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Fernando García Arancibia. Escudriñando la historia de la música

por Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 01/10/2025

Artículo en coautoría con
Adolfo Ramos A. Licenciado en Artes y en Educación con mención en Teoría de la Música; además, Profesor de Educación en Enseñanza Media en Música (Universidad de Chile), quien trabaja desde el año 2010 en el Colegio Terraustral Oeste de la comuna de Maipú, Santiago de Chile.

 

diaz-ramosResumen
En el siguiente artículo, los profesores chilenos Francisco Díaz Céspedes (izquierda, fotografía) y Adolfo Ramos Aliste (derecha, fotografía) exponen breve reflexión del Premio Nacional de Artes Musicales de Chile 2002, Fernando García Arancibia. Uno de los compositores más destacados de nuestro país, dada a su capacidad creadora e investigativa.

El trabajo académico de García Arancibia ha trascendido en los numerosos estudiantes que vivenciaron sus cátedras; además de su legado en la Revista Musical Chilena, que a la fecha enriquece intelectualmente los avances más progresivos de la música nacional e internacional.

Foto: Francisco Díaz (Izquierda) y Adolfo Ramos A. (derecha).
Fotografía de Miss Nicole Toloza Tapia tomada en septiembre de 2025 en la Biblioteca del Colegio Terraustral Oeste, comuna de Maipú, Santiago de Chile.

 

Abstract
In the following article, Chilean professors Francisco Díaz Céspedes (left, photograph) and Adolfo Ramos Aliste (right, photograph) present a brief reflection on the National Prize for Musical Arts of Chile 2002, Fernando García Arancibia. One of the most outstanding composers in our country, given his creative and investigative capacity.
García Arancibia’s academic work has transcended the numerous students who experienced his professorships; in addition to his legacy in the Chilean Musical Magazine, which to date intellectually enriches the most progressive advances in national and international music.

Keywords: Creation, Research, History, Creación, Investigación, Historia

 

Un sendero para escudriñar
Tenemos conocimiento que Fernando García Arancibia nació un 4 de julio de 1930 en la ciudad de Santiago de Chile. Realizó sus primeros acercamientos a la música gracias a un estimulado ambiente familiar(1); principalmente por las orientaciones de su abuelo, Enrique Arancibia, músico por excelencia que se especializó: por una parte, en el violoncello (teniendo como profesor formador a Arturo Hûguel, Michel Penha, Doménico Brescia, entre otros); y por otra, en los estudios de medicina, titulándose de Médico profesional hacia el año 1900(2). Dentro del mismo contexto familiar, la madre de Fernando García Arancibia le enseñaba desde pequeño las orientaciones musicales del piano(3).  En este sentido García Arancibia, durante el transcurso de su infancia y adolescencia, el gusto por la música siempre estuvo presente; como todo artista ligado a la inspiración propia de su naturaleza. Sin embargo, dado a sus condiciones intelectuales decidió matricularse en la carrera profesional de Medicina -siguiendo los pasos de su abuelo-, entre los años 1948 y 1950(4). Posteriormente, abandonó los estudios de Medicina. Fernando García, con los años argumentaría que: “(…) yo pensé que si mi abuelo era médico, yo también iba hacer lo mismo. Y evidentemente no era capaz. No tenía el talento de él, ni la capacidad de él. Así que terminé siendo nada más que músico”(5).

Luego de dimitir a los estudios de Medicina, García Arancibia decidió dedicarse por completo al ejercicio de la música; y lo hizo de forma particular, siendo estudiante de renombrados músicos, tales como: en Creación: Juan Orrego-Salas (1950 a 1956), Carlos Botto (1956 a 1957), Juan Allende-Blin (1957 a 1958), Gustavo Becerra Schmidt (1957 a 1960); en Interpretación: Abraham Rojas (el “Tata Rojas”) (1956 a 1957); y en Musicología: Vicente Salas Viu (1964 a 1965).

Es importante señalar que García Arancibia y Salas Viu en la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile (antecesora de la actual Facultad de Artes)(6) avanzaron colaborativamente para ir concretando paso a paso las cualidades de interpretación, composición e investigación metodológica de la historia musical. Esto le permitió a Fernando García haber explorado nuevos estilos musicales, examinar manuscritos, innovadoras prácticas culturales, teorización de la percepción, cambios de estructuras de armonización, melodía, ritmo y formas, entre otras variantes.

A su vez, Fernando García -en paralelo a sus estudios musicales- sobresalía como un excelente trombonista de la Orquesta Sinfónica de Profesores del Ministerio de Educación (1958 a 1960) y participaría activamente como tenor en el Coro de la Universidad de Chile (1961 a 1963)(7). Es significativo mencionar que durante toda la década del 60’, García Arancibia se perfeccionaba cada vez hasta convertirse en un músico por excelencia en las distintas entidades que promovieron la profesionalización de la música chilena, desde la Sociedad Bach en adelante.

Cantata América Insurrecta, obra magna de Fernando García fue estrenada en el Teatro Astor en el año 1962 en los conciertos sinfónicos del VIII Festival de Música Chilena. La obra obtuvo una mención honrosa. Sin embargo, recibió el Premio de la Municipalidad de Santiago y del Taller 60 como la mejor obra chilena del año. Cantata América Insurrecta es una cantata de los poemas del Canto General (1950) de Pablo Neruda; interpretada en orquesta, coro y narración(8).

En dicho concierto, la obra fue dirigida por Víctor Tevah, junto al Coro de la Universidad de Chile (dirigido por Marco Dusi), más la actuación de Hernán Wurth como narrador. Todos dieron los mejor de sí, tanto en su carácter heroico, recitativo y con gran predominio en la orquestación(9). Rápidamente el público comenzó a manifestarse de una forma muy ideologizada y politizada, al escucharse “¡Que se vaya a Cuba!”; otros aplaudieron con más ímpetu. A pesar de que la obra cumplía a la perfección con lo culto y lo clásico, las percepciones de “ciertos críticos” escribieron opiniones y comentarios referidos de que Cantata América Insurrecta es un llamado “a la Revolución”, tanto por su contenido social y latinoamericanista(10). En efecto, las polémicas que se dieron en la prensa y en los círculos intelectuales propios de la música, el nombre de Fernando García Arancibia hizo renombre, tal como le ocurrió a Richard Wagner o Ígor Stravinski en sus épocas. Pasados los años, llegaría el 11 de septiembre de 1973, y el selecto y reconocido músico partiría al exilio, tal como otros tantos genios de la música nacional y Latinoamérica.

En un comienzo, con destino a Honduras, por excepcionalidad de la vida o por los designios divinos, Fernando García aterrizaría primero Perú -por una escala-. En la explanada del aeropuerto, un músico admirador de la obra de García Arancibia hizo lo absolutamente necesario para que le otorgaran el asilo político correspondiente(11). Y así fue, como Fernando García abrazaría el Perú entre los años 1973 a 1979. Los hermanos peruanos comenzarían a profesionalizar aún más su propia historia musical. En este país hermano, García Arancibia junto a César Bolaños, Alida Salazar y Josafat Roel Pineda, elaboraron una intervención y realización del Mapa de los instrumentos musicales de uso popular en el Perú (1978). En dicha obra, se escudriñó la riqueza organográfica peruana, tanto folclórica como indígena, como también los escritos de organología musical peruana, colonial, tradicional y electroacústica(12). El libro sería considerado a nuestro tiempo como un baluarte enciclopédico ilustrado para Perú y Latinoamérica.

Posteriormente, García Arancibia partiría a Cuba (como una profecía cumplida en el Teatro Astor en 1962). En la isla cubana, entre los años 1979 a 1989, el músico chileno publicó escritos sobre los concursos de musicología que se efectuaban en La Habana, “La Casa de las Américas”, como un diario de vida de las relaciones entre los compositores cubanos y el ballet, los ciclos de los conciertos, experiencias en el Festival Internacional de Arte Lírico(13), y otras temáticas en general. Todas estas obras, observadas y vivenciadas por García Arancibia serían publicadas en los años 90’, teniéndose un conocimiento auténtico para la música chilena y latinoamericana.

Fernando García retornaría a su Chile en 1990, pero a un país muy diferente a la percepción real de los años 40’ y los años 70’. Modestamente, y con motivación, retomó sus actividades en la Facultad de Artes, dictando cátedras en: Análisis, Teoría, Historia de la Música y Musicología; además de investigación y la creación artística(14), como también editor asociado de las entradas sobre Chile en el monumental Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana (2002)(15). Así, las competencias académicas de Fernando García, año tras año, iban ilustrando cada vez más a las nuevas generaciones, principalmente a quienes se dedicarían exclusivamente a la Pedagogía, tanto por vocación humana y por vocación espiritual de las Artes Musicales.

La lucha desde el arte y las aulas
“Adelante, Maestro”, fueron las primeras palabras que me dirigió el maestro Fernando García, mucho tiempo antes de ser su estudiante en la cátedra de “Música en Chile y América”. El contexto de dicha frase: encontrarnos en el ascensor de la Faculta de Artes de la Universidad de Chile. Un señor alto y delgado, cabello gris, siempre bien erguido y elegante, por otro lado, inmensamente respetuoso y hasta humilde. De formas muy ceremoniosas, solía tratar de “maestro” a todos y tomar un poco a la broma que lo llamasen maestro a él.

De ideales políticos muy marcados, en aquella época solía participar en todas las actividades relacionadas con los movimientos estudiantiles a las que era invitado y siempre mostrar su irrestricto apoyo, tanto desde el discurso como de las acciones que le permitía su avanzada edad (más de 70 años). Militante del Partido Comunista de Chile (PC), lo hacía notar no solo en palabras, sino también en su forma de ver la sociedad y de actuar frente a las diversas movilizaciones que ocurrían en la década de los 2000’, manteniéndose siempre con los estudiantes de la Facultad en estado de alerta.

Durante el año 2005 me correspondió tomar la asignatura de “Música en Chile y América” con don Fernando, una clase muy poco concurrida, principalmente por el horario (viernes a las 08:30 horas.), pero también porque era la tónica de las asignaturas “teóricas”, dado que muchos, sobre todo estudiantes de interpretación musical, las consideraban poco relevantes. Muy por el contrario, yo pertenecía a un grupo al que nos parecía de las más importantes, y la razón era precisamente el maestro. Dicha cátedra era un recorrido por la historia de la música chilena y latinoamericana, centrada en sus personajes más importantes y sus distintas etapas desde la América Nativa hasta el siglo XX. Si bien era una cátedra sobre música, también se hablaba del arte en general, así como de los contextos políticos y sociales de cada etapa. Su foco estaba en el desarrollo de la música chilena, pero no solo en el ámbito estético sino también en las políticas públicas que propendieron al dicho desarrollo, como a sus principales promotores, entre ellos: la Sociedad Bach, el Grupo de los 10, el Instituto de Extensión Musical, el Teatro Municipal de Santiago, y otros.

Si bien su visión pretendía ser bastante objetiva y argumentada en los hechos, igualmente se podía leer entre líneas una nostalgia oculta tras el entusiasmo con que se refería a épocas y personajes del pasado. Tanto en la forma en que se refería a las tertulias de la alta sociedad del siglo XIX en la casa de doña Isidora Zegers o las décadas de 1920 y 1930 con los inicios de la Sociedad Bach, los albores de la “Revista Musical Chilena” en la década de 1940 o como la época dorada de la década de 1960, entre otras. Las describía como épocas de construcción y de auge de un Chile floreciente, el que vio desaparecer luego de ese fatídico día en que “me gané la beca Pinochet”, solía decir, bromeando sobre su exilio.

Durante sus pocas referencias a aquella época, hacía notar su tristeza debido a todo lo vivido, pero también su profundo agradecimiento respecto de la acogida que le fue dada en Perú y en Cuba, haciendo presente el haber aprendido mucho y haber logrado avanzar en su carrera. A pesar de todo el dolor del destierro, parecía aceptarlo como una etapa más en su vida, y hasta daba la sensación de que le dolía más lo que le pasó a Chile por los efectos de la dictadura, que lo que le sucedió a él mismo. Lamentaba mucho los grandes retrocesos sociales que vivió nuestro país en esos años, como también en el ámbito cultural y específicamente en el musical, asimismo añoraba a todas las personas que conoció y que habían desaparecido, es decir, víctimas de las violaciones a los derechos humanos producidas durante la dictadura.

En cada palabra que pronunciaba en sus clases -siempre apoyado por su legendaria libreta de apuntes- dejaba entrever, no solo su profundo conocimiento (en muchos casos vivencial) de aquello que enseñaba, sino también invitaba a luchar por reconstruir las antiguas glorias de la música docta chilena. Expresaba una mirada muy crítica a los sistemas actuales para el de financiamiento de la música, como el “FONDART”, por considerar que más bien apoyaban un arte comercial y no una creación artística innovadora y libre. Siempre apuntaba a que la música popular se financia a sí misma, por estar enfocada a las grandes masas, en cambio la música docta requiere de financiamiento estatal, puesto que es un tipo de creación que persigue estar a la vanguardia y, por tanto, es una música de nichos. Más bien se planteaba como partidario de recuperar un sistema de financiamiento de la creación musical, tal como la Ley 6.696 (publicada el 11 de octubre de 1940)(16), con fondos fijos y un organismo (el extinto “Instituto de extensión musical”) que otorgaba dicho financiamiento, teniendo en cuenta las necesidades propias de la creación, y no del mercado.

En cierto modo su propia obra musical vivía en una paradoja; en la cual, el grupo social al que apuntaba -aquellos que disfrutan de la música docta y la “alta cultura”- muchas veces no estaba de acuerdo con su contenido más bien social y proletario. Por otro lado, el mundo social -en su mayoría sin el bagaje cultural necesario para comprender este tipo de música-difícilmente llegaría a gustar de las disonantes y complejas sonoridades de su obra. Ese es el sello del maestro Fernando García, ser uno de los primeros músicos doctos chilenos que llegó a involucrarse profundamente con los problemas sociales, en una época en que la música docta apuntaba a un perfil de persona más bien conservadora, intentando (quien sabe) también concientizar las problemáticas de la clase obrera, a grupos a los que, las enormes brechas sociales les nublaba la visión de la realidad.

En este sentido, el maestro Fernando García pasará a la historia como un compositor valiente y vanguardista que no tuvo miedo hablar de lo que realmente creía y a exponer su visión de la sociedad, al tiempo de ser una persona comprometida con su entorno, con los estudiantes a quienes educaba, como con la clase trabajadora y los más vulnerables. Si bien siempre se mostró humilde respecto de su propia obra musical, la porfía de mantener y profundizar tanto su estética como su ética, a pesar de las críticas, le hacen merecedor del más profundo respeto y admiración.

Como profesor he intentado(17), siempre, responder a su llamado y a su profunda creencia de que la música docta debe abrirse a toda la comunidad, a través de la educación, la difusión y la construcción de una sociedad en la que muchos puedan disfrutar de la diversidad de las manifestaciones culturales de un país, y de un continente que tiene mucho para aportar al mundo. Estamos seguro, de que todos quienes disfrutábamos de sus lecciones, nos llevamos grabada la idea de crear un mundo en que la música llegue a los rincones más apartados de la sociedad, sin prejuicios ni distinciones sociales.

A modo de conclusión
El camino a la eternidad de Fernando García Arancibia está muy relacionado a otros grandes músicos chilenos, tales como Luis Advis o Vicente Bianchi. Y esto, se debe a que sus estudios y reflexiones siempre estuvieron presentes en la preocupación y ocupación de su pensar musical. Este proceder, sitúa a Fernando García como una figura icónica por el desarrollo de la historia musical de nuestro país, como también de Latinoamérica. Y prueba de ello, son sus obras.

En dedicaciones de García Arancibia, estuvieron orientadas, por una parte, como músico selecto formado por la Universidad de Chile; y como testimonio vivo del paradigma musical que experimentó Chile desde 1940 a 1973. Así lo demuestran sus dos magnas obras: Cantata América insurrecta (1962), inspirada en el Canto General de Pablo Neruda, y como editor del Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana (2002).

Sus investigaciones y sus obras musicales -en sus distintas variantes-, pueden ser consideradas en el paradigma de la historia de formación y profesional de la música chilena. Sus obras musicales y en sus escritos históricos y reflexivos traspasarían las fronteras, y serían materias de estudios en otras localidades del mundo, pero –particularmente- en el continente latinoamericano; lo cual, pese a nuestras diferencias, la música en cierta medida nos une mediante la armonización del sentir humano. Por lo tanto, estas y otras atribuciones positivas de Fernando García Arancibia le fueron concedidas para obtener el Premio Nacional de Artes Musicales de Chile (2002).

García Arancibia, como un músico icónico de nuestro país, mencionó a la hora de recibir el galardón: «Yo quiero agradecer al jurado la gentileza que han tenido de darme este premio y a mí, de alguna manera, me sorprende el premio porque creo que hay un conjunto de personas dedicadas a la música en este país que son tal vez mejores que yo, si es que soy bueno»(18). Dichas palabras, con un gesto de humildad y transversalidad al reconocimiento de otros músicos, nos hace pensar en una labor creadora, lo cual evoca una sencillez humana, y más completa; cuya perspectiva es la acción valórica y espiritual de toda persona que se dedica a las artes musicales.

Finalmente, el Maestro Fernando García Arancibia es recordado como un compositor valiente y vanguardista con una profunda ética y compromiso social, que no temió expresar su visión ni en su música ni en su enseñanza. Su legado para sus estudiantes es el llamado a luchar por reconstruir la música docta chilena y trabajar para que la música y la cultura lleguen a toda la comunidad sin distinciones sociales, y con una alta dignidad humana.

Francisco Díaz Céspedes
Artículo publicado el 01/10/2025

Bibliografía
García, A.: “Enrique Arancibia, músico desconocido”.  Revista Musical Chilena (s.f.).
Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”. Revista. Musical Chilena, vol.57, n.200, 2003.
Merino, L.: «Roberto Falabella Correa (1926-1958): el hombre, el artista y su compromiso», RMCh, XXVII/121-122 (enero-junio), 1973.
Páginas webs
https://2018.festivallatinoamericanodemusica.org/artista7202.html?id=472
https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/fernando-garcia-arancibia
https://www.youtube.com/watch?v=6VEfgKbil94
extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://guiauditiva.uc.cl/obras/Garcia.pdf
                      
Notas
(1) Cf. Merino, L.: «Roberto Falabella Correa (1926-1958): el hombre, el artista y su compromiso», RMCh, XXVII/121-122 (enero-junio), 1973, pp. 45-112.
(2) Cf. García, A.: “Enrique Arancibia, músico desconocido”.  Revista Musical Chilena (s.f.), pp. 5-6.
(3) Cf. Entrevista en Radio Cooperativa. Véase en https://www.youtube.com/watch?v=6VEfgKbil94
(4) Cf. https://2018.festivallatinoamericanodemusica.org/artista7202.html?id=472
(5) Óp. Cit. Entrevista en Radio Cooperativa. Véase en https://www.youtube.com/watch?v=6VEfgKbil94
(6) Cf. Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”. Revista. Musical Chilena, vol.57, n.200, 2003, pp.11-12.
(7) Cf. Óp. Cit. Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”…, pp. 11-12.
(8) Cf. Guía auditiva de música chilena del siglo XX, p. 1. Véase en chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://guiauditiva.uc.cl/obras/Garcia.pdf
(9) Cf. Ibídem.
(10) Cf. Óp. Cit. Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”…, pp. 11-12.
(11) Cf. Óp. Cit. Entrevista en Radio Cooperativa. Véase en https://www.youtube.com/watch?v=6VEfgKbil94
(12) Cf. Óp. Cit. Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”…, pp. 12-13.
(13) Cf. Ibídem.
(14) Cf. https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/fernando-garcia-arancibia
(15) Cf. Óp. Cit. Merino, L.: “Fernando García Arancibia, artista ciudadano”…, p. 13.
(16) Cf. https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=25381
(17) La lucha desde el arte y las aulas. Es un escrito del Profesor Adolfo Ramos A., quien fue estudiante del maestro Fernando García Arancibia en la Universidad de Chile.
(18) Óp. Cit. https://uchile.cl/presentacion/historia/grandes-figuras/premios-nacionales/musica/fernando-garcia-arancibia

 

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