EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Revisión y selección del archivo Nathanael Yáñez Silva. Posicionamiento del crítico en el círculo intelectual de la primera mitad del siglo veinte.

por Benjamín Escobar Cataldo
Artículo publicado el 31/07/2018

Nathanael_YaNez_SilvaMe interesa partir explicando mi relación como investigador frente al archivo. Por un lado, siempre me he encontrado rodeado de los archivos familiares construidos por las mujeres de mi familia. Crecí rodeado de una selección de fotos, que integran lo que se supone son nuestros mejores recuerdos. Sin embargo, solo llegué a comprender estas imágenes como un archivo, cuando me subí al escenario para ver el Museo de los objetos personales propuesto por “Los que van quedando en el camino” de “La Laura Palmer”. No es que ahora me vaya animar a realizar un museo con estos objetos, pero sí los entiendo como los registros que se van dejando en el camino para construir nuestras historias íntimas. Por otro lado, se encuentra el lejano archivo institucional construido por el estado-nación para edificar un registro histórico nacional. En mi experiencia personal, más allá de pasarme tardes enteras estudiando en la Biblioteca Nacional, nunca tuve un acercamiento con este archivo, y menos todavía, la posibilidad de trabajar con este material desde un punto de vista práctico. Mis grandes referencias con respecto a este registro eran las abstracciones realizadas por Roberto González Echavarría, Jacques Derrida, Javier Guerrero o Didi Huberman, quienes te depositan frente al archivo como si fuera un poder omnisciente protegido por poderosos arcontes. Por lo tanto, previo a encontrarme con los documentos que compone esta investigación pensé que me lo entregarían Orcos del Señor de los anillos, más que simples funcionarios del sistema público.

Una vez realizada una primera revisión del archivo Nathanael Yáñez Silva entendí que debido a su inmensidad había que realizar una selección de los documentos. Es por esto que diseñe algunas preguntas de investigación, que me llevaron a la conclusión de que solo integraría los registro relacionados con el círculo intelectual, la retórica del crítico y la mirada de la prensa metropolitana sobre su legado. Esto significaba dejar de lado su larga producción artísticas (cuentos, novelas, poemas, obras de teatro, etc), y con ello, los valiosos manuscritos que muestran su proceso creativo. Establecido este parámetro comprendí que estaba realizando un recorte sobre el archivo, es decir, utilizaba el material disponible para depositarlo bajo las relaciones de poder que replico del campo de estudio de mi época. Sin embargo, había que realizar este gesto de violencia, ya que la cantidad de documentos que conforman este archivo hubieran sido desbordantes para esta pequeña investigación.

La morada donde se depositan todos los registro que integran esta investigación es la Biblioteca Nacional. Esta institución tiene el derecho de interpretar los archivos y la obligación de asegurar su integridad física, por ende, en relación a la clasificación que tiene el documento uno puede tener mayor o menor acceso al material de trabajo. Una anécdota (o puesta en práctica), que tiene relación con esta abstracción del archivo propuesta por el pensamiento francés, me pasó cuando pregunté por los manuscritos de N. Y. S. en la Sala del Escritor. Entre los funcionarios que se hacían cargo de este lugar se produjo una sensación de extrañamiento con respecto al autor por el que preguntaba. Me explicaban que no habían oído hablar de este crítico en sus años de servicio, incluso que nunca nadie había pedido estos documentos para ponerlos bajo observación. Después de un rato de espera recibo unos rollos fotográficos, recién cuando los tengo comprendo que no son los originales, sino la digitalización que realiza sobre ellos la institución. Es de esta manera que se produce la competencia hermenéutica, en la decisión de seleccionar que documentos van a ser digitalizados, puesto que en el momento que se produce esta acción el archivo se transforma (o no) en parte de la retórica institucional. Me voy de la sala pensando ¿cuál será la sala polvorienta del edificio patrimonial donde se guardan los originales?, o quizás, estén perdidos en la bodega de algún familiar. En realidad, no creo que exista una gran diferencia entre el original y su reproducción técnica.

División, hipótesis y objetivos
Una vez recogido el material de estudio por las diversas salas de la Biblioteca Nacional realizó una división de estos documentos en tres partes: en primer lugar, los libros o artículos del autor que llegaron a ser editados, por lo cual se trabaja con la primera edición de Memorias de un hombre de teatro (1966) de Nathanael Yáñez Silva, la cual fue retirada de la sala Gabriela Mistral, en la sección chilena y con la ubicación de 11; (444-3). Es importante señalar que esta narración es catalogada por Zig-Zag dentro de la “Colección Historia y Documentos” (Imagen 1), lo que posiciona la vida pública de Yáñez dentro de las puedan ser expuestas bajo el género de la autobiografía. También se trabaja en esta sección, con el artículo “El hombre y el artista. Pedro Lira” editado por el Ministerio del Trabajo (1933) en sus Cuadernos de Cultura Obrera. Este artículo se encuentra en el catálogo digital de la Biblioteca Nacional. En segundo lugar, se agrupan los manuscritos originales “Apuntes de teatro” o “Discurso de despedida en el funeral de Ángel Torres”, los cuales no fueron puestos en circulación por ninguna editorial. Ambos documentos se encuentran en la sala Archivo del Escritor y fue necesaria la utilización del rollo fotográfico p.133, el cual se reproduce manualmente bajo la tecnología mecánica del Microfilm (Imagen 2). En tercer lugar, se reunieron archivos de prensa (1973-1979) que analizan el legado de N.Y.S dentro de la historia del teatro nacional (Imagen 3). Estos son “un repollo para don “Natha” de Mario Cánepa Guzmán, “don “Natha”, personaje de leyenda” de Sergio Fuentealba, “Yáñez Silva” de Darío Contreras y “Entre Sainetes y Puñetes” de Sherlock Holmes. Este material se encuentra en la sala de Referencias críticas, bajo la clasificación de Yáñez Silva, Nathanael.

1-2-3(Imagen 1)                     (Imagen 2)                                (Imagen 3)

Una vez visibilizada la forma en que se dividió el archivo, me interesa proponer como hipótesis de lectura que estos documentos permiten ver la posición de autoridad del crítico dentro del círculo intelectual de la época. En este sentido, esta posición privilegiada se desarrolla a consecuencia de tres factores fundamentales: el lugar de enunciación que ocupa N.Y.S dentro de la ciudad letrada; la construcción de una retórica que define la función del crítico y el teatro de la época; y por último, el reconocimiento de su legado por parte de la prensa metropolitana posterior a su fallecimiento.

El objetivo general de esta investigación es analizar como se desarrolla la retórica del crítico durante la primera mitad del siglo veinte. Asociado a esta premisa, considero los siguientes objetivos específicos: el primero revisa las características que atraviesan la posición del crítico dentro del círculo intelectual de la época. El segundo analiza la definición que realiza Yáñez Silva sobre la función del crítico y los parámetros que plantea con respecto al teatro. El tercero interpreta por medio de la prensa metropolitana el legado dejado por el crítico para la posteridad.

La posición del crítico dentro de las condiciones materiales del círculo intelectual
Uno de los elementos importantes en la posición del crítico es la función representativa que tenía en el círculo intelectual. Esto se puede observar en las actividades públicas (Imagen 4) que realizaba para el desarrollo del campo cultural o en el pedido de agentes culturales que le solicitaban que los represente frente a las autoridades. Un ejemplo de esto es la creación y presidencia de la Sociedad de Autores de Chile por parte de Yáñez Silva: “El primero fui que concebí la idea de reunir a un grupo de autores, en la Biblioteca Nacional, y allí echamos las bases de la Sociedad de Autores de Chile” (74). Otro ejemplo de estas actividades públicas es la labor que tuvo como anfitrión de novelistas y dramaturgos que estuvieron en Chile entre los años 1910 y 1930. Esto le permitió compartir de manera íntima con Vicente Blasco Ibáñez, Eduardo Marquina, Eduardo Zamacois, Darío Niccodemi, Martínez Sierra, entre otros. Asimismo, esta representatividad de sus pares lo llevó a relacionarse con algunas autoridades de la república. Cuenta en sus memorias “un detalle íntimo de su anecdotario”, Arturo Alessandri Palma se acerca a saludarlo de “manera franca y bonachona” después de una función, le estira la mano para felicitarlo por su trabajo artístico y por su función estratégica en el círculo intelectual.

Esta función pública se fue construyendo por la trayectoria que realizó don “Natha” en las plataformas (diarios, revistas y editoriales) dispuestas para el desarrollo de la prensa metropolitana (Imagen 5). Los medios escritos eran los que juzgaban cualquier forma de arte que se presentase frente a la opinión pública, por lo cual la consolidación o no de un artista dependía de la inscripción valorativa que se le diera en estas plataformas. En este sentido, es importante resaltar que era una época de crecimiento para la urbanidad y la imprenta, ya que la implementación de una modernidad periférica para la nación necesitaba de la consolidación de la ciudad letrada: “El diario había adquirido una nueva prensa, porque la que tenía no daba abasto para el tiraje, que, en esos años, empezaba a subir vertiginosamente, hasta llegar, en el año 1917, a setenta mil ejemplares los domingos” (9).

Tomando en consideración este escenario es que N. Y. S comienza desde muy joven a realizar sus primeros contactos con editores y directores de diarios como El Mercurio: “En los comienzos del siglo, cuando el Mercurio hacia muy poco se había cambiado desde calle Bandera al edificio actual. El me recibía en su oficina del segundo piso, y yo me sentía honradísimo al compartir su té” (19). Esto sería solo un primer paso en su carrera, puesto que terminaría transitando como reseñista de arte en Las Últimas noticias, la revista Pacífico-Magazine, La Segunda, La Nación, la editorial Zig-Zag y El Diario Ilustrado. En este último fue donde realizó la mayor parte de su oficio, haciendo la sección de teatro por 150 pesos mensuales y artículos semestrales por los que cobraba diez mil pesos. Cuenta como anécdota que en los diarios se trabajaba con máquina de escribir y con un editor que se encargaba de corregir de manera rigurosa sus errores gramaticales: “Yo los echaba abundantemente, y don Alfonso me los corregía con pruebas que me abrumaban. Y lo más vergonzoso era que yo no me enmendaba, sino que seguía pecando contra el léxico más y mejor” (13). En definitiva, las plataformas utilizadas le entregaron al crítico la posibilidad de producir opiniones que tenían una fuerte influencia y difusión en el círculo intelectual, debido al crecimiento exponencial de las imprentas y la necesidad de inscripción hegemónica de la letra escrita por parte de la ciudad letrada.

Algo muy significativo de la posición de la cultura escrita en la sociedad de la época fue la ubicación geográfica que tenían los diarios en pleno centro de Santiago: “En 1910, El Diario Ilustrado se cambió de casa. Dejó la vieja casa de Agustinas para situarse en Moneda, esquina suroriente, donde edificó, el año 1914, el palacio que ocupa hoy la intendencia de Santiago” (9). Y no solo es el caso particular de los diarios, sino también de otras instituciones culturales que transformaban al centro en el punto de encuentro de los integrantes del círculo intelectual. Esto queda demostrado en los constantes encuentros fortuitos que tenía Yáñez Silva con diversos agentes culturales (Imagen 6) como Armando Hinojosa, Augusto Thompson, Mariana Latorre Curt, Rafael Maluenda, José María Perlaza, Jenaro Prieto Letelier, entre otros. En este sentido, N.Y.S constituyó su vida y su percepción artística en estas condiciones materiales citadinas, por lo cual admitía que: “Mi vida no tenía aventura, no había salido de Santiago, y si alguna vez fui al campo lo hice por vacaciones, conociéndolo sólo desde los asientos de mi coche, y nada más” (27). En consecuencia, dentro del proyecto de puesta en práctica de una “modernidad” era fundamental que la cultura y sus agentes se depositaran en la urbanidad, por lo tanto, cualquier otra forma de expresión artística no era tomada en cuenta sino pasaba por las manos de un círculo intelectual que la moldeaba a sus parámetros.

Un último aspecto relevante dentro de la posición del crítico fue la relación que tenía este con los empresarios que se hacían cargo del espectáculo y el negocio inmobiliario. Por un lado, su relación con Alfredo Ansaldo quien era el encargado en conjunto con su familia de administrar el Teatro de Santiago. Este grupo familiar fue fundamental en la implementación de una estética más moderna para este espacio: “El teatro de Santiago había quedado transformado. Se entraba a él por tres grandes puertas que se abrían a Merced. Había tres tandas, que duraban, más o menos, uno hora cada una, más quince minutos de intervalo” (123). Esta estética no solo afectaba la decoración de estos lugares en específico, sino que también determinaba una nueva fachada para edificios que terminaron siendo patrimoniales. Por otro lado, se produce una relación muy cercana con Segismundo Mewe, quien si bien no se hacia cargo de administrar un inmueble era el encargado de elegir y traer compañías internacionales que pasaban largas temporadas en los teatros de Santiago: “No tenía teatro, como Ansaldo, pero hacía negocios en salas ajenas. Trajo a la compañía de Paeke Tuscher, que vino al Municipal y dio a conocer aquí El conde de Luxemburgo, El barón gitano y otras. Traía como primera figura a la maravillosa Merviola” (127). Esta facultad de elegir repertorios internacionales le entrega a Mewe la posibilidad de determinar que recortes estéticos se ponían en exhibición, lo cual de alguna forma repercute en el común repartido de críticos, espectadores y creadores. En efecto, la relación con los empresarios de la época (otro agente cultural dentro de la escena teatral) se transforma en otro de los factores que depositan a Yáñez Silva en una posición de autoridad frente al círculo de intelectuales.

4-5-6(Imagen 4)                         (Imagen 5)                            (Imagen 6)

 

La función del crítico y la definición de teatro en los escritos de Yáñez Silva
Dentro de la retórica teatral que construye don “Natha” nos encontramos con las reflexiones acerca de cómo entendía la función del crítico, por lo cual el mismo explica algunas características de su trabajo frente a los lectores. Un parámetro fundamental de esta función es la autonomía que debía tener la crítica en relación con la obra o compañía que ponía en tensión: “porque yo, como crítico, no me entregaba a ellos ni a nadie, sino que siempre conservaba cierta independencia, que dejaba una hermosa libertad a mis críticas” (51). Asimismo, plantea que si era necesario se debía criticar a los artistas internacionales que llegaban a Santiago: “Los Mendoza-Guerrero estaban acostumbrados a un homenaje absoluto. Nadie les había hecho un apreciación justa, sino cosas extremas” (51). A esta característica de autonomía se agrega una disciplina irrestricta, la cual lo obligaba a llegar al teatro antes de que se levante el telón y a retirarse soló después que se ha caído. Esto lo considera como un valor fundamental, ya que ataca a mucho de los críticos de la época diciendo que solo juzgan por referencia:

Subía corriendo, me metía las escaleras en el bolsillo y entraba a un cuartucho que tenía en comunidad con Alfonso Gumucio. Cogía la máquina y, a la luz del gas, hilvanaba aquellas crónicas. No las improvisaba, pues alcanzaba a pensarlas durante el trayecto, además de esas reflexiones que uno se va haciendo entre acto y acto. Eran extensas, detallistas, y fue entonces cuando me propuse que nada debía ser dicho sin apoyarlo en razones, tanto en elogios como en censuras. El público se acostumbró a esta manera honrada de enjuiciar, porque las cosas las veía claras (53).

En este sentido, estamos frente a una labor del crítico que se define por su nivel incorruptible y por la disciplina. Ambas características le permite cubrir gran parte de la escena teatral que se estaba desarrollando. Posteriormente, en las referencias críticas observaremos como terminó siendo perjudicial en su imagen este querer abarcarlo todo.

Otra característica que agrega a la función del crítico es la importancia que este entrega a las referencias literarias que se puedan adquirir en la formación. En su caso específico este se relaciona de manera trascendente con lectura de literatura occidental, la cual tenía como vertiente principal a Alfonso Daudet: “Yo en ese tiempo conocía muy poco la literatura rusa (…) Poco más tarde leí a Tolstoi (…) aunque no me sedujo como me seducía Daudet, únicamente Daudet (…) Zola mismo me abrumaba (…) A Maupassant he venido a admirarlo ya de hombre (…) A Bourget lo encontré—toda la vida—acartonado” (17). A esto se suma un acercamiento de época al criollismo, el cual decidía ir a la provincia por medio de las restricciones que le ponía la ciudad letrada: “Aquel crítico, que tenía bastante autoridad, aplaudía en particular toda la literatura nuestra que tuviese carácter criollo. Aconsejaba tomar el modelo de nuestro pueblo” (26). Ahora bien, es llamativo pensar que prácticamente no tuviera ningún acercamiento a la vanguardia latinoamericana, incluso no aparece en ninguno de los escritos revisados los manifiestos creacionistas (1914) de Vicente Huidobro. Esto se puede relacionar por la falta de fluidez editorial de los materiales que se estaba escribiendo o por la simple omisión de una corriente artística que no le parece relevante.

Una vez definido tres valores fundamentales dentro de la función del crítico apreciamos algunas características que determinan su visión sobre lo que debía ser el teatro. Una de ellas es la propuesta de una estructura binaria de género, tanto en el rol que debía tener la mujer como el hombre en la puesta en escena. Dada la posición de privilegio en que se encontraba el crítico, no se podía esperar que descentrara esta estructura de género por la violencia que podía cargar consigo. Habría que averiguar si en este círculo intelectual existía alguna mujer visibilizando estas problemáticas, por lo cual se deja abierta esta pregunta para una próxima investigación. En uno de los costados se encontraban los galanes, quienes se encargaban de llevar a escena un tipo de masculinidad absolutamente marcada por la conquista que debían realizar: “Entre nosotros hay uno de estos galanes, Alejandro Flores. Tendrá sesenta años y seguirá haciendo el amor en escena” (55). En el otro costado se encontraban las mujeres bellas y elegantes, que se encargaban de realizar el acto performático de lo femenino, el cual tanto le gustaba a don Natha: “Estuve enamorado de ella, sin conocerla. La esperé alguna vez a la salida del teatro, por la calle Monjitas, en aquel pasillo largo y helado, por donde pasaron tantas actrices bellas que actuaron en el Olimpo y en el Santiago” (60). En efecto, tenemos una retórica que produce una reiteración del valor ideológico de la estructura binaria de género por parte del patriarcado, sin embargo, se entiende que en su posición de privilegio era difícil poner en cuestión los elementos establecidos por el sistema.

Otra elemento interesante que propone con respecto al teatro es la definición que produce de este en el concierto social de la época. Para el crítico la actividad teatral es útil para perfeccionar las costumbres que pueda tener un pueblo, ya que considera a este como un espejo fiel: “en el cual se refleja la historia de las naciones, las pasiones de la vida humana, con sus vicios y virtudes, sus creencias políticas y religiosas, los usos y costumbres de cada pueblo con sus bellezas y deformidades, dándonos ocasión de estudiarlas y estudiarnos nosotros mismos sin esfuerzo, inclinándonos a lo bello y a huir de lo deforme y repugnante” (12). Bajo esta misma concepción, describe el arte en general como una representación de la naturaleza, la cual fue hecha para el perfeccionamiento físico y moral de la especie humana :”El arte es una de sus más bellas manifestaciones y el complemento de la cultura de las naciones” (13). Es por estas concepciones anteriormente nombradas, que no es de extrañar que los orígenes del teatro latinoamericano los asocie a la cultura occidental: “El teatro tuvo sus orígenes en Grecia, cuando esta civilización, después de la batalla de Platea, Maratón y Salamina dio por terminado su periodo de heroísmo e inauguro una nueva era, que fue el punto de partida del espíritu europeo y entró resueltamente al reinado de la ciencia, las artes y la poesía ” (2). Asimismo, este origen viene asociado a una mirada evolutiva con respecto al desarrollo del teatro: “Como todo el mundo está en una continua evolución, el teatro también evoluciona, y a eso debemos atenernos” (4), lo cual incluye que cada evolución tenga una nueva formula, los interpretes que necesita y sus maneras especiales para llevar a escena los problemas de una época. Algunos de los estados evolutivos analizados en estos apuntes son el teatro Latino, el de la edad media, el teatro en España y el Siglo de Oro, el teatro Francés, el teatro Italiano, el teatro Inglés, el teatro Alemán y el teatro en Estados Unidos. En consecuencia, tenemos una mirada del teatro como una herramienta para instruir y moralizar a la sociedad. La problemática que encontramos en estos es que se produciría bajo los códigos y los parámetros culturales de la historia occidental.

Interpretaciones de la prensa metropolitana sobre la ejecución del crítico realizada por Yáñez Silva
Antes de entrar propiamente a la referencia crítica que rodea su obra es importante entender como N.Y.S observa el círculo intelectual que lo rodea. Lo primero que este advierte es una animadversión sobre su figura por parte de periódicos satíricos, colegas que no entendía su imparcialidad y anónimos que escondidos en la noche lo insultaban al pasar: “Que de insultos soeces, qué sátiras, qué rencores tan grandes, para un muchacho que no hacía otra cosa que escribir como todos, y con mucho sacrificio personal; que solo decía la verdad sobre los estrenos llevados a cabo en Santiago” (35). Asimismo, explica que le costaba entender las maledicencias en su contra, debido a que siempre habló con sinceridad y nunca se dejó sobornar con coimas: “El otro suceso fue la fatiga espiritual ante la mala fe de la crítica y de los periodistas en general. Quería descansar” (74). Sin embargo, no todos estaban en contra del crítico y este así lo hace saber, ya que narra el reconocimiento que le realizaba la prensa y compañías de teatro extranjeras. Cuenta la anécdota de que una actriz italiana lo invitó a camarines por el gran interés que le producían sus críticas, incluso ella le llega a afirmar que: “Lo leo, señor, con tanto interés como oigo las recomendaciones de mi director, Darío Niccodemi, mientras ensayamos” (119). En efecto, Yáñez Silva divide en dos su relación con la crítica. Por un lado, un ambiente teatral nacional que despreciaba y discrepaba su trabajo como reseñistas. Por otro lado, un círculo intelectual extranjero que lo cataloga como figura autorizada para hablar sobre teatro de principios del siglo veinte.

La primera reseña que se va a analizar es “Un repollo para Don Natha” de Mario Cánepa Guzmán publicada en Las Últimas noticias un miércoles 23 de mayo de 1973. En esta se realiza un recuento de la vida del crítico hasta el día de su muerte: “Dramaturgo, novelista, cuentista y periodista, nació en Santiago el 17 de septiembre de 1884. Hijo de don Nathanael Yáñez Molina y de doña Rosa Silva Elizondo, quienes dedicaron su vida a atender al muchacho y a proporcionarle todo cuanto puede hacer feliz a un mortal” (1). Con respecto al aspecto literario se plantea que la producción de este sufre un deterioro por la continuidad inagotable que este se ponía como objetivo: “Confesaba que escribía un cuento de una sentada. Y en realidad era así. Pero no pulía el estilo, cosa que los demás hacía con mucha preocupación aunque su producción literaria fuera menor. Yáñez Silva, en tanto, invadía los diarios y revistas, lo que provocaba resquemores por la ventaja que les sacaba” (4). Ahora bien, ante la animadversión del medio se plantea que el crítico tuvo muchas jornadas felices con artistas y escritores extranjeros, los cuales visitaban Chile en los años de su apogeo: “Lo curioso es que todos los ataques doméstico que recibía Yáñez Silva, se veían aplastados con opiniones de grandes actrices y actores extranjeros, que elogiaban sin medida en sus respectivos países”(3). Asimismo, se resaltan los constantes viajes realizados por Yáñez Silva hacia Europa, lo que hizo que se le asociara a la frase: Cuando yo estaba en París … En definitiva, poniendo en la balanza las cosas buenas y malas esta reseña busca hacer a un reconocimiento a un hombre de teatro, el cual fue parte importante de la profesionalización de la actividad en el país.

Otra reseña que se pone bajo análisis es “”don Natha”, personaje de leyenda” escrita por Sergio Ramón Fuentealba. Este escrito aparecido en el diario Crónica de Concepción el 25/6/1979 no realiza una reseña biográfica, sino que se inclina por construir al crítico como un personaje particular del teatro de esa época: “Sus íntimos comentaban con cierta envidia que, al vestirse por la mañana, elegía entre dieciséis ternos, cuatro abrigos y trescientas corbatas. Un lujo que no todos podían darse, ni en esos tiempos de abundancia” (3). Se le describe con unos bigotes káiser y una elegancia natural, como a una leyenda viva al que se le asociaban muchas historias, las cuales siempre estaban al límite de convertirse en mito o realidad: “ante las habladurías se encogía de hombros y sonreía” (4). En lo que respecta a su labor como crítico se propone un tipo de reseña en que imponía su criterio, por lo cual el éxito o el fracaso de muchas temporadas teatrales dependía de los juicios que realizaba: “Temido, discutido negado. Su labor como crítico llenó, empero, una época importante de nuestro acontecer artístico. Prácticamente, seis décadas” (4). Sin embargo, a pesar de este reconocimiento también se propone que la batalla artística por lo cual luchó don “Natha”, no fue la que se terminó imponiendo de manera hegemónica en el desarrollo del teatro en Chile. Es importante aclarar que no existe una profundización de esta idea, sino solamente su exposición superficial.

Una tercera reseña que se presenta es “Yáñez Silva” de Darío Contreras, la cual fue publicada en el diario Las Ultimas noticias 20/10/1978. En esta se trabaja con la figura de N.Y.S como un escritor de una inagotable fecundidad: “En todos sus creaciones tuvo éxitos y fracasos, y debido a su inagotable fecundidad disfrutó durante toda su vida de una justificada fama, en permanente ebullición” (1). Es por esto que se describe como un hombre que luchó fogosamente por sus ideales estéticos, incluso hasta convertirse en un auténtico caballero del arte: “es uno de las más interesantes que hayan actuado en nuestros círculos intelectuales” (1) o “Contribuyó eficazmente al desarrollo del teatro nacional, con su propia obra, y estimulando la labor de otros autores” (2). Resulta interesante pensar que esta reseña plantea que las campañas en su contra y las críticas mordaces contra su figura son producto de la abundante publicidad que este tenía en la prensa metropolitana. Sin embargo, los detractores no fueron un impedimento para que su labor constante e histórica sean parte importante del desarrollo de la cultural nacional: “El teatro nacional y la pintura chilena le deben a este hombre extraordinario el aporte de su dilatada y apasionada labor en pro de nuestra cultura artística, tarea en la cual puso siempre un gran espíritu de artista, digno de ser reconocido por la posteridad” (3).

Una última reseña que se pone en observación es “Entre Sainetes y Puñetes” escrita por Sherlock Holmes en Las Últimas Noticias el 11/8/1979. En esta se pone énfasis de manera melancólica en la gloria del Teatro de Santiago y el espectáculo que cargaba consigo la “bohemia del tiempo pasado”. Asimismo, este autor anónimo reconoce haber disfrutado con la zarzuela española y el bataclán cosmopolita: “entonces el viejo teatro estaba poblado de fantasmas. Voces duendes lo asaltaban a uno, camino hacia los camarines de los artistas” (1). Después de hacer un reconocimiento de la labor de N. Y. S. en la cultura nacional se narran dos anécdotas que marcaron la tertulia de la época. En primer lugar, la famosa historia del repollo: “Fue el motivo de los extraños sucesos que le ocurrieron a don Natha (…) durante el estreno de su obra “Huracán”, un gigantesco repollo, lanzado desde la empinada galería, cayo sobre la primer actriz y la obra se detuvo de inmediato (…) este fue lanzado por Armando Mook, quien dijo: “el repollo no se lo lancé al artista, sino al autor”” (3). En segundo lugar, se cuenta la pelea en una sala de teatro entre Yáñez Silva y un dramaturgo local, debido a un comentario realizado por el crítico en contra de la obra de Alberto Elgueta. Es por este motivo que después de forcejear un largo rato, los dos terminaron por el suelo y rodeados por todo el público, el cual estaba siendo testigo de esta divertida rencilla entre agentes del campo cultural. En efecto, Sherlock Holmes nos pone frente a la reconstrucción de una escena teatral de principios del siglo veinte por medio del anecdotario, donde don Natha cumplía una función primordial dentro del espectáculo que rodeaba al teatro.

Conclusión
Haciendo una recapitulación de lo planteado. Se realizó una selección del archivo de Nathanael Yáñez Silva que se encuentra en distintos salones (Gabriela Mistral, Referencia crítica y Archivo del escritor) de la Biblioteca Nacional. Para delimitar aquel material se tomaron los ejes temáticos de la posición de autoridad del crítico, la definición que este realiza sobre el teatro y la función del reseñista, y por último, la mirada de la prensa metropolitana sobre su legado. Tomando en consideración esta delimitación del corpus, la hipótesis que propuso esta investigación es que la selección del archivo Nathanael Yáñez Silva nos permite ver la posición de autoridad que tenía este crítico dentro del círculo intelectual de la época. Asimismo, esta posición privilegiada se analizó en consecuencia de tres factores fundamentales: un lugar de enunciación hegemónico que se sostiene en la difusión que le entrega la prensa escrita; la construcción de una retórica que define la función del crítico y los parámetro del teatro en esta época; y por último, la legitimidad que le otorga la prensa metropolitana para depositarlo en la historia del teatro chileno.

El objetivo general que tuvo esta investigación fue analizar la retórica construida por el crítico durante la primera mitad del siglo veinte. Asociado a esta premisa, se consideraron los siguientes objetivos específicos: el primero revisó las características que atraviesan la posición del crítico dentro de un círculo intelectual determinado por el pensamiento de la época. El segundo se enfocó en interpretar la función del crítico y la definición de teatro que propone N.Y.S. Y por último, se interpretó por medio de la prensa metropolitana las formas en que el círculo intelectual concibe el legado realizado por Yáñez Silva.

 

Bibliografía

Yáñez, Silva. Nathanael. Memorias de un hombre de teatro. Santiago: Zig-Zag, 1966.

__________. “El hombre y el artista. Pedro Lira”. Cuadernos de cultura obrera (1933)

__________. “Apuntes de teatro”. Manuscrito

__________. “Discurso de despedida en el funeral de Ángel Torres”. Manuscrito

“Entre Sainetes y Puñetes”. Las Últimas Noticias. 11/8/1979

“Yáñez Silva”. Las Ultimas noticias. 20/10/1978.

“”don Natha”, personaje de leyenda”. Crónica de Concepción. 25/6/1979

“Un repollo para Don Natha”. Las Últimas noticias. 23 de mayo de 1973.

 

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴