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La ciencia y sus paradigmas.

por Nicolás Acosta
Artículo publicado el 07/09/2020

El presente ensayo trata sobre los paradigmas actuales de la ciencia, así como su impacto en la sociedad contemporánea. El texto trata de poner en evidencia el hecho de que el rumbo actual, tomado por muchas disciplinas científicas, podría no ser el óptimo para el bienestar generalizado de la humanidad e incluso podría conducirla, a largo plazo, hacía un callejón sin salida en términos históricos y evolutivos.

Palabras claves: Ciencia, humanidad, desarrollo, valores, filosofía

 

“...Nadie comprende nada acerca de la fuente de nuestros valores, pero están ahí, firmemente arraigados en nosotros...” – Noam Chomsky

Todas las ciencias que de una u otra forma tiene que ver con el hombre individual o colectivo –desde biología hasta economía– pueden ser consideradas a partir de dos paradigmas fundamentalmente diferentes.

Uno de estos paradigmas puede ser designado como el “Objetivo” pues no incluye en su sistema de referencias los valores humanos, desembarazando así a la ciencia de cualquier límite; poniendo en práctica la idea de que la búsqueda de la verdad es un fin en sí mismo y que los valores son una especie de carga o freno que, si no dificultan el proceso científico, lo hacen menos eficiente. De ahí se sigue que mientras menos valores tiene una disciplina más científica es. Tal vez es por esta razón, que la mayoría de los economistas contemporáneos queriendo ser cada vez más científicos, operan con mucha mayor frecuencia con modelos matemáticos que con conceptos como solidaridad y justicia. Y posiblemente el mismo paradigma, entre otras cosas, les permitió moralmente a los científicos e ingenieros al servicio de Alemania nazi realizar innumerables y horrendos experimentos con seres humanos que ciertamente produjeron algún conocimiento científico.

Esa concepción de la ciencia es afín, en mi opinión, a la creencia que tan insistentemente se nos viene inculcando por los centros de poder derechista, de que las guerras (como máxima expresión de competencia) son el motor más poderoso del progreso tecno-científico.

Detrás de ambas ideas está la posibilidad de justificar la supresión de valores. Es como si nos dijeran: “¿Queréis gran avance tecnológico y científico? Pues, aceptad la muerte y la destrucción, no seáis excesivamente compasivo y solidario, porque este es el precio a pagar.”

Pero volvamos al paradigma de la ciencia “Objetiva” (no confundir con la objetividad metodológica), éste está en conflicto con la característica central del hombre que es su integralidad; ese intrínseco y antiguo anhelo del hombre de combinar y unificar la voluntad de la verdad (ciencia, filosofía), del bien (ética y valores) y de lo bello (estética y arte).

Haciendo un paréntesis, si consideramos a la ciencia como una herramienta que la Humanidad inventó en el camino para su progreso, el cientificismo –que obviamente aboga por una ciencia más científica y por tanto menos contaminada con valores– sería una especie de religión que la coloca a esa herramienta en su altar. Y como cualquier religión en cuyo centro no está el hombre (ideal o perfecto), pedirá, tarde o temprano, su sacrificio humano. ¿Tiene esto algún sentido?

Pero volviendo al tema central, alguien podría aducir que basta con que el sujeto que usa la ciencia tenga los valores morales bien enraizados y ponerme un ejemplo sencillo y exagerado, aunque falso, para desarmar mi argumento: el hombre primitivo al usar su martillo no necesitaba que éste tuviera ningún valor moral intrínseco para hacerse progresar. Pero claro, en primer lugar, siempre hago referencia a las ciencias relacionadas al hombre y en segundo, quién ha dicho que las grandes herramientas que usamos no nos forman a nosotros, a su vez, también. Así como las herramientas y el trabajo con ellas, según tengo entendido, en parte nos hizo lo que somos hoy, de la misma forma esa nueva y gran herramienta llamada ciencia que tenemos entre las manos nos está formando a nosotros continuamente, por lo menos en términos psicológicos.

El segundo paradigma científico, admito, tal vez inexistente hoy en día, sí realmente incorpora los valores en su filosofía y respeta aquellos misterios que pueden ser develados sin sacrificar algo de nuestra humanidad. Ese paradigma le da a la ciencia una dirección correcta, haciéndola mucho más efectiva, eliminando –la hoy abundante– investigación de lo absurdo e innecesario, la libera de la tiranía de lo comercialmente sensato. Además, es de esperarse que dentro de este marco, la ciencia pueda, por fin, equilibrar su capacidad de síntesis y de análisis. Pero aún más importante, esta concepción le permitirá a la ciencia seguir siendo una herramienta para el ascenso del Hombre y no para su autodestrucción.

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Requerido.

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