Para que en el vecindario lo vayan sabiendo, nosotros los chilenos hemos resuelto o estamos en vías de resolver todos nuestros problemas. Económicos, políticos, sociales, jurídicos, etcétera. Todos. No se nos escapa nada.
Qué cómo lo hicimos se preguntará usted. Mediante complejas reformas políticas tras acuerdos imposibles y difíciles programas de desarrollo sustentable con equidad…
No, no. Nada de eso. Esas cuestiones no llevan a ninguna parte, solo complican las cosas.
De hecho nosotros tratamos de aplicar esas utopías desde los tiempos de José Manuel Balmaceda —que por lo mismo se pegó un tiro en la cabeza en 1891— y hasta no hace mucho, con madame Bachelet. Pero no hubo caso. Al final nos aburrimos. Puro perder tiempo y dinero.
—Entiendo, pero en definitiva… ¿qué es lo que hicieron?
—Nada, como decía otro de nuestros ilustres ex presidentes -don Ramón Barros Luco- “solo hay dos clases de problemas: los que se resuelven solos y los que no tienen solución”.
—Ah, eso fue lo que hicieron. Acoger esas sabias palabras y cruzarse de brazos… me parece muy inteligente… bien pensado.
—¡No, no! O, bueno, sí; pero además empleamos nuestra imaginación y acervo cultural para modificar la realidad en nuestro favor.
—Disculpe que lo interrumpa, pero ¿es usted chilote que habla con ese cantito?
—No, no, yo nací y me crie en Tierra del Fuego y ya de grande se me ocurrió venirme para el Norte y desde entonces vivo en esta isla y se me han pegado algunos modismos…
—Entiendo, entiendo, continúe por favor.
—Bueno, como le decía, usamos la cabeza, y como somos buenos para la poesía —dos premios Nobel, modestia aparte— recurrimos al lenguaje. Le cambiamos el nombre a un par de cosas y san se acabó. Asunto solucionado.
Y ahora estamos de lo más contentos, tenemos todo prácticamente resuelto y nos estamos preparando —cuando termine la pandemia— para la segunda ola de inmigrantes. Tenemos harto trabajo para ofrecer: recolección de basura, carga y descarga de barcos y camiones, servicio doméstico, vendimia, chuzo, pala y picota, etcétera.
—Que notable. Siga por favor.
Y estas ideas no salieron de la nada, ni las inventamos nosotros. Directa o indirectamente se las debemos a Franz Joseph Gall, neuroanatomista alemán, quien hacia 1800 descubrió la Frenología, ciencia que describe como las distintas funciones mentales residen en áreas específicas del cerebro y como esto determina el comportamiento, lo que nos permitió desarrollar una metodología lingüística que nos está dando estupendos resultados.
—Muy interesante. ¿Me podría dar algún ejemplo para entenderlo mejor?
—Claro y no solo uno, múltiples ejemplos. Para empezar en este país se acabaron los viejos, los veteranos achacosos que estaban aumentando exponencialmente, con todos los inconvenientes para el sistema de pensiones y para la salud pública. Abuelitos deprimidos en sus casas o en un asilo mirando televisión, con lumbago, ciática y otros achaques.
—Eso se acabó. Ahora tenemos personas en la tercera edad disfrutando de sus años dorados… Y estamos felices. Yo me incluyo. Todos los días desayuno con leche fortificada que por cuenta del Estado me regalan en el consultorio. ¡Y estoy como tuna! Puedo hacer tiburones con una sola mano, como Silver Stallone.
—¡Fantástico..!
—Pero eso no es todo. Los numerosos problemas que nos abrumaban hasta hace pocos años ahora los abordamos como desafíos y nuevas oportunidades para ser felices. Y las cosas más difíciles ahora pueden ser complejas, pero perfectamente abordables.
—Los antiguos vagabundos que dormían bajo una ruma de cartones en la calle Portugal, frente a la Posta Central, ahora son ciudadanos que temporalmente están en situación de calle. Otro desafío, para ellos y para toda la comunidad. Y estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para ir en ayuda de esos compatriotas que lo están pasando mal. Y nos queda mucho por avanzar.
—Para darle otro ejemplo, de orden ético, en Chile se erradicó la mentira y solo rara vez algunas personas pueden faltar a la verdad. Pero en el 90% de los casos hablamos con la verdad y constantemente hacemos llamados a la comunidad para respetar esta norma.
—¡Increíble! Y muy loable.
—Así es amigo mío. Y puedo seguir dándole más y mejores ejemplos. Hemos erradicado también la pobreza. Nada más y nada menos, de Arica a Magallanes. Toda esa formidable masa de gente que moría de hambre en Chile, que vivía en campamentos miserables, otrora llamados Poblaciones Callampas, ahora son familias o grupos vulnerables que pueden acogerse a los distintos programas de asistencia social que ofrece el Estado, el que está haciendo un enorme esfuerzo, aunque aún tiene por delante un largo camino por recorrer. Para abordar este y otros desafíos estamos aplicando distintos protocolos que son constantemente monitoreados desde los ministerios correspondientes.
—Respecto de este tema, la pobreza, el llamado es a poner la pelota contra el piso y seguir trabajando fuertemente para ordenar la casa. La consigna es orden, aseo y mantenimiento. Después todo lo demás.
—Realmente lo encuentro asombroso…!
—Gracias, gracias. Agregar que también hemos desarrollado un plan robusto para mantenernos activos y motivados y reinventarnos constantemente, como lo está haciendo mucha gente que producto de la pandemia se ha quedado sin pega y, justamente, ha debido reinventarse para apuntalar el presupuesto familiar. Pero con seguridad de esta saldremos todos juntos y fortalecidos. Como se ha dicho hasta el cansancio, el llamado es a no bajar los brazos.
—Si pues, eso está muy bien.
—Y hay más. Incluso la finitud de la existencia, con toda su trágica carga filosófica; la pérdida de nuestros seres queridos que tanto nos afligía hasta hace no mucho; gente que fallecía sin pena ni gloria dejándonos a solas e inconsolables ha dejado de ser un asunto en este país. ¡No más difuntos ni sepelios!
Ahora lo entendimos, nuestros seres queridos ya no están con nosotros, lo que es muy lamentable, pero muy diferente. Estén donde estén, perfectamente pueden seguir disfrutando, al menos mientras conserven la nacionalidad chilena, que no hay ninguna razón ni manera de retirárselas.
—Muy interesante, muy interesante…! Los peruanos, argentinos y bolivianos deberíamos tratar de aprender de ustedes.
—Claro, mire, en realidad es muy sencillo. Todo es cuestión de mirar las cosas con la óptica adecuada y adoptar un lenguaje propositivo, por lo demás tenemos cursos on-line con precios muy competitivos. Resultados garantizados.
—Mire que bueno, tomo nota. ¿Oiga, don, y el dilema del desempleo, qué puede decirme al respecto?
—¿Desempleo? No, eso lo tenemos resuelto hace muchos años… allá por los 70, en los tiempos de mi General. Eso se “sentenció de oficio”, podríamos decir.
—Cómo así, me parece increíble… ¿Cómo se hizo eso? No tenía la menor idea.
—Muy fácil y de la única manera que puede resolverse ese problema: dándole trabajo a la gente.
—Si pues, tiene toda la razón, eso es precisamente lo que hay que hacer. Muy buena idea.
—Claro, le vinieron con las quejas a mi General, que mucha gente estaba cesante y quería trabajar.
—¡Denles pega! —fue su respuesta. Hombre pragmático, usted sabe, malas pulgas y de pocas palabras.
—¡A su orden mi General… La cuestión es dónde, mi General.
—En la administración pública. ¿Dónde más? Para qué vamos a estar complicándonos la vida.
—Lo que pasa mi General es que ya no quedan cupos. La administración pública está llena de funcionarios que, dicho sea de paso, no hacen mucho mi General.
—Ese no es el asunto, lo importante es que cobren su sueldo y se vayan tranquilos para la casa. Punto.
Y así no más fue. Ahí entraron a picar los famosos Chicago Boys, que habían estudiado en Estados Unidos y, con tal de contentar al jefe decidieron multiplicar por dos la administración pública, con el pretexto de la “regionalización”. Y todos contentos.
Dicho sea de paso, con esa sola frase “denles pega”, mi General dio el puntapié inicial a una verdadera revolución que a los rusos con su Socialismo Real no les resultó. Ellos procedieron a estatizar todo, en cambió en Chile privatizamos todo e incentivamos el emprendimiento. Pero si el pobre hombre o la señorita no tiene dedos para el piano, no sabe qué vender, se le da su peguita. Y no le quepa la menor duda que nuestra revolución será replicada sin necesidad que hagamos ninguna propaganda. Los hechos hablan por sí solos.
—¿Disculpe mi ignorancia, pero me podría explicar qué es lo que quiere decir con eso de la regionalización?
—No, nada; esa fue la cuestión que se ideó e hizo para crear más puestos de trabajo, de manera que toda esa gente que no podía poner una verdulería, un almacén o una botillería tuviera la opción de ingresar a la administración pública.
—Genial, muy buena idea. ¿Y la producción de bienes y servicios, agricultura, minería, etcétera?
—A no, eso quedó en manos de empresas extranjeras que tienen su propio capital, quieren y saben trabajar y de paso también dan trabajo. La cuestión siempre va ser buscar la solución más rentable. Sin complicarse. Y lógicamente usando bien la cabeza.
—Oiga don, pero ¿cómo fue eso de la regionalización?
—Eso es algo muy sencillo… como usted sabrá este país estaba subdividido políticamente en provincias —como todos los países del mundo por lo demás— pero lógicamente todas las decisiones se tomaban en la capital, en el Gobierno Central y finalmente en la persona del presidente de la República, como tiene que ser y como sigue ocurriendo hasta el día de hoy.
—Ya, se preguntará usted, pero ¿qué fue lo que se hizo?
—Muy simple. Se volvió a subdividir el país para duplicar la administración pública y de esta manera pudimos dar un trabajo formal y estable a miles de chilenos, de manera que ahora tenemos el Gobierno Central, los Gobiernos Regionales y Provinciales (se mantuvieron las provincias), los gobiernos comunales y últimamente estamos implementando otra subdivisión que llamamos Macro Zonas, además de los Distritos electorales, y creo que no sería una fantasía decir que al día de hoy tenemos una de las burocracias más frondosas y avanzadas del mundo. Y esta enorme planta funcionaria trabaja a las mil maravillas.
Le doy un ejemplo, supongamos que usted, como inmigrante haitiano o boliviano, o lo que sea, solicita o pretende solicitar un Certificado de Residencia Temporal. ¿A dónde se dirigirá? A la Intendencia Regional, a la Gobernación Provincial, al ministerio de Bienestar Social o a la Municipalidad correspondiente… La cuestión es que vaya donde vaya, también puede hacerlo “on line” por supuesto, se da por iniciado el trámite y todo el aparato del Estado se movilizará. Tres meses después le llegará una notificación informándole sobre los antecedentes que deberá adjuntar y usted puede estar seguro que, si no se rechaza su solicitud y cumple con los requisitos mínimos, recibirá su certificado en un plazo no superior a cuatro años, sin costo alguno para usted. Solo tiene que tener un poquito de paciencia. ¿Qué le parece?
—Una maravilla, que quiere que le diga.
—Así es, y más encima se le dio en el gusto a mucha gente de provincia que alegaba porque todas las decisiones se tomaban en Santiago. Bueno, eso continuó igual, pero mucha gente consiguió su peguita en la administración comunal, provincial, regional o distrital y quedó muy conforme. Aunque, usted sabe, siempre va a haber descontentos, gente que busca y encuentra problemas nunca falta, aquí y en la quebrada del ají. Eso uno tiene que tenerlo siempre presente.
Ahora, si usted es joven y no sabe en qué trabajar y no quiere pasarse toda la vida sentado frente a una pantalla, tiene la opción ingresar a las Fuerzas Armadas, a la Escuela Naval, a la Escuela Militar, a la Escuela de Aviación, a la Escuela de Carabineros o por último a Investigaciones, que es harto más entretenido que calentar el asiento en una oficina. Y podrá disfrutar de una vida más activa, con un salario mejor y al final de su carrera gozar de una jubilación privilegiada. ¿Qué le parece?
—Genial, una gran alternativa. ¿Y qué es lo que hacen ahí?
Nada, que van a hacer, para las elecciones el ejército envía unos cuantos conscriptos a cuidar los locales de votación y el 19 de septiembre tienen que saber desfilar para la Parada Militar en el Parque O’Higgins. Para eso ensayan el paso de parada todo el año. Aparte de eso la única obligación de los jóvenes es levantarse temprano, hacer la cama y gimnasia, todos los días. Muy saludable. Y después salir a trotar, cantando. Y lógicamente mantener sus botines bien lustrados. De paso aprenden a cerrar las puertas.
Por ahora no tenemos contemplado una nueva guerra con nuestros vecinos ni otro golpe de estado. Como le digo, el único inconveniente es que los obligan a madrugar.
No es barato para el Estado mantener a esa gran masa de personas toda la vida, pero peor y más caro sería entregarlos a la delincuencia. Y mantenerlos presos y ociosos, engordando en la cárcel pegados al teléfono.
—Extraordinario… Y, justamente, a propósito de la delincuencia, otra de las cuestiones que nosotros nunca hemos podido resolver es el narcotráfico y los narcotraficantes. Un verdadero flagelo.
—Ah, el narcotráfico… no, nosotros lo tenemos bajo control. Tenemos prohibidas solo las drogas más inofensivas, menos adictivas y de consumo marginal… mariguana, que nunca le ha hecho mal a nadie y cocaína, que te espanta la mona y te aprieta la mandíbula, pero que si usted saca la cuenta las consumen muy poca gente y son inofensivas. Las drogas duras y de venta masiva, el alcohol y el cigarrillo, las tenemos totalmente legalizadas y el Gobierno se lleva una buena tajada mediante impuestos para solventar la burocracia y de paso a gran parte de la población. Esa lección la aprendimos allá por los años 30, con el ejemplo de Estados Unidos, la Ley Seca, Eliot Ness, Al Capone y toda esa historia. Incluso en esta materia tenemos que seguir avanzando, legalizar todas las drogas y terminar con el mercado negro. Eso está frenado exclusivamente porque pasa por acuerdos internacionales que, usted sabe, son un dolor de cabeza.
—Oiga, yo sé que usted es un hombre ocupado y no quiero abusar de su tiempo, pero permítame una última preguntita. El tema medio ambiental, ¿qué pasa con eso?
—Mire, quiere que le diga la firme, ese desafío se lo estamos endosando a nuestros hijos y con suerte a los nietos, si es que logran sobrevivir. Esa es la pura y santa verdad. Aquí en Chile nadie quiere hacerse cargo de esta materia. Salvo una que otra persona. Yo conozco dos. Uno —primo mío incluso— está en un sanatorio. Lo tratan con mucho cariño e incluso le dan acceso a Facebook para que predique todo lo que quiera, pero nadie lo toma en cuenta.
El otro caso que podría mencionarle anda por las mismas, todo el mundo le dice que sí, pero —para qué le voy a decir una cosa por otra— nadie está dispuesto a sacrificarse, a darse el trabajo que eso significa. Separar sus desperdicios. Lo que la gente quiere es una tele más grande y un auto nuevo. Un camión en lo posible, acá en Chiloé. Y qué se puede hacer… darles en el gusto no más. Y la basura al basural, total nosotros no vamos a pagar los platos rotos.
Se puede ser idealista, pero no iluso. Para qué vamos a pedirle peras al Olmo.
Que tenga buena tarde.
3 comentarios
audaz analisis de la «indiosincracia» chilensis
Una crítica mordaz, de lectura amena y que apunta haciendo fama en el centro de la verdad.
Muy divertido, se acerca asombrosamente a la realidad a excepcion que ya somos muchos que ya no creemos el cuento, y estamos en otra frecuencia