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María Estuardo. La búsqueda de una reivindicación histórica a través de la tragedia.

por Carolina Gómez
Artículo publicado el 27/12/2018

El texto original fue presentado como ponencia en la IV Jornada de Historia y Literatura: diálogos interdisciplinarios. Dos formas de narrar el pasado el día 21 de noviembre de 2018 en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, sin embargo la autora realizó algunas modificaciones en el texto para esta publicación

 

maria_estuardoResumen
Mártir o meretriz, Historia o Literatura, ambas son las dicotomías que acompañan la imagen de la última mujer en la dinastía Estuardo, María Estuardo, reina de Escocia. Partiendo de dicha dualidad, el siguiente trabajo presenta una comparación entre la imagen histórica y literaria de María Estuardo, y cómo la segunda, mediante aspectos de la tragedia, ha ayudado en su reivindicación en el tiempo.

Palabras clave: Historia, literatura, tragedia, comparación.

 

 

La vida de María Estuardo ha fascinado a más de uno, desde historiadores, literatos y cineastas. Todos convergen en un mismo punto, retratar la tragedia de una reina que ha transcendido a lo largo de cinco siglos. Sin embargo, tanto en la literatura como en la Historia no hablamos de la misma reina. Por un lado tenemos a la reina María de la literatura, la mujer que hace caso a sus pasiones y que deslumbra a más de uno con su pensamiento y belleza física; por otro a una monarca que tuvo un reinado lleno de conflictos debido a la educación que se le dio en Francia, convirtiéndola en una reina débil y manipulable, pero fiel a sus principios católicos.

A partir de lo anterior, el siguiente trabajo pretende hacer una comparación de la figura de María Estuardo en la literatura y en la historia, poniendo énfasis en los aspectos que toma la primera para considerarla un personaje trágico y cómo gracias a esa reelaboración de su imagen la reina de los escoceses encontró su reivindicación en la Historia.

1. Un contexto histórico-social
María Estuardo nace un 8 de diciembre de 1542 en una Escocia inestable a causa de una lucha entre Catolicismo y Protestantismo. Se convierte en reina de su país seis días después de su nacimiento una vez que su padre, Jacobo V, falleciera de disentería después de perder su última batalla contra la Inglaterra protestante de Enrique VIII por falta de apoyo de la nobleza escocesa. Cabe mencionar que dicha separación entre la corona escocesa y la nobleza data desde finales del reino antecesor, es decir, desde el reino de Jacobo IV, quien entre su deseo de llevar a flote una estructura renacentista, comienza una decadencia tanto política como social, ésta última padeciendo una marcada desigualdad económica y social, desigualdad que con Jacobo V seguía sin tener solución pese a los intentos de éste de mantener una estabilidad económica con la ayuda de la Roma Papal (cfr. Moreno, 1995, pp. 34-48).

Escocia en el siglo XVI estaba lejos de ser un reino estable por lo que, entre lores que buscaban sólo su beneficio y al ser reina de un territorio vulnerable al encontrarse en la periferia del continente europeo, la joven María sale de su reino para ser educada en Francia por un convenio entre su madre, María de Guisa y el rey de Francia, Enrique II, donde una vez alcanzada la mayoría de edad contraería nupcias con el delfín de Francia, aunque más tarde, a menos de un año de matrimonio éste muriera a causa de una otitis.

Bajo la debilidad política de Escocia debido a la lucha entre los Estuardo y la nobleza escocesa, el reino escoses se veía amenazado por Inglaterra. Enrique VIII ofreció a María de Guisa unir las dos naciones con el matrimonio entre su hijo menor Eduardo y la entonces recién nacida María. No obstante, Francia por su lado ambicionaba el dominio de tierras inglesas y con la seguridad de que María era heredera legítima al trono inglés por ser nieta de Enrique VII, mejoró el trato prometiendo a María de Guisa la estabilidad que el reino tanto buscaba. Finalmente el interés de la corona inglesa y francesa era el mismo: imponerse como la potencia más fuerte, y María Estuardo no era más que una pieza clave en el tablero. Más tarde, esta lucha por la corona inglesa se transformó en una rivalidad entre María y su prima, Isabel I, que más allá de lazos familiares y derecho a la sucesión, fue una batalla entre católicos y protestantes.

Por otra lado, a pesar de que el pueblo escoces aún presentaba los últimos rastros de la Edad Media, los lores que conformaban el Consejo de la corona escocesa tenían una capacidad crítica propia del Renacimiento que los llevó a dejar a un lado el catolicismo y adoptar el protestantismo como su nueva religión, dando totalmente la espalda a su reina católica y trayendo consigo una serie de circunstancias que pondrían a prueba a esta misma.

2. María Estuardo en la Historia
La Historia ha reconstruido la vida de María mostrando los hechos desde su nacimiento hasta su muerte, pero no sólo se ha quedado en el aspecto cuantitativo. Historiadores han aplaudido la postura de María hasta el día de su ejecución, el de una reina que pese a las adversidades mantuvo en pie su fe cristiana y que para monarquías altamente católicas como España, se erigió como un valiente manifiesto en la lucha contra el protestantismo. Sin embargo, “en la Europa del siglo XVI una [gobernante] que fue un desastre fue la Reina María de Escocia” (Wuhmald, s.f.)

Luego de llegar a Francia, la educación que recibió María ayudó a que se formase como una mujer propia del Renacimiento: culta, inteligente, con una belleza (como lo muestran los cuadros de la época) que cautivaba a todos los hombres de la corte francesa y que era enaltecida por los poetas de la época. Durante su estancia en tierras francesas, la reina de los escoceses no conoció más que comodidades y halagos que no ayudarían en nada para su formación como monarca. Su único deber era el de ser la reina consorte de Francia, deber que le traería problemas una vez que regresara a Escocia. Ya lo mencionaba Antonio Fernández Luzón (2016), en su descripción sobre la vida de María Estuardo:

El 19 de agosto de 1561, María Estuardo volvía a pisar su suelo natal después de una ausencia de 13 años dispuesta a hacer valer su título real y ejercer efectivamente el poder. Para logarlo debía reunir las cualidades de un estadista: habilidad, discreción, sangre fría y una lucidez sin fallas, pero, para desgracia suya, María era todo apasionamiento e impaciencia. Carecía además de suficiente influencia […] de la monarquía escocesa (min 8:50).

Una vez instalada en Escocia, María contrae nupcias por segunda vez a propósito de ganar poder en su lucha por el trono inglés. A pesar de que Lord Darnley, su segundo marido, causó un fervor en ella que Francisco I no logró en su adolescencia (ya que no fue más allá de un cariño entre ambos), también causó una serie de acontecimientos que harían actuar a María de una manera impulsiva. Paulatinamente, el segundo matrimonio de María fue en decadencia y por ende, la pasión entre ambos.

Durante este tiempo David Rizzio, músico italiano y su secretario particular, fue muy cercano a ella, motivo que sirvió como excusa para culpar a María de infidelidad culminando en un complot en su contra y el asesinato de Rizzio a mano de Darnley y los lores escoceses. Un año después, Lord Darnley muere asesinado y María, una vez más viuda y sin el apoyo de nadie en la Corte, contrae nupcias con quien sería su tercer esposo, James Hepburn, Conde de Bothwell, principal sospechoso de la muerte del segundo marido de la reina escocesa. El matrimonio de María y Bothwell, celebrado bajo la palabra protestante, dio paso a la separación absoluta entre católicos y protestantes escoceses. Una vez más, María se dejó guiar por sus pasiones, que más tarde le costarían la abdicación a favor de su único hijo, Jacobo V (cfr. Moreno, 1995, pp. 48-55).

Pese a que en los últimos años antes de su encarcelamiento, María actuó de manera impulsiva, tomando decisiones poco favorecedoras para su reino y que iban por encima del consejo escoces, la manera en que muere deja de lado toda esa imagen de reina débil y guiada por su ser y no su deber ser. El día de su decapitación, la actitud de María frente a su sentencia fue el parte aguas que, de alguna manera, ayudó a redimir toda su culpa y más tarde daría paso al mito que rodea a la reina de los escoceses.

3. María Estuardo en la literatura
A pesar de que María históricamente pasó a ser una reina con falta de firmeza política pero una fiel devota del catolicismo, los estudiosos de su vida han concluido en una cosa: María Estuardo, la reina escocesa de vida azarosa, sigue siendo un misterio que demanda ser resuelto.

Stefan Zweig (2016) en su introducción a la biografía de María Estuardo expone:

Lo que resulta claro y evidente se explica por sí solo, pero el misterio tiene efectos creadores. Por eso, siempre son aquellas figuras y acontecimientos de la Historia que están envueltos en un halo de incertidumbre los que reclaman nueva interpretación y recreación. La tragedia vital de María Estuardo puede considerarse un ejemplo clásico de ese inagotable estímulo que supone el misterio para un problema histórico. Prácticamente ninguna otra mujer en la Historia Universal ha producido tanta literatura (p.7).

Debido a su excelente porte y belleza singular, en vida María sirvió de inspiración para poetas como, por ejemplo, Lope de Vega que en su momento escribió: “Las estrellas arrebatan a sus ojos su más hermoso brillo, y a sus rasgos los colores que tan bellas las hacen” (Lope de Vega citado en Zweig, 2016, p.33). Ahora, los escritores se han dado a la tarea de ya no sólo escribir versos que veneren su belleza, sino al de dar una explicación sobre la figura de esta misteriosa reina que una y otra vez es reinterpretada, sin embargo “esa variedad de su imagen no es culpa de la falta de material acerca de su figura, sino de la desconcertante abundancia del mismo” (Zweig, 2016, p.7).

Partiendo de dicha idea, es necesario marcar una línea divisoria en el tratamiento de Estuardo que hace la Historia y la literatura. Si bien esta última, como ya se hizo mención, da su punto de vista de los hechos, eso no significa que iguale su postura a los hechos históricos, sino que a partir de un acontecimiento en específico comienza su trabajo. En este caso, la literatura parte desde el momento de su muerte. Varios autores apuntan que las condiciones en que se dio su deceso, alentó el comienzo de la tragedia de María Estuardo. Uno de ellos es el supradicho Zweig, que en la ya antes mencionada biografía sobre la reina escocesa, señala: “Sólo su trágica muerte es el verdadero comienzo de su fama, sólo ella borrará a los ojos de la posteridad sus culpas juveniles, transfigurará sus errores. […] El mundo entero y la posteridad, María Estuardo lo sabe, examinará su actitud cuando sea la primera reina ungida en inclinar la nuca sobre el trajo” (Zweig, 2016, p. 393).

¿Basta sólo su muerte para considerarla una figura trágica? Si bien su muerte impulsó la gran cantidad de historias y mitos alrededor de ella, su relación con la tragedia ha ayudado al tiempo en la reivindicación de María.

La tragedia de María Estuardo
8 de febrero de 1587, día en que la vida de María Estuardo llegó a su fin, marcó, literalmente, un antes y un después para esta Reina. La muerte le dio un giro radical a su imagen. Elemento que inmediatamente dio paso relacionar a la monarca escocesa con la tragedia.

Para algunos literatos e incluso historiadores, la vida de María ya estaba marca por la tragedia desde el momento de su nacimiento, o al menos así lo marca el Dr. Antonio Fernández Luzón: “la tragedia acompañó a la princesa desde el mismo momento en que vino al mundo. En efecto, mientras la reina daba a luz [María de Guisa], su marido, con apenas 30 años de edad, moría a causa de una disentería” (Fernández, 2016).

Ahora, ¿por qué hablar de una reivindicación histórica gracias a la tragedia? O mejor aún, ¿qué fundamenta a la tragedia de María Estuardo? Primero, y no está de más recordar, la tragedia no sólo selecciona al personaje, sino a las circunstancias o al campo de acción que rodean a éste y que lo llevaron a tomar ciertas decisiones, o en palabras de Aristóteles: “la tragedia es imitación, no de personas, sino de acción y de una vida, y la felicidad y la infelicidad están en la acción […]. Y los personajes son tales o cuales según el carácter; pero según las acciones, felices o lo contrario” (Aristóteles, 2011, p.403), por lo tanto y más allá de su aspecto físico, las acciones en torno a la vida de María es punto clave para entender el por qué hablar de tragedia. No obstante, no se habla de tragedia en términos generales, sino darle una característica trágica al personaje mediante su circunstancialidad.

En primer lugar, lo lógico sería relacionar a María con la tragedia debido a que a) su lugar y posición en el mundo fue elegido mediante un poder divino, en este caso Dios y por lo tanto tendría peso en su destino y b) la presencia de la muerte, empero surgiría un vasto estudio de su vida que en ciertos momentos no encajarían del todo con la tragedia y también se caería en el error de igualar literatura con Historia, cuando la literatura busca reinterpretar la imagen. Por ello la imagen de María Estuardo se reelabora como un personaje trágico, más no como un personaje con carácter trágico.

De acuerdo a Claudia Cecilia Alatorre (1999) en su análisis de la tragedia, y traspolando cuidadosamente éste a la situación de la supradicha reina, el personaje trágico menciona:

No ejercita en el presente aquella pasión que lo llevó a cometer el error, sin embargo las consecuencias de sus actos lo han cercado hasta “presentarle la cuenta”. […] El error trágico se sitúa en el pasado, para que puedan apreciarse las consecuencias que han soportado los demás a causa de éste y porque es importante poder medir la transcendencia, la consecuencia de los actos individuales. (p. 44)

Si se hablase de María como una figura de carácter trágico, ésta, como indica Alatorre, ejercería sus pasiones en el presente. Por otra parte, tratándose de un personaje histórico y a sabiendas que hay un pasado y en él se cometió el error trágico, es preferible relacionarla con un personaje trágico que se posiciona en un momento en específico. Recuérdese la obra de Friedrich Schiller, María Estuardo. Schiller toma la invitación de María y en una obra de tres actos, da su versión de lo ocurrido durante los últimos días de la monarca antes de su ejecución. Dicha obra ilustra lo antes de mencionado; el dramaturgo parte de un momento en específico para partir con la reelaboración de la imagen de María y así convertirla en un personaje trágico (en este caso Schiller toma los últimos días de María antes de su decapitación), un personaje que sufre las consecuencias de sus decisiones del pasado, decisiones de las que el espectador tiene noción ya que se trata de un personaje con un error trágico anclado a la realidad.

Por otra lado, dice Eric Bentley (2000), la tragedia no sólo es el castigo de los errores sino también “el deseo de vernos justificados” (Bentley, 2000, p. 242). María actuó por ciertas razones, pero esto no quiere decir que ella sea la principal culpable; la culpa es de “su raison d’etre” (Bentley, 2000, p. 242). La imagen de María que la tragedia ha ido formando a lo largo del tiempo, corresponde al veredicto final de considerarla inocente, un veredicto que reclamó el día de su decapitación a sus espectadores al usar un vestido rojo carmesí, color de las mártires, vestido que a su vez representaba su papel en la obra, la de una mujer en conflicto con su ética y sus intereses personales.

Conclusiones
A partir de la tragedia, María tiene un antes y un después en la Historia, ya que no es lo mismo hablar de la María Estuardo de la Historia que de la María Estuardo de la literatura. La tragedia, y la literatura en general, toman sólo ciertos aspectos de la Historia y así reformular la imagen de ésta exponiendo a una reina con carácter, es decir, da un elemento que trabaja como fundamento de las elecciones que la llevaron a forjarse su destino trágico. Finalmente la literatura funciona como una reinterpretación de la realidad.

Las últimas palabras de María Estuardo antes de ser decapitada fueron: En mi final está mi comienzo, palabras que como pudo observase fueron tomadas al pie de la letra. Su figura ha sido estudiada una y otra vez, y hasta la fecha sigue siendo un enigma, incluso el cine se ha cautivado con ella aportando innumerables películas sobre su vida. En la Historia la reina de Escocia es señalada por sus acciones, pero la literatura, especialmente la tragedia, le ha dado voz para intentar explicar lo sucedido y así, cumplir con su cometido: transcender como la mártir, la trágica, la santa celestial María Estuardo.

 

Referencias
A&E (2016). María Estuardo: mártir o meretriz [archivo de video]. Recuperado el 19 de octubre de 2018 de https://www.youtube.com/watch?v=PKpRk5zoQuM&t=1513s
Alatorre, C. (1999). Análisis del drama. México: Escenología.
Aristóteles. (2011). Poética (trad. de Guillermo R. de Echendía). España: Gredos.
Bentley, E. (2000). La vida del drama. México: Paidos.
Blennerhassett, L. (1974). María Estuardo. Madrid: Círculo de amigos de la Historia.
Fernández, A. (2016). María Estuardo. Una vida marcada por la tragedia [archivo de
audio]. Recuperado de https://mx.ivoox.com/es/maria-estuardo-una-vida-marcada-la- audios-mp3_rf_12287386_1.html
Moreno, L. (1995). Escocia, nación y razón. Madrid: Consejo superior de investigaciones científicas.
Podium Podcast. (s.f.). María Estuardo: el principio de su fin [archivo de audio].
Recuperado el 19 de octubre de 2018 de https://mx.ivoox.com/es/e22-maria-estuardo-principio-su-audios-mp3_rf_24069890_1.html
Zweig, S. (2016). María Estuardo. Barcelona: Acantilado.

 

 

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