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Pedro y el Capitán. Cuando la memoria tortura.

por Cristián Brito Villalobos
Artículo publicado el 30/09/2003

En caso de vida o muerte, se debe
estar siempre con el más prójimo.
Antonio Machado.

Mario Benedetti nació en Paso de los Toros, Uruguay, en 1920. Se educó en un colegio alemán y se ganó la vida como taquígrafo, cajero, vendedor contable, funcionario público, periodista y traductor. De 1945 a 1975 hizo periodismo en el semanario Marcha, clausurado en esa fecha por la dictadura. Es autor de novelas, cuentos, poesía, teatro, ensayos, crítica literaria, crónicas humorísticas, guiones cinematográficos y letras de canciones. Ha publicado más de 40 libros y ha sido traducido a 18 idiomas. Sus novelas y cuentos fueron adaptados a la radio, televisión y el cine. Su teatro ha sido representado en más de diez países. Fue director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, en La Habana, y del Departamento de Literatura Latinoamericana, en la Facultad de Humanidades de Montevideo. Tras el golpe militar de 1973, renunció a su cargo en la Universidad y tuvo que exiliarse, primero en Argentina, y luego en Perú, Cuba y España.

Benedetti es sin dudas uno de los escritores más prolíferos y prolijos que ha brindado las letras hispanas. En 1949 publicó Esta mañana, su primer libro de cuentos y un año más tarde los poemas de Sólo mientras tanto. En 1953 apareció su primera novela, Quién de nosotros, pero fue con el volumen de cuentos Montevideanos, publicado en 1959, que tomó forma la concepción urbana de su obra narrativa. Con La Tregua, que apareció en 1960, Benedetti adquirió trascendencia internacional. El texto tuvo más de un centenar de ediciones, fue traducida a diecinueve idiomas y llevada al teatro, la radio, la televisión y el cine. Su obligado exilio debido a razones políticas, lo llevaron a intercalar residencia por doce años entre Argentina, Perú, Cuba y España.

Su vasta producción literaria abarca todos los géneros incluyendo incluso famosas letras de canciones. Suma más de sesenta obras, entre las que se destacan las novelas Gracias por el fuego (1965), el ensayo El escritor latinoamericano y la revolución posible (1974), los cuentos de Con y sin nostalgias (1977) y los poemas de Viento del exilio (1981).

En 1987 recibió el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela Primavera con una esquina rota. Sus libros más recientes son Despistes y franquezas (1990), Las soledades de Babel (1991), La borra de café (1992), Perplejidades de fin de siglo (1993), entre otras. Benedetti fue recientemente nombrado doctor «honoris causa» por la Universidad de Alicante.

En la vida de Mario Benedetti los temas políticos han sido una constante, su exilio y el hecho de haber sido espectador de los sucesos acaecidos en Latinoamérica en referencia a los múltiples golpes de estado y gobiernos dictatoriales, no le fueron ajenos.

L a obra Pedro y el Capitán (1979) fue concebida inicialmente como novela, pero finalmente significó el afortunado reencuentro del escritor uruguayo con el teatro, género antes ensayado en 1958 con El Reportaje.

En la obra el intento de comprensión de una de las manifestaciones de laviolencia engendrada por sistemas políticos represivos, el tenso diálogo desarrollado en la sala de interrogaciones entre víctima y victimario, conforman una verdadera radiografía dramática de la psicología de un torturador. La obra se compone de cuatro actos en los que no se percibe el enfrentamiento de un monstruo y un santo, sino de dos hombres, dos seres de carne y hueso, ambos con profundas zonas de vulnerabilidad y de resistencia. La distancia que los separa es, sobre todo, ideológica; y quizá ahí es donde reside la clave de otras diferencias, que abarcan temas tan sensibles como la moral, el ánimo, el dolor humano, el coraje y la cobardía, la poca o mucha capacidad de sacrificio, la brecha entre la traición y libertad.

La obra busca hallar respuestas al por qué y mediante qué proceso, un ser normal puede convertirse en un torturador. A pesar de que el tema de la obra gira en torno a la tortura, esta no es mostrada como hecho físico al ser representada, puesto que, como el propio Benedetti advierte «en el teatro se convierte en una agresión demasiado directa al espectador y, en consecuencia, pierde mucho de su posibilidad removedora. En cambio, cuando la tortura es una presencia infamante, pero indirecta, el espectador mantiene una mayor objetividad, esencial para juzgar cualquier proceso de degradación del ser humano».

Pedro y el Capitán es una de aquellas obras que producen un remezón, un cambio en quienes la leen o presencian. El diálogo entre un sujeto que prejuiciamos como insensible, duro e inhumano, y otro que es una víctima, un hombre valiente que ha caído por sus convicciones e ideologías, son conceptos demasiado obvios para ser tratados, en cambio indagar sobre aquellas conversaciones que todos sabemos existen, pero que desconocemos cómo se producen, nos ponen al frente una obra completamente novedosa e intrigante.

El tema de las injusticias sociales ha sido ampliamente tratado en la literatura, como lo hizo Lope de Vega en FuenteOvejuna, Juan Rulfo En Pedro Páramo o Kafka en El Proceso, entre muchos otros. Estos datos nos develan la universalidad de esta temática. El hombre y su lucha contra las The lemonade diet is also known as the Master Cleanse. injusticias es sin duda un tema recurrente, y posee especial contingencia y vigencia en Latinoamérica.

Al comenzar a leer la obra, uno tiene la imagen que el torturador es un ser ruin, malvado, y que no escatimará esfuerzos en obtener la información que pretende. Por otra parte aparece el torturado como un ser débil, que pretende aguantar la mayor cantidad de tiempo posible los castigos y a los que se le someten, por lealtad a su ser y compañeros, a sus ideologías y creencias.

Pedro encarna una especie de conciencia enmascarada, oculta, pero presente en el Capitán. Sus diálogos fluyen de una manera pausada. En el inicio es el Capitán el que ejerce un monólogo «conciliador» frente a un ya maltrecho Pedro, para que este le entregue la información deseada. Sin embargo, Pedro se niega. El Capitán no incurre en maltratos físicos, pero cada vez que se entrevista con Pedro lo encuentra más demacrado y dañado. Es en ése instante cuando el Capitán y Pedro comienzan a hablarse con franqueza, ya no del tema que se supone los atañe, sino de cómo realmente son como personas, de sus vivencias. Se produce entonces una abertura humana, en la que el lector ya no difiere entre el «malo» y el «bueno», sino que se ve frente a un diálogo completamente humano. Finalmente Pedro le hace ver al Capitán su dolor y amargura que lleva dentro y que esquivaba, pero que Pedro desnuda con su honestidad y valentía, valores tan marcados y visibles en Pedro que conmueven hasta al más duro, al torturador.

Benedetti es de esos escritores que apelan a lo humano, a los sentimientos, a la vida y sus azares diarios, a lo urbano, y esto se ve reflejado en sus poemas, novelas y cuentos. Lo describiría como a un escritor que se hace querer. Sus textos buscan un despertar en el lector, un acercamiento a la vida, a lo cotidiano, que no por ser trivial es regular o equilibrada, al contrario, en sus cambios radica su gran misterio.

Pedro y el Capitán nos muestra cómo, en un escenario tan tenso, dos seres humanos llegan a conciliar sus ideas, a compartir y sentirse semejantes, a pesar de ser enemigos. La obra está llena de emoción y apela a lo más intrínseco del ser humano. Es una obra con un profundo contenido ético, y la forma en que la historia es narrada permite un entendimiento rápido y hace que el lector se inmiscuya en ella y que le sea ineludible el deseo de conocer el final.

Podría concluirse que Pedro y el Capitán juega, de cierta forma, el rol de un documento histórico aún no develado en Latinoamérica, ya que muestra una de las posibles relaciones entabladas entre víctimas y victimarios, o al menos la idea de que algo parecido pueda haber ocurrido en los distintos procesos de tortura vividos en Sudamérica. Jamás conoceremos los tratos, las conversaciones y las vivencias que experimentan un torturador y su víctima -a menos que tengamos la desgracia de haberlo experimentado- pero Benedetti nos demuestra -dejando a un lado su postura política y el sufrimiento por el que atravesó con su exilio- que detrás de cada rostro, de cada acto o ejercicio, por muy aberrante que este sea, siempre existe un ser humano, y su condición no podrá cambiarse por las circunstancias. Lamentablemente, una vez concebido el crimen, el tiempo no puede dar marcha atrás, a pesar del arrepentimiento que, en ocasiones como en la historia de Pedro y el Capitán, resulta ser la peor de las torturas.

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