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Taxonomía de obras medievales incluidas en la literatura de “visión del más allá».

por José Antonio Alonso
Artículo publicado el 29/10/2013

El objetivo de este artículo es ofrecer una visión general de las obras más importantes que forman parte del canon global de la literatura medieval de visión del cielo, infierno y purgatorio y de los elementos y motivos recurrentes que la caracterizan, la definen y permiten reconocerla. Para tal fin, se van a presentar taxonómicamente y describir desde un enfoque cultural e histórico una serie de obras pertenecientes a este género literario específico que tuvieron una enorme importancia en la Europa medieval de los siglos VI-XV y ejercieron una influencia nada desdeñable en otras obras posteriores al final de la Edad Media. A partir del siglo VI en adelante surge en Europa un tipo de literatura religiosa que manifiesta un fuerte interés por explorar el vasto mundo fenomenológico y escatológico en torno al cielo, infierno y purgatorio. Pocos son los países en Europa (incluyendo Irlanda e Inglaterra a partir del siglo VIII) que se mantienen al margen de la nueva corriente literaria que posee rasgos y elementos en común con la literatura judía, la literatura cristiana y gnóstico-cristiana, la literatura grecolatina, la literatura del antiguo oriente próximo y la literatura árabe. Esta clase de literatura que brota del anhelo universal del hombre por conocer qué hay después de la muerte entronca a la perfección con la mentalidad medieval de aquel siglo y de los siglos venideros, una mentalidad temerosa de Dios y de sus misterios.

 

Una de las causas fundamentales que motivan la aparición de la literatura de visión del cielo, infierno y purgatorio en la Edad Media es esa inquietud transcendental del hombre por conocer a qué habrá de enfrentarse después de su muerte; por conocer su destino último tras una vida llena de penurias y sufrimiento. Todos los hombres están comúnmente abocados a esa reflexión cuando ven aproximarse su propia muerte. El hombre del Medievo no es una excepción. Su vida está fuertemente influida por la religión y sabe que todas las cosas que haga o diga tendrán efectos en esta vida y en la que habrá de venir cuando éste muera. Las costumbres, las relaciones políticas y sociales y los grandes acontecimientos históricos se impregnan de religiosidad, fe y devoción y adquieren un marcado sentido transcendente. Esta clase de literatura se escribió para moralizar, servir de ejemplo (exemplum) a los hombres y advertirles de que la vida es breve y que en caso de no llevar una vida honesta en este mundo sus almas podrían perderse o condenarse para toda la eternidad sin la posibilidad de la redención.

Las historias que recoge son las historias hombres o mujeres (generalmente pecadores) que tras morir aparentemente se ven conducidos al Más Allá donde un guía sobrenatural les conducirá por sus diferentes estadios: purgatorio, infierno, paraíso (terrenal) y, en ocasiones, el cielo. Son éstas, pues, historias de enseñanza y de advertencia; historias doctrinales y didácticas en las que pueden apreciarse un progresivo y gradual cambio psicológico en el comportamiento de los protagonistas que viven intensamente una experiencia que los ha de marcar toda su vida. Los autores son grandes sabedores que en la medida en que esa transformación psicológica se produzca de manera efectiva en los protagonistas de sus historias, así habrá de producirse de igual manera en la conducta y actitud de sus lectores y oyentes.

El infierno se muestra en toda su crudeza y horror con elementos característicos de la mitología del Antiguo Oriente Próximo, de la mitología egipcia y etrusca, de la literatura grecolatina y de la literatura bíblica y apocalíptica judía, cristiana y gnóstico-cristiana y se describe como un lugar oscuro y siniestro, impregnado de una soledad y de un silencio interrumpido en ocasiones por los gritos de los condenados y los espantosos chillidos de los demonios al prepararse para provocar el terrible sufrimiento de los mismos. No faltan las imágenes duales y dicotómicas de frío/calor, fuego/nieve, sufrimiento/deleite, luz/oscuridad ni la presencia vívida de lagos llenos de brea, sulfuro o azufre, puentes, bestias y otras criaturas temibles. El purgatorio, que a veces se entremezcla con las regiones infernales, se erige como un lugar temporal o de tránsito en el que las almas arrepentidas (pero pecadoras) han de purgar sus faltas, ofensas y pecados cometidos en la tierra a través de distintas penas y tormentos. El paraíso, por el contrario, se describe, en general, como un lugar de sosiego y calma que está reservado para los que acaban de purgar sus pecados en el purgatorio y se hallan exhaustos. Y en último lugar, en muchos de los relatos o de las historias medievales de visión del cielo, infierno y purgatorio, el cielo o parte del mismo aparece descrito como la causa última a donde van a parar las almas cristianas purificadas después de haber permanecido algún tiempo en el paraíso terrenal (como el caso del poema de Sir Owain) con el fin de gozar de la compañía de Dios.

Con todos estos elementos generales, no es de extrañar que la aparición de la literatura medieval de visión se haga tan popular entre los hombres y mujeres laicos del Medievo y entre las órdenes religiosas, que harán uso de ella como material doctrinal e instructivo en sus prédicas, sermones y homilías. Los primeros leerán (o más comúnmente oirán) tales historias en su lengua vernácula (en Inglaterra en “inglés medio” o “Middle English”; en Irlanda en irlandés medio) y en el caso de los clérigos, éstos las leerán en latín, a la manera del tractatus compuesto en latín. La literatura medieval del cielo, infierno y purgatorio posee unos paradigmas esenciales y recurrentes que la definen y caracterizan. En primer lugar, hemos de destacar la presencia de un narrador o narrador-poeta que posee un papel muy destacado en la literatura medieval de visión. Éste es quien va a guiar al lector u oyente durante la travesía y experiencia mística y visionaria del protagonista y el encargado principal de construir una historia discursiva cuya función es la de adoctrinar, moralizar, advertir, proporcionar un mensaje de esperanza y desvelar los mundos del cielo, infierno y purgatorio además de exhortar a lectores y oyentes a arrepentirse y a renunciar al pecado. En segundo lugar, hallamos al protagonista visionario, que suele tratarse de un pecador.

Durante su experiencia visionaria por el Más Allá, el visionario padece diferentes estados emocionales a medida que avanza de un lugar (infierno-purgatorio) a otro (paraíso-cielo): dolor físico, angustia, incertidumbre, confusión mental y, finalmente, consuelo, sosiego y paz. En cada uno de los diferentes estadios sobrenaturales estará sometido a una serie de arduas pruebas que habrá de superar antes de proseguir su periplo sobrenatural. Finalizada su experiencia, éste tendrá como objetivo transmitir su experiencia a otros hombres y mujeres para que, como él, dejen de pecar y se inclinen por acatar los mandamientos y preceptos de Dios en la tierra y adentrarse por el camino del bien y de la rectitud moral.

En tercer lugar, hallamos la presencia de un guía sobrenatural que puede presentarse como un resplandeciente ángel de luz, un santo, un ave sagrada, una “madrina” (quizá la Madre de Dios), un ser u hombre vestido con los hábitos de un monje, una entidad con la apariencia de un niño, un alma del purgatorio, o incluso puede manifestarse como el propio diablo, tal como ocurre en el Evangelio de Nicodemo. Este guía es responsable de observar los progresos del alma del peregrino-visionario y de conducirlo a través de las diferentes escalas o pruebas que ha de hallar en su camino y a las que habrá de enfrentarse. Este guía tendrá varios objetivos: proporcionar al visionario instrucciones muy concretas antes, durante y después de su travesía por el Más Allá, proporcionarle alivio y consuelo cuando sea necesario, actuar como maestro espiritual y liberarlo cuando sea el momento de las garras de las criaturas infernales.

La literatura medieval de visión puede contener, además, diferentes tipos de mensajes característicos: (a) Un mensaje doctrinal o religioso: El conjunto de los textos de visión del cielo, infierno y purgatorio trata de ofrecer a lectores y oyentes una serie de directrices que tienen como finalidad ayudar a la futura alma penitente a que su estancia en el purgatorio tenga una duración breve y limitada; (b) Un mensaje profético: La literatura medieval de visión suele albergar comúnmente, heredada de los textos apocalípticos, un mensaje profético que apunta hacia la condenación moral de la humanidad si no cambia sus usos y costumbres de conducta en la tierra y acepta someterse a la voluntad de Dios acatando sus preceptos; (c) Un mensaje apologético: La mayoría de los textos de visión del cielo, infierno y purgatorio defienden la necesidad de un modo de vida cristiano más acorde con las enseñanzas de Cristo. Algunos de ellos sugieren mensajes o ideas que recuerdan al lolardismo, a las doctrinas de John Wycliffe o a la de otros grupos heréticos como los albigenses o cátaros; (d) Un mensaje de denuncia: En este tipo de literatura suele denunciarse abiertamente la actuación inmoral y pecadora de clérigos y religiosos en la tierra, muchos de ellos pertenecientes a las altas instancias eclesiásticas; (e) Un mensaje de esperanza o de salvación: A pesar de la crudeza y precisión en las descripciones de los tormentos del infierno y del purgatorio, del destino final inevitable de las almas condenadas en el infierno, del temor y del horror que produce la lectura del entorno infernal y de los diferentes lugares del purgatorio, la literatura de visión del cielo, infierno y purgatorio, siguiendo más su tendencia a moralizar y adoctrinar que a condenar y a juzgar despliega mensajes de esperanza y de salvación destinados a aquellos que se arrepientan de sus pecados y actúen en consecuencia siguiendo los mandatos de Dios y de la Iglesia; (f) Un mensaje de advertencia o admonitorio: En comunión con la tónica didáctica y moralizadora de los textos de visión del cielo, infierno y purgatorio hallamos también en ellos un mensaje directo de advertencia que trata de exhortar a sus destinatarios que desviarse del camino del bien para pecar conlleva consecuencias fatídicas para el alma inmortal, pues la condena irremediablemente a habitar en el infierno para toda la eternidad e impide que goce de la gloria celestial junto con el resto de las almas puras. Las razones por las que creemos que este género literario se hace tan popular en la Edad Media son las siguientes: Durante la Edad Media la iglesia dominó por entero la vida de Occidente.

El mundo medieval era, por lo general, muy religioso y la Iglesia creció hasta ejercer una sorprendente influencia en las vidas de los pueblos de Europa (cfr. Justin Clegg: 2006). La Iglesia no estaba constreñida por las fronteras políticas existentes, ya que su poder se extendía por el norte hasta Escandinavia y por el sur hasta Sicilia, por el oeste hasta Islandia y por el este hasta Polonia. Era una de las instituciones mejor organizadas de Europa. El Papa estaba situado a la cabeza de la Iglesia como representante de Cristo en la tierra y por debajo de él existía una administración eclesiástica dotada de un personal efectivo, una cancillería, una tesorería y un tribunal de justicia. Y en un estrato más bajo se hallaba una compleja jerarquía formada por miembros bien equipados e instruidos. La Iglesia poseía un profundo efecto sobre la sociedad secular y participaba en muchas actividades y en un número considerable de áreas y disciplinas. Por otro lado, el conocimiento y la educación estaban en manos de la Iglesia. No es de extrañar, por lo tanto, que tuviera la Iglesia también el deber de adoctrinar a las gentes del Medievo en el plano moral. Los textos encuadrados en la literatura de visión del cielo, infierno y purgatorio constituían un medio efectivo e idóneo para tal fin pues una de las funciones esenciales de la Iglesia era atender a las necesidades religiosas y espirituales de los pueblos cristianizados de Europa y propagar la palabra de Dios a los no convertidos.

Los devotos fieles creían que la salvación del alma sólo era posible siguiendo las enseñanzas y credos de la Iglesia. En palabras de Justin Clegg (2006): “La Iglesia era vista, pues, como la puerta a la redención para todos, desde el soberano hasta el siervo. Desde el nacimiento hasta la muerte, era la Iglesia la que proporcionaba el marco dentro del cual la gente vivía sus vidas y sus actividades daban forma a su año” (Justin Clegg 2006:7). La Iglesia encuentra en estos textos de visión un vehículo de comunicación ideal para propagar sus dogmas, componentes ideológicos esenciales y creencias y, como hemos vinido diciendo, para moralizar, instruir, adoctrinar y guiar a hombres y mujeres hacia la redención de sus almas. La literatura medieval de visión del cielo, infierno y purgatorio sirve como material doctrinal para el clero secular y las diferentes órdenes monásticas existentes en la Edad Media. Esta amplia y diversa variedad de órdenes religiosas fuertemente operativas y en activo en la Edad Media junto con los representantes de la Iglesia secular demanda un tipo de material para sus sermones y homilías que sea atractivo para el laicado, que sirva de ejemplo, que tenga como protagonistas a personajes de diferente estrato social, que haya sido escrito en un lenguaje accesible y fácil de entender (bien en latín o en la lengua vernácula) y que posea una intención didáctica y moral.

Esta literatura se utiliza como un medio para reinventar, reconstruir o reelaborar los mundos escatológicos del infierno, purgatorio, paraíso y cielo, poniéndose de relieve de este modo una inquietud o una necesidad universal en el hombre creyente: conocer lo que ha de depararle y esperarle después de la muerte; conocer el Más Allá, la ‘otra vida’. Asimismo es posible que en tales textos se expresara la necesidad del hombre por mantenerse vivo, por mantener su propia eternidad en una esfera o dimensión espiritual tras la muerte del cuerpo. La mayoría de los autores, traductores, compiladores o cronistas de los textos de la literatura medieval de visión del cielo, infierno y purgatorio son monjes o religiosos que viven en monasterios y ejercen allí sus actividades intelectuales.

Destacamos algunos de los más influyentes desde el siglo VI al XV: Peter of Cornwall (canónigo agustino), Guido (sacerdote de la Abadía de Monte Cassino), San Ansellus de Rheims (monje de Auxerre), San Rimbert (arzobispo de Bremen-Hamburgo), Gualdo (arzobispo de Bremen-Hamburgo), San Valerio del Bierzo (ermitaño del siglo VII), Barontus (monje de Longoreto), Hincmar (arzobispo de Reims), Alberic (también llamado San Alberic de Citeaux o Aubrey de Citeaux: abad de la orden cisterciense), Ralph of Coggeshall (monje cisterciense y sexto abad de Coggeshall, Essex:Inglaterra), Pedro el Diácono, María de Francia, Ramón de Perellós, Peter of Bramham, Simeon of Durham (monje del priorato de Durham), el hermano (frater) Marcus y H(enry) of Sawtrey/Sawtry o Saltrey, entre otros. Seguidamente desglosamos y exponemos algunos de los textos más significativos que surgen en Francia, España, Italia, Alemania y los Países Bajos desde el siglo VI hasta el siglo XI.

Comenzamos con Francia en la que encontramos los textos más tempranos de visión medievales: La Visión de Sunniulf y La Visión de Salvius. Ambas visiones fueron compiladas por Gregorio de Tours en el siglo VI d. C. en Decem Libri Historiarum (los Diez Libros Históricos) o también conocida como Historia Francorum (La Historia de los Francos) escrita entre los años 575-591 aproximadamente. La Visión de Sunniulf está incluida en la Historia Francorum (libro 4, capítulo 33, en torno al año 575) junto con La Visión de Salvius. Se trata de un breve relato de visión del siglo VI escrito en latín. El visionario, que se llama Sunniulf, es abad del Monasterio de Randau en Puy-de Dôme (Francia). El texto hace saber que éste no gobierna a sus monjes con la suficiente disciplina y firmeza, sino con suaves ruegos y peticiones. Un día Sunniulf tiene una visión de un río infernal del que emanan llamas de fuego y al que han caído numerosas personas. Un estrecho puente, que conduce hacia una gran casa blanca, atraviesa el río. El abad observa que muchos de los que intentan atravesar el puente se desploman al río.

Esta escena le hace comprender que quienes no gobiernan a los monjes a su cargo con mano firme están condenados a caerse del puente y a partir de entonces decide gobernar a los monjes con mayor severidad. La visión está fechada en torno al año 563. La Visión de Salvius está escrita en latín y está incluida en la Historia Francorum de Gregorio de Tours (libro 7, capítulo 1). El relato describe la vida de Salvius (o Salvio), un laico magistrado que se hace monje, después abad y finalmente, anacoreta. Una noche es conducido al cielo por dos ángeles tras caer en un estado intermedio entre la muerte y el sueño. En el cielo atraviesa una puerta y entra a una morada cuyo suelo brilla como el oro y la plata. Allí contempla un gran número de espíritus y escucha la voz de Dios desde lo alto de una nube resplandeciente. A su regreso a la vida cuenta lo que ha visto y oído, sin olvidar referir que en el Más Allá se alimentó con el sustento del cielo.

La Visión de Rotcharius fue compuesta a principios del siglo IX. El protagonista es un monje de la Abadía de San Benito (o de Fleury) en Saint-Benoît-sur-Loire (Francia) llamado Rotcharius. Al enfermar éste, un ángel le lleva al cielo donde es testigo de la Congregación de los Santos en un suntuoso lugar. En la región celestial ve a Carlomagno y visita dos lugares más. Uno de ellos está destinado al tormento de los pecadores, que son castigados con fuego y agua hirviendo. Entre los pecadores encuentra a tres monjes de su misma abadía. La historia posee claros elementos propios de los textos apocalípticos. Uno de ellos es la manifestación de un ángel divino que conduce a Rotcharius al cielo tras enfermar y la contemplación de éste de algunos de los misterios que acontecen en la morada celestial, como la reunión de los santos.

La Visión de Barontus (Visio Monachi Longoretensis) es un relato de visión medieval francés del siglo VIII escrito en prosa y en latín. La visión en sí está fechada el día 2 de Marzo del año 678 o 679 aproximadamente y contiene unas 4700 palabras. El autor afirma ser supuestamente el propio visionario que se ve inmerso en un viaje al cielo y al infierno.Barontus (o Barontius), tras arrepentirse de su vida pasada, decide hacerse monje en el monasterio de San Pedro en Longoreto (Saint–Cyran cerca de Bourges). Un día cae enfermo en el monasterio, pierde la conciencia y su alma abandona el cuerpo. Barontus afirma que tiene una visión en la que se ve volando por el aire encima de la región de Bourges mientras un grupo de demonios lo acosan, golpean y quieren llevárselo al infierno. El arcángel Raphael, sin embargo, lo protege y lo conduce a los cuatro niveles o regiones del cielo. En el cielo Barontus se encuentra con personas que había conocido en la tierra entre los que se encuentran algunos monjes de su cenobio. El arcángel Raphael pide a otro ángel que traiga a San Pedro para que pueda juzgar a Barontus mientras los demonios siguen acosando a éste para arrastrarlo con ellos al infierno. San Pedro llega y pregunta a los demonios qué acusaciones tienen contra el alma de Barontus.

Los demonios refieren todos los pecados que éste ha cometido desde su infancia hasta el momento presente y le reprochan el haber tenido tres esposas. Barontus admite sus pecados y su culpa. La cólera de los demonios aumenta y San Pedro los golpea con sus llaves para alejarlos de allí. Después decide enviar a Barontus a la tierra, pero ordenando que pase antes por el infierno para que esto le sirva para mejorar su conducta y como señal de advertencia. Se escoge para servir de guía a un alma llamada Frannoaldo a cambio de que Barontus cuide de su tumba, que se halla cerca de la puerta de una iglesia. Y antes de que se marchen del cielo, se pide a Barontus que entregue una determinada suma de dinero a los pobres y se proteja así mismo profiriendo la frase “Gloria a te, O Dio”. Una vez en el infierno contempla a pecadores de toda clase y los castigos que reciben. Finalmente, el alma de Barontus regresa al cuerpo y relata a los monjes su visión del cielo y del infierno.

La Visión de Bernoldus (De visione Bernoldi presbyteri) es de mediados (o finales) del siglo IX. Se trata de un relato de visión medieval de unas 1600 palabras atribuido a Hincmar (806-882), arzobispo de Reims, una de las figuras eclesiásticas más importantes del período carolingio. El protagonista de esta visión es un hombre llamado Bernoldus que, después de permanecer “muerto” o inconsciente durante cuatro días debido a una enfermedad, se recupera en mitad de la noche para contar su visión a un sacerdote. Bernoldus le confiesa que fue conducido desde este mundo al Más Allá y que en aquel lugar se encontró con varias personas influyentes de su tiempo. Estas personas le pidieron que a su regreso a la vida instase a los seguidores de cada uno de ellos a llevar a cabo obras de caridad en su nombre y a rezar por ellos.

La Visión de Carlos el Gordo (Visio Karoli Crassi, Visio Karoli Grossi, o Visio Karoli Tertii Imperatoris) es una obra en prosa anónima escrita en latín hacia el año 900 después de Cristo. Fue compuesta en o cerca de Rheims. En ella Carlos III, llamado Carlos el Gordo, rey carolingio de Francia Oriental y de Francia Occidental, describe una visión de sus antepasados en la “otra vida” que le advierten del futuro declive de su familia, los carolingios. La visión de Carlos el Gordo podría haber tenido lugar en 885. El autor podría haber sido alguien del círculo de Fulk el Venerable, arzobispo de Reims desde el año 882 hasta el año 900 y partidario de los carolingios en 888 en contra de Odo, rey de Francia que no pertenecía a la dinastía carolingia.

Este relato de visión medieval podría haberse escrito como apoyo a las peticiones políticas de Luis III el Ciego, que llegaría a convertirse en rey de Provenza en el año 887 y en rey de Italia en el 900. En el infierno Carlos el Gordo halla también a obispos, vasallos, príncipes, y consejeros de su padre. Todos ellos han sido castigados (o están siendo castigados) por aconsejar la guerra, la discordia, y el pillaje o haber participado en ella en lugar de fomentar la paz y por haberse dejado llevar por su maldad, arrogancia y lujuria. La historia cuenta que mientras Carlos el Gordo está descansando en su lecho se le aparece un guía para enseñarle el ‘otro mundo’. Este guía sostiene en su mano un ovillo hecho de una luz muy brillante que ata alrededor del dedo de Carlos el Gordo para que le ilumine en la oscuridad durante su viaje y le proteja contra los acasos de los demonios. Durante su viaje Carlos el Gordo no padece ningún castigo, a diferencia de otros relatos de visión como La Visión de Tundal. La visión posee un claro mensaje político, pues cuando Carlos el Gordo regresa al mundo de los vivos del Más Allá hace saber que en su visión se le dijo que sería sucedido por su primo y que, por lo tanto, habría de entregarle el trono sin resistencia.

La Visión de Ansellus Scholasticus. El autor de esta visión en verso escrita en latín es un monje de Auxerre llamado Ansellus de Reims. Fue compuesta a instancias de Odón, abad de Saint-Germain d’Auxerre. La versión en prosa está fechada entre 1032 y 1052. La versión versificada en pareados octosilábicos corresponde a una fecha más tardía y sin precisar. El protagonista es un “cierto monje”. Sin embargo, la visión podría haber sido padecida por el propio Odón. Ansellus de Reims comienza relatando la historia de Clovis I (c.466-511), primer rey de los francos y de San Remigio antes de contar la visión del monje. En ella se cuenta que, después de viajar a Reims durante la festividad de San Remigio, el monje sueña que por Pascua está predicando en una iglesia y que Cristo se lo lleva al infierno. Durante su regreso a la tierra a través de las regiones infernales lo acompaña un demonio como guía con el fin de protegerlo de otros demonios. Este demonio guía al monje hasta su propio lecho a fin de debatir con él el ascenso y triunfo de Cristo en el infierno. En España hallamos tres visiones muy interesantes del siglo VII escritas por San Valerio del Bierzo.

La Visión de Bonellus (Bonelo) es un breve relato de visión de unas 700 palabras. Fue compuesta en latín y puede leerse en los libros 20-22 de su Opere. Lleva el título latino de De Bonello Monacho Cui Reuelatio Inferni Facta Est o simplemente, De Bonello Monaco (un monje del siglo VII). Una copia de esta obra se encuentra disponible en la Biblioteca Nacional de Madrid: Ms. 10.007, fol.226 v a. El personaje principal es Bonellus (Bonelo), un monje español que confiesa a San Valerio su experiencia en el cielo y en el infierno. El monje cuenta que en estado de trance/éxtasis (o en un sueño) un ángel le lleva al cielo, le muestra una suntuosa morada construida con gemas y perlas y le hace saber que a su muerte ocupará un lugar allí. Después es guiado al infierno por un “ángel maligno” donde los demonios le llevan de un precipicio a otro y se encuentra con un muchacho que conoció en vida que intercede por él ante los demonios. En el infierno se le muestra al Diablo, el abismo infernal, y a tres “ángeles inicuos” (tres angeli iniquissimi) de gran tamaño. En un lago de fuego unos arqueros le disparan flechas hasta que se persigna y se le libera del infierno. De vuelta a la tierra Bonellus decide llevar una vida ejemplar llena de piedad y devoción.

La Visión de Maximus (Máximo) o De Maximo monacho qui Valerio visionem propriam retulit de paradisi amoenitate, et de lamentis baratri contiene unas 800 palabras y aparece en una carta que el autor escribió a un hombre llamado Donado en 656. La carta está incluida en los libros 17-19 de su Opere. En la carta Valerio refiere a Donado que conoce al monje Maximus cuando aquél visita de joven una iglesia y una extensa congregación de monjes y le hace saber la singular historia que le contó Maximus. En el relato leemos que un ángel resplandeciente conduce a Maximus al cielo y le muestra todas las delicias que allí hay: flores, árboles y un agua de un sabor delicioso. El ángel pregunta a Maximus si en la tierra es posible hallar un agua como aquella y si considera el cielo un lugar agradable. Maximus responde al ángel con gran entusiasmo y le confiesa que le gustaría quedarse en el cielo. Sin embargo, el ángel lo conduce al siniestro abismo infernal donde es testigo de la oscuridad que lo domina y de los gritos de angustia y desesperación de quienes han sido condenados a permanecer en aquel lugar. El ángel le pregunta donde le gustaría quedarse, si en el cielo o en el infierno. Maximus escoge el cielo y el ángel promete conducirle de nuevo allí si a su regreso al mundo lleva una vida marcada por el bien y la rectitud. El ángel señala a Maximus el camino de vuelta a su monasterio, pero antes tiene que pasar por delante de tres hombres que se hallan en lo alto de una montaña: uno escribe, otro dicta, y un tercero porta un báculo. Los tres le indican el camino a seguir. Finalmente, Maximus llega a su monasterio a tiempo para detener su funeral. A partir de entonces lleva una vida piadosa y dedicada a la penitencia hasta el día en que su alma abandona el cuerpo de nuevo (“…iterum migrabit e corpore.”).

La Visión de Baldarius está incluida en los libros 23-24 de su Opere (656) con el título de De Coelesti revelatione facta Baldario o De Celeste revelatione. La Biblioteca Nacional de Madrid dispone de una copia del texto: Ms. 10.007, fol. 227 v b. El protagonista de esta historia de unas 50 palabras es un joven esclavo llamado Baldarius (Baldario). Después de enfermar tres palomas lo llevan al cielo donde contempla una gran reunión de personas vestidas de blanco. Delante de ellas se sienta Cristo en un trono, pero Baldarius no lo reconoce en seguida. Cristo exhorta a las palomas a que lleven al joven de regreso a la tierra porque aún no ha llegado su hora. No obstante, les pide que atrasen su viaje temiendo que el sol naciente pueda quemarlo. La historia termina con la vuelta de Baldarius a la tierra.

La Visión de un Presbítero Inglés (Visio cuiusdam religiosi praesbiteri de terra anglorum) fue incluida en el siglo IX por el obispo español Prudentius de Troyes (835-61) en Los Anales de San Bertín (Annales Bertiniani), anales que abarcan el periodo comprendido entre los años 830-82 y que constituyen una prolongación de Los Anales del Reino de los Francos (Annales regni Francorum o Annales Laurissenses maiores), que cubren desde el año 741 al año 829. La Visión de un Presbítero Inglés está escrita en un latín coloquial y contiene unas 350 palabras. Prudentius de Troyes fecha la visión en el año 839 d. C. La historia sucede después de Navidad cuando un guía no identificado conduce a un presbítero inglés desde su cama hasta un lugar celestial o sobrenatural en el que los jóvenes, que interceden por la salvación de los cristianos, leen libros en los que los pecados de los cristianos están escritos en color rojo. Este relato de visión contiene un claro mensaje profético, que se pone de manifiesto cuando al presbítero se le advierte que si la humanidad no se arrepiente en la tierra, todo cuanto habita en ella será destruido dentro de tres días.

En Italia hallamos Los Diálogos de Gregorio Magno. El papa Gregorio I (ca. 540 en Roma-12 de marzo de 604 (Roma)) escribió en el siglo VI una obra en latín titulada Diálogos (593-94). En el libro 4, capítulo 37, de la misma ella se recogen tres relatos de visión breves: La Visión de Pedro, La Visión de Stephen y La Visión de un Soldado. Las tres visiones giran en torno a la naturaleza del paraíso-cielo y del infierno. La Visión de Pedro cuenta la experiencia de un monje español llamado Pedro que, al morir, es testigo de los tormentos del infierno y de quienes los padecen, la mayoría de ellos personas que habían ocupado puestos importantes en esta vida. Cuando el monje está a punto de ser arrojado a las llamas de las regiones infernales, un ángel que viste hermosas vestiduras impide que sea castigado en el fuego y le permite su regreso a la vida, no sin exhortarle antes a que lleve a partir de entonces una vida piadosa y honesta. Al resucitar, Pedro decide ayunar y hacer vigilias, evitando así su condenación eterna en el infierno al morir. La Visión de Stephen relata la historia en el Más Allá de un hombre llamado Stephen, que hallándose en Constantinopla por asuntos comerciales, enferma y muere. Su alma viaja al infierno y allí un juez le ordena que regrese de nuevo a la vida, puesto que quien había sido convocado ante su presencia era un herrero llamado Stephen y no él. El herrero muere pronto. En cuanto al protagonista de la historia, éste acaba sus días tres años después como consecuencia de una epidemia sin mostrar apenas arrepentimiento alguno por sus actos en vida.

La Visión de un Soldado versa sobre un soldado que muere y en el ‘otro mundo’ contempla un puente, debajo del cual hay un río de aguas negras y humeantes que despide un fuerte hedor. En un extremo del mismo observa unas praderas que resultan agradables a la vista y están llenas de flores. Las praderas están habitadas por hombres y mujeres que visten túnicas blancas. En las praderas el soldado contempla también fabulosas mansiones que parecen haber sido construidas con oro. Los que han pecado e intentan cruzar el puente caen al río oscuro, por el contrario, quienes no han pecado logran cruzarlo con facilidad y acceder a las deliciosas praderas. El soldado revela que entre las personas que ve en el Más Allá se encuentra un hombre llamado Pedro, que en vida había estado al servicio de la familia del Papa. Pedro sufre terribles tormentos (ha de soportar el fuerte peso de un hierro) debido a que en vida fue excesivamente severo en la aplicación de los castigos. Otras dos de las personas que ve en aquel lugar son un sacerdote que logra cruzar el puente con éxito por haber llevado una vida honesta en la tierra, y a Stephen, el protagonista del segundo relato de visión. De él, el soldado cuenta que tratando de cruzar el puente éste resbala y su cuerpo queda suspendido del mismo.

En ese instante emergen del río unas horribles criaturas o espíritus malvados que tratan de apresarlo. Sin embargo, otras criaturas, de un aspecto hermoso, tiran de él hacia arriba. En el texto leemos que en esa lucha combaten los pecados de Stephen con las obras de caridad que éste había hecho en la tierra. Tras contemplar esta escena, el soldado vuelve a la vida sin saber lo que fue del propio Stephen después. De igual modo, el autor concluye que desconoce si Stephen se salvó o fue condenado finalmente a morar para siempre en el infierno, pero afirma que es probable que al resucitar después de haber ido al infierno por primera vez, éste no enmendara su pecaminosa vida anterior como hubiera sido lo deseable.

En Alemania encontramos La Visión de Wetti. Esta visión en prosa del siglo IX fue escrita en latín por Heito o Haito (763-836), monje y posteriormente obispo de Basilea (Suiza). Está fechada en el año 824. El monje Walafrid Strabo (c. 808-849) llevó a cabo una versión versificada en hexámetros de unas 7000 palabras en 837. La visión cuenta la historia de Wetti, un monje del monasterio de Reichenau que enferma el 30 de octubre del año 824, narra su visión el 3 de noviembre y muere al día siguiente tras recibir el viático. Al comienzo de su enfermedad se le aparece en la celda monacal un siniestro y deforme espíritu maligno ataviado con el hábito de un clérigo que porta en su mano diferentes instrumentos de tortura y le hace saber a Wetti que va a atormentarle con ellos. Pronto aparecen muchos otros como él con lanzas y escudos. Sin embargo, como contrapartida, surgen hombres de rostros afables vestidos de monje. Uno de ellos logra alejar a los espíritus malignos. Seguidamente, entra en escena un ángel resplandeciente de gran belleza vestido con ropajes de color púrpura que se coloca a los pies de Wetti. Ambos comienzan a dialogar. Al término de esta breve visión, el monje pide a sus hermanos que le lean algún fragmento de los Diálogos de Gregorio Magno. Después, al acostarse y quedarse dormido, su alma es conducida por el mismo ángel resplandeciente al ‘otro mundo’ después de instarle a seguir leyendo los salmos, en especial el salmo número 118, donde se describe la virtud moral.

En su viaje reconoce a muchas personas y santos ilustres (Dionisio, Martín, Hilary de Aniane, San Sebastián, San Valentín) y busca la intercesión y misericordia de vírgenes, mártires y santos para que le ayuden en su tránsito final hacia el cielo. En la visión no se manifiesta claramente la distinción entre el infierno y el paraíso o cielo. El lugar reservado a los condenados es descrito como un enorme río de fuego que rodea hermosas montañas de gran altura que parecen hechas de mármol. Los que han cometido pecados carnales (la mayoría clérigos) son sumergidos en el río de fuego junto con las mujeres a las que mancillaron en vida. Wetti observa un edificio o castillo irregular y descolorido del que emana humo. Está construido con piedra y madera y sirve como lugar de expiación de los pecados al igual que la cima de una montaña cercana en la que hacen penitencia y purgan sus faltas algunos pecadores. Guiado por el ángel, Wetti contempla también una construcción de gran hermosura y majestuosidad decorada con arcos de oro y plata en la que habitan los santos y sacerdotes bendecidos acompañados de Dios/Jesús (“El Rey de Reyes” y “Señor de los Señores”). En un momento de la historia el ángel reprocha a Wetti su forma de vida pasada en la tierra pero le anuncia que está, no obstante, satisfecho por él por su presente inclinación hacia Dios y arrepentimiento.

A su regreso al mundo de los vivos, Wetti deja constancia por escrito de su experiencia en el Más Allá para que otros tomen ejemplo de ello así como de las revelaciones del ángel en torno a los castigos de los pecadores, tal como se le encomendó. La Visión de San Ansgar fue escrita a finales del siglo IX y forma parte de la vida de San Ansgar (o Anskar), arzobispo de Bremen y de Hamburgo nacido en 801 y fallecido en 865. Existen dos versiones de la misma en latín. Una escrita en prosa por San Rimbert (830-888) hacia 875 y la otra escrita en verso por el monje benedictino Gualdo (del monasterio de Nuevo Corvey/Corbie, Alemania) en 1065.

La versión de Rimbert aparece en el capítulo 3 de su obra la Vida de San Ansgar (Vita Ansgari). La visión acontece en Pentecostés cuando San Ansgar recibe la visita de San Pedro y San Juan Bautista, quienes le conducen a un fuego expiatorio de tipo purgativo (o, quizá, propio de un lugar, creemos, análogo al “purgatorio”) donde debe permanecer solo durante tres días. Tras padecer este tormento, sus guías le permiten contemplar desde lejos la tierra de los santos allí donde Dios se muestra en el oriente. Ansgar puede ver a los veinte y cuatro ancianos. El cielo es descrito como un lugar de gran resplandor, en el que se escuchan cánticos y permanecen sentados los santos incorpóreos. Ansgar escucha la voz de Dios que ordena su regreso a la vida y sus dos guías le conducen en seguida de vuelta a la tierra. La Visión de Heriger constituye un breve poema de visión del siglo X o XI de unas 150 palabras escrito en decasílabos. Lo más sorprendente es que se trata del primer (y probablemente el único) texto que satiriza los relatos medievales de visión del cielo, infierno y purgatorio en prosa o en verso. El protagonista del poema (Heriger, arzobispo de Mainz) viaja al infierno y al cielo.

Existen cuatro relatos de visión de gran interés en el libro del siglo XI Liber visionem tum suarum, tum aliorum de Otloh de San Emerano, monje benedictino de Ratisbona (Regensburg). El libro contiene unas veinte y tres visiones, aunque no todas se encuadran en la literatura del cielo, infierno y purgatorio. La Visión de una Sirvienta constituye la sexta visión del libro y versa sobre una sirvienta que experimenta una visión en el Más Allá y trae noticias sobre los padres del tribuno Alderico. La Visión de un Mendigo es la visión número once y describe las experiencias sobrenaturales de un mendigo que contempla a los que acaban de morir en una casa hecha de metal, en un pozo vacío y en un monasterio en ruinas y es testigo de un árbol que se está descomponiendo que simboliza a un obispo. La Visión del Monje Isaac gira en torno a un monje de Bohemia que conoce en el ‘otro mundo’ al ermitaño Gunther, el cual habita en un bello lugar. También presencia la montaña del infierno y el lugar donde se juzga a las almas de los condenados. Esta visión se erige como la visión número catorce. La Visión de la Emperatriz Theophanu es la visión diecisiete y en ella se revela el destino de la emperatriz en el infierno.

La Visión de una Mujer es un relato de visión incompleto de unas 700 palabras que fue escrito en latín poco después del año 757 (s. VIII) y está incluido en una carta del obispo Lull o Lullus (c.710-786) de Mainz (Alemania). La visión describe el infierno y la tortura y sufrimiento de los condenados en un río de fuego y en una rueda de tormento así como el paraíso terrenal y tres regiones celestiales. De los Países Bajos destacamos La Visión del Monje de Wenlock. Eileen Gardiner (1993:143) fecha la visión en sí el año 716 (s. VIII) y hace constar que se trata de un texto holandés de unas 2500 palabras. El relato se ha hallado en una carta de San Bonifacio (c.672-754/5), nacido con el nombre de Winfrid o Wynfrith, a Eadberga, abadesa de Thanet en relación con la experiencia mística de un monje de la Abadía de Wenlock en Shropshire (Inglaterra). San Bonifacio, que ya había escuchado su historia, habló con el monje antes de redactar la carta e incluir la visión de éste. Estando enfermo el monje de Wenlock, su alma se libera del cuerpo y, guiada por los ángeles, viaja hacia el Más Allá. Allí contempla el monje unas llamas extraordinarias que lo dañan, pero un ángel logra sanarlo. Después es testigo de las luchas entre los ángeles y los demonios por las almas de los recién fallecidos. Los propios pecados del monje y sus virtudes luchan entre sí.

La geografía del infierno se describe en términos de fosos de los que emanan llamas de fuego. Debajo de este infierno leemos que existe otra región infernal de la que brotan espantosos lamentos y llantos. El monje presencia un puente encima de un río oscuro lleno de brea y de aguas hirvientes. Algunas almas caen al río para ser purificadas antes de alcanzar el otro lado. Asimismo contempla como los demonios tratan de capturar a una de las almas bendecidas antes de que sea rescatada por los ángeles. En el infierno el monje se encuentra con varios personajes de su época y se le insta a que persuada a uno de ellos a que se arrepienta. Y antes de que su alma regrese al cuerpo, tal como ocurre en la mayoría de los relatos medievales de visión, se le ordena también que revele todo lo que ha visto a quienes estén dispuestos a creerlo.

De los siglos XII hasta el siglo XV hallamos en Francia, Italia, Bélgica, Los Países Bajos, España, Alemania y Noruega los siguientes relatos de visión. En primer lugar, en Italia aparece La Visión de Alberic. El protagonista de este relato de visión de unas 7000 palabras es Alberic o Alberico de Settefrati, monje benedictino de Monte Cassino (Italia), nacido hacia el año 1100. A la edad de diez años Alberico, a causa de una enfermedad, pierde la consciencia durante nueve días y en ese estado recibe una visión del infierno y del paraíso. La visión fue transcrita por el monje Guido de la Abadía de Monte Cassino entre los años 1121-23. El texto estuvo sometido posteriormente a varias correcciones por parte del propio Alberico con la ayuda de Pedro el Diácono entre 1127-37. El nombre del manuscrito es Monte Cassino 257, fol. 712-34. El relato narra la visión que tuvo Alberico siendo niño después de enfermar. Estando inconsciente una paloma blanca lo eleva por el aire y lo conduce al Más Allá. Acompañado por San Pedro y dos ángeles, Emmanuel y Hélos, recorre las regiones del infierno y del paraíso. En el infierno presencia diferentes lugares reservados a las almas de los pecadores según los pecados cometidos (adulterio, infanticidio, asesinato, falso testimonio en el caso especial de los religiosos), un río purgativo que sirve para purgar, limpiar, y expiar las ofensas y faltas y un enorme dragón encadenado que devora con una boca de fuego multitud de almas. Entre ellas se encuentran las de Judas Iscariote, Anás, Caifás, y Herodes. Más adelante contempla un campo perfumado de azucenas y rosas, el paraíso, los siete cielos, una tierra sobre la que no se le permite hablar, y las cincuenta y una provincias de la tierra. Antes de que el alma de Alberico regrese a su cuerpo, San Pedro le pide que cada año haga una ofrenda en su iglesia.

La Divina Comedia es un poema épico compuesto por Dante Alighieri (Florencia, en torno al 29 de mayo de 1265-Rávena, 14 de septiembre de 1321). Aunque se desconoce la fecha exacta de esta obra se cree que el Infierno pudo escribirse entre 1304 y 1307 o 1308, el Purgatorio de 1307 o 1308 a 1313 o 1314 y el Paraíso de 1313 o 1314 a 1321. En La Divina Comedia Dante Alighieri narra en el dialecto toscano un viaje al mundo de ultratumba o del Más Allá. Cada una de sus partes o cánticas se divide en cantos, que están compuestos, a su vez, de tercetos. Sus personajes principales son Dante, que personifica a la humanidad, Beatriz, que personifica la fe y Virgilio, que simboliza la razón. La estrofa posee tres versos y cada cántica consta de treinta y tres cantos. El poema puede leerse desde una óptica literal, moral, alegórica y anagógica. En la primera parte Dante narra el descenso del autor al infierno guiado por el poeta Virgilio. El infierno se describe como un lugar que tiene la forma de un cono con la punta hacia abajo y está dispuesto en nueve círculos en los que se reparten los condenados según la gravedad de los pecados cometidos en vida. Lucifer aparece como un demonio de tres cabezas.

En la segunda parte Dante recorre el purgatorio, que se describe como una montaña empinada que consta de laderas escalonadas y redondas. Cada escalón sirve para redimirse de un pecado y por lo tanto, sus moradores albergan y salvaguardan la esperanza de la salvación. Beatriz, la amada de Dante, será la encargada de guiarlo por las regiones del paraíso terrenal. En el último tramo de su viaje lo acompañará San Bernardo. Antes de comenzar su peregrinación por el paraíso Dante halla a Santa Matilde, la cual le muestra el río Lete, que hace olvidar los pecados y las malas acciones, y el río Eunoe, que devuelve la memoria de las buenas obras. Tras beber las aguas del Lete y del Eunoe, el poeta sigue a Beatriz para recorrer juntos el Paraíso. El paraíso se compone de nueve círculos concéntricos y en su centro se encuentra la tierra. En estos círculos o cielos se hallan situados, además, cada uno de los planetas y los beatos, cuya proximidad a Dios está determinada por su grado de beatitud.

De Francia deseamos destacar La Visión de la Madre de Guibert de Nogent. Guibert de Nogent (c.1053 0 1055-1124), abad benedictino de la abadía de Nogent-sous-Coucy (Francia), incluyó un relato de visión escrito en latín hacia 1116 en la obra De vita sua sive monodiarum suarum libri tres (libro 1, capítulo 18). En dicho relato se narra la experiencia visionaria de su madre que, estando su madre acostada la mañana de un domingo, siente que su alma se separa del cuerpo. A partir de ese momento viaja por un largo pasillo, al final del cual hay un foso lleno de demonios que se abalanzan sobre ella. En su visión ve también a muchas personas que sufren en el Más Allá, entre las que se encuentran su marido, una conocida suya y un caballero de nombre Renaud. La visión de su marido la induce, al término de su visión, a dedicar el resto de su vida a la oración y a hacer el bien con el fin de mitigar el sufrimiento del alma de aquel.

La Visión del Muchacho Guillermo está recogida en el Speculum Historiale de Vincent de Beauvais (¿c.1190?-¿1264? ¿1267?) y contiene aproximadamente unas 600 palabras. La visión en sí misma está fechada en el año 1146. El visionario es un muchacho de quince años llamado Guillermo que recibe una visión del cielo-paraíso y del infierno en el Más Allá que dura cinco días. En su viaje sobrenatural le acompaña un guía que le muestra el cielo-paraíso y el infierno. En la región infernal Guillermo es testigo de los castigos que allí se infligen a base de fuego y hielo. Algunos de los tipos de tormentos mencionados incluyen ríos de agua helada, llamas, una rueda ígnea y un campo en donde se tienta a los pecadores con placeres que les resulta imposible alcanzar. En el paraíso Guillermo penetra una muralla y entra a un edificio redondo de doce puertas en el que habitan los bienaventurados. En ese lugar se le hace saber que si en vida es capaz de llevar una vida ejemplar tras su muerte podrá regresar de nuevo allí. Entre los justos del paraíso conoce a un niño (llamado también Guillermo) al que crucificaron los judíos.

L’Espurgatoire Seint Patriz o La Leyenda del Purgatorio de San Patricio es un poema del siglo XII en francés antiguo o un tipo de francés anglo-normando atribuido a María de Francia. Se trata de una traducción (o versión ampliada en verso) del texto latino en prosa también del siglo XII Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii, del monje cisterciense inglés de Huntingdonshire H. (Henry) of Saltrey (o Sawtrey/Sawtry). En el poema de María de Francia, el protagonista es, al igual que en el Tractatus de Henry of Saltrey, un caballero irlandés de nombre Owain/Owein que decide viajar al purgatorio con el fin de purgar y expiar sus pecados.

María de Francia llevó a cabo la adaptación de la obra escrita en latín de H. (Henry) of Saltrey (o Sawtrey/Sawtry) Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii muy poco tiempo después de la aparición de ésta. En el poema de María de Francia sólo aparece su nombre ‘Marie’ y al término del poema la autora revela que el propósito de la obra no es si no hacer que ‘el libro del Purgatorio’ (‘Espurgatoire’) en su versión en francés sea inteligible para los laicos. El poema de María de Francia se compuso para ser recitado oralmente y la forma poética empleada por ella estaba en boga en el siglo XII.

El Sueño del Infierno (Le Songe d`Enfer) es un poema alegórico escrito a principios del siglo XIII por Raoul de Houdenc o Houdan (c.1165-c.1230), un trovador o trouvére francés del siglo XII del que se sabe muy poco. Se sugiere que fue monje también aunque la teoría más plausible es que fue sólo un juglar que solía recitar sus poemas y canciones entre los poderosos y nobles de la corte de París, donde pasó gran parte de su vida. El Sueño del Infierno es, con toda probabilidad, la última obra de este juglar y describe en términos alegóricos el sueño de un viaje al infierno en el que se censuran y satirizan los vicios mundanos. Eileen Gardiner no la incluye en su libro Medieval Visions of Heaven and Hell: A Sourcebook (1993).

En cuanto a La Visión del Padre de Stephanus de Marusiaco, Etienne (o Stephen) de Bourbon (siglo XIII) recoge este relato de visión en su obra destinada a los predicadores De septem donis Spiritus Sancti o Tractatus de diversis materiis praedicabilibus. La visión lleva por título De subvensione beatorum y es también conocida como la visión de un Probus homo. La visión fue compuesta antes de 1261. Etienne de Bourbon fue un escritor, inquisidor y predicador dominico francés nacido en Belleville a finales del siglo XII y fallecido en torno a 1261. En la obra De septem donis Spiritus Sancti o Tractatus de diversis Materiis Praedicabilibus incluyó, además, diverso material tras sus muchos años de experiencia como predicador. La visión, escrita en latín, contiene unas 700 palabras y narra la visita de un hombre a un lugar del “otro mundo” donde se infligen torturas y castigos y a un puente situado encima de un río lleno de animales. La Virgen María ayuda al hombre a cruzar el río y tras esta experiencia su alma regresa al cuerpo. En esta visión, como en la mayoría de ellas, el hombre es portador de un mensaje de advertencia destinado a los hombres.

La Visión de Walkelin. El personaje principal de esta historia de unas 2200 palabras es Walkelin (o Walchelin), un sacerdote francés de Bonneval (Lisieux). Una noche, después de regresar a su casa tras administrar la extremaunción a un enfermo, Walkelin recibe una visión del purgatorio. Durante su experiencia sobrenatural éste trata de ocultarse detrás de unos nísperos con el fin de pasar desapercibido entre una procesión de difuntos que sufren y son castigados por sus pecados en el purgatorio, el cual no se encuentra ubicado, como se hace constar en muchos relatos medievales de visión, en el “otro mundo” o Más Allá, sino en el mundo de los vivos. Walkelin reconoce a algunos de ellos, especialmente entre los Caballeros. Después el sacerdote se enfrenta a las almas del purgatorio cuando éste pretende robar uno de los caballos que los acompaña con el fin de que sirva como prueba de su visión. No lo consigue y en su lugar recibe una cicatriz en la cara como prueba. Las almas del purgatorio le piden que alivien su sufrimiento con oraciones y limosnas. El sacerdote no accede hasta que encuentra entre ellas el alma de su hermano. Al término de la visión Walkelin trata de llevar una vida honesta y virtuosa no exenta de pequeñas faltas.

Esta visión francesa está incluida en el libro 8, capítulo 17 de la Historia Eclesiástica de Ordericus (Orderic) Vitalis (1075-c.1142), una obra del siglo XII sobre los normandos escrita en latín. En la obra se fecha la visión el año 1091. La Visión de Marguerite d`Oingt es una breve visión del cielo compuesta en latín que aparece en la obra Speculum de la escritora y mística francesa Marguerite d`Oingt (c. 1240-1310). Esta obra fue escrita en tercera persona antes de su muerte en 1310. En la visión Marguerite d`Oingt describe su estado emocional de amor, paz y bienestar al contemplar en un estado místico el mundo celestial. Marguerite d`Oingt fue una religiosa de la Orden de los Cartujos (Cartuja de Poleteins), orden fundada por San Bruno (c.1030-1101) en el siglo XI.

De los Países Bajos destacamos La Visión de Juan, Monje de San Lorenzo de Lieja, que está fechada entre los años 1148-58. El protagonista es un monje de nombre Juan que, tras enfermar, visita el Más Allá guiado por San Lorenzo, santo de quien es devoto. En el purgatorio es testigo de un grupo de monjes que han sido privados como castigo de los ángeles y de la luz. Sin embargo, al final de su tormento salen del purgatorio gracias a la intercesión de sus santos. Después Juan recorre el cielo donde presencia un enorme templo del que brota música. Cuando desaparece el templo San Mauricio se encarga de conducir al monje Juan por el infierno. Finalizado su periplo sobrenatural el alma del monje regresa a su cuerpo.

La Visión de Gottschalk fue escrita en Alemania en latín en 1189-90. El protagonista es un campesino de Horchen, en Holstein (Alemania) llamado Gottschalk. En la víspera de Navidad, en Diciembre de 1189, durante el asedio del castillo de Segeberg, éste enferma, cae en un estado de trance que le hace parecer muerto durante cinco días y, guiado por dos ángeles, visita el “otro mundo”. Allí es testigo de un árbol del que cuelgan zapatos que se dan a los misericordiosos para que puedan caminar indemnes por un páramo cubierto de espinas. Gottschalk atraviesa una parte del páramo sin zapatos como castigo hasta que uno de sus guías se apiada de él y le da un par de zapatos. A lo largo de su recorrido éste es testigo también de un río de pinchos que debe cruzarse o bien a nado o bien aferrándose a una tabla de madera flotante. Al otro lado del río hay tres senderos. Uno conduce al infierno, otro al purgatorio y el último al cielo. Gottschalk es conducido a través de los tres senderos y en su recorrido ve a muchas personas que conoció en vida. En el infierno contempla el castigo y tormento de los condenados. El camino del purgatorio es descrito como “extenso y dulce” y conduce al (tercer) cielo donde el campesino ve una enorme iglesia resplandeciente. Asimismo se le permite contemplar la Jerusalén celestial pero se le impide acceder a ese lugar. El texto más extenso está fechado entre agosto y octubre de 1190. Su autor podría haber sido un canónigo del monasterio de Neumünster oriundo de la Baja Sajonia. En la parte del purgatorio, el autor añade algunas observaciones puntuales sobre hechos cotidianos y asuntos legales del Sacro Imperio Romano de finales del siglo XII. El autor de la versión menor (Visio Godeschalci) podría haber sido un sacerdote de Nortorf (Alemania). El texto en sí mismo está narrado en primera persona. Caesarius de Heisterbach (c.1180-c.1240) lo menciona en su Dialogus miraculorum o Dialogus magnus visionum ac miraculorum.

La Visión de Lázaro (Visio Lazari) es un relato de visión alemán del siglo XV. Lázaro, su protagonista, narra lo que vio en el “otro mundo” (especialmente en el infierno) antes de que Jesucristo le resucitase de entre los muertos. Lázaro describe los diferentes tipos de castigos infligidos a los pecadores según los pecados cometidos en vida. Los soberbios son castigados en ruedas de tormento; los envidiosos en un lago de aguas heladas; los que cometieron el pecado de ira son descuartizados en una cueva sombría y lúgubre; los que se dejaron llevar por la pereza son castigados con serpientes; los codiciosos son arrojados a calderas de metal fundido; a los que se abandonaron al pecado de gula se les da de comer bestias repugnantes; y a los que se dejaron tentar por la lujuria se les castiga en pozos de fuego y azufre. La descripción de cada pecado capital está acompañada de una reflexión de carácter moral. En esta visión llama la atención que Lázaro visite el infierno sólo, sin ningún guía, a diferencia de la mayoría de los relatos medievales de visión en los que encontramos diferentes guías. Este relato está basado en el personaje de Lázaro de Betania, el personaje bíblico que aparece en el Nuevo Testamento, donde puede leerse que tuvo dos hermanas, María y Marta, y que vivió en Betania, un pueblo situado a las afueras de Jerusalén.

La Visión de Olav Asteson se presenta como una balada medieval noruega (Draumkvaede) de tradición oral de principios del siglo XIII. El protagonista se llama Olav Asteson y tiene un sueño místico en estado de trance que dura unos 13 días, desde la Víspera de Navidad hasta la Epifanía. Durante el sueño éste viaja al reino de los difuntos por tierra, agua, aire y fuego para ser testigo del cielo, del infierno y del juicio de las almas a cargo de San Miguel. Olav Asteson contempla el castigo de los pecadores por sus malas acciones y la recompensa de los justos por sus buenas acciones. En su sueño contempla, además, un paisaje y un peligroso puente que ha de cruzar (“el puente Gjallar o Gjaller”). Un perro, una serpiente, un toro, y su “madrina”, a la que encuentra allí, lo protegen desempeñando todos ellos, en cierta manera, la función de guías en el Más Allá. Cuando termina la visión, éste relata su experiencia a la congregación de la iglesia. La visión amalgama símbolos cristianos y paganos y fue conocida por primera vez en la región de Telemark (Noruega) hacia el año 1200 después de Cristo permaneciendo dentro de la tradición oral muchos años.

De Bélgica hemos hallado La Visión de Christina Mirabilis. Christina Mirabilis nació en Brustem, Bélgica en 1150 y falleció en 1224. Hija de campesinos, se quedó huérfana a la edad de 15 años. A los 21 o 22 años sufrió una enfermedad que provocó que pareciera que había muerto. En mitad del funeral levitó para asombro de la ciudad de San Trond (en Sint-Truiden) haciendo saber más adelante que le había resultado imposible soportar el olor de los pecadores que se habían reunido allí. A los que tuvieron la oportunidad de escucharla contó que había sido testigo del purgatorio, del infierno, y del cielo y que tan pronto como su alma se separó del cuerpo, ésta fue acogida por los ángeles que la llevaron a un lugar muy sombrío en el que había un gran número de almas padeciendo grandes tormentos. Explicó que entre tales almas halló a muchos conocidos suyos (este es un motivo recurrente característico de muchos relatos de visión medievales) a los que preguntó el lugar donde se encontraban. Éstos le respondieron que se hallaban en el purgatorio. También hizo saber Christina Mirabilis a sus oyentes que sus ángeles guías la condujeron después al infierno y al cielo.

En este último lugar contempló el Trono de la Majestad Divina y sintió un gran gozo. Dios le dio la posibilidad de elegir entre permanecer en el cielo desde ese instante o regresar a la tierra para sufrir grandes padecimientos con el fin de redimir de las llamas del purgatorio a las almas que allí habitaban y servir de ejemplo a los pecadores. Ella decidió volver a la vida con el fin de sufrir por las almas del infierno y del purgatorio. Según los cronistas Thomas de Cantimpré y el cardenal Jacques de Vitry, Christina Mirabilis padeció grandes sufrimientos como arrojarse a calderas ardientes, tirarse a las frías aguas del río Meuse, dejarse morder por perros, o atravesar las ruedas de un molino sin que resultase herida. Murió en 1224 en el convento de Santa Catalina en Sint-Truiden a los 74 años. La visión del cielo, infierno y purgatorio de Christina Mirabilis puede leerse en la biografía de Thomas de Cantimpré Vita Beatae Christinae Mirabilis Trudonopoli in Hasbania (capítulo 1, libros 6-7).

En España hallamos Viaje al Purgatorio de San Patricio de Ramón de Perellós. Ramón de Perellós, primer vizconde de Perellós y segundo vizconde de Roda, soldado y diplomático catalán/aragonés que procedía de la noble familia Rousillón, tiempo antes de partir desde Aviñón al “Purgatorio de San Patricio” (en Lough Derg, Irlanda) el 8 de septiembre de 1397, había obtenido una copia del Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii de H. (Henry) of Saltrey (o Sawtrey/Sawtry) para el rey Juan I (1350-96). Se cree que una de las razones que indujo a Ramón de Perellós a visitar el “Purgatorio de San Patricio” fue su deseo de comprobar que el rey Juan I, que había muerto el 19 de mayo de 1396 hallándose de caza solo, se hallaba en el purgatorio (y no condenado en el infierno) expiando y purgando sus pecados. Ramón de Perellós es el autor a finales del siglo XIV del Viaje al Purgatorio de San Patricio (en catalán: Viatge al Purgatori de Sant Patrici). En su libro ofrece algunos datos sobre su vida. Existen dos partes diferentes del Viaje (Viatge) de Perellós. En la primera parte relata su viaje desde Aviñón hasta Lough Derg y su viaje de vuelta. Perellós describe su itinerario por completo y muchos de los detalles proporcionados referentes a personas, lugares y fechas de esta primera parte parecen bastantes creíbles lo que induce a pensar que Ramón de Perellós llevó a cabo realmente su viaje a Lough Derg en Irlanda. La segunda parte del viaje contiene las experiencias de Perellós en el “Purgatorio de San Patricio”.

Buena parte de la información que puede leerse en esta segunda parte la extrajo del Tractatus en latín de Saltrey excepto la parte en la que el vizconde Perellós se encuentra con el rey Juan I y otros conocidos y parientes suyos de Aragón. Al margen de la veracidad o no de la experiencia sobrenatural de Ramón de Perellós en el “Purgatorio de San Patricio”, el relato de su visita a Irlanda ofrece una descripción valiosísima sobre Irlanda en la Edad Media y la corte de Niall O´Neill. Existen versiones del Viaje al Purgatorio de San Patricio de Ramón de Perellós en catalán y en dos dialectos del occitano que son propios de la región pirenaica de aquel tiempo. Los primeros relatos de visión del cielo, infierno y purgatorio que hemos encontrado en Inglaterra se remontan al siglo VIII después de Cristo. Están recogidos en la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, de Beda el Venerable (672/673-26 de mayo de 735). Una de las obras más importantes de Beda es, sin duda, la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum, terminada en torno al año 731. En ella se lleva a cabo una historia de la Iglesia (o iglesias cristianas) en Inglaterra y de Inglaterra en general.

La Visión de Furseus, llamada en latín Vita Virtutesque Fursei Abbatis Latiniacensis, aparece en el libro 3, capítulo 19 de la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum (731). Beda fecha la visión en el año 633 después de Cristo. La versión de Beda está basada en una Vita de autor desconocido escrita en latín. La visión en sí misma consta de unas 100 palabras. Existen otras versiones además de la que recoge Beda en su HEGA: la que contiene la Legenda aurea o Legenda sanctorum, de Jacobus de Voragine (c. 1230-13 o 16 de julio de 1298), y algunas obras de Vincent de Beauvais (c.1190-1264?) como el Speculum maius. En el relato se cuenta que el devoto Furseus, después de recorrer Irlanda durante algún tiempo, enferma y recibe una serie de visiones mientras se halla en East Anglia predicando el evangelio. Furseus tiene específicamente tres visiones. La historia de Furseus (o Fursey) comienza con la presentación de éste como un santo varón de noble sangre escocesa que viene de Irlanda con el fin de predicar la palabra de Cristo y convertir en su camino a cuantos paganos pueda. Al llegar a East Anglia es recibido por el rey Sigeberto. Allí recibe su primera visión angelical. En ella se le conmina a que continúe su ministerio religioso con diligencia y se le informa de que su fin está próximo. Tras esta primera visión, Furseus decide construir un monasterio en las tierras que le ha concedido el rey Sigeberto, no lejos del mar y cercano a la ciudad de Cnobher. Construido el monasterio y asentado en él, vuelve a enfermar y en trance/éxtasis (o en un sueño inspirado) tiene una visión de los coros de los ángeles y de sus alabazas a Dios en el cielo. Recuperado de nuevo, tres días después vuelve a caer en éxtasis para ser testigo de los gozos de los bienaventurados, los combates entre los demonios y los intentos de estos últimos por impedir su viaje al cielo acusándolo de haber pecado. Sin embargo, los ángeles lo protegen.

La Visión de Drythelm (o La Visión de un Hombre Inglés) puede leerse también en la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum (731), en el libro 5, capítulo 12. La visión está escrita en latín y está fechada por Beda en 696 después de Cristo. El texto contiene unas 1600 palabras y está basado en el relatio de Haemgisl (Hemgils). Esta misma visión puede leerse en la Crónica de Roger of Wendover y en Vincent de Beauvais, respectivamente. El protagonista de la visión es Drythelm, un hombre bondadoso de Northumbria que, al enfermar y “morir” aparentemente o caer en un estado de trance/éxtasis, su alma es guiada al ‘otro mundo’ por un guía anónimo de rostro y vestiduras resplandecientes. Durante su recurrido por el Más Allá, Drythelm es acosado por demonios, aunque logra ser rescatado por su guía. En el infierno éste presencia globos u orbes de fuego en movimiento que contienen las almas de los muertos. Entre el cielo y el infierno existe un lugar intermedio donde las almas que no son aún merecedoras de entrar en el cielo esperan un juicio favorable. Tras su recorrido por el Más Allá, Drythelm regresa a la tierra con el fin de llevar una vida honesta y dedicada a hacer el bien, reparte sus riquezas entre su familia y los pobres y entra en un monasterio.

La Visión del Monje de Bernicia puede leerse en el libro 5, capítulo 14 de la Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum (731) del monje inglés Beda. Sigue a otra visión incluida en el capítulo 13 que tiene como protagonista a un hombre de Mercia. Sin embargo, dicha visión no narra, en realidad, ninguna visita al “otro mundo”, sino la visita que hacen ángeles y demonios a un pecador que yace moribundo en su lecho. Esta visión contiene unas 400 palabras y relata la visión del infierno (y de los lugares de castigo que le esperan cuando muera) de un monje pecador que se ha dedicado a beber en exceso y a llevar una vida disoluta en lugar de asistir y participar en los servicios religiosos. El relato añade que se le permitió vivir en el monasterio debido a su destreza como herrero. Beda apunta que si bien es verdad que el alma del monje no se salvó, el relato de su visión ha de servir para fomentar el arrepentimiento entre quienes escuchen esta historia.

La Visión de Leofric fue escrita a finales del siglo XI en prosa y en inglés antiguo por un autor anónimo. Se trata de una visión celestial que tiene como visionario a Leofric, Conde de Mercia (fallecido el 31 de agosto o 30 de septiembre de 1057). En un estado entre el sueño y la vigilia Leofric cruza un puente y se encuentra con un guía que le conduce por un hermoso prado en el que ve a muchas personas ataviadas con vestimentas tan blancas como la nieve. Entre ellas ve a San Pablo oficiando la liturgia y a seis hombres venerables. En la visión se predice la muerte de Leofric. Este relato puede leerse en el manuscrito de Cambridge, Corpus Christi College 367. Históricamente, Leofric fue hijo del noble Leofwine y esposo de Lady Godiva.

La Visión de Boso de Durham (Qualia Boso Miles de Cenobitis Dunelmensibus Viderit…) es un breve relato de visión escrito en latín y recogido en La Historia de la Iglesia de Durham (Libellus de Exordio atque Procursu istius, hoc est Dunelmensis, Ecclesie o Historia Dunelmensis Ecclesiae) por Simeón de Durham, monje inglés del Priorato de Durham fallecido después de 1129. Este autor fecha la visión en 1095 y la incluye en el libro 4, capítulo 9 del Libellus de Exordio o Historia Dunelmensis Ecclesiae compuesto en el siglo XII entre los años 1104 y 1107. El visionario es un caballero del obispo llamado Boso. Como ocurre en la mayoría de los relatos de visión medievales, éste enferma y pierde la conciencia durante tres días. En su visión el caballero es testigo de una procesión de monjes que se dirige a una gran muralla. En la muralla no hay ninguna puerta pero posee una pequeña ventana a través de la cual observa un campo de flores donde reconoce a muchos monjes de Durham. Entre los monjes que forman parte de dicha procesión hay dos que se desvían del camino correcto de modo que se conmina a Boso a que al término de su recorrido por el Más Allá informe al prior de su monasterio sobre ello y le pida que se asegure de que todos los monjes se han confesado. Más adelante, Boso ve a soldados ingleses que han sido condenados a ir al infierno y a un grupo de caballeros normandos que se desvanecen por un agujero en la tierra. Finalmente, el relato condena a los sacerdotes casados, predice la muerte del obispo Guillermo y de su sucesor y exhorta a todos al arrepentimiento. El Libellus de Exordio, donde está incluida esta visión, es una historia de la comunidad de Durham (establecida originariamente en Lindisfarne) desde su comienzo hasta el año 1096 en la que se pretende demostrar la continuidad de la historia de Durham a pesar de los avatares sufridos durante las invasiones vikingas y la conquista normanda.

La Visión de Orm está fechada en torno a 1125/1126. Orm es el nombre del joven protagonista visionario de trece años que recibe tres visiones sobrenaturales diferentes del Más Allá en noviembre de 1125 (Su muerte tiene lugar en 1126). En sus visiones le es dado conocer el cielo, el paraíso, la parte exterior de la muralla del paraíso, el purgatorio y el infierno. Fue compuesta en latín por Sigar of Newbald (siglo XII) y consta de unas 1000 palabras. Orm enferma y cae en un estado de muerte aparente durante trece días. Cuando recobra la consciencia relata que ha presenciado la entrada al infierno, donde las almas pecadoras son castigadas a padecer frío y calor, el purgatorio, la muralla del paraíso, el propio paraíso y el cielo. A lo largo de sus tres visiones contempla también a Cristo, a María, a los apóstoles y a varios conocidos suyos. La Visión del Monje de Melrose está incluida en la Crónica de Helinand de Froidmont compuesta entre los años 1211 a 1223. La visión está fechada en el año 1160. Posee elementos comunes con La Visión de Drythelm. Su protagonista es conducido por un ángel resplandeciente al purgatorio, al infierno y al cielo. El visionario contempla globos de fuego en movimiento. En el infierno es acosado por los demonios hasta que su guía lo libera de allí. Esta visión realza el valor de las oraciones, las limosnas y las misas como medios efectivos para obtener la salvación y ayudar a las almas de los difuntos en su camino al cielo. Al término de su visión, el visionario, que no desea regresar al mundo terrenal, entra en el monasterio de Melrose y, al igual que Drythelm, dedica su vida a llevar a cabo duras penitencias, como bañarse en ríos de aguas gélidas en invierno.

La Visión de Gunthelm (o La Visión de un Novicio Cisterciense) es una visión de origen inglés fechada en la segunda mitad del siglo XII, probablemente antes de 1156, 1161, o 1187. El relato se atribuye a Pedro el Venerable (en torno a 1092-25 de diciembre de 1156) o a alguien que vivía en Francia. Helinand de Froidmont introdujo una versión abreviada en el libro 48 de su Crónica y Vincent de Beauvais la compiló en Speculum historiale. El visionario es un monje inglés llamado William Gunthelm (o Gunthelin/Gundelin) y la visión sucede en Rievaulx (Norte de Yorkshire). San Benito conduce a Gunthelm al cielo donde contempla una ciudad resplandeciente, una capilla llena de personas, a un monje de su monasterio y a la Virgen María, que ordena a San Benito que se lo lleve de vuelta. Después el arcángel Raphael lleva al monje inglés al paraíso donde presencia un castillo de oro, plantas aromáticas, frutas y aves. En el paraíso ve, además, a Adán. Seguidamente, el arcángel Raphael le guía por lugares sombríos y lúgubres donde es testigo de las chimeneas del infierno que poseen la forma de siniestras torres, y del castigo de las almas que han sido condenadas a habitar aquellas regiones. Ve a muchas personas, entre ellas clérigos de variada condición, torturados en sillas. Cuando llegan a la sima del infierno, Gunthelm ve a Judas.

La obra El Tratado del Purgatorio de San Patricio (título de la versión en latín: Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii), también llamada El Caballero Owain/Owein o sobre todo Sir Owain en la versión en inglés medio (“Middle English”) del siglo XIV, fue compuesta en latín hacia 1180-84 por el monje cisterciense inglés de Huntingdonshire H. of Saltrey o Sawtrey/Sawtry (tradicionalmente conocido como Henry). Eileen Gardiner (1993) menciona una fecha en torno a 1179-81. La versión en inglés medio (s. XIV) de El Purgatorio de San Patricio (o Sir Owain) está basada (aunque no se deriva directamente de él) en este Tractatus escrito en latín del siglo XII.

El relato cuenta el viaje en vida al purgatorio, infierno y paraíso terrenal de un caballero irlandés llamado Owain/Owein (una versión del nombre irlandés Eoghan: John). El caballero se adentra en una cueva/entrada (“El Purgatorio de San Patricio” en Lough Derg) que conduce al ‘otro mundo’, la misma cueva por la que se adentró en el siglo V San Patricio según las leyendas irlandesas. Con ello el caballero irlandés espera purificar todos sus pecados. En el interior de esa cueva sobrenatural Owain/Owein ha de enfrentarse a los peligros que en ella se encierran. La ubicación de esa cueva se situaría en Lough Derg, en County Donegal (República de Irlanda), en un principio en la Isla de los Santos (a partir del siglo XII) y más adelante (sobre todo a partir del siglo XVI) en la Isla de la Estación. Henry of Saltrey (o Sawtrey/Sawtry) fecha el viaje de Owain al “Purgatorio de San Patricio” durante el reinado del rey Stephen de Inglaterra entre 1135 (o 1146) y 1154. El autor apunta que su fuente fue Gilbert, un monje de Lincoln que visitó Irlanda en 1148 con el fin de fundar un monasterio en Baltinglass por orden del obispo Gervase, a quien el rey Stephen había cedido algunos terrenos para tal fin. Como Gilbert no hablaba irlandés el caballero Owain (después monje cisterciense o ayudante de los monjes cistercienses) actuó de intérprete durante la estancia de dos años de aquél en Irlanda. El Tractatus se conserva en 30 versiones en casi todos los idiomas europeos. En la actualidad, se disponen de 150 manuscritos del texto en latín. Una versión versificada en inglés medio (Middle English) se conserva en el manuscrito Auchinleck (Biblioteca Nacional de Escocia: Advocates´ MS 19.2.1 (Auchinleck), fols. 25r-31v. [c. 1330-40]). La versión en inglés medio (s. XIV) no se presenta en forma de Tractatus, sino en forma poética. En ella se recurre a la métrica característica de los romances anglo-normandos, sin embargo, se mantiene claramente el ideal o los ideales de los romances a través de los mensajes moralizadores, didácticos, dogmáticos e instructivos contenidos en el texto. La visita de Owain al purgatorio tuvo lugar entre 1135 (o 1146) y 1154. Según Roger de Wendover en 1154, según Matthew Paris en 1153, y según Robert Easting entre 1146-47. En inglés medio se conservan cuatro versiones: la que se conserva en el manuscrito Auchinleck (Biblioteca Nacional de Escocia: Advocates´ MS 19.2.1 (Auchinleck), fols. 25r-31v. [c. 1330-40]), una segunda versión en pareados en dos manuscritos del siglo XV, una tercera versión (la más antigua) recogida en diez manuscritos del South English Legendary y un fragmento transcrito por Thomas Hearne del MS Harley 4012, basado en una versión del South English Legendary.

La versión poética en inglés medio no se deriva directamente de la versión en latín sino de una versión anglo-normanda (es probable que su autor/traductor haya utilizado la versión de Roger de Wendover). Sin embargo, su estructura no dista mucho de la versión latina, especialmente en lo que se refiere a la geografía del purgatorio. La versión poética inglesa del manuscrito Auchinleck fue escrita entre 1330 y 1340 para un público laico. El dialecto en que fue escrita corresponde al de “East Midlands”. La estructura del poema es la siguiente: las estrofas constan de seis versos con dos tetrámetros, un trímetro, dos tetrámetros y un trímetro con rima AABCCB. Este tipo de métrica es la característica de los romances. La Visión de un Novicio Inglés (también llamada La Visión de un Hombre Inglés) corresponde a la última década del siglo XII y fue compuesta en latín con el título de Visio cuiusdam nouicii rapti in partibus Anglia de purgatorio. Esta visión puede hallarse en el manuscrito St. Gall, Stiftsbibliothek 142 (324–44) y parcialmente en el Speculum morale de Vincent de Beauvais, donde se atribuye su autoría a Pedro de Cluny. El visionario es un novicio inglés que visita el purgatorio de la mano de San Nicolás y es testigo de los castigos de un borracho, de un caballero demasiado aficionado a la cetrería, de un cruzado deshonesto, y de un caballero que vendió ilícitamente un documento eclesiástico oficial.

La Revelación del Monje de Eynsham (Visio Edmundi monachi de Eynsham (Enesham) o Visio monachi de Eynsham) es un texto en prosa escrito en latín a finales del siglo XII. Su autor es Adam de Eynsham (fallecido después de 1233), monje benedictino del monasterio de Eynsham en Oxfordshire (Oxford). La versión en inglés medio a cargo de un traductor anónimo es del siglo XV y se conserva en dos copias impresas en Londres por William de Machlinia hacia 1483. Tanto la versión latina como la versión en inglés cuentan que en la Pascua de 1196, en el monasterio benedictino de Eynsham, a unas cinco millas y medias de Oxford, un monje joven (o novicio) tuvo una visión del purgatorio y del paraíso (terrenal) después de que hubiera permanecido inconsciente (o en trance/éxtasis) por espacio de dos días debido a una enfermedad repentina. El joven monje en cuestión se llama Edmundo (su nombre no se menciona ni en la versión latina ni en la versión en inglés medio) y es hermano de Adam. El texto latino terminó de redactarse aproximadamente en 1197, un año después de que Edmundo hubiera tenido la visión. De la Visio o versión en latín se conservan unos treinta y tres manuscritos en bibliotecas europeas y una versión de la misma en los Estados Unidos. La Visio fue traducida al francés (en verso), al alemán (en prosa) y al inglés medio (en prosa: siglo XV).

La Revelación del monje de Eynsham en inglés medio y la Visio latina narran las circunstancias en las que Edmundo cae en trance/éxtasis así como su encuentro con un guía sobrenatural que aquél identifica con San Nicolás y su viaje por el purgatorio y el paraíso terrenal, lugares ambos en los que aquel tiene la oportunidad de entrevistarse con personajes de la nobleza (entre ellos el rey Enrique II) y del alto clero y con personajes desconocidos de la intrahistoria, eclesiásticos y laicos. La obra constituye uno de los más interesantes relatos de visión medievales del cielo, infierno y purgatorio, no sólo por su arquitectura forjada con los topoi recurrentes propios del género de literatura de visión, sino porque la obra en sí misma se centra en temas como la reforma eclesiástica, la necesidad de la penitencia del purgatorio para poder ir al cielo y evitar la condenación eterna en el infierno y en los requisitos que se necesitan para llevar a cabo una justicia social y espiritual. El texto en latín y en prosa se escribió fundamentalmente para monjes y clérigos y, en general, para aquellas órdenes fraternales que tuvieran necesidad de utilizar sus contenidos en sus prédicas y homilías dirigidas al laicado común. La Visio o versión latina se escribió en el siglo XII cuando los relatos de visión eran muy populares en aquella época. Salter distinguió tres versiones A, B, y C que fueron publicadas entre 1902 a 1908 por Huber, Thurston y el propio Salter.

En el siglo XIII destaca La Visión de Thurkill, un relato de visión del purgatorio, infierno y paraíso-cielo. Tanto Ralph of Coggeshall como Roger of Wendover fechan la visión en Octubre de 1206. El primero redactó la visión y la tradujo al latín. La historia consta de unas 8.500 palabras aproximadamente. Ralph of Coggeshall (fallecido después de 1227) fue un monje cisterciense y cronista inglés. Entre 1207-1218 se convirtió en el sexto abad de Coggeshall. Fue uno de los que continuaron a partir de 1187 la redacción del Chronicon Anglicanum, comenzado en 1066. En dicha obra Ralph of Coggeshall hace referencia a una obra de visiones y milagros que éste mismo había compilado, sin embargo, dicha obra no se ha conservado. También continuó trabajando en la crónica de Ralph Niger, que se extiende desde 1162 hasta 1178, y en algunos anales breves que comienzan en 1066 y acaban en 1223. El manuscrito del Chronicon Anglicanum se encuentra en la Biblioteca Británica (Cotton, Vespasian D.X). El protagonista de la historia es un labrador inglés de Essex.

San Julián se le aparece un día y se ofrece a guiarlo por el “otro mundo” con el fin de que sea testigo de la dicha de los justos y del castigo de los pecadores. Allí las almas son pesadas en una balanza ante San Pablo y un demonio con el fin de establecerse si han de ser recompensadas o castigadas acorde con sus actos. San Pablo toma las almas de los justos y el demonio, la de los pecadores. Esta parte, que recuerda los juicios en el Más Allá de la mitología egipcia, no se encuentra en otros relatos de visión medievales. Los elementos que conforman el purgatorio, que está a cargo de San Nicolás, son un fuego purificador, un lago salado y frío y un puente con espinas y estacas. El lugar donde se infligen los castigos, que podría identificarse con el infierno, es como un anfiteatro donde los demonios desempeñan la función de espectadores. Los pecadores permanecen sentados en asientos de castigo hasta que se les convoca ante los demonios para que imiten los pecados por los que fueron condenados y a sufrir terribles tormentos por parte de éstos. Entre los pecadores hay un hombre soberbio, un sacerdote al que se le pagó por servicios religiosos que no llevó a cabo, un soldado que mató y robó, un hombre de leyes corrupto, adúlteros y adúlteras, calumniadores, ladrones, incendiarios, profanadores o saqueadores de lugares sagrados y comerciantes que engañaron a sus compradores. El paraíso es descrito como un templo o iglesia al que acceden las almas purificadas. En el interior de la iglesia hay grandes moradas en las que habitan los justos y los santos. Estos últimos reciben a las almas que en vida los sirvieron para llevarlas ante Dios. El ascenso al cielo se produce simbólicamente por medio de una escalera. En el texto puede leerse que cuántos más escalones ascienden las almas, más resplandecientes se vuelven éstas.

El Espíritu de Guy (Spiritu Guidonis) es una historia que versa sobre la doctrina del purgatorio, una doctrina muy popular a partir del siglo XII especialmente. La versión en latín fue compuesta en el siglo XIV por el dominico francés Jean Gobi, aunque existen varias versiones en inglés medio de enorme popularidad basadas en aquella. No se trata en realidad de una historia de visión con sus convenciones típicas dentro del género, pero sí está muy relacionada con ellas por lo que nos ha parecido importante incluirla aquí. El personaje-visionario principal se llama Guy (o Guido). Al morir, su alma está obligada a permanecer en el purgatorio un tiempo hasta que purgue los pecados cometidos en vida. Durante su estancia allí no se menciona un guía-acompañante explícito, pero si se hace mención de ángeles guardianes o custodios que tratan de proteger en numerosas ocasiones las almas de los difuntos del acoso de los demonios. Guy debe permanecer en el purgatorio hasta Pascua, y una vez purgados sus pecados allí, tendrá la posibilidad de ir al cielo. Su destino o su misión no es, como en la mayoría de los relatos de visión que hemos desglosado y descrito, regresar de nuevo a la vida terrenal con el fin de contar su experiencia en el ‘otro mundo’, sino hacerlo como espíritu desde el propio purgatorio antes de salir de él para habitar finalmente en el cielo. La historia conserva ese fuerte componente moral, didáctico y doctrinal característico de los relatos de visión medievales que enseñan la manera de evitar la condenación eterna en el infierno y de poder salvarse a través del purgatorio y sus requerimientos. La versión en latín escrita en primera persona de Spiritu Guidonis se extendió por toda Europa. En ella el dominico francés Jean Gobi narra su encuentro con el espíritu de Guy en la ciudad francesa de Alés o Alais, desde finales de diciembre de 1323 hasta el 12 de enero de 1324. De esta historia existen al menos sesenta versiones: treinta y seis en latín, nueve en inglés, seis en francés, cuatro en alemán, una en italiano, una en sueco, una en irlandés, una en galés, y finalmente, una en español.

Las versiones en inglés incluyen dos en pareados de cuatro sílabas acentuadas, tres en cuartetos, tres en prosa, y un fragmento impreso de un pareado de cinco sílabas acentuadas. La versión en inglés se conserva en la Biblioteca Bodleian (MS Rawlinson Poet. 175), posee pareados de cuatro sílabas acentuadas, y fue escrita a mediados del siglo XIV por un poeta/traductor/adaptador anónimo en un dialecto del norte, probablemente de Yorkshire. Esta versión poética cuenta la historia de un espíritu del purgatorio llamado Guy (fallecido en Alés el 20 de noviembre de 1323) que se aparece en el lecho de su esposa ocho días después para atormentarla por un pecado cometido en la alcoba. Suponemos que se trata de un infanticidio o de la realización de actos sexuales que habían sido condenados, incluso dentro del matrimonio, por la propia Iglesia Católica y por la doctrina de San Jerónimo. La mujer, acosada sin cesar por los ruidos y gritos del espíritu todos los días, y a todas horas, decide pedir ayuda al prior de un convento dominico cercano el 27 de diciembre de 1323, festividad de San Juan Evangelista.

El prior acude a la casa de esa mujer junto con otros frailes (agustinos y franciscanos), clérigos, y sacerdotes diocesanos de gran valía intelectual en materia de teología y filosofía, y a partir de ese momento se establece un fecundo diálogo teológico y moral entre Guy y él. El espíritu le hace saber al prior su historia a partir de su muerte acaecida en la ciudad del sur de Francia Alés (o Alais). El espíritu le informa que, por los pecados cometidos en vida, fue condenado por Dios a sufrir una penitencia en el Purgatorio Común, destinado a todas las almas universales, y en el Purgatorio Individual. El diálogo que se establece entre ambos personajes es, además, informativo, moral y eminentemente didáctico. El espíritu le cuenta al prior aspectos relacionados con el purgatorio, con el tipo de almas que acuden allí según sus pecados (como la soberbia, la avaricia, la lujuria, el perjurio, el asesinato, y la usura), con el tiempo de permanencia en aquel lugar, y sobre todo, con la necesidad de cumplir con la penitencia impuesta para poder ascender a los cielos y gozar de la paz y felicidad espiritual en compañía de Dios, la Virgen María, los ángeles resplandecientes y todos los santos. El poema hace énfasis en la importancia de las oraciones, misas, y limosnas ofrecidas por los vivos a los muertos como medio de aliviar el sufrimiento de las almas que están en el purgatorio. A este respecto, surge un intercambio dialéctico entre el prior y el espíritu acerca de las oraciones que resultan más efectivas a la hora de ayudar a las almas del purgatorio a cumplir con la penitencia impuesta y a abandonar el purgatorio en el menor tiempo posible. Se mencionan el Magnificat, el Benedictus, el Pater Noster, el Ave María, el Credo de los Apóstoles, el Réquiem, el Dirige y el Placebo. El propósito fundamental del poema no es asustar a sus lectores como hicieron otras historias de la época (siglo XIV) o anteriores incluidas en la literatura de visión como La Visión de Tundal (siglo XII), en el que se describen con todo lujo de detalles los sufrimientos y tormentos a los que están expuestas las almas de los pecadores, sino enseñar a los cristianos la importancia de evitar el pecado en vida y mantenerse en todo momento dentro del camino del bien y de la virtud. El poema presenta un contexto teológico en el que el purgatorio se erige más como un lugar hacia la esperanza y la redención final que como un lugar de tormento y sufrimiento para las almas de los pecadores.

La Visión de William (de) Stranton (o Staunton) es un relato del siglo XV compuesto en inglés medio (Middle English) por el propio William (de) Stranton que versa sobre una visión del purgatorio y del paraíso terrenal en el “Purgatorio de San Patricio”. El protagonista es William y sus guías son San John de Bridlington (o Bridlyngton) y Santa Hilda de Whitby. La Visión de William (de) Stranton (o Staunton) se conserva en dos copias en la Biblioteca Británica, MS. Royal 17 B.xliii y MS. Additional 34193. El MS. Royal fecha la visión de William en 1409 y el texto Additional en 1406. Los manuscritos son copias tardías y poseen diferencias notables entre ellas. El MS. Royal fue copiado a mediados del siglo XV en Warwickshire y el MS. Additional un poco después en Nottinghamshire. En La Visión de William (de) Stranton (o Staunton), William narra en primera persona que procede del obispado de Durham. Éste tiene su primer encuentro con un canónigo (San John de Bridlington) y una monja (Santa Hilda de Whitby). El canónigo le informa que durante su viaje primero llegará a dos senderos, uno situado a la derecha y otro a la izquierda, y le exhorta a evitar el sendero de la izquierda, aunque sea bello y a tomar el sendero de la derecha, que parece ser más estrecho y sombrío. También le advierte que allí encontrará en su camino espíritus malignos (en apariencia como los hombres del “país” de William) que trataran de detenerle, pero le aconseja que piense en (y recuerde) la Pasión de Cristo y rece la oración: “Con toda seguridad este camino habré de pasar con la ayuda de Dios…” con el fin de poder continuar su recorrido sin sufrir daño alguno.

La Revelación del Purgatorio por una Mujer Desconocida (del Siglo XV) es un texto inglés de autor anónimo del siglo XV. La protagonista es una mujer de Winchester que revela a su confesor cuatro visiones del purgatorio. La primera visión tiene lugar el día de San Lorenzo, en 1422. Las tres restantes se suceden las tres noches siguientes. En la primera visión, la mujer de Winchester contempla los castigos infligidos a los religiosos (hombres y mujeres) que no llevaron una vida honesta y ejemplar en vida. En la segunda visión, la mujer conoce a Margaret, un alma-guía del purgatorio que le da a conocer detalles sobre la naturaleza del purgatorio y los castigos padecidos en ese lugar. La mujer de Winchester ayudará a esta alma de purgatorio a superar los tres fuegos del purgatorio y a salvarse por medio de una serie de oraciones y misas que deberán decirse en su nombre con la ayuda de ciertas personas. En la tercera noche, la mujer presencia el sufrimiento de Margaret en el primer fuego mientras el diablo enumera sus pecados. Después Margaret hace mención de los pecados y castigos de algunos religiosos y laicos. En la cuarta noche Margaret padece el segundo y tercer fuego del purgatorio y revela la manera en que el purgatorio está estructurado.

La Visión de Edmund Leversedge es un relato de visión de finales del siglo XV que se encuentra en un único manuscrito: London, British Library, MS Add. 34,193, ff. (126.sup.r)-(130.sup.v). El manuscrito está redactado en el dialecto de Leicestershire y reúne obras de naturaleza devocional y relatos de visión al “otro mundo” como La Visión de William (de) Stranton (o Staunton), una traducción en inglés medio (Middle English) de Le Pelerinage de l`ame, de Guillaume de Deguileville, y una versión latina de De Spiritu Guidonis, del fraile dominico francés Jean Gobi. La Visión de Edmund Leversedge fue escrita en primera persona pero, como señala Wiesje F. Nijenhuis (1994), no está claro si fue el propio Leversedge, protagonista de la historia, quien escribió este texto. La Visión de Edmund Leversedge es la historia de un caballero de Frome (Somerset) que es testigo, al “morir”, de una visión al “otro mundo” en mayo de 1465 después de haber contraído la peste.

La Visión de John Newton cuenta la visión del purgatorio y del paraíso terrenal que tuvo el comerciante de paños inglés de Congleton (Cheshire) John Newton en 1492. El relato se conserva en un único manuscrito o libro de temas comunes del siglo XV compilado por un caballero de Cheshire de nombre Humphrey Newton de Newton y Pownall (1466-1536) que lo llamó Una Visión en Trance de John Newton. No debe confundirse, no obstante, el nombre del protagonista del relato John Newton con el de su compilador y escriba, Humphrey Newton, cuya relación de parentesco no ha sido demostrada. El manuscrito o “commonplace book” se encuentra en la Biblioteca Bodleian con el nombre de MS. Lat. Misc. c. 66. El libro consta de 129 pliegos, mide 402 x 225 mm y posee algunos añadidos. Está escrito en inglés medio y en latín, aunque contiene algunos apuntes legales en francés. La historia revela que John Newton enferma como consecuencia de la peste (su mujer y sus hijos han muerto como consecuencia de la misma) y éste cae en trance en su lecho desde la noche del jueves hasta el domingo. La Visión de John Newton se centra en la estructura dual de purgatorio, con sus penas y castigos, y el paraíso, con sus gozos y recompensas.

La Visión de Ailsi es una visión que fue compilada por el prior y canónigo agustino de Cornualles Peter of Cornwall (1139/1140-1221) en el libro 1, capítulo 6: 13-17 de su obra Liber revelationum escrita entre los años 1200-1206. Esta obra se encuentra en la Biblioteca del Palacio de Lambeth (MS 51). La visión podría haber ocurrido en torno a 1190. El visionario, que se llama Ailsi, es el abuelo de Peter of Cornwall. Ailsi tiene una visión después de morir su hijo Pagan. Éste guía a su padre por el “otro mundo”. Primero recorren el purgatorio donde Ailsi es testigo de un valle oscuro, de un río de fuego y hielo, del castigo de las almas en ese río y de una morada en la que se infligen diferentes castigos. Después se dirigen al valle del infierno donde las almas permanecen envueltas en llamas como castigo. Finalmente, Ailsi visita el paraíso terrenal, que es descrito como una gran pradera en la que las almas esperan su ascenso al cielo. La historia termina cuando Ailsi solicita quedarse con Pagan, pero se le conmina a regresar a la tierra, momento en que la visión desaparece. Peter of Cornwall escribió otras obras como el Pantheologus (1189), una colección de material bíblico destinado a predicadores; y el Liber disputationum contra Symonem ludeum.

Irlanda ofrece también su vision particular del Más Allá. Un immram (“viaje”) es una historia compuesta en irlandés antiguo que narra el viaje por mar de un héroe al “otro mundo”, por ejemplo al Tír na nÓg (“Tierra de los Jóvenes”) y al Mag Mell (“Llanura de la Felicidad”). Estas historias se escribieron en la era cristiana, aunque conservan elementos de la mitología irlandesa, como El Viaje de Bran. Los immrama ponen de relieve las hazañas de los héroes durante su búsqueda del “otro mundo”, que suele estar ubicado en islas que se hallan al oeste de Irlanda. El protagonista es un héroe que se embarca en un viaje con el fin de buscar aventuras o cumplir una misión. Antes de alcanzar su destino desembarca en islas fantásticas. En algunas ocasiones logra regresar a su hogar y en otras no. Los immrama son similares al género irlandés llamado echtrae (“aventura”), que también narra el viaje de un héroe al “otro mundo”, bien a un paraíso cristiano, a una tierra habitada por hadas o a la tierra de los dioses. La diferencia estriba básicamente en la fecha de las mismas. Los echtrai son más antiguos y datan del siglo VII mientras que los immrama más tempranos corresponden al siglo VIII. Por otro lado, los immrama poseen más elementos cristianos que los echtrai y destacan la fe del héroe a pesar de los numerosos obstáculos a los que se enfrenta durante su travesía.

En un echtrae el héroe arriba a un solo destino. En un immram el héroe se aventura por varias islas antes de llegar a su destino final. Los immrama que se han conservado son: El Viaje de Mael Dúin, El Viaje de los Húi Corra y El Viaje de Snedgus y Mac Riagla. El Viaje de San Brendan se considera también parte del grupo de los immrama. En cuanto al El Viaje de Bran, éste suele considerarse un echtrae, aunque posee los elementos esenciales del immrama. Los primeros immrama fueron compilados en el siglo VII por monjes. Tales relatos poseen sus orígenes en tres fuentes principales: los mitos celtas, los géneros cristianos y las historias clásicas. Los immrama pueden haber derivado (o extraído elementos) de los géneros cristianos como la vida de santos (sanctae vitae), historias de peregrinos (peregrinatio) y los relatos de visión. La Visión de Laisrén es un texto compuesto en prosa y en irlandés antiguo de finales del siglo IX o principios del siglo X. Se desconoce su autor. Lo único que se ha conservado de esta visión es un fragmento de la visita de este abad al infierno. La Visión de Adamnán es un relato de visión del cielo y del infierno de autor desconocido compuesto en irlandés medio. La primera parte incluye las secciones 1-20 y data del siglo XI. La segunda parte, que incluye las secciones 21-30, corresponde a principios del siglo X. El protagonista de la historia es Adamnán que, en la festividad de San Juan el Bautista, es conducido por su ángel de la guarda al cielo (a la Tierra de los Santos) y al infierno.

La Visión de Tundal es un texto del siglo XII escrito en latín por el hermano Marcus, monje benedictino irlandés itinerante oriundo probablemente de Cashel (en el condado de Tipperary), que cuenta la experiencia visionaria al Más Allá de un caballero irlandés que ha sido un gran pecador llamado Tnugdalus (Tundalus, Tondolus o Tundale). La versión en inglés medio es del siglo XV (en torno a 1400) y corresponde a un traductor-adaptador anónimo. El texto latino podría haberse escrito poco después de 1149 en el convento benedictino de monjas irlandés (Schottenkloster) de Regensburg (Ratisbona: Alemania-Bavaria) a petición de la abadesa Gisela. La experiencia del caballero irlandés acontece en Cork (Irlanda) en 1148. Un día Tundal se enferma repentinamente mientras se halla cenando en la casa de uno de sus deudores y sufre una “muerte” aparente durante tres días. Durante ese tiempo un ángel guía conduce su alma a través del infierno-purgatorio, paraíso (terrenal) y cielo. A su regreso de nuevo a la vida, Tundal se convierte en un hombre devoto y abandona sus vicios y pecados anteriores. Hasta la fecha existen 172 manuscritos que recogen la historia de Tundal (150 en latín). El traductor-adaptador de la misma no trabajó directamente con el texto/tratado (Tractatus) escrito en latín sino con una versión anglo-normanda. El texto en inglés medio de La Visión de Tundal contiene una introducción y se divide en diez Passus (“padecimientos”. Literalmente soportar/padecer), siete Gaudia (gozos) y un Reversio Anime (regreso del alma al cuerpo). De La Visión de Merlino (Fis Merlino), escrita en irlandés, se desconoce su autor así como la fecha de composición. Cuando éste y un amigo suyo acuden a una cita hallan en su camino a un grupo de nobles a los que se unen. Todos juntos se dirigen al castillo de un conde. Merlino y su camarada esperan encontrar diversión en el castillo, sin embargo, cuando entran en él, se dan cuenta de que se hallan en el infierno. En el texto existen algunos breves atisbos del purgatorio y del cielo. El relato acaba con la salida de Merlino del infierno, su regreso a este mundo y su arrepentimiento.

 

Conclusión
Pocos son las países donde no hallamos un relato de visión didáctico y doctrinal que no cuente la experiencia en el Más Allá de un pecador o cristiano temeroso de Dios. La enorme popularidad de estos textos puede deberse a numerosas razones: (1) la necesidad de la Iglesia de apoyar su visión moral, doctrinal y didáctica que la impregna en historias aparentemente sencillas que narran la experiencia de un hombre o mujer en las regiones sobrenaturales acorde con su conducta moral en la tierra y de hacer uso de ellas funcionalmente en sermones y homilías. (2) El interés que despierta en los hombres y mujeres del Medievo el deseo de conocer los elementos externos y externos que conforman la topografía del infierno, purgatorio, paraíso terrenal y cielo. En cierta manera, estos textos tratan de colmar el ansia de saber de estos hombres proporcionando una recreación, construcción o reconstrucción del “otro mundo”. (3) Los textos ponen de relieve, desde la perspectiva cultural, un fenómeno social prototípico en la Edad Media: la gran cantidad de personas que decían haber tenido una experiencia sobrenatural en un estado febril, trance, éxtasis, sueño inspirado o tras caer en un estado de incosnciencia. La medicina moderna achaca las visiones a enfermedades como el lupus, la lepra, o la peste. Entre los monjes estas experiencias vienen condicionadas por el excesivo rigor de los ayunos monásticos y de la severidad de las vigilias. (4) Los textos reflejan el anhelo de hombres y mujeres por sobrevivir a la muerte física y corporal en este mundo y transcenderse a través del alma a otra vida que ha de acaecer en una ulterior esfera o dimensión espiritual.

Todas estas razones pueden haber contribuido a la re-creación y re-configuración de los textos medievales de visión del cielo, infierno y purgatorio a partir de las fuentes literarias apocalípticas, a su creciente popularidad y rápido avance entre las órdenes eclesiásticas, el pueblo llano y la aristocracia y a servir de modelos de referencia literarios para otros textos posteriores de carácter religioso, didáctico y sobrenatural tras la culminación de la Edad Media.

 

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