosa lectura de la Ilíada y de la Odisea. No es que Tolstoi tratara de imitar a Homero sino que el escritor ruso aprendió con rapidez el griego y encontraría en el legendario Homero su propia voz poética.
Es relativamente sencillo establecer una relación entre el personaje de Pietr Bezújov de “Guerra y Paz” con el de Lievin en “Anna Karénina”. En ambos se ve reflejada la personalidad del autor. Konstantín Dmítrich Lievin, según Thomas Mann[4], Lievin es el mismo Tolstoi despojado de su condición de artista.
Muchos datos biográficos del autor se reflejan en el libro, tal como pone de manifiesto Juan Bravo en su obra “Grandes Hitos de la Historia de la Novela Euroamericana”[5] Por ejemplo se nos muestra claramente la preocupación de Tolstoi por la institución familiar, cuyas estructuras fundamentales intactas empezaban a tener signos de ruptura con la introducción de las ideas liberales y progresistas que venían de Europa, en las que exaltaba la igualdad entre los dos sexos y ponían en cuestión el autoritarismo del patriarca. El matrimonio de Tolstoi, tras unos años de felicidad conyugal empezaba a tambalearse, las vidas conyugales de sus hermanos dejaban mucho que desear frente a los cánones tradicionales y esto se refleja en algunas de las características familiares que la novela describe.
Tolstoi es un autor omnisciente que maneja los hilos de sus personajes como marionetas. Las descripciones morales, físicas y psicológicas de sus personajes nos lo demuestran. Todos nuestros sentidos despiertan ante las descripciones que se permite de los protagonistas, parece como si pudiéramos verlos, tocarlos, sentirlos, olerlos… Se permite entrar en la mente de todas sus marionetas, incluso en la de los animales. En cuanto a recursos estilísticos son utilizados constantemente en forma de metáforas y personificaciones, (capítulo del hipódromo donde Vronski habla con su yegua), epítetos, símiles, comparaciones… El realismo psicológico es palpable.
Cada capítulo de esta obra comienza con una frase lapidaria, digna de ser leída más de una vez. Son frases impactantes que recogen un significado profundo y que suponen un análisis del desarrollo de la obra.
Se trata de una novela con un acento característicamente pagano aunque en alguno de sus pasajes podemos ver implícitos ciertos caracteres bíblicos como el deseo de expiar los pecados por medio del sufrimiento. Quién puede saber si el desenlace final de la protagonista de la novela no es el castigo que Tolstoi ha infringido a la adúltera por su comportamiento.
La novela nos presenta una doble trama que se ve entrelazada por sublimes lazos que orquestan el reflejo de la sociedad de la época: por un lado el amor en un primer momento platónico y después ideal de Lievin y Kiti y por otra parte el drama pasional de Anna y Vronski. A diferencia de estos últimos, el amor de Lievin y Kitty se basa en el respeto mutuo y un acercamiento progresivo de sus afinidades. Lievin es un hombre de conciencia, con unos principios morales muy definidos, trata de organizar su vida independientemente de las normas establecidas y de acuerdo a su conciencia, piensa que la sinceridad, la honestidad y la rectitud deben marcar las pautas de actuación del ser humano, sin embargo esto no es lo que ve en la aristocracia a la cual pertenece. Después de múltiples reflexiones y tras la lectura compulsiva de la obra de de filósofos, para mitigar su angustia, tras una encarnizada lucha interior, decide romper con su clase social y ponerse al lado de los campesinos. Sin embargo las contradicciones lo persiguen sin descanso, y llega a la conclusión de que la nobleza es la encargada de cambiar la sociedad rusa. Trata de aunar la fuerza del campesinado con el poder de la nobleza, nada más irrealizable en el mundo que a Tolstoi le ha tocado vivir.
La novela arranca con un adulterio en toda regla minimizado por la parte masculina del mismo y con un punto de resignación por la parte femenina. Este comienzo impactante será el preludio de lo que la novela nos depara. Sin embargo la novela es algo más que una novela de adulterio, a pesar de su arranque adúltero,” Anna Karénina” es una novela compleja, pese a lo que a simple vista pueda parecer, de un carácter social y filosófico en torno a la “dialéctica del alma de una mujer”[6] Si al principio de la novela podemos leer los soliloquios de la protagonista, el final de la novela se encuentra impregnada de monólogos interiores que incluyen delirios y desvaríos con fuertes dosis de surrealismo. Las letras se plasman en la novela salidas directamente de sus pensamientos. No es extraño, por tanto, tal como nos indica Juan Bravo, según S. Zweig, que muchas mujeres no comprendan cómo puede un hombre inmiscuirse en el cerebro de una mujer y describir sentimientos tan íntimos.
El mundo que nos narra Tolstoi es auténtico, presenta grandes dosis de realidad. La acción del libro transcurre entre 1872 y 1876 y en la obra se ve reflejada la crisis espiritual que el autor confronta en consigo mismo. La novela transcurre entre Moscú y San Petersburgo y el autor nos diferencia las distintas concepciones de la vida familiar de cada una de estas sociedades. Volviendo al tema de la realidad, el autor nos describe la vida laboral de los campesinos, pero no nos describe en ningún momento la miseria y la injusticia que padece el pueblo ruso. Un dato curioso a tener en cuenta.
Desde los primeros capítulos se nota una infravaloración de la condición de la mujer en las palabras, pensamientos y actos de Dolli y de su adúltero marido Stepán Arkádich Oblonski. Así mismo en conversaciones informales los protagonistas de la novela, Oblonski y Lievin van a hablar de las diferencia de amores que pueden darse en la sociedad: hablan del amor platónico como el ideal puro y cristalino y el amor no platónico que no conlleva pasión ni drama. Con estas afirmaciones nos están presentando el desarrollo de un amor ideal por una parte y el desenlace pasional y dramático por la otra.
Tolstoi pone de manifiesto el tipo de sociedad machista que existe en Rusia en su tiempo; la sociedad de San Petersburgo se ríe de un amante enamorado de una chica soltera y sin embargo considera algo insólito, gloriosos y valiente el adulterio de un caballero con su amada casada.
La novela empieza y acaba con una tragedia, una muerte en la estación de trenes. El personaje principal, Anna se encuentra unida a la muerte desde el primer capítulo, en el mismo escenario dónde conocerá al agente desencadenante de su tragedia, hasta su último capítulo. El decorado aparece envuelto en premoniciones, malos augurios, alucinaciones y presencias fantasmagóricas representadas en el enano del martillo. También este trágico acontecimiento es fiel reflejo autobiográfico. Nos relata Juan Bravo[7] un suceso que presenció Tolstoi y que le impresionó de tal modo que ambientó la tragedia del principio y el final de su novela.
El triangulo amoroso
Anna.
El personaje de Anna sufre una evolución vertiginosa desde el principio de la novela hasta el final. Nos es presentada como un icono de perfección en todos los sentidos como madre, esposa poseedora de una gran belleza por fuera y por dentro, que Tolstoi se encarga de hacernos ver en muchos de los capítulos iniciales de la obra y sufre una transformación exterior, por lo menos a los ojos de su amado, y también interior. De su perfección virtuosa del principio se va a transformar dramáticamente en un personaje esclavo del adulterio, los celos y el rencor. Durante la última parte de la novela va a padecer una batalla consigo misma, aunque ella cree que es con la sociedad que oprime sus instintos, cuando en realidad se trata de una lucha interior por el abandono de su hijo. Ella no es consciente del daño moral que se ha infringido a sí misma al abandonar a su hijo y purga su culpa en forma de rencor y de celos esperpénticos que le llevarán a la locura.
Anna es una mujer que pertenece a la aristocracia rusa, casada sin amor, por decisión de un familiar muy influyente, con un aristócrata, Karenin, veinte años mayor que ella. Karenin goza de una buenísima posición social, un alto cargo en el ministerio, en la jerarquizada Rusia de la época. Anna se casó claramente sin amor y mantiene una relación de conveniencia con su marido simplemente por apariencias sociales, su marido es mucho mayor que ella y nunca ha tenido confianza con él en ningún sentido. Lleva una vida cómoda, fácil y superficial. Las relaciones sociales para el matrimonio son muy importantes. Anna siempre lo ha respetado como marido pero jamás ha sentido pasión sino algo de miedo y recelo. Lo más valioso de su relación es su hijo. Reconoce en la novela que su matrimonio es una “terrible equivocación”[8] aunque no vive atormentada por ello hasta su enamoramiento.
La percepción que nuestra protagonista tiene del mundo cambia totalmente cuando se enamora de Vronski. Su marido, sus amigos e incluso su hijo, en un primer momento la decepcionan, empieza a reparar en sus pequeños defectos que, con el tiempo y la pasión que siente, se van agigantando. Anna solo pretende, en un principio, mantener con Vronski una relación de amistad.
Anna desenmascara totalmente sus sentimientos ante la sociedad, después de un accidente que sufre su amado. Su marido le reprocha su actitud y ella le muestra con total crueldad sus sentimientos.”Le escucho a usted cuando habla, pero estoy pensando en él. Le amo, soy su amante. No puedo soportarle a usted. Le odio, le aborrezco”.[9]
Una vez que Anna ha desenmascarado su amor abiertamente se siente más tranquila aunque también es consciente que se ha hundido en la fosa más profunda del deshonor. Esta tranquilidad le viene dada por su carácter, es una mujer honesta y sincera que se siente en desgracia ante la falsedad y el disimulo. Quiere huir con su hijo, pero duda del consentimiento de su marido. Anna olvida sus deberes maternales, pero no por voluntad propia, se encuentra en un callejón sin salida. Sus sentimientos de madre y amante no son simultáneos, debe renunciar a uno de ellos. Y así lo demuestra en la novela[10]
El primer punto de inflexión de relación entre los amantes se produce cuando Anna le confiesa a Vronski su embarazo. Cuando su amante le propone abandonar todo y huir, ella se niega. No quiere perder a su hijo, aún es dueña de sus sentimientos. Anna es consciente de las numerosas trabas que se interponen en su relación y se da cuenta que Vronski empieza a dudar de su felicidad juntos.
Con el paso del tiempo, y debido a la incómoda situación en la que viven los amantes, empiezan los primeros reproches de Anna hacia su amado y las primeras escenas de celos. El parto de la hija de Vronski va a dar un vuelco completo a la historia de amor de la novela. Al verse o creerse cercana a la muerte, Anna recapacita e implora el perdón de su marido y reniega de su amado. Karenin le perdona.
En la compañía de su marido y sin su verdadero amor, Anna solo piensa en morir, ha perdido la alegría de seguir viviendo, su situación es lamentable, no tiene voluntad, no sabe lo que quiere. Su hermano se compadece de ella y convence a su cuñado para que le conceda el divorcio. Pero el divorcio supone la pérdida total de su hijo, no es esa la solución. Anna vuelve al lado de su amado Vronski.
Por otra parte Anna empieza a recibir reveses a causa de su relación: la familia de Vronski la desprecia y su marido, perversamente influenciado, le niega que visite a su hijo. A pesar de la prohibición, Anna va a su antiguo hogar a ver a su hijo. Tras un desplante social muy grande Anna y Vronski abandonan Petersburgo. La única visita que recibe Anna es la de su cuñada Dolli.
Cada vez que su amado se ausenta, Anna orquesta un verdadero drama, las relaciones se van deteriorando. Anna está convencido que ella pone todo de su parte para mantener su relación pero Vronski se muestra frío.
Cuando Karenin vuelve a negar el divorcio a Anna, las malas relaciones de la pareja aumentan. En el fondo Anna no puede vivir sin su hijo, el amor pasional por Vronski ha pasado, pero el amor filial la está volviendo loca.
Anna piensa que Vronski tiene otro amor, piensa en su muerte como venganza para que él se arrepienta de sus actos.
Anna sigue con sus escenas de celos cada vez más dramáticas. Con el paso del tiempo y llevada por su desesperación, se está acostumbrada al opio y a la morfina, esta es la única forma de no pensar en su lamentable situación. Los signos de locura son evidentes en la conducta de Anna. Su pensamiento oscila de la felicidad a la condena en segundos. Piensa que el solo placer no es la felicidad a la que la pareja aspiraba. Se siente utilizada. “Mientras que mi amor se hace cada día más egoísta y apasionado, el suyo se va apagando poco a poco” [11]
Anna se suicida en el mismo escenario en el que conoció a su amado. Tolstoi nos descubre en esta trágica escena la metáfora que supone el sueño que compartían Anna y Vronski y la intriga de la que ha hecho cómplice al lector.
Vronski
El conde Vronski es el caballero por excelencia, capitán de caballería de la Guardia Imperial y edecán de la corte goza de un prestigio social envidiable y su posee un encanto natural entre el sexo opuesto.
El amante de la novela también va a recibir una sacudida fuerte en su percepción del mundo al igual que le pasa a Anna. Piensa que, hasta conocer a Anna, todo lo que ha hecho carece de importancia, no tiene ningún significado, se siente como si hubiera esperado desde siempre conocer a su amada para dar sentido a la vida. “La vida no tenía sentido para él, sino era para estar cerca de ella, verla y oír su voz en cada momento” [12]
Una vez consolidado su amor, Vronski reflexiona sobre su situación; la capa de engaño que cubre su relación y el ambiente de mentira y fingimiento en el que se ven envueltos, él sabe que Anna ha sido despojada de su orgullo y ha perdido la calma por su culpa. Para Vronski el obstáculo de las relaciones con Anna es su hijo.
Vronski empieza a cambiar su percepción de Anna de una manera inconsciente cuando ésta le hace partícipe de su embarazo. La palabra repulsión acude a su mente y es pronunciada varias veces. Tolstoi nos hace intuir, de una manera sublime, la evolución que va a tener la relación entre los dos amantes. A partir de aquí el conde empieza a tener envidia de sus compañeros militares que poseen una carrera ascendente. Vronski no es capaz de comprender el alcance del sacrificio de Anna por su amor. Aunque sus intenciones son buenas, y a veces intenta comprender los arrebatos de Anna, es demasiado superficial para comprender que la verdadera perdedora de su relación es Anna. Y es que Vronski nos es mostrado por el autor como un ser espiritual e intelectualmente más débil que Anna, no posee ni la capacidad de amar, ni la resignación, ni el poder de sacrificio de la protagonista. Anna adquiere conocimientos de arte, arquitectura, literatura, pedagogía… Él es mucho más mundano, más superficial, en este aspecto más parecido a Karenin, de ahí la decepción y la inseguridad que se va apoderando de Anna.
Poco a poco se van sumando las trabas en la relación de los dos amantes; Vronski deja de recibir dinero de su madre, aunque el protagonista del triangulo amoroso sigue pensando que Anna es una mujer honesta que ha perdido todo por amor. La percepción que el conde tiene de Anna va a cambiar, notará a su amante cambiada física y moralmente.
Cuando Anna da a luz a su hija y decide volver arrepentida con su marido, el conde roto de amor y desesperado se dispara en el pecho. Tolstoi no quiere que acabe aquí el destino de los amantes. Podría éste haber sido un buen final para la novela, sin embargo el autor nos prepara una tragedia mayor. Una vez restablecido, y enterado del divorcio de Anna, los amantes se reconcilian y huyen juntos. Vronski no puede renunciar a su vida mundana, su pecado le es perdonado más fácilmente que a su amada, aún así el haber destapado su relación a toda la sociedad hipócrita de la época le pasará factura.
Al sentirse rechazado por la sociedad Vronski se busca otras diversiones que a Anna le producen celos y desasosiego.
Al conde le preocupa el futuro de su hija y sus probables futuros hijos.
Anna es consciente de todo lo que ha perdido y ante el desprecio de la sociedad de San Petersburgo lo único que le queda es su amado Vronski y el miedo a perder su única y preciada posesión, la presión sobre su amante se hace insoportable.
Vronski le reprocha a Anna sus celos infundados y la situación se hace insostenible. Después del suicidio de Anna, Vronski notablemente envejecido se alista en el frente.
Alexéi Alexandrovich
Es un personaje que desde el principio el autor de la novela nos lo muestra como frío, dominado totalmente por las estrictas convenciones sociales, obsesionado con las apariencias superficiales y el dinero. Es un alto funcionario del estado con un prestigio social importante y para la sociedad, ama a Ana porque es su esposa y le debe respeto. Él está más preocupado por su orgullo y honor que por la felicidad personal de él o de Ana. Cuando Karenin descubre las murmuraciones de la aristocracia acerca de su mujer, no es herido en su honor porque su mujer prefiera a otro, sino por las malas lenguas que esta actitud desata. Es capaz de tolerar cualquier acto, con tal de salvar las apariencias. Guarda sus sentimientos para no sufrir. Después de la escena del hipódromo en la que el conde Vronski sufre un accidente, Anna destapa sus sentimientos por él de una manera directa.
Cuando Anna le confiesa su amor por el conde Vronski, él procura que no le afecte pero les desea la infelicidad.” ¡Yo no puedo ser desgraciado! Pero ni él ni ella pueden ser dichosos” [13]
La revelación de su mujer a Alexandrovich le va a producir cierto sosiego aunque esto parezca contradictorio. Piensa que es una mujer sin honor, sin principios, sin dignidad. No quiere duelo ni divorcio y desea con toda su alma la infelicidad de la pareja de amantes. Quiere que su esposa expíe sus pecados con sufrimiento, quiere hacerla desagraciada. Sin embargo, llega a pensar, que es mejor perdonarla si ella abandona su adúltera relación, con esta actitud está pensando en él mismo, en salvar su honor y guardar las apariencias.
Su carácter abyecto hacia su mujer se demuestra con la carta que le manda. [14]
La primera muestra de humanidad de este personaje se produce después del parto de Anna. Karenin perdona a su mujer de corazón, hasta entonces había demostrado ser inhumano, incluso renegaba de su propio hijo por ser hijo de su madre. Los papeles de Karenin y Vronski se intercambian por la voluntad de Anna.
Karenin abandonado, cuando Anna huye con su amante, piensa que la sociedad lo trata con desdén y crueldad. Es manipulado por la condesa Lidia que le aconseja que no deje a Anna ver a su hijo.
Aquí Tolstoi refleja, a la perfección, la falta de personalidad de Karenin, que es manejado por una manipuladora, la condesa, envidiosa de Anna y sin escrúpulos, que es capaz de no satisfacer el deseo filial de una madre desesperada por no ver a su hijo. Karenin se deja dócilmente manipular y puesto que nunca ha querido verdaderamente a su hijo, no es capaz de comprender el amor que Anna siente hacia su hijo.
EL TRIANGULO AMOROSO EN “BELLA DEL SEÑOR”
INTRODUCCIÓN.
A pesar de tratarse de una novela de amor, la conquista de la amada desde el principio se desarrolla de una manera antinatural, digamos que de una forma que raya el surrealismo. Nadie sabe muy bien, si no ha leído ningún comentario de la obra, que es lo que está sucediendo en la habitación de Ariane con esta interrupción escandalosa de un viejo desdentado que le declara un profundo amor. “Heme aquí, débil y pobre, blanca la barba, y con tan sólo dos dientes, pero nadie te amará ni te conocerá como yo te amo y conozco, nadie te honrará con semejante amor”… “¿aceptas mi amor?” [15]
Tampoco ayuda a su entendimiento los monólogos interiores de la protagonista de la novela que realiza en el primer capítulo de la novela.
El tratamiento del tiempo que hace el autor es más que real. Los segundos que relata Cohen se hacen minutos y los minutos horas. En el capítulo del libro en el que la familia Deume está esperando al SSG (subsecretario general), la espera tan larga que están sintiendo los protagonistas de la obra también es desesperante para el lector.
El autor va describiendo cada uno de los personajes que desfilan por la novela de una forma física relegando la descripción psicológica que se puede vislumbrar a través del lenguaje empleado por sus personajes. Cada personaje se expresará de una forma determinada por la cual el lector irá descubriendo la faceta psicológica de la persona. La familia de Adrien hablará de una forma tan cursi, tan superficial, ridícula, harta petulante, que el lector los percibirá totalmente ridículos y se reirá de ellos incluso a carcajadas. La fonética de los personajes es sorprendente y es capaz de describir la personalidad, la procedencia social e incluso los defectos de los distintos personajes. En esta misma línea lingüística cabe decir la invención de palabras que hace Cohen y las pone en boca de las personalidades que intenta describirnos.
Cohen emplea juegos de palabras para hacer más surrealistas, si cabe, las situaciones que describe. También describe de una forma exacerbadamente burocrática la Sociedad de Naciones, así como clasista, en su jerarquía profesional y social. El surrealismo del trabajo llega su cenit cuando Cohen nos describe una importantísima reunión con mucha forma y sin contenido, que nadie sabe de lo que se está hablando pero suena fenomenal.”Habían organizado tal embrollo que ya nadie sabía por dónde iban ni lo que se había decidido”[16]
El capítulo 35 supone un punto de inflexión en la novela. Solal nos muestra su verdadera personalidad, se hace una apuesta con Ariane: no pasarán tres horas sin que ella caiga enamorada a sus pies suplicándole amor, le habla también de la hipocresía, de la importancia de lo material en la belleza. También es consciente, y así le da a conocer a Ariane, el mentidero de hipócritas e inútiles que es la Sociedad de Naciones. En una parte del capítulo reflexiona sobre la inevitabilidad de las guerras y las muertes.
Crea, en dicho capítulo, una personificación de los babuinos con la sociedad y con el cortejo del amor que es una genialidad. Con esta personificación hace a Ariane partícipe de todos los trucos del amor, de los trucos de seducción que piden las mujeres a los hombres: los estereotipos machistas.
En el capítulo 36, el autor de la novela nos muestra el por qué del título de su obra. “La bella del señor, pensaba para sí, sonriendo en la gloria”[17]
El capítulo 36 de la novela es difícil de leer, aunque no por ello genial. En esta parte se van intercambiando y mezclando los pensamientos del triángulo amoroso. A veces no se sabe claramente de quien son los pensamientos que el autor expone, es muy delgada la línea entre unas reflexiones y otras.
El siguiente capítulo es de un lirismo amoroso envidiable y comparable a los cantos de amor de los primeros trovadores y juglares. “Así es el amor en sus inicios. Interesantísimo para los que se aman y monótono para los demás”[18]
A partir de aquí el autor parece otro distinto y empieza a escribir de otra forma. La genialidad de Cohen está más que demostrada con estos contrastes en su escritura. Ha pasado de un surrealismo a una crueldad extrema y de ahí a un lirismo romántico sin igual.
La vida amorosa de la pareja está basada en una especie de artificiosidad ampulosa. El bienestar de la persona amada es la ley universal de los amantes. Con la aparición de Isolde, antigua amante de Solal, los pensamientos y su actitud ante la vida entran en juego en la novela. Cohen relata con extrema crudeza la vejez del cuerpo, los cambios de la edad que, si no somos capaces de asumir, quedan en nuestra conciencia como alfileres que se clavan a cada paso que damos. No pudiendo soportar los efectos del paso del tiempo en su piel escribe una carta a Solal de despedida antes de suicidarse. No puede soportar que su antiguo amante la haya remplazado.
El capítulo 52 constituye la poesía amorosa en estado puro, pero escrita en prosa. Habla de la nostalgia del amor joven que desemboca en la muerte, como si los amantes muertos evocaran el amor. “Reina el silencio en el cementerio donde duermen los antiguos amantes y sus amadas…”[19]
En la cuarta parte de la novela vuelve a aparecer la criada de Ariane, Mariette, que exhibe un lenguaje vulgar y se cree única en su especie. Cohen demuestra su procedencia humilde por medio de los pensamientos en lenguaje vulgar: “Pues anda que no he pencado ni nada desde antier…”[20] Este personaje critica sin piedad a la anciana señora Deume y encuentra a Ariane muy cambiada, alegre, contenta, piensa que no se merece a Adrien, ya que ella lo considera aburrido, serio insulso.
Mariette sospecha que Ariane está enamorada por sus bruscos cambios de comportamiento, se permite la libertad de leer sus cartas de amor y su diario, entonces cambia de opinión respecto a Adrien, ahora lo compadece. Cohen escribe los pensamientos de la criada con faltas de ortografía.
En el capítulo 54, por primera vez Cohen transmite al lector el ambiente amenazante, de represión, de violencia y de pogromos que se cierne sobre los judíos. Y lo hace desde los labios de una judía enana que se esconde en un sótano de Berlín. “Los humanos enjaulados y las bestias en libertad”…”Visten de hombres pero les gusta matar, les hace felices y se alegran cuando hay sangre”… “Sale caro ser el pueblo de Dios”[21]
Dando un giro brusco al tipo de escritura el autor nos demuestra, con un aire totalmente desenfadado, la poca autoestima y la falta de seguridad de la protagonista del triángulo con las indecisiones y los trastornos que le ocasionan la compra y confección de vestidos para prepararse para el regreso de su amante.
Cohen vuelve a mostrar su maestría en el manejo del tiempo real de la novela en relación con el espectador en los diez interminables días que Solal pasa alejado de su amada. Al lector, también, se le hace interminable la espera.
Cohen también es un escritor de thriller y lo demuestra magistralmente cuando nos describe la escena que se puede organizar en el momento que Adrien y Solal pueden coincidir, e irremediablemente van a coincidir, en casa de Ariane. Ella se prepara para su amante y su marido piensa sorprenderla con su repentina llegada al hogar. El suspense que crea en este capítulo es digno de un genial Hitchcock.
El autor de la novela nos hace conscientes del ambiente antisemita de la época por las escenas que se desarrollan entre los clientes del hotel en el cual se alojan los amantes. Hablan de ellos como si de apestados se tratara por dos motivos fundamentales: uno porque no aprueban su situación civil, y otra, y creo que más importante, por la condición de judío que tiene Solal. Apoyan totalmente a Hitler y condenan a los judíos culpándoles de todos los males de la sociedad. En sus conversaciones maliciosas llegan a decir que Solal es amigo de Dreyfus[22]
El autor de la obra no deja de sorprender al lector. El derroche de imaginación de las conversaciones de las mujeres que hacen ganchillo en un salón del hotel, nido de amor de nuestros protagonistas, es genial, francamente propio de un virtuoso de la literatura.
Al poseer una casa propia el lector cree que la relación dejará de ser tan artificial y mejorará la convivencia, pero nada de eso. Los comportamientos de los amantes son artificiosos y superficiales hasta la locura. El protocolo de los timbrazos es surrealista, enloquecedor. El amor empieza a ser una obligación para los amantes.
Después de un año, la relación se ha deteriorado: celos imaginarios, amantes ficticios, perversidades obligadas y las esperadas reconciliaciones empiezan a sucederse con una continuidad enfermiza. “Anquilosamiento de un amor sin interés”[23]. El autor lo deja patente en párrafos enteros que empiezan con “su pobre vida”
Aprovechando el viaje que el protagonista realiza a París, Albert Cohen va describiendo el ambiente antisemita que se vive en Europa, y concretamente en la ciudad de París, nos hace sentir, palpar, oler con una crueldad inaudita, esta extrema situación de discriminación y muerte.
Para describir las escenas de celos y torturas por las que va a pasar la pareja hasta su más completa degradación, el autor lo va a hacer a través del pensamiento de Solal y los diálogos y las diferentes actitudes que va a desarrollar Ariane.
La vida de los amantes ya no es vida amorosa y ni siquiera vida, las escenas violentas seguidas de reconciliaciones pasionales son continuas, salen de viaje, vuelven, destrozan las habitaciones de los hoteles donde se hospedan, las agresiones físicas van en aumento. La maestría de Cohen se destapa totalmente en la suma de peldaños de degradación que va acumulando la pareja.
El final de esta sexta parte es endiabladamente cruel; la actitud absolutamente desquiciada por los celos de Solal contrasta con la actitud sumisa de esclava cansada de Ariane. Empieza el juego con el amor y la muerte.
En el último capítulo del libro han transcurrido dos años y tres meses de convivencia, desde que los celos y los delirios se han hecho dueños de sus vidas un año. Entre tanto han seguido los celos y las degradaciones que mantienen la pasión de los amantes. No han sido capaces de encontrar otra salida a la continuidad de su amor.
Solal ha intentado quitarse la vida, sin conseguirlo, por los remordimientos que le producen su más que detestable comportamiento hacia su amada.
También Ariane ha coqueteado con la muerte, esta vez de una forma natural, debido a una pulmonía.
Ambos amantes se han cuidado en la enfermedad con verdadera dedicación. Nunca han dejado su amor artificioso y fingido. Han realizado viajes para arreglar su situación y no lo han conseguido. Tampoco el éter ha sido un buen aliado en su cruzada.
Ambos son rehenes del primer amor que sintieron, de la primera noche de amor, de las primeras miradas del primer beso…
Ahora se dan cuenta que en esa monotonía eran felices y no pueden retraerse a este punto de partida.
Ante su degradada situación amorosa, física y psíquica, conscientemente la pareja decide suicidarse.
ARIANE
Ariane es una mujer frígida y odia que su marido necesite de ella y “haga su gimnasia encima de ella”[24]. La descripción que hace Ariane del acto sexual es exageradamente orgánica y despectiva, para ella es algo vergonzoso, propio de animales. La relación con su marido es muy aburrida, la protagonista discute con su marido por nimiedades, la mayoría de las veces estas broncas intentan frustrar las exigencias carnales de su marido. Suele salir airosa de sus discusiones.
Cuando es acosada por Solal, Ariane se dirige a su marido para delatarlo pero, ante el ascenso que el mismo acosador ha concedido a su marido, prefiere callárselo.
Curiosamente la protagonista, en sus cavilaciones, nombra a Anna Karénina y a Madame Bovary. El autor de la novela nos está adelantando acontecimientos.
Dentro de la familia de su marido no tiene ningún apoyo ya que su suegra la odia y su suegro no tiene ningún peso en las relaciones familiares. Su suegra es un ser despreciable, que basa su vida en las apariencias y el artificio ostentoso. Ariane no tiene amigas y se siente profundamente sola. De alguna manera presenta mayor identificación con Emma Bovary que con Anna Karénina. Ariane se ve avocada al adulterio por el aburrimiento y el hastío de su vida conyugal.
Ariane, que en un principio rechaza con energía los aleteos amatorios de su conquistador, poco a poco va cediendo y demostrando interés por lo que Solal tiene que contarle. Cuando cae en sus brazos, Ariane siente que ha vuelto a nacer.
Una vez conquistada Ariane se prepara durante todo el día para recibir a su amado. Durante sus encuentros sus conversaciones son muy poco interesantes, son naderías, conversaciones sin sentido, pero han conseguido la ansiada felicidad. Ariane se sacrifica físicamente con muchas incomodidades para gustar a su amante.
Cuando Ariane se entera de la existencia de Isolde, antigua amante de Solal, empiezan los celos y las escenas dramáticas.
Para mantenerse aún más cerca de su amado, Ariane mantiene toda un ritual para leer las cartas de amor que los amantes se mandan durante las pocas horas que deben estar separados por el trabajo de Solal. La amante produce en el lector el mismo hastío que en su amado debido a la artificialidad del comportamiento.
Cuando Solal desaparece de la vida de Ariane por diez días, su espera se hace interminable, desesperante. Para mitigar su ansiedad, Ariane le escribe a su amado una carta interminable adornada con los detalles más irrelevantes en los que jamás el lector haya reparado. Las indecisiones que la protagonista tiene con la ropa que prepara para recibir a su amante son delirantes.
Cuando se acerca el día de la vuelta de Solal, las cinco horas tediosas que pasa Ariane, al lector se le hacen una tortura. Esta condena viene acompañada con la lectura de las cartas que le ha mandado su marido, a las que la protagonista no les concede el mínimo interés.
Después de dejar a su marido Ariane se siente la mujer más dichosa del mundo, tiene a su amante solo para ella. No obstante, después de unos meses, el suelo se mueve bajo sus pies cuando su querido Solal le dice que se aburre. Ella despierta de su letargo celestial.
Ariane empieza a sentir en su piel, y no solo metafóricamente, el cambio de actitud de Solal, su actitud despótica le hace enloquecer en algunos momentos.
Mientras que Ariane se encuentra absorbida en la decoración de su nueva casa, su sirvienta le cuenta el intento de suicidio de su marido. A Ariane le invaden los remordimientos.
En su nueva casa la relación no mejora, Ariane no consiente que su amante la vea haciendo ninguna labor del hogar. La artificialidad y el disimulo se hacen muy patentes.
Antes los ataques de celos de su amado, Ariane le confiesa que antes de él ha habido un amante. La escena de la tortura que sufre para confesar su crimen es propia de una cámara de tortura inquisitorial. Los celos se desatan. Ariane intenta hacerle entrar en razón: ¡Dios mío estás loco!-exclamó ella y se apretó las sienes exagerando el pánico que sentía-…[25] “su amor concluye en la abyección”[26]
SOLAL
Solal ocupa un cargo muy importante en la Sociedad de Naciones en Ginebra (subsecretario general), es un tipo apuesto y mujeriego, cree en el amor finito y pasional y según esta creencia encauza su vida. Se enamora de Ariane que es la mujer de otro trabajador de la Sociedad de Naciones que trabaja en un escalafón profesional inferior a él. Intenta conquistarla
La familia de Solal es harto curiosa. Sus motes son personificaciones auténticas de sus personalidades (Comeclavos), parecen haber salido directamente de la Edad Media, sus diálogos son hilarantes, las frases que emplean están entresacadas de sainetes cómicos, su tacañería y ambición quedan patentes en cada una de sus apariciones en la obra. “Me duele el ver gastar dinero…Aunque sea dinero ajeno” [27] Satiel, tío de Solal, escribe un anuncio en un periódico que resume el pensamiento de este grupo de Esforzados. Estos personajes también enhebran el futuro sobre un castillo de naipes. Son totalmente esperpénticos. Cohen nos apunta la personalidad de los judíos cuando describe las consumiciones tan dispares que piden. La frase “Tres judíos, cuatro opiniones” se ve totalmente reflejada en este tramo de la obra.
A veces sus monólogos parecen salidos del teatro de Siglo de Oro español: “Mi querido señor…su perspicacia ha trasfijado mi tos en un cartílago y, mudo de vergüenza,…”[28]
Solal para quitarse de en medio el estorbo que le supone el marido de su adorada Ariane, le concede una misión importantísima fuera del país. De esta forma tiene campo libre para actuar.
Solal desprecia a Adrien, la prueba más evidente de este desprecio se demuestra en la conversación que mantienen ambos personajes sobre el papel de don Juan ante las mujeres casadas. Solal recibe consejos del propio engañado para tratar a la mujer casada de la que está enamorado.
Solal tiene una actuación espectacular en el capítulo 35. Nos descubre su verdadera personalidad, habla sin tapujos de lo que piensa del señor Deume, pone de manifiesto su desprecio por el trabajo que realiza, habla de la transcendencia de la muerte y de las guerras y su destino inevitable, y pone en prácticas sus armas de seducción para conquistar a Ariane.
Ya una vez que ha conquistado a Ariane, Solal debe acicalarse para su amada. Lo hace escrupulosamente aunque piensa que son amantes condenados a una esclavitud de las apariencias materiales, penitentes de una comedia romántica que le impone la sociedad privilegiada. Pero el protagonista del triángulo amoroso, que no puede relajarse y dejar que su amor en estado muerto, decide mantener la llama de la pasión y emplear sus trucos de conquistador y seguir seduciendo a su amada.
Solal tiene una confidente que utiliza cuando se cansa de tanta artificialidad en su aventura amorosa. Se trata de Isolde una antigua amante.
Solal algo cansado de la relación forzosa y artificial que mantiene decide desaparecer unos días. El día de su regreso y ante la ansiada cita con su amada, se percata que el marido de Ariane se encuentra ya de regreso en casa. Para poder ver a su amada recurre a sus parientes elocuentes y pedantes para que se encarguen de rescatar a Ariane de los brazos de su marido y la lleven junto a él. Vuelven a demostrar los judíos esforzados su elocuencia pedante, sus conversaciones delirantes, esta vez versando sobre el amor carnal con el consiguiente escándalo que este tema produce en algunos de ellos.
Después de la huida de los amantes al extranjero y tras pasar tres meses en la más absoluta soledad, Solal se encuentra algo hastiado, extenuado de la relación tan absorbente. Los mismos protocolos, minuto a minuto, hora a hora, día y noche durante noventa días hacen que el amor caiga en la monotonía. No saben de qué hablar están “solos con su amor”
Cuando la situación se hace harto tediosa, Solal recurre a pequeños estímulos para sacar de la monotonía a su amada y se atreve a decirle que se aburre, cuando en realidad está muerto de apatía.
Ante los desplantes malintencionados de los clientes del hotel donde se encuentra la pareja de enamorados y que Solal casualmente escucha, siente profunda compasión por la mujer que vive a su lado y se lo oculta. Sus esperanzas en relacionarse con la sociedad se derrumban silenciosamente. “Condenados al trabajo del amor por perpetuidad”[29]
Y es que para Solal el amor se convierte en trabajo, se siente cansado de la monotonía que suponen los protocolos de cada segundo de su relación, odia visceralmente la música clásica que una y otra vez la amada le obliga a escuchar, necesita hacer otro tipo de actividades y respirar otro aire que no sea el que respira su amada.
Su actitud va cambiando poco a poco, no puede disimular su hartazgo e intenta que la relación de pareja vuelva a tener la pasión del origen. Su estrategia para conseguirlo es echarle en cara a Ariane que solo lo quiere por su belleza, le reprocha su superficialidad, sus ocurrencias, propias de un demente, atormentan a su amada.
Para mantener a su amada entretenida y él poder huir de la tediosa relación, compran una casa que debe decorar y redecorar Ariane.
Sin embargo lo artificioso, lo ficticio sigue. Solal finge estar enfermo para acabar durante unos días con la monotonía.
Después de un año de convivencia solitaria, los pensamientos de Solal se hacen visibles y con ellos los reproches, los defectos y en una palabra la repugnancia que siente por su Ariane.
Decide marcharse solo a París alegando excusas laborales. Le es infiel a su amada, lo cual le agrada sobremanera. Intenta arreglar su precaria situación profesional pidiendo favores a antiguos amigos, éstos, debido al ambiente antisemita que impera en el continente, casi ni quieren hablar con él y cuanto menos interceder en su nombre.
Solal está desesperado, ha vivido todo este tiempo oculto en su relación y no se ha percatado de las turbulencias que le rodean. No sabe si escapar a Jerusalén y unirse a los suyos o encerrarse eternamente en el sótano de la enana jorobada y acabar allí sus días. Intenta salvar a su familia, pelea por ello sin conseguirlo. En este capítulo, Solal reflexiona sobre su vida pasada, sus amores de juventud, sobre Dios, la muerte la muerte, el alma y la carne.
A su vuelta Solal, ante el fingimiento al que debe someterse y la desidia que esta situación le produce, finge estar loco para no hacerle el amor a su amada. “Si la solución fingir locura fingir que ella es la reina mi madre y yo el rey su hijo con la corona de la enana Raquel…”[30] “Oh maravilla no aburrirse más ayudarla en todo un loco sí barrer juntos cocinar juntos mientras hablamos de sal y pimienta”[31]
La actitud de Solal es ahora la de un verdadero loco de celos, tortura a su amada tanto psicológica como físicamente. “Di que eres una zorra.”[32]
Perdido totalmente el norte de la relación Solal maltrata a Ariane e incluso se autolesiona adrede.
Solal es el motor del suicidio de la pareja; su amante es el carburante que le da su consentimiento para ponerse en marcha.
ADRIEN
Adrien es un ser que provoca risa, es un hombre repulsivo, insulso, inconsciente de su mediocridad e imbuido de una soberbia sin ningún fundamento. Trabaja en la Sociedad de Naciones y su único objetivo es trepar en la escala social. Tiene envidia de sus superiores “¡Y la vicepresidencia de honor al Solal del culo!” [33] y ningunea a los que tienen un status social y profesional inferior al suyo. Su principal objetivo es cómo hacer lo mínimo en la mayor cantidad de tiempo y sin embargo tiene grandes miras profesionales. Al ser ascendido de categoría, Adrien Deume, se cree el rey del mundo, ha llegado a su máxima aspiración en la vida. Es capaz de llevar a extremos insólitos el cuento de la lechera; con este ascenso empieza a pensar y a elucubrar lo que le puede suponer profesionalmente. Cohen hace una descripción del él bastante despectiva y cruel a la vez que cómica.
Cuando Adrien recibe la noticia de que va a desarrollar fuera del país una misión de trascendental importancia, llama a su mujer creyéndose en el paraíso. “Misión política delicadísima… una misión de tal envergadura…”[34] Para él solo es importante el lujo y las personalidades que va a conocer.
La conversación que tiene Adrien con Solal antes de su marcha constituye una ironía genial. Ambos conversan sobre el papel de don Juan que debe representar Solal ante su amada, está claro que Adrien, ni por asomo, piensa que esa amada es su propia mujer.
Después de una temporada fuera de Ginebra, Adrien vuelve a su casa pensando que su querida esposa está deseosa de verlo y hacerle el amor. Pero después de la noche cuando le lleva el desayuno a la cama descubre la escueta carta que le ha escrito su mujer.[35]
La personalidad de Adrien se trastorna por completo, ni en sus peores pesadillas desde su trono de persona importantísima, casi divina hubiera pensado esta situación. Su desesperación le lleva al suicidio en una situación cuanto menos patética.
COMPARACIONES DE LOS TRIANGULOS AMOROSOS
• Ante las primeras insinuaciones de Vronski, Anna, a pesar de la atracción mutua, su primera reacción es un reproche que le hace a su admirador acerca de su comportamiento con Kiti, la cual ha caído enferma por su culpa.
También, Solal, el admirador de Ariane sufre un revés en su primera entrevista amorosa con Ariane, lo cual es normal, ya que Solal va disfrazado de viejo desdentado. Aún así cuando Solal se presenta sin disfraz alguno, también encontramos un pequeño conato de resistencia por parte de Ariane a ser seducida.
• El vértice de los triángulos que ocupan los maridos que son objeto del engaño y traición por parte de sus esposas guardan cierto parecido. Son hombres que gozan de un elevado prestigio social, gozan de una posición influyente, hablando profesionalmente, no padecen apuros monetarios, y, esto es lo curioso, son descritos por los dos autores, Cohen y Tolstoi, de una manera que el lector los percibe como antipáticos, superficiales, artificiales, dominados por las apariencias sociales, totalmente incapaces de satisfacer a sus esposas, uno por su frialdad y otro por su grado de soberbia e idiotez.
• Las dos parejas que forman nuestros dos triángulos amorosos van a ser muy pronto víctimas de la sociedad en la que viven. Los cotilleos que se generan están muy bien relatados por ambos autores en forma de pensamiento en el caso de Tolstoi y en forma de acciones en el caso de Cohen. Ambas parejas se refugian en sí mismos y en el amor que sienten el uno por el otro, no necesitan de nadie y menos de esa sociedad hipócrita que los flagela en cuanto tienen la ocasión. No están dispuestos a sufrir lo más mínimo ni van a consentir ser víctimas de los prejuicios de aquellos que han sido sus amigos.
Por una parte Ana dejará de ver a sus amistades y estas amistades dejarán de visitarla. Sin embargo la sociedad con Vronski, sobre todo sus amigos del ejército, son mucho más tolerantes. No le echan en cara la vida amorosa que ha elegido, aunque su familia intentará por todos los medios, incluso buscándole una pretendiente, que deje a su amada, presintiendo que no se trata de un amor pasajero y que la situación inevitablemente va a empeorar.
Por otra parte, la pareja formada por Solal y Ariane, si en un principio van a beber solamente de su amor y no van a necesitar de nadie, conforme transcurre la historia tanto en uno como en otra nacerá la necesidad de otras personas. Solal necesita identificarse con su raza e incluso llega a desear su misma suerte y por su parte Ariane quiere tener amigas, asistir a fiestas…
• Alexiéi Alexandrovich Karenin, marido de Anna, puede reprocharle a su mujer su conducta inmoral ante los ojos de la sociedad, le previene de las consecuencias que esto puede tener. “Debo advertirte Anna…qué tu imprudencia e irreflexión podrían dar lugar a que la gente hiciera comentarios y te juzgase de un modo poco conveniente. Tu conversación esta tarde con el conde Vronski…”[36]
Sin embargo el pobre Deume, marido de Ariane se entera de la traición de su mujer por una mísera carta.
• Los protagonistas masculinos que conforman los triángulos amorosos de las novelas no mantienen confidencias con sus amigos acerca de sus andanzas amatorias, ni siquiera hablan de su pasión, aunque sus amistades son conscientes de ello.
• Las consecuencias del primer trato carnal entre las parejas femeninas de amantes va a ser muy diferente. Tolstoi nos describe a Anna vacía de honor, humillada, avergonzada por dentro y fuera; mientras que Ariane rebosa de felicidad por fin sabe lo que es el amor.
• Tanto Vronski como Solal, una vez consolidada su relación son conscientes de su amor artificial y de la situación de engaño y fingimiento en la que se ven inmersos, y ambos menosprecian al marido de sus amantes aunque por distintas razones. Para Vronski el marido de Anna es un hombre físicamente repulsivo “Lo que hallaba más repulsivo en Alexiéi Alexándrovich era su especial modo de andar” [37]
Solal también desprecia a Adrien y pronto lo aparta de su mujer, no sin antes haberse reído de él al pedirle consejo de cómo conquistar a las mujeres casadas.
• Ambas protagonistas de los triángulos amorosos, que estamos diseccionando, pertenecen a una clase social muy acomodada. Anna pertenece a la alta aristocracia al igual que su marido. Ariane también pertenece a la nobleza ginebrina y su marido tiene un alto puesto en la prestigiosa Sociedad de Naciones. Tanto una como otra se han casado sin amor, simplemente por conveniencia con sus respectivos maridos.
• Ambas parejas huyen solos al extranjero y dedican buena parte de su relación a visitar ciudades emblemáticas, curiosamente las parejas visitan ciudades italianas.
• A parte de sus visitas turísticas, las parejas de amantes no tienen relación con nadie, se sienten totalmente abandonados y discriminados por la sociedad que no aceptan sus adúlteras relaciones. Sus círculos cerrados de amor empiezan a ahogarlos lentamente. El proceso de embudo se hace muy lentamente en ambas parejas, pero es patente este estrangulamiento que sufren.
• Tanto Anna como Ariane se desviven por mantener la atención de su amado, mientras una viste con un lujo exquisito, coquetea con otros hombres, intenta ser más culta leyendo libros, amplía sus conocimientos de arte, literatura y pedagogía, la otra cuida su físico hasta límites enfermizos, ensaya posturas y expresiones en el espejo, reprime hasta la locura cualquier necesidad corporal, propone temas de conversación programados, intenta sorprender a su amado con nuevas composiciones musicales…
• Para ambos autores el suicidio es una salida válida para acabar con la desesperación. Tolstoi nos relata concienzudamente el intento de suicidio de Vronski y el suicidio anunciado de Anna.
Por su parte Cohen nos relata el suicidio de Isolde, el intento de suicidio de Adrien, bastante patético por cierto, otro intento de suicidio, ante los remordimientos de su comportamiento de Solal y al final de la novela el suicidio de los dos amantes.
• Tanto Vronski como Solal, una vez encerrados y condenados en su amor en soledad de pareja piensan que sus respectivas amadas han renunciado a su honor, a su familia, a sus amistades y sienten compasión por ellas. Esta es la razón por la que se afanan en complacerlas y hacerlas felices. Pero, indudablemente, la esencia humana se hace presente cuando ellos también piensan en sus respectivas carreras;
Vronski ha renunciado a su carrera militar que tan buenos augurios prometía y se siente frustrado y algo envidioso de los éxitos militares de sus antiguos compañeros.
Solal, por otra parte, ha sido despojado de su nacionalidad francesa por su condición de judío y se le ha destituido de su puesto como subsecretario general de la Sociedad de Naciones.
• En su situación de soledad y viéndose rechazados por la sociedad, las parejas de amantes deciden disponer de una casa propia donde no sean objeto de escarnio. Las humillaciones que han sufrido no se comentan abiertamente entre ellos, pero es indudable que ambas parejas están afectadas y dolidas. Los desprecios que sufren desde todos los sectores van minando la relación amorosa, si en un principio de forma superficial, esta constante humillación continua llegará a afectar seriamente la relación con posterioridad.
• La similitud en la degradación de la vida de pareja de los dos triángulos es innegable. Los autores de ambas obras van describiendo minuciosamente como el carácter de la relación se va deteriorando. Si en un principio los cambios son imperceptibles y una vez que en ambas parejas aparecen los celos la caída al infierno es vertiginosa.
Sin embargo cada pareja tiene una causa distinta de llegar a esta lamentable situación.
En el caso de “Anna Karénina”, la degradación de la relación viene motivada por los celos que aparecen en la relación por parte de la protagonista. Pero estos celos no son celos en sí mismos, son fiel reflejo de la trastornada personalidad de Anna. Ésta ha dejado a su hijo y su marido le impide verlo, esta situación no puede soportarla, ella ha renunciado a todo a su honor, a su posición e incluso a la vida social, pero no puede renunciar a su hijo. Su ausencia va haciendo que, inconscientemente, pierda la cordura y vayan apareciendo en la novela las escenas de celos y los pensamientos tenebrosos que tiene respecto a su amado.
En el caso de “Bella del Señor” la vorágine de acontecimientos siniestros que continuamente provoca la pareja, van encaminados a mantener la hermosa pasión que tenían al principio de la relación. Cierto es que la relación era ficticia, artificiosa, superficial pero la pasión que había entre ellos no conocía límite. Al decaer esta relación pasional es cuando se produce el descenso al infierno. La descripción que hace Cohen del comportamiento de la pareja, de sus pensamientos y reflexiones es verdaderamente terrorífica. Los límites a los que se puede llegar para mantener una relación pasional están rayando en la locura. Sin embargo la pareja no ha perdido la cordura, son conscientes que han perdido su relación pasional y son incapaces de vivir sin ella, se aman hasta tal punto que viendo pérdida la llama de la pasión deciden quitarse la vida, no quieren vivir el uno sin el otro, pero tampoco vivir juntos sin pasión.
OPINIÓN PERSONAL
Una vez que terminas la novela de Anna tienes una sensación residual bastante profunda. Me explico: hay obras que pasan de puntillas por nuestra consciencia, sin pena ni gloria, como suele decirse. Sin embargo hay otras novelas que nos dejan durante días una sensación y una percepción de la realidad acomodada a lo que relata. Da la impresión de que aún estás metido de lleno en la novela y a la vuelta de la esquina te encontrarás con Anna o con Vronski o con Lievin. Es una sensación que aunque no sea muy duradera, no podría ser de otra forma, produce un placer mental inesperado.
Con la segunda novela tuve una sensación muy distinta: Al no haber leído ningún comentario de esta novela anteriormente, la lectura de los primeros días me desconcertó sobremanera. Me divertía mucho con ella, en ningún momento me pareció una novela de amor, todos los personajes se encontraban lejos de la realidad, Hasta exactamente la página 145 ningún personaje que aparece en la obra es coherente con la realidad, tan solo aparece un maître que contrata la familia de Adrien para poner un poco de cordura en la novela.
Hasta la tercera parte del libro no empieza la verdadera historia de amor, es el capítulo en el que empieza la seducción.
Al leer el capítulo 35, el cual como he indicado en la introducción, es un capítulo muy importante para el significado general de la novela, con la personificación de los babuinos y la delación de su verdadera personalidad, Solal da la impresión de sentirse despechado, de haber tenido una relación en la que él ha salido perdiendo. Ariane por su parte, cada vez se siente más interesada en saber de las artes de seducción de su acosador que, conforme volvemos las páginas va perdiendo la intensidad de este calificativo.
La impresión que me han causado los monólogos internos de los personajes ha sido muy honda. Hasta ahora no sabía que se podía describir el pensamiento con esta profundidad. Los monólogos interiores parecen desarrollarse independientemente de la voluntad del narrador. No se trata de un simple discurso verbal sino del desarrollo más íntimo del pensamiento del personaje a una velocidad de kamikaze.
Está claro que con la existencia de estos diálogos la conexión del texto se ve afectada y a veces es difícil para el lector seguir el hilo de pensamientos endiablados que Cohen pone en sus hojas. Indudablemente, la ausencia en muchas ocasiones de signos de puntuación hacen difícil su lectura, pero pensándolo bien ¿quién puntúa sus pensamientos?
A veces estos pensamientos están sin organizar, son pensamientos totalmente reales como los que tenemos cada uno de nosotros en miles de situaciones. Lo que yo desconocía es la capacidad de plasmarlos verbalmente conforme se suceden en nuestra mente. Desgraciadamente este truco solo lo conocen unos cuantos privilegiados, entre ellos, este genial escritor que acabo de descubrir.
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