Resumen
Precisar una estética en las formas musicales y líricas del disco Monstruos bajo la cama de Rodrigo Jarque es un ejercicio que nos aproxima al concepto de ‘lo siniestro’ atribuible al psicoanalista Sigmund Freud. Esto, porque la belleza de lo espantoso, lo desconocido y lo no familiar o el “Unheimlich” como lo define Freud en su ensayo de 1919, puede proyectarse en la fusión que la música de guitarras efusivas, la inclusión del piano en distintas melodías con un tono apesadumbrado y con líricas que nos remiten a espacios y voces desconocidas, oníricas y con matices poco mundanas, están presentes en el disco solista del mencionado músico chileno. Monstruos bajo la cama es un disco que se ejecuta sin precipitaciones, pausado, pero que a medida que las canciones van sonando, el oyente puede percibir atmósferas raras, chocantes y misteriosas que introducen a éste en un margen de aquello que puede resultar espeluznante. Es decir, nos “(…) ubica en la incertidumbre intelectual la condición básica para que se dé el sentimiento de lo siniestro” (Freud, 1919). Asimismo, con la práctica musical y literaria de Jarque, se recrea todo un imaginario de lo funesto, el que edifica la proyección de nuevos espacios representados en la ciudad de Santiago, los que son aludidos en el disco (por ejemplo Patio XXIX) y de alguna manera conllevan a la idea siniestra que el autor imprime a sus composiciones.
Por tanto, mi lectura propone que el disco Monstruos bajo la cama se inserta en la imaginería de ‘lo siniestro’ definido por Freud, así como sitúa una línea que arroja nuevos matices de espacios e imágenes presentes en la ciudad de Santiago en que la estética de lo desconocido se encuentra presente a partir de la idea del autor.
Por otro lado, utilizaremos referencias bibliográficas como el ensayo de Freud Lo Siniestro, en el que se conceptualiza de alguna manera esta estética de lo extraño y no familiar, así como también el libro Cultura Gótica de Gavin Baddeley y Fantasmas del ensayista Daniel Link, los que complementarán el estudio acerca de ésta concepción y de sus relaciones con el espacio y las imágenes que se inducen de la obra “Monstruos bajo la cama”.
Introducción
Instalar la discusión sobre el tema de ‘lo siniestro’ en la fusión del rock y la literatura puede resultar un ejercicio algo complejo sino se interpretan correctamente las relaciones entre los distintos puntos que caracterizan a cada una de estas materias. De hecho, ‘lo siniestro’ no ha sido un tema que desde la estética u otras disciplinas haya sido mayormente abordado y profundizado por una cantidad de autores importantes que logren abrir una brecha amplia de conocimiento y discusión con respecto a la idea. Uno de los primeros fue Sigmund Freud, quien desde su ensayo titulado Lo Siniestro no lo abordó precisamente desde el aspecto “bello” tradicional de éste, sino que hizo referencia a su presencia en los distintos campos desde una perspectiva del psicoanálisis, tomando nociones importantes desde la literatura médica-psicológica, la etimología y la literatura romántica. En este sentido, a pesar que ‘lo siniestro’ se encuentra presente desde la tradición de lo grotesco en la Antigua Grecia y quizás desde tiempos primitivos, Freud fue pionero en el tema al hacer énfasis del concepto en su texto ensayístico y sobretodo caracterizar la impresión que éste deja en quien lo experimenta, advertido desde variados puntos, inclusive de quienes lo hacen propio en las expresiones artísticas.
Por consiguiente, si Freud toma en la literatura a E.T.A. Hoffmann como parte de la tradición que representa ‘lo siniestro’ en el arte, en la actualidad otros autores han catalogado también a diversos artistas que de alguna forma tienen representación en el pensamiento de lo espeluznante. Umberto Eco expone por ejemplo en Historia de la Fealdad una aproximación a la belleza oscura a través del arte visual, H.P. Lovecraft resalta El horror sobrenatural en la literatura en uno de sus tantos ensayos, así como en la actualidad el periodista británico Gavín Baddeley hace una revisión exhaustiva del tema en los textos Cultura Gótica y Los Ángeles del Pecado, éste último en el que alude directamente a la música y en especial el rock.
De ahí que entonces surja un testimonio de ‘lo siniestro’ y que se vincule directamente con las artes literarias y con los matices del rock de aspecto más oscuro. Pero como toda tradición que proviene mayormente de Europa, los investigadores se han dedicado a resaltar más los aspectos de los artistas provenientes del ‘viejo mundo’ y de alguna manera no se han considerado lugares donde la imaginería de ‘lo siniestro’ también se encuentra presente, como es el caso de Latinoamérica. En este aspecto, en Chile contamos con una numerosa vanguardia de músicos, poetas y narradores que también se relacionan en gran parte con la estética de la imaginería siniestra. Y si comenzamos a indagar en los espacios del rock chileno actual donde igualmente existe un acercamiento de muchas bandas y solistas también con la literatura, nos encontramos con proyectos recientes como la carrera solista de Rodrigo Jarque, en la cual su producción discográfica recoge elementos que son parte de una estética musical del rock melancólico y sombrío latinoamericano y que de alguna manera se vincula con lo espeluznante y lo desconocido conceptualizado por Freud. Por tanto, mi lectura propone directamente que existe una aproximación a la estética de ‘lo siniestro’ en el disco debut de Jarque: Monstruos bajo la cama, publicado en Chile por el sello LeRockPsicophonique.
Por lo cual, nuestro trabajo pretende vincular los contenidos acerca de ‘lo siniestro’ establecido por Freud en 1919 a los aspectos estéticos sonoros del disco debut de Rodrigo Jarque, así como realizar también una analogía literaria entre las líricas de este cantautor y algunos poemas del texto Arte de Morir del poeta nacional Oscar Hahn, obra donde también se constituye el aspecto del horror a través del simbolismo.
La tradición de ‘lo siniestro’ a través del Rock.
Hablar de una categoría estética de ‘lo siniestro’ en las producciones de rock, implica ante todo significar en qué medida los elementos que definen el horror de una u otra manera se posicionan en el arte de un disco, ya sea en el diseño de la carátula, las líricas o las sonoridades experimentadas por el autor o autores de éste. Por lo mismo, antes de iniciar una descripción y otras relaciones sobre la temática, es necesario comprender de qué manera Sigmund Freud estableció el concepto en uno de sus ensayos:
“Lo Unheimlich, lo siniestro, forma uno de estos dominios. No cabe duda que dicho concepto está próximo a los de lo espantable, angustiante, espeluznante, pero no es menos seguro que el término se aplica a menudo en una acepción un tanto indeterminada, de modo que casi siempre coincide con lo angustiante en general” (Freud, 1919).
De ahí entonces que ‘lo siniestro’ tenga directa relación con el término alemán “Unheimlich”, el cual se presenta como el antónimo del también “heimlich” o de “heimisch”, que tiene por significado todo aquello que es familiar, hogareño e íntimo, contraponiéndose a lo que resulta nuevo, de características no muy familiares y que de por sí puede tomar carácter de ominoso. Aun así, ‘lo siniestro’ tiene características subjetivas, ya que una situación que a un individuo puede parecerle extraña y con matices de horror, para otro puede que experimente una sensación distinta en sus emociones y no necesariamente lo lleve a una situación de angustia. Por lo mismo, el establecer ‘lo siniestro’ se remite a lo sensitivo, lo que puede ser un obstáculo a la hora de referirse directamente a la terminología, si el sujeto no da cabida a éste en sus pensamientos, lo que resulta dispar. Por esta razón, la acepción se inclina por todo aquello que causa malestar, pesadumbre y una sensación de lo funesto en la persona. De esta manera, Freud resalta a través del texto de Jentsch que se “ubica en la incertidumbre intelectual [del hombre] la condición básica para que se dé el sentimiento de lo siniestro” (Ibíd). Es decir, debe percibirse el miedo, el horror, el temor extremo de algo para que el sentimiento de ‘lo siniestro’ se haga presente en nuestro entorno y principalmente en nuestro pensamiento. Por último, Freud establece una serie de circunstancias a través de su ensayo en que puede establecerse lo espeluznante, ocasión en que toma la literatura romántica como ejemplo y percibe distintas posturas en cuanto a los elementos que podrían ser siniestros en una obra escrita. Así y todo, Freud no logra agotar el tema en su texto y deja abierta la posibilidad para que el lector pueda seguir estableciendo relaciones. De esta manera, abrimos el debate a su inclusión como parte de una belleza oscura y tétrica en la contracultura del rock.
Por otra parte, el rock como una expresión que nace en San Francisco, Estados Unidos, en la década de 1950, evoluciona hacia un sinfín de sonidos en el transcurrir de las décadas y tiene una aceptación por gran parte de la población mundial en la actualidad. Su forma sonora surgió de la fusión del Country Western y el Rhythm and Blues y se posicionó a través de la historia en distintas corrientes y movimientos alternativos que derivaron del sonido original. Una de estas corrientes se denominó como el rock de tipo ‘gótico’, un sonido e imaginería oscura que derivó de las películas clásicas de horror y victorianas, de textos que aludían a viejas ensoñaciones del Romanticismo y también de una línea musical que desde otras perspectivas buscaba resignificar su resonancia a una más provocadora y subversiva. Con las influencias entonces de maestros de la literatura decadente como Baudelaire, de la narrativa psicológica como Poe o del terror más allá de las estrellas, como sucede con los textos de H.P. Lovecraft, muchas bandas y solistas tomaron elementos pertenecientes a los mundos de fantasía de estos escritores y recrearon una tradición a partir de sus propios intereses artísticos y de composición, llevándola directamente a las sonoridades del rock: Screamin’ Jay Hawkins, Screaming Lord Sutch, Downliners, Undertakers y en alguna medida The Rolling Stones, The Velvet Underground, Bauhaus, The Doors, Joy Division y los también británicos The Cure. Todos ellos marcaron pauta con líneas melódicas que apelaban a lo espeluznante o con líricas que tomaban importantes influencias de autores fundamentales en el culto de la era gótica.
Ahora bien, conceptualizar ‘lo siniestro’ en relación con lo gótico tiene sus implicancias. De hecho, lo gótico posmoderno proviene desde la tradición de la imaginería griega, pasando por la cultura de Roma, la época medieval, el Romanticismo, luego los denominados ‘Decadentes’, para concluir en la época Victoriana y finalmente el ‘gothic’ actual, que viene a reflejar la combinación de todos estos fundamentos. Por lo cual, «hoy, lo ‘gótico’ suele ser considerado sinónimo del estilo más digno del género, pero esa idea es algo endeble, ya que lo gótico consiste, desde sus orígenes en experimentar lo exagerado y en saciar el apetito de los excesos” (Baddeley, 2007a: 100). Es decir, la estética de lo gótico se vincula con lo perturbador, con inquietar el entorno tradicional de las hegemonías. Entonces, en este punto se tiende a vincular el ‘gótico’ con el terror, la atrocidad de lo material e inmaterial y todo aquello que decae y extrema y que principalmente proviene de una tradición de otras épocas. Al respecto el periodista británico Gavín Baddeley señala en Cultura Gótica:
“El terror debe ser levemente repugnante. Piensa en lo común que es ver cómo se desmarcan muchos escritores de terror cuando se trata este tema. Muchas novelas góticas son libros en los que se narra algo a partir de otros relatos o manuscritos a menudo hallados de manera fortuita, lo cual refleja a la perfección un rasgo del terror tradicional vernáculo. ¿Alguien ha notado el parecido entre un personaje de Melmoth el errabundo que ‘encuentra’ un viejo manuscrito y los productores de cine de un éxito de taquilla en que ‘encuentran’ unas latas de rollos de película en el bosque? “(Baddeley, 2007: 101).
Por lo mismo, lo que acontece con el imaginario del gótico, es que éste se va regenerando período tras período hasta llegar a la actualidad y de por sí se instala no sólo en el rock, sino también en el cine, la fotografía, el teatro, la pintura, la escultura y así también trasciende en la literatura. En otras palabras, toda esa imaginería de calaveras, zombis, esperpentos y toda clase de fantasmagorías son parte de una lógica opuesta a la razón, en la cual cuyos cultores primigenios estimaron reivindicar el miedo y todo lo referente a lo sublime, en una época en que todo punto de vista dominante era ligado a la razón convencional, ya sea en la religión, la política, la moral tradicional e incluso las tradiciones más importantes de una nación. Surge entonces, una especie de culto pagano al horror, donde elementos de diversas subculturas que no son consideradas por el discurso de la razón y que a la vez son marginadas, se fusionan para dar cabida a la práctica del ‘gótico’.
A todo esto, el gótico puede considerarse siniestro sólo si tiene la repercusión psicológica a la que alude Freud, es decir, si logra desconcertar en la práctica al individuo que se involucra con este tipo de imaginería, ya sea en la lectura de una obra escrita de terror, en la observación de una obra plástica de matices oscuros o como oyente de una producción discográfica próxima al gótico. Por lo tanto, ¿podríamos establecer en el rock la presencia de lo siniestro?
En lo que respecta a bandas del viejo mundo y de Norteamérica, estimamos que sí. Tenemos el caso de Jacula, banda experimental del rock progresivo underground, de origen italiano, cuyo componente musical proviene directamente del ocultismo, en las que sus composiciones se entremezclan lecturas de viejos textos en latín y la presencia de largos solos de órgano y guitarras intensas que hacen fundamental una sonoridad oscura, funesta y ambigua en el grupo, para cualquier oyente que estime involucrarse en conocer su obra. Por otra parte, la banda ítalo-eslovena Devil Doll, también reúne este tipo de características en sus composiciones, con influencias del folclore europeo, la música de corte más clásico y las bandas sonoras de películas de terror. Es liderada por un enigmático sujeto, llamado Mr. Doctor. De forma similar, podemos encontrar estos elementos en otras bandas de tinte más pop y reconocidas por el público: Bauhaus y la ya mencionada anteriormente Velvet Underground de Lou Reed, que en todo caso se liga a una performance más poética en lo musical y en las letras. Por otro lado, tenemos también los iniciadores de una tradición visual en el rock siniestro, entre los que encontramos a Alice Cooper y a Ozzy Osbourne, quienes tomaron componentes de la visualidad, en especial del cine expresionista alemán para recrear un espectáculo circense de lo siniestro en rock, incorporando guillotinas, vampiros y toda serie de elementos fuera de lo común sobre el escenario, y que tuvieran aspecto de lo aciago.
En resumen, todo aspecto fuera de la razón, de carácter fatídico y tenebroso se involucra con lo siniestro, con todo lo que es desconocido e ignorado para la tradición hegemónica, aquello que de alguna manera logra perturbar al individuo inserto en la cultura común. Y en el rock, ‘lo siniestro’ no deja de estar presente en las distintas creaciones de sus cultores.
El componente de ‘lo siniestro’ en el Rock chileno.
De cualquier modo, el rock latinoamericano y sobretodo el rock chileno, no se encuentra ajeno a una tradición de ‘lo siniestro’ en el universo de bandas y solistas de la época actual. Podríamos situar por ejemplo a Electrodomésticos como una banda de vanguardia en los ochenta, que trabaja con una sonoridad experimental y que incorpora en lo visual matices que pueden resultar desconocidos y algo siniestros para quienes los siguieron durante sus primeros años de existencia. Al respecto, Marisol García sostiene:
“Electrodomésticos agitó la escena artística chilena de los años ochenta no sólo de un punto de vista musical, sino también en lo visual y técnico. Sus inclasificables grabaciones mezclaron como nadie antes en el país, instrumentos en vivo, new wave británico y rock progresivo, ruidos de la calle, la voz grave de Carlos Cabezas y ciertos experimentos técnicos que constituyeron el primer uso sistemático de, por ejemplo, samplers como recurso de trabajo rockero“ (García, 2012).
En este sentido, los Electrodomésticos se posicionan como un grupo que hace escuela en el rock nacional por trabajar con componentes indefinibles para lo que se conocía en la música popular nacional de esa época. En Viva Chile, su primer trabajo, incorporan voces de Yolanda Sultana, del predicador estadounidense Jimmy Swaggart, con una serie de ruidos y sin una línea melódica del rock más tradicional, abriéndose en todo momento a una música que sirve de experimento para lo que sería una línea rockera que nunca antes había sido explorada por banda chilena alguna. En el mismo disco, se incluye el tema “Yo la quería”, “(…) una composición parcialmente inspirada en el filme El chacal de Nahueltoro, en la que el vocalista adoptaba el testimonio de un asesino pasional. El tema dio pie para uno de los primeros y mejores videoclips grabados en Chile, filmado por el cineasta Pepe Maldonado” (Ibíd). El mencionado tema trata de un confuso incidente en que la pareja masculina atenta con su par femenina cuando regresa a casa, culpando al alcohol de la desproporción del acto humano del asesinato. En este punto, la canción se proyecta como un relato narrado por la voz hablante del protagonista de la acción, en que mientras va contando lo sucedido, distintos sonidos de teclados, baterías electrónicas, una línea de bajo que inquieta al auditor y guitarras efusivas que acompañan el clímax de la historia, terminan de armar una atmósfera sonora de características siniestras que puede descolocar a quien perciba el debut de su obra discográfica. En las presentaciones en vivo y en fotografía, Electrodomésticos incorpora una concepto general en lo visual que se aproxima a lo siniestro y que se relaciona con su trabajo sonoro, siendo los shows, las luces en el escenario durante sus presentaciones y algo de su vestuario (las máscaras de soldar que utilizan por ejemplo) un aspecto importante de su estética misteriosa e intrigante para el medio musical.
Por otro lado, durante la generación de los 90 otras bandas y solistas toman parte del camino de la experimentación iniciado por Electrodomésticos en Chile, y surgen proyectos como Minimal Technology, Congelador, Sien, Luna In Caelo, Christianes, Los Mismos, la carrera solista de Carlos Cabezas, Lluvia Ácida de Punta Arenas y fundamentalmente Shogún, el grupo de oscuras melodías comandado por Christian Heyne, ex músico de Christianes, que se aventuró en una propuesta instrumental- electrónica que repercute en sonoridades algo tenebrosas y sombrías. Todos estos músicos tienen como denominador común los escenarios en que se presentan y las influencias rockeras que provienen del exterior, factor que también agrupa a sus seguidores, muchos provenientes de fiestas góticas realizadas en la Discotheque Blondie durante aquella época, así como auditores que también admiran el trabajo sonoro de Bauhaus, Joy Division, Pink Floyd, The Cure y algunas otros grupos que son parte de la experimentación en el rock.
Podríamos hablar entonces de un conjunto de grupos nacionales que incorporan diversos elementos en su música que tienen una cercanía con la estética experimental de lo perturbador en el rock, matiz que puede acercarlos de alguna manera a lo siniestro. En este sentido, la ‘piedra angular’ del movimiento tiene como inicio a Electrodomésticos, seguido por aquellos músicos que optan mayormente por una experimentación sonora más oscura y nebulosa, trabajo que se propaga hasta el debut discográfico del músico solista Rodrigo Jarque, denominado Monstruos bajo la cama.
Monstruos Bajo la Cama.
Desde su publicación en 2005 a través del sello LeRockPsicophonique, el disco debut Monstruos bajo la cama del músico Rodrigo Jarque, ha marcado pauta dentro del rock nacional como una de las producciones discográficas mejor logradas dentro de los últimos años y que además acapara críticas muy favorables acerca de su composición. David Ponce manifiesta al respecto sobre el músico:
“Rodrigo Jarque es uno de esos escasos músicos que saben tocar pianos y guitarras, y si ése ya es un signo de ductilidad, hay varios más en la música que él ha hecho hasta ahora. En los primeros años del post-rock chileno tocó en Zabala a la par de grupos como Mota, Gnosis Y SuperSer hacia 2002. Al tiempo conoció junto a Cristián Schmidt el embrujo de la cueca brava de la mano de Hernán Núñez, y ha sido músico invitado de bandas pop como Elso Tumbay y Casino “(Ponce, 2005).
Ciertamente, como afirma Ponce, la experiencia musical de Jarque es bastante amplia antes de lograr su disco debut. Sin embargo, la música que compuso en primera instancia para teatro (por ejemplo para la obra Los poseídos, adaptación de Albert Camus para el texto de Dostoiewski Los demonios) lo acercaron a una idea de lo siniestro a través de la literatura, en específico la novela rusa. Y aunque mayormente Jarque se involucró con el rock interactuando con bandas nacionales que estaban en la escena, la particularidad de relacionarse con el grupo de Gonzalo Henríquez, Los Asistentes, fue el factor que facilitó su apreciación tanto por las sonoridades rockeras más selectas como por la fusión de éstas mismas con las letras. Manifiesta Jarque con respecto a estos procesos:
“Gonzalo Henríquez escribía sus poemas y los leía mientras la banda tocaba atrás. Entonces me empecé a interesar mucho por ese acercamiento con la música porque me parecía que trataba de generar algo distinto que hacer simplemente una canción. Me parece de hecho que lo que se genera es una creación que tiene mucho más niveles de lectura y la gente tiene mucho más formas de aproximarse a eso y por otro lado requiere que las personas hagan un ejercicio un poco más elaborado al momento de escuchar o de hacer propia la obra por decirlo de alguna manera“(Jarque, 2013).
Por consiguiente, la literatura se transformó en un soporte importante a la hora de componer música para Jarque, e indirectamente constituyó uno de los ejes fundamentales en el concepto de las líricas utilizadas para su debut discográfico. “Monstruos bajo la cama, un trabajo dramático, de armonías tormentosas y especial énfasis en las atmósferas de guitarras, influenciado por el sonido de bandas inglesas de shoegaze como Ride o My Bloody Valentine” (Saavedra, 2012). En otras palabras, un disco que destaca por sus atmósferas sonoras ambiguas, perturbadoras y de misterio que lleva al auditor a un límite de lo que pudiera resultar funesto y espeluznante al oído. Los pianos incluidos en melodías de aciago y las guitarras intensas que adornan las distintas composiciones, remiten a un espacio desconocido, con voces anónimas y que nos parece fuera del mundo, como si se tratara de musicalizar un episodio donde se resalta el terror psicológico de quien lo percibe. Estas características y el desconcierto en algunas canciones, son las que aproximan la primera producción discográfica de Rodrigo Jarque a la estética de ‘lo siniestro’ propuesta por Freud.
En este punto, el disco se constituye de nueve canciones, y se denomina como Monstruos bajo la cama, porque se vincula directamente con la emoción del miedo, temática que debe haber involucrado a Jarque al momento de componer. Al respecto, el músico manifiesta:
“El hilo conductor que se fue generando es el miedo, que es un tema importante también en la literatura. Y el miedo como concepto se aplica a un montón de cosas. Puede ser el miedo a quedarse solo, el miedo a envejecer, el miedo a perder a tu familia, el miedo que puede producir perder la razón por ejemplo, y cualquier otro temor que pueda haber. Que es uno de los sentimientos humanos más primitivos. Por tanto, el miedo que se genera en estas canciones está representado como monstruos, a los cuáles uno no puede ponerles cara, no puede personificar, no puede ilustrar con imágenes mentales, sino simplemente la sensación del temor” (Ibíd).
Por esta razón, la relación de Monstruos bajo la cama con la estética de lo siniestro es bastante cercana, ya que algunos temas nos pueden instalar en la sensación de incertidumbre intelectual, al no reconocer explícitamente el oyente, algunas melodías que se pierden en notas y coros fantasmales de los que está repleto el disco. Lo enigmático, lo animista y lo infausto, es parte del imaginario funesto que recrea el músico en su disco. De igual forma, la monstruosidad “bajo la cama” que Jarque emplaza en sus composiciones y en el título del disco, se relaciona directamente con el temor primitivo de la niñez del cual Freud hace mención en su ensayo ‘Lo Siniestro’ y el que también alude en los miedos nocturnos que experimenta la figura del “Arenero” en Nataniel, niño protagonista del texto de E.T.A. Hoffmann, El Hombre de Arena, y el cual alude Freud para resaltar los aspectos siniestros que se encuentran en el cuento romántico y a la vez sincronizarlo con los terrores de la infancia. En suma, los “Monstruos bajo la cama” que el músico proyecta en su obra discográfica tienen una similitud estrecha con las imágenes que se presentan irreconocibles, desconocidas y a la vez espeluznantes dentro de la mente del niño que exterioriza sus terrores. Al respecto, podemos afirmar que Jarque expulsa de alguna manera sus “demonios” internos a través de la composición musical, sin embargo, muchos de esos temores o monstruos psicológicos trascienden en el niño a una edad adulta, causando la descolocación psicológica a la que alude Freud para experimentar ‘lo siniestro’ en el mundo familiar del sujeto.
Por otro lado, tenemos la significancia que marca cada uno de los temas presentes en el disco, que análogamente con algunos de los poemas del autor nacional Oscar Hahn, en específico su texto Arte de morir, tienen una implicancia directa con las imágenes de lo fantástico y a la vez con lo que resulta siniestro. De hecho, en la canción “Monstruos” que abre la obra discográfica de Jarque, se aprecia musicalmente que estos personajes fantásticos aparecen como entidades indefinibles en torno a los sonidos que son parte del tema. Son fantasmagorías que están presentes, pero a la vez desaparecen, ya que el auditor no puede identificar con exactitud su procedencia. De ahí que Rodrigo advierta sobre la interrogante de estas apariciones: “Puede que se escuchen voces no identificadas. Los fantasmas son proyecciones mentales”. De por sí, se concibe el fantasma como una recreación, como una particularidad de quien cree escuchar aquella voz posible. Daniel Link llama a estas imágenes “una figura difícil de asir” (Link, 2009: 11). Esto, porque permanecen en el imaginario de los sujetos, sin que necesariamente alguien las interpele, es decir, busquen alguna explicación que delate su origen. Es decir, Link termina por invisibilizar al fantasma:
“Una figura que permanece sin interpelar, incluso más allá de la interpelación, no solo porque la interpelación nunca le alcanza, sino porque esta marca el propio límite de la interpelación” (Ibíd).
En suma, en la medida que el fantasma logre perturbar al oyente, la canción toma rasgos de lo siniestro descrito por Freud. Ya sea en lo etéreo de las voces, o en el enigmático piano que aparece en otra dimensión, en un espacio no reconocido, con presencias insondables. Son los engendros del día a día, los que Jarque expulsa a través de las canciones, del ocultamiento atemporal que permanecen en su lecho.
Análogamente, la relación entre la obra de Óscar Hahn y la música de Rodrigo Jarque se da en el contexto de hacer una lectura desde el lenguaje literario de la estética creativa del músico, es decir, de cómo se recrean y se vinculan también los conceptos de ‘lo siniestro’ en las distintas imágenes oscuras y sublimes que son parte de los poemas de Hahn y que de alguna manera también están presentes y se reproducen en las canciones de Monstruos bajo la cama. Por lo mismo, existe una conexión fuerte entre la poesía fantástica y misteriosa del poeta con la apesadumbrada composición musical de Rodrigo Jarque. Al respecto, el primer poema de Oscar Hahn en Arte de Morir, denominado “La muerte está sentada a los pies de mi cama”, también presenta componentes de lo siniestro y se vincula con el tema de apertura del disco de Jarque, ya que en ambas obras se aparece una o más entidades al hablante y a quien ejecuta la pieza de “Monstruos”, generando el sentimiento de desconcierto frente a éstas apariciones fantasmales, es decir, el pavor de ignorar sobre lo que está al frente, bajo nosotros, o en una supuesta vida después del deceso. Al respecto, en el poema de Hahn, la muerte es una entidad que el hablante reconoce, pero de la cual también desconfía. También se sitúa en una cama, de manera similar a los monstruos de Rodrigo, salvo que se encuentra sobre el lecho y está dispuesta a arrebatarle lo más preciado de quien le teme: la vida misma. Eso vuelve siniestro la imagen poética, a quien se introduce en su lectura, o a quien oye declamar al hablante. Los espacios son reconocibles, la cama permanece dentro de las habitaciones en ambas obras, pero los monstruos y la muerte se proyectan como siniestros debido a que no son reconocibles y además trastornan al individuo.
Entonces, es cuando las composiciones sonoras y sus letras se ligan a un estilo Psicofónico como hace mención Rodrigo Jarque: “(…) rock que presenta un sonido etéreo y espectral” (Jarque, 2005). En suma, que alberga presencias fantasmales, desconocidas y siniestras en sus estructuras melódicas, como sucede en “Monstruos”:
“Y el primer indicio psicofónico: bajo todo eso [el registro del tema], hay una cinta sonando de una vieja grabación que hice en mi casa junto a mi amigo Marcelo Zavala un verano que tratamos de grabar fantasmas. Por supuesto no se escucha nada, pero hay un par de casi imperceptibles eventos sonoros que me dejaron aterrado cuando al otro día fui a revisar la grabación (…) Jamás podrán escucharlos, pero están ahí” (Ibíd).
Por lo cual, este Rock Psicofónico como denomina Jarque a este neologismo, tiene presencia en la tradición del Rock Siniestro nacional, a partir de su irrupción en la escena durante 2005. Se relaciona con el gótico directamente, pero tiene elementos propios que lo diferencian de otras experimentaciones sonoras: la música de Jarque es de carácter más poético, involucrada directamente con los procesos también de la literatura. Un ejemplo de aquello es el diálogo análogo que pueden sostener las canciones de Rodrigo y la poesía de matices romántica-fantástica de Hahn como revisamos con anterioridad.
En tanto, en otro de los temas o específicamente el cuarto del disco, titulado “Patio XXIX”, existe una concepción directa a lo sucedido durante la dictadura militar en Chile: el ocultamiento clandestino de cadáveres en uno de los camposantos más emblemáticos de Santiago (Cementerio General), por parte del gobierno de aquella época. Se trata de una canción en que el sufrimiento queda impregnado en la tierra, las huellas de lo siniestro se encuentran presentes en la cavidad de lo escondido, de lo ignorado por las hegemonías. El cementerio se propaga como un espacio de “crisis”, como testigo de los hechos ocultos por los militares. En este aspecto, la persona fallecida y asesinada vuelve a la naturaleza, a la tierra del panteón, lugar en que la figura del ‘desaparecido’ es lo que perturba y desconcierta al oyente. Al respecto, David Ponce enfatiza:
“(…) se juraría que un trombón fantasma recorre la canción “Patio XXIX”, que por lo demás es el mejor homenaje no explícito al asunto de veras monstruoso encarnado en los detenidos desaparecidos de la dictadura chilena, si es que de eso se trata” (Ponce, 2005).
Por lo tanto, lo siniestro y macabro se encuentra de manera mucho más explícito en esta canción. De manera análoga, se conecta con el poema del también texto Arte de Morir de Hahn, denominado “O púrpura nevada o nieve roja”. En dicho poema, el sufrimiento a diferencia de la canción de Jarque queda impregnado en la nieve. Las huellas de lo siniestro se portan en las desapariciones que causa la guerra mundial, en este caso a diferencia del cementerio, es el paisaje nevado el testigo de la aniquilación humana. Los fantasmas en este caso no son los ejecutados políticos, sino los soldados que perecen combatiendo. Y a la vez, la persona también vuelve a la naturaleza, sólo que a través de la sangre y los cuerpos derramados en las montañas de Stalingrado. El poema rememora este enfrentamiento sucedido en 1943, que causó numerosas bajas de milicias y civiles en guerra.
Consideraciones finales.
En resumen, el disco Monstruos bajo la cama tiene una implicancia muy cercana con la propuesta establecida por Freud en 1919 acerca de ‘lo siniestro’. Jarque logra un disco desdichado, melancólico y funesto, pero con la belleza y armonía suficiente en sus líricas y melodías que se entremezclan con la tradición de lo espeluznante en el rock, apoyado por elementos fundamentales como la poética, los registros psicofónicos y la instrumentación que ayuda a generar estas atmósferas de fantasmagorías.
Monstruos bajo la cama es parte entonces del sombrío canon rockero actual que se relaciona con el componente ‘siniestro’ de las artes, en especial con el del rock contemporáneo. Una expresión que en el caso del músico nacional, busca conmover al auditor a través de los sonidos extraños, misteriosos y hasta pavorosos que rodean las canciones, y que a la vez encuentra un diálogo profundo con la usanza del gótico. Es decir, con la literatura rusa, los poemas románticos y los personajes endemoniados de ensueño que aún no sabemos si por fin liberaron la acechada y sobrecogida cama de Rodrigo Jarque, ese oscuro nicho en que se ocultaron sus miedos para no salir quizás jamás de ahí. ¿Rock Siniestro?
Bibliografía
Discografía:
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