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El poder de facto y de jure en Chile

por Jaime Vieyra-Poseck
Artículo publicado el 22/04/2004

Publicado también en Primera Línea (La Nación)

 

En el Chile posdictadura hay una fuerza silenciosa que cogobierna en la sombra. Es el Poder de facto (con P mayúscula) lleno de polio: un monopolio que tiende al oligopolio y éste a un duopolio. Comencemos por el primero. Para nadie en Chile es desconocida la enorme concentración económica. Esto no es nuevo, pero ha crecido exponencialmente desde la implementación de la escuela económica neoliberal en Chile a mediados de los años 70 del siglo pasado. Tampoco es desconocido el secretismo de este poder, convertido es una auténtica cofradía antitransparencia. No existe competencia ni libertad emprendedora, pero la defienden cada día. Es decir, el aparato económico chilena que ya sufría de una concentración económica endémica, con el neoliberalismo no ha hecho más que crecer y consolidarse. La libertad de competencia y de diversidad económicas es el motor de una economía que se reproduce y crece en forma sana. Lamentablemente, no es el caso en Chile.

A pesar de la poca transparencia de esta cofradía económica chilena, tenemos un dato que ilustra cabalmente esta concentración de poder económico (y, por tanto, político): los miembros de la Sociedad de Fomento Febril (SOFOFA), que es la asociación gremial de las empresas del sector industrial , sus miembros sostienen el 30% del PIB chileno. Este poderoso gremio no tiene ni una propuesta de economía pro-competencia, ni pro-sostenibilidad y sustentabilidad, como tampoco ofrecen nada ni son proactivos para hacer efectiva la movilidad social. La concentración económica sólo dinamiza la autocracia económica y, por tanto, política-;atenta contra el desarrollo económico al minimizar una competencia real que dinamiza y enriquece el proceso económico. El oligopolio económico es una barrera para el desarrollo económico ya que mutila la competencia, la diversificación económica y la transparencia, todos elementos necesarios para que el mercado sea realmente un mercado. Esta autocracia interna la expanden a toda la sociedad a la que sientes como sus súbditos los cuales deben pleitesía ya que se sienten con el poder de financiar la vida de toda la población: el poder autocrático interno lo socializan a nivel país. Con esta autocracia orgánica se corrompe a la clase política para construir una legislación que favorezca sus intereses, y se organiza la colusión estructural en forma casi natural.

Uno de los padres del neoliberalismo, Milton Friedman, siempre afirmó que los más grandes enemigos del mercado y de las cualidades meritocráticas, son los propios empresarios que, mientras hablan un día sí y el otro también de la necesaria libertad de competencia en los mercados, a la hora de la verdad sólo buscan sus propios beneficios en detrimento de la competencia y de la transparencia económicas. La concentración del poder económico autócrata trae desigualdad social y la desigualdad trae conflictos sociales, los que a su vez crea las condiciones perfectas para la instalación de una gobernabilidad autócrata.

El otro polio, también oligopólico, es el duopolio comunicacional en Chile, El Mercurio S.A.P. y el Consorcio Periodístico Sociedad Anónima (COPESA)¹. Este duopolio ha instalado una suerte de autocracia periodística repleta de intolerancia ideológica y política que, en rigor, provoca una libertad de expresión anormalizada al eclipsar la pluralidad de líneas editoriales, convirtiéndose, demasiadas veces, en auténticos decanos de la parcialidad y del tratamiento sesgado de las ideas. Esta duopolización de las comunicaciones periodísticas lacera en buena medida el debate fuera de las élites y, si no hay debate ciudadano tan masivo como democrático, no hay libertad de expresión plena y participativa como sí sucede en una democracia desarrollada y consolidada con unos medios de comunicación con líneas editoriales diversificadas.

Pero en democracia es legítima la visión de la realidad que plasma diariamente este duopolio comunicacional. La amenaza a la democracia comunicacional y a la libertad de expresión que produce este duopolio mediático, no es la línea editorial ultraconservadora de la idea-única con que nos abruma cada día, sino el gigantesco déficit de otras propuestas periodísticas con diversas líneas editoriales y en todos los formatos, (casi) imposibles de materializar por el poder omnímodo de las fuentes de financiación ―básicamente la publicidad― que canaliza casi en su totalidad el duopolio en concomitancia con el poder económico-financiero oligopólico, a los cuales defiende sus intereses corporativistas. Un círculo de poder que se parece mucho a un bunker tanto económico como ideológico.

Lamentablemente, hemos asistido en las últimas décadas a la muerte de casi todos los medios de comunicación físicos independientes como una terrible condena sintomática: que no es posible una propuesta editorial pluralista, imparcial, crítica y autocrítica o neutral, independiente y no sesgada en Chile. La mayoría de estos medios no han podido continuar porque los grandes conglomerados económicos les han negado la publicidad para financiarse, la que monopoliza el duopolio, teniendo un efecto en todo sentido pero más político, devastador.

El llamado decano de la prensa chilena y de este duopolio, el periódico El Mercurio (fundado el 12 de septiembre de 1827), es el representante más genuino del ultraconservadurismo criollo. Este periódico, sin duda de mucha calidad en varios aspectos, levanta ampollas cada día con su línea editorial desbordada de la parcialidad más ruda. Además, El Mercurio tiene un soberbio y excedido historial de faltas a la verdad con cúspides antes y durante la dictadura cívico-militar (1973-1990)*. El Mercurio ha silenciado ―y con ello, defendido― en forma sistemática la violación de los derechos humanos más fundamentales, como el de la vida, ocultando los crímenes de lesa humanidad cometidos en dictadura.

Pero este temerario historial, paradójicamente, no ha impedido que este duopolio mediático, con el decano a la cabeza, continúe en la primera línea comunicacional, sin apenas fisuras. Desdichadamente, esta técnica mediática depredadora, acierta: cuanto mayor información monolítica, monotemática, parcial, sesgada y, muchas veces, con la mentira literal sistemática, mejor será su asimilación ya que la repetición ad infinitum de esta técnica hace lo sesgado y/o la mentira, incuestionables: se normaliza el sesgo, la parcialidad y, demasiadas veces, la mentira sistemática como estrategia tanto periodística como política se internaliza como lo normal. Chile necesita urgentemente de más medios de comunicación, en todos los formatos y no sólo digitales, que tengan una línea editorial soberanos, que siempre estén en la oposición, independientemente de quien ocupe el poder de turno. Sólo podremos calificarnos como una democracia con libertad real de expresión cuando exista diversidad plena de líneas editoriales, en todos los formatos y en forma masiva; sólo entonces seremos una democracia consolidada y desarrollada. Y no una democracia con muy pocos demócratas en los medios de comunicación.

En consecuencia, el poder oligopólico económico-financiero**, fanáticamente pinochetista y enteramente comprometido con la herencia de la dictadura, unido al duopolio comunicacional, que difunde su narrativa, son un Poder de facto de tal proporción que cogobierna siempre en la sombra. El Poder, con P mayúscula, es el de facto, mientras el poder de jure, son los partidos políticos de derecha que fueron la base política de la dictadura y que en realidad defiende principalmente los intereses de esta, si bien una pequeña élite económico-financiero, tiene un gigantesco poder de facto que funciona en detrimento de las grandes mayorías.

Jaime Vieyra-Poseck

¹ Oligopolio de dos cabezas
El Mercurio S.A.P
, es propietario directo de: El Mercurio de Santiago (1900, distribución nacional (DN)); Las Últimas Noticias (1902, DN); La Segunda (1931, vespertino de distribución en regiones V, RM y VI); HoyxHoy (2012, matutino de distribución gratuita en RM); EMOL (Portal de internet). Tiene las siguientes sociedades filiales: Empresa El Mercurio de Valparaíso S.A. (Regiones V y Metropolitana) de la cual pertenecen: El Mercurio de Valparaíso (1827); La Estrella de Valparaíso (1921); El Líder de San Antonio (1995); El Líder de Melipilla (2002). Empresa Periodística El Norte S.A. (Regiones XV, I, II y III) de la cual pertenecen: El Mercurio de Antofagasta (1906); La Estrella de Tocopilla (1924)); La Estrella de Iquique (1966); La Estrella del Norte (1966); El Mercurio de Calama (1968); La Estrella de Arica (1976); La Estrella del Loa (1989); El Diario de Atacama (1970); La Estrella del Huasco (2006); Revista Norte Minero (1998). Sociedad Periodística Araucanía S.A. (regiones VIII a X) de la cual pertenecen: El Llanquihue (1885); El Diario Austral de Temuco (1916); El Diario Austral de Osorno; La Estrella de Chiloé (2003). Diario El Sur S.A. (VIII Región) de la cual pertenecen: El Sur (1882); La Estrella de Concepción (1995); Crónica Chillán (2008). Emisoras Digital FM y Positiva FM. TV ZAP, TVDigital.
Consorcio Periodístico de Chile S.A (COPESA), es propietario directo de: La Tercera (Distribución nacional, (DN); La Cuarta (DN); El Diario de Concepción (Distribución Regional); La Hora (DN);Pulso (DN). Revistas. Qué Pasa (DN); Paula (DN). Radioemisoras (DN). Duna; Carolina; Radio Beethoven; Radio Zero; Paula FM, Radio Disney. Canal de televisión. Más Canal 22(pagado). Sitios web. Zoom Automotriz; Zoom Inmobiliario; Laborum; Promo Service; Biut; Agrupemonos; Glamorama; Promo Service; Meta, Qué Pasa Minería.
* Este historial condujo a su dueño, Agustín Edwards, a ser expulsado en mayo de 2015 del Colegio de Periodistas de Chile por un fallo de su Tribunal de Ética después de que los documentos desclasificados de la Central Intelligence Agency (CIA) de EE. UU. mostraran la financiación y encubrimiento, pagado con una cascada de dólares, del Mercurio en la operación de sedición que gestó e incubó el golpe de Estado en 1973. La marca y sello de este duopolio mediático y su historia de apoyo durante diecisiete años y medio al gobierno de facto, es una verdadera cátedra de todo lo que no se debe hacer en periodismo ético e investigativo, si se quiere tener credibilidad y legitimidad reales.
** Los conglomerados económico-financieros más poderosos de Chile, se componen de cuatro apellidos de las familias más ricas del país: el grupo Luksic, con activos de más de US$ 36,405 millones, es dueño, principalmente, del Banco de Chile, Antofagasta Minerals y Madeco; el grupo Angelini, con activos de más de más de US$ 18,385, es dueño, entre otras propiedades, de Copec; el Grupo Solari, con activos de más de US$ 10,391, es dueño de Falabella, SACI, Club Hípico e Hipódromo, y el grupo Cueto, dueño de Lam, cuenta con más de US$ 11, 948. Estos cuatro conglomerados están presentes, dominando, todas las esferas de la economía y las finanzas, prácticamente sin competencia, lo que conforma un sistema oligopólico; es decir, un mercado disfuncional porque se inhibe la sana competencia que debe tener un auténtico mercado para poder desarrollarse y ser inclusivo.
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