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La RAE cumple 300 años.

por Marcelo Coddou
Artículo publicado el 15/03/2013

I
“…de las Academias/ ¡líbranos, Señor!” exclamaba Darío en su “Letanía de nuestro señor Don Quijote”. Valle-Inclán, a quien la Academia nunca estuvo dispuesto a aceptar a causa de sus “rarezas”, de su libertad de expresión y de opinión, retomaría la misma posición y afirmaría, desafiante: “¿Ir a la Academia, convertirse en limpiadores, fijadores y lustradores del idioma, los que conociéndolo, vamos deliberadamente contra sus cánones y sus leyes…? ¡Absurdo!”.

Institución discutida y, como vemos, hasta por muy notables escritores de la lengua, conserva no obstante prestigio inmenso entre todos los amantes de la llamada pureza del idioma. Por 300 años la Real Academia Española, RAE, ha continuado en su labor de limpiar, fijar y dar esplendor —como reza su lema— a la lengua española. Su misión fundamental —no exclusiva— ha sido decidir qué términos merecen entrar en el Diccionario.

Todo esto ocurre en el presente en un solemne y elegante edificio, a escasos metros del Museo del Prado, en el madrileño barrio de los Jerónimos, que fue inaugurado en 1894, cuando la RAE ya había estado funcionado por 181 años. La primera sede de la institución fue la propia casa de su fundador, Juan Manuel Fernández Pacheco, Marqués de Villena. Fue él quien proyectó, en la segunda mitad del XVIII, una corporación similar a las existentes en Francia e Italia, en que un grupo de sabios velaban por la integridad de sus lenguas.

El 3 de agosto de 1713 se celebró la primera sesión, con el propósito de fijar las voces y los vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza. Al año siguiente Felipe V la puso bajo su “amparo y real protección”. Su misión principal –la misma de ahora, tres siglos después–: elaborar un diccionario. El primero de sus tomos se publicaría en 1726, bajo el título Diccionario de Autoridades. Es que, en efecto, las definiciones de las palabras citaban ejemplos tomados de grandes escritores. A poco andar las nacientes repúblicas hispanoamericanas establecieron academias correspondientes a la peninsular, consolidando así la lengua como la “patria común” del mundo hispano.

Vargas Llosa, en lo que iba a ser el “V Congreso Internacional de la Lengua Española”, organizado para celebrarse en el 2010 en Valparaíso, Chile –y que pasaria a ser virtual a causa del devastador terremoto de ese año que asolaría gran parte del país—para su discurso inaugural había escrito, con esa lucidez tan suya: “Una lengua es mucho más que un sistema convencional de expresiones que permite entenderse a los miembros de una colectividad. Es, sobre todo, una manera de ser y de pensar, de soñar e imaginar, de sentir y de amar”. Precisamente preservar la lengua española, en todas sus variantes nacionales, constituye el propósito último de la RAE madrileña y sus correspondientes hispanoamericanas.

No hace mucho, su actual Director, el notable especialista en filología y fonética, don José Manuel Blecua, reconocería que, a lo largo de su historia, la RAE “ha tenido épocas en las que ha descuidado sus obras. Pasaron 50 años sin actualizar la Gramática. La más reciente también tardó mucho: desde 1973, en que salió el esbozo, hasta el 2009 en que se publicó”. Y señalaba lo mucho que falta para que todas las obras estén armonizadas, para “que el Diccionario, la Ortografía y la Gramática vayan de la mano”.

Es sabido: la obra principal, o de más uso, su Diccionario, nunca ha dejado de estar sometido a controversias: ¿el español peninsular debe prevalecer sobre el que está en uso en los otros países hispanoparlantes? ¿Por qué se aceptan algunas palabras y no otras? ¿Por qué hay definiciones que se establecen como válidas y no otras diversas? Dentro de lo muy discutido y discutible está el rechazo de acepciones que pueden estimarse hirientes para la actual sensibilidad social: la RAE ha procurado eliminar referencias inoportunas a raza, sexo y género, “pero sin ocultar arbitrariamente los usos reales de la lengua”, según se indica en el prólogo de la obra.

Hay proyectos conjuntos con las Academias correspondientes de la RAE en los países hispanoamericanos. P.ej. el Diccionario de Americanismos, colaboración consolidada con la realización de Congresos Internacionales de la Lengua Española: 1992 en Sevilla, 1997 en Zacatecas, México, etc. y ya se trabaja en la preparación del 6 *en Panamá. El Prof. Blecua ha afirmado que” el objetivo principal de estos eventos es dar seguridad a los hablantes [sic]”. Con ello quiere decirse: que reconozcan que su lengua es muy importante, que miles de medios de comunicación la utilizan cada dia, que escritores y politicos se reúmem para reflexionar y discutir en una dimensión transnacional hispánica.

En el Segundo de esos congresos, el de Zacatecas, García Márquez propondría, en encendido tono, que “la ortografía debería jubilarse”. Tres años después de tal exhorto la RAE realizaría una audaz reforma ortográfica. En el 2010 la “I griega” es también la “ýe”. Solo y guion dejan de llevar tilde, etc.

II
¿Quiénes son los académicos? Dominan –han dominado siempre—los hombres pulcros, de buenas maneras, que proceden fundamentalmente de las artes y las ciencias: filólogos, escritores, linguistas, historiadores, filósofos, pero también hay psicólogos, arquitectos, abogados, médicos. Tan solo en 1978 se eligió, por primera vez, a una mujer como académica: la escritora Carmen Conde (1907-1996). En el presente hay seis mujeres académicas.

Los académicos son 46 y se reúnen en sesión plenaria los jueves, en horario estricto. Trabajan distribuídos en 14 comisiones, elaborando propuestas que serán estudiadas y discutidas con rigor sumo antes de ser aprobadas. Los académicos se eligen tras la muerte de alguno de ellos. En grupos de tres proponen a alguien, se consideran escrupulosamente sus méritos y, tras votación secreta, se elige al seleccionado, haciendo público de inmediato su nombre. El académico electo pasa a ser “académico de número”, ocupando el sillón con la letra del sillón que le corresponda (mayúscula o minúscula), el día en que lea su discurso de ingreso en el Salón deActos, que es cuando el Director le impone una medalla con el escudo de la Academia.

En la, así llamada, Biblioteca de Académicos, compuesta por unos 35.000 libros, se conservan los seis tomos del primer Diccionario publicado por la RAE. Otros tesoros incluyen más de 2.000 manuscritos de autores que van desde Lope de Vega a Pablo Neruda. En la Biblioteca Dámaso Alonso está toda la correspondencia del poeta y filólogo con los escritores dela Generación del 27 y los exiliados republicanos.

La RAE celebrará sus 300 años de existencia con varios actos importantes. Sin duda el de más impacto será la publicación, en el 2014, de la nueva edición en papel del Diccionario. Además se digitalizarán todas las actas de las sesiones de la ilustre institución. El próximo otoño se abrirá al público, en la Biblioteca Nacional, una exposición titulada La Lengua y la Palabra. Se está preparando también un simposio sobre Los Diccionarios en la Era Digital, a partir del reconocimiento de que ahora es lógico pensar en el futuro del Diccionario como libro. Ya para el 2015 la RAE está pensando en publicar un microdiccionario al estilo del Oxford, con unos 22.000 términos: diccionario básico, útil, p.ej., a los estudiantes de español como segunda lengua, cuyo número se acrecienta, dramáticamente, de año a año. Proyecto de vieja data y al que se le quiere dar realización pronto es la composición de un Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua , herramienta fundamental para entender los textos antiguos. Se sabe que los encargados de la “carpintería” de nuestro idioma y, así, de estructurar el Diccionario, la Gramática y la Ortografía de la lengua española, tienen ya un corpus de más de 52 millones de palabras y se piensa que, al terminar su recopilación, ésta podrá alcanzar a unos 170.000 lemas. En este diccionario histórico se podrán buscar las variaciones semánticas de las palabras en épocas diversas. P. ej.: ‘playa’. Antes (?) se decía ribera del mar. Luego se intentó introducir la voz francesa sabre o la catalane platja. Al final –vale decir, hasta ahora, por ahora—quedó playa. En ese mismo taller –al que estamos considerando—se ha elaborado también un canal de consultas en Twitter(@RAEinforma).

Mas la nueva edición del Diccionario –que se cerraría en Julio—es, según ya lo dijéramos, la próxima gran publicación de la RAE. Incorporará palabras –tras ser aprobadas por los Académicos, claro está–, como “funambulista”, “holliwoodense”, “serendipia” y –gran novedad—definiciones y términos relativos al flamenco, que hasta ahora han sido ignorados o mal enunciados. Entre mil ejemplos: bambera, toná, trilleras, mirabrás.

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