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“Opus dos”, anticipando el fin y la reconstrucción del orden

por Enrique Cisternas
Artículo publicado el 16/07/2015

Artículo publicado originalmente en la
«Revista Herencia” Vol. III. 2012.

 

El artículo que se presenta a continuación pretende abordar la obra Opus dos de Angélica Gorodischer, considerada una de las cultoras más prolíficas del género de ciencia ficción en Argentina. La obra de esta escritora se ha abordado, en su mayor parte, desde los estudios de género como el análisis que realiza Kay Bailey (1995) respecto a la cuentística de la autora y la construcción del sujeto femenino relacionado con la temática del folclore.

Por su parte Graciela Aletta (1996) propone una lectura integral de la mujer en la obra de Gorodischer a partir de una subjetividad femenina marginal y emergente. Entre quienes han abordado Opus dos se destaca Ángela Dellapiane (1985), quien afirma que la Gorodischer:

“[…] se propone al homo como una paradoja total que subsiste en el tiempo, en los mitos, a través de guerras y civilizaciones, buscando la felicidad, demostrando sus perennes prejuicios raciales e ideológicos, su violencia y también el amor.” (631)

Si bien sus consideraciones son acertadas y se toman como punto de partida para este trabajo; la crítica solo las menciona, en el programa de realizar un panorama abarcador de la novelística de la autora y sus temáticas más importantes.

De esta manera, este trabajo se propone analizar la novela Opus dos de Angélica Gorodischer desde el marco de la novela de CF relacionada con la literatura de anticipación, afirmando que mediante este género es posible cuestionar los discursos de poder al permitir extrapolar, desde datos extraídos del presente de la obra, un futuro probable coherente a un momento histórico determinado. Por lo tanto, la primera parte del artículo está constituida por las consideraciones teóricas del género de CF en tanto novela de anticipación y la adecuación de Opus dos a ese modelo.

La segunda parte corresponde a la configuración del mundo en la novela en tanto espacio posapocalíptico. En él se ofrece al lector el análisis de los relatos mediantes los cuales se construye el mundo fragmentado y la diégesis luego del desastre atómico.

El artículo finaliza, con una lectura deconstructiva de las nociones supremacistas que proponen un a priori genético para el establecimiento de un grupo hegemónico de poder. De esta manera, en esta inversión la minoría pasa a ser la mayoría dominante (en relación a la realidad), dando lugar a una repetición de los códigos de dominación asociados a la raza blanca. Con lo cual el texto desnaturaliza las construcciones culturales con respecto a la existencia de un determinismo genético que otorgue el lugar de Dominadores y Esclavos.

La ciencia ficción y literatura de anticipación en Opus dos.

La ciencia ficción (CF) es un género específico de la narrativa donde se construye un mundo diegético que extrapola, en un ejercicio de anticipación, los hechos del presente de producción de la obra. Así, el crítico Luis Vaisman asegura que:

“La CF narrará entonces, paradojalmente, hechos presentados por el relato como ya ocurridos en un mundo que, relativamente al del lector, aún no es, pero que el relato se empeñará en convencerlo que podrá llegar a ser.” (11)

Las obras de la CF son exploratorias de mundos probables que se configuran a partir de una visión penetrante acerca del presente de la producción. El efecto que se busca en los relatos de este género es que el lector entre en el pacto narrativo asumiendo que el mundo representado es probable de acuerdo a su contexto histórico.

Ahora bien, el crítico Vaisman aísla los rasgos fundamentales del género en un todo estructural donde se integran los niveles semánticos, sintácticos y pragmáticos del relato:

“Dicha estructura semántico-sintáctico-pragmática nuclear está constituida por un(os) hecho(s) científico-tecnológico(s) vigentes en la época de la situación de producción (elemento semántico) de donde se derivan cronológico-casualmente – en forman de relato – sus consecuencias (elementos sintácticos) para promover en el lector virtual el efecto de realidad probable (elemento pragmático) del mundo – necesariamente futuro – resultante.” (Luis Vaisman, 12)

El rasgo específico de la CF respecto a los demás género literarios es que aborda a nivel temático hechos científicos o tecnológicos que son contemporáneos al momento de la producción de la obra; en la estructura sintáctica, estos elementos dan pie a una extrapolación cronológico-causal de los efectos que traen consigo la ciencia y la tecnología de la época. Al nivel pragmático de la producción, el mundo que se construye es un probable futuro de acuerdo al presente de la obra y al del lector modelo o virtual.

Un relato de CF es capaz de generar en el lector la sensación de que el mundo representado es una realidad probable a partir del desarrollo científico-tecnológico del cual es contemporáneo – hay que hacer la salvedad que se trata del lector ideal para la obra. De esta forma:

“[…] la CF construye, a partir de datos científico-tecnológicos del presente, sus historias del futuro, cada una de ellas presentada como espacio-temporal determinado de la Historia del Futuro.” (Luis Vaisman , 21-22)

Existe en este género una conciencia del estado y situación de la episteme. El avance científico-tecnológico en el que se sustenta el mundo de la CF es de un momento particular de la Historia de la humanidad. De acuerdo a esto las obras que se enmarcan en el género de la CF tienen una estrecha relación con la Historia y las obras narrativas ficcionales del realismo histórico:

“[…] el relato de CF debe por añadidura ligar consecuencialmente esta singularidad histórica probable – futura – con la singularidad histórica de la época de la escritura, si es que ha de cumplir su efecto específico.” (Luis Vaisman , 24)

La obra de CF es esencialmente realista. El efecto de realidad es el futurismo, en el sentido de que es capaz de proyectar y construir un mundo en un futuro probable, al igual que la historia se erige como un discurso que construye el pasado de la humanidad. La Historia hipotética del futuro es construida a partir de datos obtenidos del espacio social, sicológico, científico y tecnológico de un presente histórico.

En este sentido, la obra de CF es un narración que anticipa y se propone dar cuenta del futuro de la humanidad; por lo tanto conviene más hablar más de novela de anticipación que de relatos sólo centrados en el futuro científico de la humanidad, ya que se construyen mundos tomando en cuenta aspecto del presente de la ciencia y la tecnología, sino que se recurre a la realidad social, cultural, política.

Fernando Reati (2006) define la novela de anticipación como aquella obra narrativa que se destaca por ofrecer una visión del futuro a partir de momentos críticos de la Historia de la humanidad. Aparecen para contar la angustia por un futuro incierto, ya que el presente también se muestra incierto. De esta forma, en el texto se afirma:

“Cuando el presente genera incertidumbre, temor y desconcierto, aparecen en el arte todo tipo de nostalgias por el pasado y proyecciones hacia el futuro. Las novelas de anticipación […] forman parte esa proyección del deseo y el miedo hacia lo que vendrá, cuando leen el futuro en clave del presente […].” (Fernando Reati, 33)

Si bien las obras que se trabajan en el texto de Reati son novelas argentinas que van desde la mitad de la década de los ochentas hasta fines de los noventas y a la crisis que a la que alude es la implantación del modelo neoliberal y los Estados totalitarios, es posible establecer el rasgo anticipatorio de estos relatos como una regla general a relatos de CF anteriores a esa fecha. La novela de anticipación no se opone al relato de CF, ya que este último está incluido en la primera categoría.

La novela de la cual se ocupa este trabajo es Opus dos de Angélica Gorodischer, publicada en 1967. La autora ha sido considerada una de las culturas más prolíficas de obras de anticipación bajo el género de la CF; de acuerdo al comentario que realiza de su obra María Esther Vázquez la originalidad de esta narradora reside en que:

“No hay en sus cuentos un avasallamiento del hombre del futuro a la técnica y, por consiguiente, una degradación humanística; no hay cataclismos bélicos que hayan llevado a la criatura humana a un grado de primitivismo o barbarie comparable a nuestra prehistoria; no hay ciclos donde el mundo sea regido por robots todopoderosos; no hay descripciones minuciosas de maquinas inverosímiles; no hay planetas perfectos donde gobierne el amor y la armonía, ni mundos detestables regidos por tiranos poderosos; no hay el secreto y esperanzado deseo de una humanidad perfeccionada y limpia de sus errores; no hay al subyacente amenaza de la extinción de la raza; no hay, en fin, la serie de situaciones interesadas a que nos tienen acostumbrados los grandes, medianos o mediocres cultores del género.” (572)

Probablemente estas consideraciones sean acertadas respecto a su producción novelesca después de Opus dos. Esta obra es la primera novela de la escritora argentina y en ella están conjugados algunos de los rasgos que Vázquez establece como negativos. Por ejemplo, el cataclismo que lleva a la humanidad a un estado otro.

Cabe, en este momento contextualizar a grandes rasgos la situación cultural en Argentina durante los años sesentas. Durante esta década el país vive bajo un crecimiento económico gracias a la actividad industrial; esta prosperidad también se ve reflejada en las artes y el campo cultural. Las universidades abren carreras como sociología, economía y de Ciencias de la educación. En el campo artístico, se habla ya de un escenario de vanguardia dando lugar a performances o happenings. El pop art irrumpe en la sensibilidad de los artistas y se da un renovado giro a las artes visuales.

Llegan, durante los sesentas, aparatos tecnológicos que alientan la investigación científica del país; como también se produce la irrupción masiva de los aparatos de comunicación como la televisión. Estos cambios también traen consigo adelantos en la igualdad de género, en el sentido que se forma una nueva imagen de mujer que sale al mundo laboral. Bajo este contexto, la crisis de la que habla la novela de anticipación no podría aplicarse, ya que no se vive bajo una angustia por el presente.

Sin embargo, un año antes de publicarse la novela, el general Juan Carlos Onganía genera el golpe de Estado que destituye al presidente constitucional de ese entonces: Arturo Humberto Illía. Esta irrupción al poder va a significar la limitación de las libertades cívicas; con lo que se da la censura y el control ideológico en el campo artístico y el científico-tecnológico. Toda la esperanza desarrollista se ve frustrada y, con ello, el porvenir se ve más incierto.

En ese marco histórico de la argentina de finales de los años sesenta, aparece Opus dos como una respuesta anticipatoria respecto a un presente que se ve amenazador bajo un Estado totalitario.

La novela de Gorodischer se adecua, entonces, a la propuesta del relato de anticipación. Ahora bien, respecto al marco de CF – considerado una variante respecto a las obras anticipatorias – Opus dos se plantea un suceso de científico que devasta la tierra y la ciudad de Buenos Aires: un desastre atómico obliga a los habitantes de la tierra a abandonar el planeta.

Uno de los incidentes nucleares que describe la novela, y que lo propone como epígrafe a uno de sus capítulos es el siguiente:

“La Universidad de Emory, en Daisonville, Georgia, Estados Unidos, hizo construir por la Lockheed Aircraft Co. un reactor atómico de mediana potencia en junio de 1958, para experimentar los efectos de la radioactividad sobre la vegetación. Se destruyó toda vida vegetal en un radio de 600 m. alrededor del reactor, en menos de seis semanas.” (Angélica Gorodischer, 91)

La universidad es una entidad real, al igual que la compañía aérea que diseña el reactor – cabe mencionar que dicha empresa se dedica a la construcción de aviones para el tráfico aéreo civil y militar. Es aceptable pensar que funciona como el primero de una sucesión de incidentes con centrales nucleares que devastaron el planeta en la novela.

Históricamente, es decir para establecer el presente científico con el que trabaja la obra, sucedieron tres incidentes nucleares. El primero, en septiembre de 1957, en Rusia con un saldo fatal de doscientas personas y otras afectadas por contaminación. El segundo, en octubre de 1957, en Inglaterra donde mueren treinta y tres personas por la explosión, además de los afectados por los gases contaminantes. El último, a menor escala, en Estados Unidos en Enero de 1961, en el cual hay tres víctimas fatales.

Es posible intuir que la autora tomó parte de la información respecto a estos desastres nucleares, sumados a las campañas de de paranoia respecto a una tercera guerra mundial con bombas atómicas en el contexto de la guerra fría. En este sentido, la película Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb de 1964, dirigida por Stanley Kubrick, puede haber funcionado de inspiración al tratar el tema de la bomba atómica y las implicancias que tiene que la vida del planeta dependa de la decisión de un solo hombre

Bajo este contexto, y sumado al gobierno de facto que detenta el poder en Argentina, la novela extrapola ambas situaciones para presentar un mundo devastado por desastres nucleares que casi aniquilan a la raza humana; funcionando como una realidad probable para el lector de finales de los sesenta en el país transandino.

El mundo posapocalíptico en Opus dos.

De acuerdo con Reati (2006) las novelas de anticipación tienen filiación con la política; si bien afirma que no toda novela de CF es política, sí lo son todas las que construyen un futuro distópico. Distopía se entiende como un mundo donde se ofrece una visión extremada y negativa de los rasgos sociales, políticos y científico-tecnológicos del contexto en que la obra circula. Opus dos cabe dentro de la categoría de una novela de anticipación distópica, en el sentido que el desastre nuclear representa un mundo devastado y en ruinas debido al desastre nuclear. Este autor afirma que:

“Un recurso clásico de este tipo de anticipación consiste en producir un efecto de reconocimiento-extrañamiento de sitios y objetos urbanos icónicos y fácilmente identificables que se recontextualizan en la inédita realidad posapocalíptica.” (Fernando Reati, 124)

Es lo que sucede en la novela de Gorodischer. El mundo diegético que plantea Opus dos es la de un planeta tierra en ruinas por el desastre nuclear; los sobrevivientes que logran abandonarlo para salvarse son, en su mayoría, hombres de raza negra. En su regreso a la tierra aparecen objetos, monumentos, espacios que son reconocibles para el lector pero que están resemantizados por la visión de estos hombres del futuro. Por ejemplo, el obelisco de Buenos Aires es un monumento fálico que ha sido lugar de culto para la fertilidad.

En un sentido filosófico la teoría del apocalipsis apunta, según Krishan Kumar, a una renovación en medio de la crisis. Sin embargo, la posmodernidad ha devaluado los valores utópicos de un nuevo comienzo desde las ruinas:

“Antes, el bien y el mal, el optimismo y el pesimismo, se alimentaban el uno del otro. La imaginación del desastre, la imaginación apocalíptica, por lo general llevaba consigo, como lo he dicho, un sentido de esperanza, de algo constructivo que se levantaría de las ruinas.” (Krishan Kumar, 240)

Opus dos se encuentra entre los extremos de un espacio posapocalíptico y la utopía de la reconstrucción. De esta manera, cobra sentido el título de la novela: opus, obra en latín, se refiere a la construcción de un nuevo mundo futuro, el segundo; un espacio reelaborado por otros hombres, de otra raza y de otro tiempo.

Ahora corresponde entrar de lleno al mundo de la novela y ver sus particularidades. La obra cuenta de nueve capítulos que son distintos relatos en un mundo posapocalíptico dominado por hombres de raza negra. Estos relatos, de alguna manera independientes, dan a la obra un carácter fragmentario (en algunos de ellos van sucediéndose fragmentos de distintos historias que se entrecruzan) como si fueran esquirlas de una bomba.

Entre uno y otro capítulo hay una distancia temporal que no está explicitada; sin embargo, se infiere que se van sucediendo cronológicamente. Así como también que no hay una explicitación de cuándo sucede el desastre, cuándo se van del planeta ni cuando regresan. Lo que sí queda claro, a partir de un diálogo en el último capítulo es porqué regresan a la tierra: “Tiene fe en sus manos, me dijo. No debió haber estudiado nada. Debió haber sido un aventurero, un hacedor, haber dado el salto para ir a recolonizar la tierra del hombre.” (Angélica Gorodischer, 137). Fundamental es entender que se trata de una recolonización; reapropiarse de un espacio que antes les perteneció. La tierra del hombre, del hombre blanco, es para los conquistadores un espacio para dominar y reencontrarse con su Historia.

El primer y último capítulo, funcionan como enlace para las historias que se dan entre ellos. El inicial abre el circuito discursivo del mundo de Opus dos y el final, lo cierra. Estos dos capítulos son fundamentales para entender la propuesta de la novela de Gorodischer.

Presagio de reinos y aguas muertas es el título del primer relato que configura el mundo posapocalíptico de Opus dos. En él se da cuenta de la expedición arqueológica, a cargo de Iago Lacross, en el desierto en que se ha convertido Buenos Aires. El narrador heterodiegético, común a todos los capítulos, se focaliza en este personaje y da a conocer sus pensamientos y sensaciones, por ejemplo:

“Había seguido dos líneas de pensamiento paralelas, simultáneas, superpuestas: una casi ontológica, que examinaba la continuidad del hombre; no tanto la cuestión de cómo había podido el hombre sobrevivir, como la de que había permanecido, a pesar de todo, fiel a sus lacras.” (Angélica Gorodischer, 9)

No importa tanto cómo sobrevivió la humanidad, ya que puede deberse a un acto fortuito fuera de su voluntad; pero sí es inexplicable cómo, a pesar del desastre, continúe el hombre siendo un ser con vicios; y continúa el narrador:

“Él y los otros estaban arañando el desierto para sacar a la luz una civilización remota, pero sólo él había estado jugando con la suposición de que los hombres que la habían fundado y habían muerto con ella, vivirían, habrían vivido, sujetos por temores, pasiones, fobias, neurosis, tabúes sexuales, prejuicios, ignorancias, ansiedades. «En fin, como nosotros.»” (Angélica Gorodischer, 10)

En el plano ético, el hombre sigue igual. Es una repetición de códigos culturales que se van a ir reproduciendo incluso luego de una gran catástrofe.

De acuerdo a las hipótesis que despliega Lacross para explicar el abandono del planeta, señala: “—No creo que haya habido catástrofe —dijo Lacross, y se alegró de poder hablar—, sino un lento deterioro inmisericorde, y silencioso.” (Angélica Gorodischer, 18). El hecho se trata de un progresivo avance hacia la destrucción del planeta. El arqueólogo continúa:

“Lo que quiero decir es que a través de los milenios, a través del espacio y de las estrellas, los primeros hombres, los que abandonaron el planeta, llevaron algo, o todo, y de ese todo nos fueron quedando, no sé, imponderables, nombres, palabras, gestos, sentidos, cosas que no tenían razón ni posibilidad de sobrevivir pero que sobrevivieron. Eso no nos extrañó, como aquel pueblo insular. Esto es civilizado.” (Angélica Gorodischer, 20-21)

El objetivo de la investigación arqueológica es la de descubrir la historia del Historia de la humanidad. Para lo cual necesitan determinar el significado de los elementos que encuentran en el espacio desértico; la necesidad de sentido es necesariamente considerar a los habitantes anteriores del planeta como un pueblo civilizado y que son los ancestros de la nueva civilización: “Lo sabremos cuando hayamos estudiado a fondo este mundo: conoceremos a nuestros padres.” (Angélica Gorodischer, 21).

El segundo capítulo de la novela tiene por título Cómo llegar a ser feliz; este se centra en la preparación de una conferencia acerca de mitología del profesor Severin. El espacio en que se mueve el personaje es una pieza de una casa que bien puede corresponder al hábitat de la clase media o media-alta.

En la mente del personaje hay dos líneas de pensamiento: la primera se refiere a la conferencia y las hipótesis que va a desplegar frente a su auditorio; la segunda es con respecto a los cambios sociales que se han ido generando.

Cabe señalar que entre el primer capítulo y este no es posible determinar cuánto tiempo ha pasado; lo que sí es claro que el texto de Iago Lacross La civilización del desierto, resultado de su investigación arqueológica, es un discursos fundador para la sociedad en que vive Severin.

La sociedad del planeta se ha construido en base a la división racial: la raza negra es dominadora sobre los blancos. En este capítulo se muestra que existen grupos disidentes respecto a este orden, a lo cual el personaje señala:

“¿Por qué?, se pregunta el profesor. ¿Qué es lo que ha pasado para que las cosas ya no sean lo que fueron? ¿Por qué el mundo estable que lo ha rodeado siempre se tambalea y se borra y se puebla de esos pequeños hombres vociferantes que inficionan con su propia inquietud las instituciones que él conoció como inamovibles?” (Angélica Gorodischer, 32)

Resulta importante señalar que la construcción de este mundo es considerada como unificada; es decir que se trata de un todo social que se está dividiendo a causa de los integracionistas que quieren los mismo derechos para los blancos.

En su exposición, el mitólogo Severin quiere demostrar lo pernicioso que es para el orden social la existen un mártir: “Un caudillo, señores, se neutraliza. Un mártir es invencible.”(Gorodischer, 1990:33); la sola existencia de una figura con esas cualidades es posible que desencadene una serie de actos que atenten con el orden social.

En cuanto a la raza blanca, Severin los describe de la siguiente manera:

“Porque su naturaleza sensual y ociosa tiende al ensueño, a la fantasía y al rencor. Son ignorantes, perezosos, lujuriosos; descendientes de esclavos, llevan la esclavitud en la sangre, y por eso son fieles, sirven para pequeños menesteres y para cantar.” (Angélica Gorodischer, 36)

Ociosos y sensuales, descendientes de esclavos, pareciera ser los que en el presente de publicación de la novela fueron los adjetivos con los que se consideró a toda persona de raza negra; es un guiño irónico hacia la actitud de los dominadores ante los dominados, erigiendo una razón cuasi-genético para que unos pertenezca a un u otro grupo.

En cuanto a la recontextualización de elementos culturales, la exposición de Severin se ocupa de la historia de Jesús y cómo esta afectó el desarrollo social del imperio S.P.Q.R. – sigla que se refiere al senado y pueblo romano; además de un cuadro donde se le quitan la propiedades virginales a María y la divinidad a la muerte de Jesús.

Los circuitos, las ondas, los ejes, los tableros de control, equis y gamma es el tercer relato de la novela y constituye el espacio más propio respecto de CF. En él aparece Luis, un blanco, que trabaja en una central tecnológica con unos aparatos llamados “Cerebros”; está al mando de otro personaje llamado Luis, de raza negra, quien evita hablar y mirar al otro por su posición racial superior: “La luz se apagó, y volvieron a alzar la mirada y sus ojos se encontraron y Luis apartó los suyos, sin violencia pero deliberadamente, de la cara blanca de Luis.” (Angélica Gorodischer, 39).

Luis vive en un espacio marginal de la ciudad: “Acá no era como en el Centro, acá el calor era una pulpa en la que uno se metía y que hacía pesar el cansancio en las piernas y en los bronquios.” (Angélica Gorodischer, 43). La precariedad de su vivienda se asemeja a un ghetto o salido de un township de apartheid sudafricano para la raza blanca.

De esta manera, se oponen el espacio tecnológico del Centro donde trabaja y la marginación de su hábitat. En este lugar, aparece un personaje negro llamado Lordpiper – una especie de loco-excéntrico que se relaciona con los blancos. Así lo describe Luis:

“Solía vestirse como los blancos, pantalón y camisa y zapatillas, todo de algodón. Pero a veces Luis lo había visto, claro que no en Villa Russell, con trajes de fibra sintética, no muy pulcros pero trajes, lo que se dice trajes.” (Angélica Gorodischer, 45)

La vestimenta es un parte de un código identificadora para un grupo de determinado de personas. A pesar de la cierta amabilidad que tiene Lordpiper con los blancos, los condicionamientos de segregación racial continúan emergiendo:

“[…] después de un rato de conversación uno empezaba a sentirse incómodo, como si uno fuera un bicho, o como si estuviera desnudo, o como si se hubiera metido en un restaurante de lujo reservado para negros.” (Angélica Gorodischer, 46-47)

El personaje negro no pasa a ser más que un sujeto loco, una subjetividad desequilibrada que juega en los límites de lo socialmente aceptable. Trata de integrarse al mundo marginal de la raza blanca, sin dejar de constituirse como una figura superior en ese contexto.

Dentro de este relato, Lordpiper cuenta a Luis la fábula de la nueva sociedad: Un gran señor blanco impide que su hija se case con un negro pobre; luego hay una guerra atómica:

“Pero algunos sobrevivieron, y ésos se metieron en una nave, en muchas naves, y escaparon. Eran casi todos negros, porque los negros ya se sabe, son la raza elegida, además de que estaban acostumbrados a vivir en cuevas, y son más fuertes, más sanos, más inteligentes. Pero había algunos blancos, y entonces los negros se vengaron de ellos convirtiéndolos en esclavos.” (Angélica Gorodischer, 52)

Es a partir de este relato en forma de fábula, comienza a construirse el mundo de Opus dos y lo que llevó al estado actual de las cosas; y es gracias al texto fundador de Iago Lacross que la supremacía negra se hace la base para la reconquista de la tierra.

El cuarto capítulo de la novela tiene por nombre el río y en él se despliegan tres historias simultáneas que cruzan entre sí. Este relato se propone como una bisagra entre un estado de cosas y otro.

La primera historia que constituye este capítulo se centra en una protesta de estudiantes universitarios integracionistas que hacen causa común con los blancos que quieren entrar a la Universidad y los híbridos, o mestizos: “Se mezcló con los estudiantes negros. Había muchos blancos, más de los que él había creído que vendrían.” (Gorodischer, 1990:61).

El segundo relato es el del profesor de música Lázaro Huth, quien simpatiza con los estudiantes y pasa a ser parte de la protesta. Uno de los diálogos de Huth con los estudiantes es importante:

“—A Cabanne no lo voltearon los estudiantes, lo volteó la reacción. Gracias a ella tuvimos un sucesor de Cabanne como el mitólogo Severin, y tenemos desde hace tantos años la Universidad que tenemos. No se precipiten.” (Angélica Gorodischer, 64)

Cabanne es el directo de la Universidad en el segundo capítulo de la novela. Severin quiere su puesto ya que aquel ha promovido políticas integracionistas. Este diálogo completa la historia del segundo capítulo al mostrar cómo se va constituyendo el contexto de este capítulo por medio de las políticas discriminativas de la universidad.

La tercera historia es la de un joven jardinero blanco quien es confundido por un asesino y violador por una madre presa de la paranoia. Al arrancar, siendo perseguido, llega a la Universidad donde es asesinado por los policías y militares apostados en las cercanías.

Esto ocasiona el desencadenamiento de la violencia:

“El río de los estudiantes negros y blancos volvió a cerrarse y la gente que gritaba quedó en los márgenes. Luc no comprendía qué pasaba, de dónde había venido la violencia.” (Angélica Gorodischer, 68)

La violencia viene de Historia de la humanidad y sus códigos de discriminación. El relato finaliza con los personajes, llevándose el cuerpo del muerto luego de haber intentado destrozar la Universidad. Es allí cuando Huth ve cómo la crisis es inminente porque ese hombre que ha muerto se convierte en el mártir que l causa integracionista necesita: “—El rector Severin —siguió Huth— escribió hace muchos años un ensayo aburrido y obseso: El mártir como factor desencadenante de crisis sociales.” (Angélica Gorodischer, 74).

El quinto capítulo de novela, La sombra del tigre, muestra las consecuencias de la existencia del mártir: la lucha armada insurreccional contra los negros. En una casa de la clase alta vive Evangelos Brader, un negro paralítico quien sostiene una conversación con su nieto Guy.

Supuestamente, el señor Brader ha estado ayudando monetariamente a un grupo de rebeldes blancos en lucha por la integración:

“La verdad es que según la justicia oficial, es un delincuente. Este delincuente, que se llama en realidad Aramís Leyba, me ha hablado largamente de Dita porque está enamorado de ella y porque con ella forma parte de una célula de un partido proscrito, una religión lo llamo yo, le digo a Aramís Leyba que es una religión porque tiene sus dogmas, sus apóstoles, sus mártires, sus renegados, sus santos y su ritual.” (Angélica Gorodischer, 85)

La figura del mártir hace del levantamiento integracionista se vea como una religión, en tanto erige figuras y constituye rituales que para la sociedad de ese futuro integrado y segregado son incomprensibles.

En el relato, se muestra al sobre Guy como un amigo de Dita Kandilis una activista y simpatizante del a causa integracionista. Al considerar el peligro al que se expone su familia reacciona con temor tratando de transmitírselo a su abuelo:

“—Entonces —dice alegremente— los meten en la sección especial y los torturan. Ellos dicen que les estuviste dando plata para comprar armas y para sobornar gente, vienen acá y te llevan también. Sale en todos los diarios, se arma un escándalo… ¡Y papá! La cara que va a poner papá. Se ríe.” (Angélica Gorodischer, 88-89)

La risa nerviosa, al jugar con el peligro de la clandestinidad, se transforma en anuncio de lo que sucede finalmente. La patrulla de policía se detiene frente a la casa de Evangelos Brader.

El siguiente capítulo, Diálogo entre dos que saben, presenta un espacio diegético devastado por un segundo desastre bélico. Allí, las ruinas de las ruinas propiciadas por la guerra entre negros y blancos; con zonas marginales donde conviven ambas razas. Es una especie de espacio posapocalíptico luego del apocalipsis primero.

En este relato, se conjugan tres historias fragmentadas. La primera se refiere al juego en una zona de bombardeo entre dos niños, uno de raza negra y otra, blanca. El relato comienza como un cuento infantil por medio de la frase: “Había una vez un terreno baldío […]” (Gorodischer, 1990:91).

El espacio de juego es descrito de la siguiente manera:

“El terreno muerto, el basural, el horizonte de casas, formaban parte de un mundo del que no se avergonzaba, un mundo yermo y maloliente, en el cual los actos de la vida diaria adquirían el carácter de hazaña, en el cual el amor era precario y la muerte se agrandaba en el pan, en la carne sintética y en el sueño.” (Angélica Gorodischer, 92)

Es un espacio marginal donde se sobrevive a partir de un estado ruinoso; resultan, entonces, anticipatorias las palabras del primer capítulo proferidas por Iago Lacross en tanto la humanidad se seguirá comportando de la misma manera a pesar de los desastres.

Los dos infantes juegan, entre la basura, a la vida familiar. El juego de la casita se presenta como una reproducción de los códigos en los que se ha basado el mundo de Opus dos. En este sentido, el niño negro tiene un papel de dominación frente a la niña blanca quien escapa cuando la sexualidad aparece y torna el inocente juego en algo más real.

La segunda historia de esta narración está centrada en el coronel Sanger, quien sufre una crisis ante el escenario de guerra. En su casa, junto a su mujer, le pregunta:

“—Lelia, quiero preguntarte: ¿qué te parece que es más inhumano? ¿Hundir un cuchillo en la carne de un hombre, o sentarse frente a una máquina, apretar un botón para saber dónde tiene que caer la próxima bomba, apretar otro botón y puf?” (Angélica Gorodischer, 98)

La deshumanización a través del los bombardeos genera el cuestionamiento acerca de todo el contexto de la humanidad y cómo se ha construido este nuevo mundo. La humanidad se presente como un movimiento destructivo constante.

El tercer relato es el de la madre de la niña blanca; su crisis es interna al no comprender cómo seguir viviendo en un mundo devastado que, gracias a la guerra, la ha dejado sin nada:

“Recordaba, pero no podía sentir nada, cuando peleaban, cuando el frío no significaba nada, cuando oía con placer los ruidos de la guerra en medio de la que habían crecido. Hasta la tragedia, la muerte de Thad, era preferible al vacío.” (Angélica Gorodischer , 101)

Mediante esta historia se cierra el círculo del capítulo, al enterarse el lector que tanto ella como la niña se encontraron frente a frente con el coronel Sanger quién les regala un barra de chocolate sintético.

El encuentro de los personajes femeninos con el coronel, hace surgir en él sentimientos contradictorios:

“—Me sentí obligado. La veía venir, con esa criatura de la mano. Blancas y rubias, como luminosas. Pensé que eran bellas, con una belleza distinta. Si me hubiera atrevido, pero no me atreví. Y además ella parecía tenerme miedo.” (Angélica Gorodischer, 104-105)

Esa nueva belleza, un poco relacionado con la propuesta de Schiller (1990) acerca de lo sublime en el sentido de que se propone el cuerpo de la mujer blanco como lo desconocido y a la vez deseable.

El séptimo relato de la novela, Otra vez Lagash, presenta un espacio selvático poblado por distintas tribus; asentamientos humanos en el medio salvaje para alejarse de los desastres provocados por la guerra.

Allí se narra el episodio en que Iv, perteneciente a una tribu sedentaria, se presenta ante el jefe Atke, de una tribu nómade. Lo sorpresivo de la situación es que el proyecto de un asentamiento permanente es nuevo para Atke:

“—Que no se mueve —sigue Iv—. No nos trasladamos de lugar, ni cuando llegan las lluvias ni cuando cambian las estaciones, hace mucho ya. Por ejemplo, yo nací allí mismo, mis hermanos mayores también.” (Angélica Gorodischer, 109)

El hecho se presenta como una situación anómala para el conocimiento del jefe nómade quien tiene un concepto de sociabilidad totalmente distinto al de Iv.

La razón del viaje de Iv es encontrar una mujer, ya que al ser una tribu sedentaria sufre de problemas endogámicos que generan deformaciones genéticas en los recién nacidos. Es interesante notar que la solución propuesta, conseguir mujeres de otras tribus, proviene de la sugerencia de “los cerebros” – máquinas de tecnología avanzada – que se encuentran en las ciudades. La narración de este relato ha construido un espacio diegético selvático y salvaje, donde irrumpen sin aviso grandes ciudades deshabitadas con la tecnología para resolver los problemas sociales de las tribus.

Ahora bien, antes que Iv pueda llevarse a una de las mujeres – también es extraña la monogamia en ese contexto – debe esperar a la ejecución de un violador; este hombre le son arrancado los ojos y cercenado su sexo. Respecto a este sistema de justica el jefe comenta: “—Cada ejecución es la primera —dice Atke—. No se castiga al hombre sino a la transgresión. No se atiende a lo que se ha hecho en casos anteriores.” (Angélica Gorodischer, 115)

La castración y el arrancar los ojos remiten hacia el relato de Edipo su consecuente construcción psicoanalítica. Es posible considerar a la tribu de Atke como una alternativa al sistema social “civilizado”, en tanto que la condena no sigue el discurso legal de los antecedentes. Además que está en manos de la tribu completa ejecutar al transgresor; se trata, por tanto, de una comunidad que no se construye a través de la Ley del padre a diferencia de la que constituye la tribu de Iv.

La narración siguiente, los dueños del mundo, constituye un nuevo comienzo en un Estado totalitario que vigila las libertades de las personas. A su cargo están tanto personajes de raza negra como blanca. Es un mundo ideal en cuanto a la integración, pero en el cual quedan restos de discriminación racial. Los personajes discuten acerca de los problemas aparecidos en una de las ciudades, Nueva Thule:

“—Como digo, una población tipo, no muy grande, nacida espontáneamente, pero planificada en seguida de terminada la guerra. Entró en los primeros planes: adecuación del uso del suelo, distribución ocupacional, erradicación de clases, control educativo, sanitario, psico-social.” (Angélica Gorodischer, 123)

El estado totalitario, restringe las libertades cívicas y controla el desarrollo científico y tecnológico de las ciudades. El problema con Nueva Thule es que ha aparecido un personaje llamado Swamd, quien dice ser profeta y realizar milagros.

La situación de este profeta es un problema en tanto puede desencadenar nuevos crisis sociales y el trabajo de “los dueños del mundo” es la de neutralizar estas amenazas esporádicas para mantener el control sobre la población. En la discusión de este problema Hilary, el personaje blanco, inquiere al jefe de sección, el director Rivas porqué lo llama por su nombre y no con su apellido:

“—Usted la conoce: me llama Hilary porque soy blanco. Porque de alguna manera quedan en usted restos del amo, que me ve como oprimido, con el cual se puede permitir familiaridades.” (Angélica Gorodischer, 128)

A pesar de que se ha llegado a la sociedad integrada, los patrones de discriminación del mundo totalitario y apocalíptico siguen presentes. Estos rasgos discriminatorios tienen, para el director Rivas un origen inconsciente:

“Mire jugar a un niño y piense en todo lo que le falta por aprender. Leer, escribir, contar, la historia, la geografía, los nombres, la lógica, las fórmulas químicas, las teorías, las leyes físicas, y por último y a fondo, lo que él elija. ¿Y sabe lo que se va filtrando entre todo eso? ¿Sabe cuántos elementos irracionales a los que no podemos, no queremos, no sabemos resistir?” (Angélica Gorodischer, 128)

El elemento irracional es el sentimiento de superioridad racial, que surgen incluso en un mundo integrado.

El relato que cierra la novela es El ancho camino del regreso que en su título remite a un nuevo comienzo, al igual que el relato que abre la novela es el presagio de algo nuevo. En esta narración se dan a conocer las consideraciones acerca del mundo que Thor Enríquez discute junto a Hiram Schiller.

Resulta importante que este relato sea el único sin una marca racial hacia sus personajes; por lo que el lector no puede suponer que pertenezcan a una u otra raza. Bajo el contexto de un Estado totalitario que ha unificado a la sociedad se ha eliminado toda duda respecto al destino de la sociedad:“—Eso es lo que anda mal, que todo anda bien. Nos estamos convirtiendo más que en historia, en cuento de hadas. La edad de oro, el paraíso, la felicidad. Ya no vivimos.” (Angélica Gorodischer, 137). Los problemas subjetivos de Thor Enríquez resultan anodinos e incompatibles con el mundo en que vive. El espectro de la duda razonable es el que le surge, mediante la cual pueda pensar un mundo distinto: “Quiero un mundo en bruto, o todo vicio o todo perfección. Vivo en un mundo todo perfección, pero no me basta porque no es mi obra.” (Gorodischer, 1990:140). Este planeta construido por el hombre no es su “opus” por lo tanto, a pesar de la perfección, tiene el derecho a dudar su construcción.

 

Deconstrucción epistémica y la reproducción del código de dominación

A partir de esta revisión del mundo posapocalíptico que propone la novela, es posible encontrar en el discurso de ella una deconstrucción de la dualidad Dominador/dominado, en tanto que se desnaturaliza la posición de poder que tiene el primer concepto frente al segundo.

En la novela se desarrolla un mundo reconstruido a base de los descubrimientos arqueológicos del personaje Iago Lacross y la interpretación conservadora del mitólogo Severin. De esta forma se da una inversión cultural donde los dominados del mundo presente en el contexto de la producción de la obra pasan ser dominadores.

En este sentido, hay una inversión de la hegemonía racial y de los ejercicios de resistencia. Lo que el texto de Gorodischer quiere sacar a la luz es el carácter de construcción discursiva y cultural de los conceptos que tienden hacia el establecimiento de una superioridad racial que sea inherente a un grupo determinado de personas.

Al poner en el lugar de dominadores a los que en su momento han sido tratados como esclavos y hacia los cuales se les han ejercido estrategias de dominación, se ofrece una inversión deconstructiva del par dominación/resistencia.

Por lo tanto, se posibilita un cambio con respecto a la episteme en el espacio posapocalíptico; se entiende la episteme en el sentido que Foucault (1966) le otorga al término como configuración del pensamiento; el cambio se da en relación la discontinuidad:

“La discontinuidad – el hecho de que unos en unos cuantos años quizá una cultura deje de pensar como lo había hecho hasta entonces y se ponga a pensar en otra cosa y de manera diferente – se abre sin duda sobre una erosión exterior, sobre este espacio que, para el pensamiento, está del otro lado, pero sobre el cual no ha dejado de pensar desde su origen.” (Michel Foucault, 57)

La discontinuidad hacia la que se abre la episteme en Opus dos es la de replantear los campos discursivos de dominación; un cambio que se da por la diferencias entre los agentes dominadores, pero que a nivel de construcción sigue siendo la misma.

La probabilidad del mundo devastada por una catástrofe que obligue a replantear los conceptos culturales de Hegemonía racial da lugar un proceso de reterritorialización, como lo entiende Félix Guattari (1989):

“El territorio puede ser relativo a un espacio vivido, tanto como a un sistema percibido en el seno del cual un sujeto de siente “en casa”. El territorio es sinónimo de apropiación, de subjetivación cerrada sobre ella misma. El territorio puede desterritorializarse, es decir abrirse, implicarse en líneas de huída, partirse en estratos y destruirse. La reterritorialización consistirá en una tentativa de recomposición de un territorio comprometido en un proceso desterritorializante.” (Félix Guattari,:34)

Es decir que surge, de un espacio otro, una nueva apropiación territorial subjetiva que va a marcar el orden discursivo hegemónico-racial. A partir de la catástrofe se desterritorializa el conjunto subjetivo de los sobrevinientes para invertir la disposición cultural y las relaciones de poder en el nuevo espacio. Esta reterritorialización provoca el surgimiento de una subjetividad nueva dentro del contexto del espacio posapocalíptico. A partir de este último movimiento reterritorializador, es posible afirmar que la sociedad que plantea Opus dos ha devenido otra.

Ahora bien, esta es una posible interpretación que da lugar a una nueva tensión en el campo de los valores y al construcción de otro, distinto al de la raza negra dominante. Sin embargo, la situación es más compleja en tanto que resurge en un movimiento circular un determinismo codificado culturalmente del para las relaciones de dominación.

Al volver al contexto en que surge la novela, en una Argentina bajo un estado totalitario y en un mundo divido por la guerra fría y la paranoia acerca de la bomba atómica; además que comienzan a darse los pasos para una posible integración racial en todo el mundo, cabría preguntarse qué sentido tienen los discursos de la supremacía racial y de tendencia filonazi.

Este tipo de discurso pone énfasis en que hay un a priori genético que condiciona a la raza blanca como agente dominador; mientras que ese mismo condicionamiento genético es para demostrar que la raza negra es necesariamente el espacio de la esclavitud. Opus dos propone que la supremacía genética es una construcción discursiva, donde no sería tal el a priori genético para afirmar que las personas de color son necesariamente dominados.

De esta manera, la novela de Gorodischer pone en jaque el discurso supremacista al proponer el mundo donde los dominados son el grupo hegemónico. En este contexto cultural, los personajes que representan la nueva hegemonía dan lugar a una repetición de los códigos de dominación en los que se basa la supremacía genética del blanco: desde la segregación racial, al Estado totalitario. Por lo tanto, la superioridad racial no es un a priori, sino que la posición de dominar condiciona a repetir un discurso cultural de opresión y represión.

Por otro lado, las subjetividades alternativas y de resistencia dan lugar también a un movimiento reivindicativo similar a los que surgieron a través de la historia para lograr la integración racial, de género y política.

Para finalizar y sintetizar las ideas desplegadas a lo largo de este artículo, hay que señalar que Opus dos de Angélica Gorodischer se adecua al modelo la literatura de CF y al de la narrativa de anticipación, en tanto que utiliza recursos propios de este tipo de relatos para lograr construir un mundo posapocalíptico.

Entre ellos están: plantear espacios y objetos mediantes el extrañamiento en el lector (por ejemplo, Buenos Aires, el Obelisco, el mito religioso); dar a conocer, a través de pistas fragmentadas los acontecimientos causantes para el mundo que propone la obra; difuminar la distancia temporal entre cada relato, que funciona como un fragmento del mundo posapocalíptico; además de la incursión de los elementos de tecnológicos y científicos avanzados que sirven como medio para establecer el futurismo de la obra.

Ahora bien, la preocupación de la obra por la Historia (basta mencionar la importancia de la arqueología para esta civilización) resulta por la toma de conciencia en que el discurso de CF está construido a base de un discurso cuyo verosímil es el realismo histórico. De esta manera, los relatos son pequeños fragmentos de una historia probable del futuro en el contexto del mundo, y específicamente Argentina, de los años sesenta.

En este sentido, el planteamiento cultural de los códigos de dominación están condicionados en la novela por el contexto en que se produce la obra: la guerra de Vietnam, la guerra fría, el bloqueo económico a la Cuba comunista, la independencia de Libia, etc; hechos que ponen en alerta acerca de los peligros de una tercera guerra mundial, además que dan la posibilidad de cuestionar el discurso supremacista de la raza blanca y el pensamiento occidental.

 

 

Bibliografía
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Foucault, M. (1966) Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI editores.
Gorodischer, A. (1990) Opus dos. Barcelona: Ultramar Editores, S.A.
Guattari, F. (1989) Cartografías del deseo. Santiago: Lord Cochrane.
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