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Notas sobre Charlie Hebdo

por María del Carmen Rosso
Artículo publicado el 22/01/2015

El ataque terrorista a la redacción de “Charlie Hebdo” en París puede ser leído como un ataque a la libertad de expresión pero no deberíamos dejarnos tentar por el reduccionismo que implica tal lectura.

La decana de la Facultad de periodismo de la Universidad de La Plata, Florencia Saintout, dijo que “los crímenes jamás tienen justificaciones pero sí tienen contextos”. En total acuerdo con ella, este artículo propone que el atentado en Paris amerita el total desprecio y la condena que todo acto de violencia genera y ninguna de las muertes está justificada, que quede claro eso, pero la historia no termina ahí. Y acuerdo con Saintout que pecamos de reduccionismo si así lo creemos.

Es real, hay un contexto que no se puede desconocer, el tema no es blanco y negro como quisiéramos verlo. No se trata, solamente, de dos o tres locos que salen a la calle a matar inocentes. Ellos son los malos y nosotros los hijos de Occidente, los buenos. Este análisis es maniqueo y no nos ayuda a resolver nada. La discusión se debería abrir hacia horizontes que excedan el único y exclusivo del ataque a la libertad de expresión. No nos hagamos ilusiones, como cualquier otro acontecimiento humano, éste en particular tampoco es fácil de resolver y de explicar.

Así lo expresa Ivone Bordelois, poeta y ensayista argentina, en el artículo “Otra mirada sobre Charlie Hebdo”, publicado en el diario “La Nación” del 10 de enero ppdo.: “En el aire enrarecido de un conflicto que va adquiriendo proporciones desmesuradas, debería haber algo más que el espacio destinado a sentenciar el fanatismo causante de la catástrofe.”

Por supuesto que no se puede justificar el terrorismo ya que acordamos con el lingüista norteamericano Noam Chomsky que “el terrorismo es una lacra, un cáncer desparramado por bárbaros, por degenerados, enemigos de la civilización misma.” Pero también acordamos con el mismo autor cuando dice que los terroristas son gente de origen árabe que Occidente entrenó para diversos fines y como ellos también tienen su propia agenda ahora apuntan sus armas hacia sus mentores y también apuntan hacia los regímenes corruptos que oprimen al mundo árabe apoyados militarmente por EE.UU a los que ellos quisieran reemplazar por estados islámicos. (cf. Chomksy 42/43) [1]

En la misma línea de pensamiento, el presidente iraní en su discurso ante la ONU en septiembre de 2014 comentado por el diario “La Nación” del día 25 de ese mes, afirma que: «Ciertos países ayudaron a crear el extremismo y ahora son incapaces de frenarlo. (…) Ciertas agencias de inteligencia han puesto espadas en manos de dementes de los que ahora nadie está a salvo.” También expresó que no se puede usar a esos grupos extremistas para oponerse a un estado «y permanecer inmune a las consecuencias».

Pretender que los árabes odian a Occidente porque representa la globalización, la democracia y el individualismo es para Chomsky la respuesta del que esconde la cabeza en la arena porque no intenta ver qué parte de responsabilidad real y no ficticia tiene cada uno en la situación actual. (cf. Chomsky 43)

El intelectual Edward Said de origen árabe-americano propone claramente en Cultura e Imperialismo (1994) que la idea debería ser “…ir más allá de la polaridad tan manoseada entre el este y el oeste y de manera inteligente y concreta intentar entender los procesos, muchas veces heterogéneos y hasta extraños, que han tenido y tienen lugar y que han sido eludidos o ignorados por muchos historiadores a nivel mundial. (cf. Said 55) [2]

En el artículo titulado “El racista liberal” publicado en el periódico inglés The Guardian el 26 de abril de 2009, Terry Eagleton, intelectual británico, sostiene que hay en la tradición del pensamiento liberal un legado de analizar juicios absolutos teniendo siempre en cuenta o tratando de permanecer abiertos y conscientes del contexto. Afirma que el liberal verdadero se siente en shock frente al terrorismo islámico pero también sabe de la humillación y el perjuicio a nivel de naciones que está en la base del mismo.

Como vemos, el tema no es fácil y las voces que se ocupan de él son múltiples y de diversos orígenes. Occidente clama justicia y llora a sus muertos y es natural que así sea pero desafortunadamente la historia como ya se dijo no termina ahí.

La pregunta que se impone es: ¿Dónde encaja la palabra “justicia” en todo este panorama? Me atrevo a decir que cada una de las partes tiene una idea totalmente diferente de lo justo y no es sin un tremendo esfuerzo que los líderes mundiales van a poder alcanzar consenso y encontrar una solución que todos sientan como equitativa.

Hacemos votos para que no tengamos que concluir junto con Trasímaco, sofista griego, que aquello a lo que se llama justicia es la forma de satisfacer los intereses de los que detentan el poder. Los poderosos hablan de justicia pero en verdad, lo único que quieren es reforzar y justificar su control sobre el resto de los miembros de la comunidad. En forma resumida la justicia es una forma de esconder intereses particulares.

María del Carmen Rosso
enero 2015


Notas
[1] Chomsky, Noam. El terror como política exterior de Estados Unidos. Buenos Aires: Libros El Zorzal, 2001.
[2] Said, Edward W. Culture and Imperialism (1993) New York: Vintage Books. 1994.
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