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Al rescate del historiador olvidado.

por María Elisa Cárdenas
Artículo publicado el 09/06/2007

Desde 2005, los estudiantes de la Universidad de Chile realizan las Jornadas Anuales de Historia Social en honor a Hernán Ramírez Necochea.

 

LOM Ediciones acaba de publicar las obras escogidas de Hernán Ramírez Necochea (1917-1979), gran impulsor de la Historia Social en Chile.

El actual Campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile fue originalmente diseñado como una moderna biblioteca para la Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación. Semi- abandonado durante los años 80, este edificio en forma de caracol contemplaba cuatro pisos para material bibliográfico y archivos, en ejemplo del ideal docente que tenía su gestor, Hernán Ramírez Necochea: extender la inquietud intelectual mucho más allá de las aulas, construir con la reflexión una universidad comprometida en el futuro del país.

Estuvo a cargo de esa facultad entre 1967 y 1972, período en que lo calificaron como el “Decano de la Reforma”, tiempo de grandes procesos para el movimiento estudiantil y todo un campo de estudio en su labor de historiador.

En esos años el enfoque de los estudios históricos se concentraba en las elites y la narración de las grandes decisiones políticas. Surgió entonces una generación de historiadores que cuestionó ese relato y algunos, como Julio César Jovet, plantearon que “la historia de Chile está por escribirse”, aludiendo a la falta de pluralidad y a las lecturas que marginaban a “actores sociales”, como podían ser los estudiantes, las mujeres, los pobladores, los obreros, etc.

No hay una sola verdad

Esa mirada hoy tiene cabida en los estudios académicos y está  siendo reconocida, como lo demuestra el Premio Nacional de Historia 2006 a Gabriel Salazar. Pero sus impulsores han gozado de muy poca difusión. Es el caso de Ramírez Necochea; pese a que publicó regularmente con Editorial Universitaria, hoy sobreviven escasos ejemplares, más que nada restringidos al círculo académico. Por eso es tan valiosa la iniciativa de LOM Ediciones, al compendiar su trabajo en dos grandes tomos de “Obras Escogidas”, cuya selección estuvo a cargo de Julio Pinto, un exponente actual de la Historia Social.

Los tomos contienen cinco libros, considerados por Pinto las “mayores contribuciones a la historiografía y los que provocaron mayor debate”. Entre ellos están “Balmaceda y la Contrarevolución de 1891”, “Historia del imperialismo en Chile”, “Historia del movimiento obrero” y una obra póstuma, e inconclusa, sobre los fundamentos del poder militar en Chile, algo que Ramírez Necochea consideraba “una gran omisión de la historia”.

En su reflexión misma está contenido el cuestionamiento de las certezas. Nunca consideró una sola verdad en historia, ni aún cuando fuera la propia. Así se explica que sus libros tuvieran dos o tres ediciones, y en rigor ninguna era la última pues era común que revisara sus escritos, les incorporara datos, se hiciera cargo de las críticas, etc. intentando superar la práctica de los estudios históricos como algo académico-científico para contribuir al análisis e injerencia en los procesos políticos reales.

Su enseñanza no quedó sólo en las aulas universitarias sino que también llegó a varias generaciones de estudiantes secundarios. Él mismo fue hijo de la educación pública y en sus comienzos se desempeñó como inspector del Liceo de Aplicación. Más tarde ayudó a diseñar nuevos programas de estudios para la asignatura de Ciencias Sociales. Simultáneamente enseñaba a obreros y a gente cesante, además durante sus dos periodos de exilio político – primero en Panamá, después en Francia- realizó también docencia.

María Eugenia Horvitz, historiadora de la Universidad de Chile, quien fue su ayudante, lo recuerda: “Hizo una obra de su vida, llevando hasta el final la capacidad crítica y propositiva.

Vivió en una época de grandes contrastes de ideas y ha sido enjuiciado precisamente por insertarse en las pasiones de su tiempo. Descubría los problemas históricos en el transcurso de la investigación y se preocupó mucho de historiar lo no resuelto, los silencios culpables. Su obra se sitúa en el centro de la teoría crítica y el aporte es muy actual: repensar el mundo colonial; introducir el factor económico como un elemento de estudio; prestar atención a la alteridad y a la construcción del actor social colectivo; abrir campos de exploración epistemológica; instalar interrogantes donde otros veían verdades inamovibles; proponer debate y mirar a la sociedad chilena desde la perspectiva ética y solidaria”.

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Un comentario

Estoy leyendo su volumen II, ya me leí el I, y también he leído a Gabriel Salazar, claro que afortunadamente son libros que he encontrado en la biblioteca pública, ya que me es bastante difícil comprar estos libros. Cómo me hubiese gustado leer estos libros y puntos de vista en la escuela, formar mi visión de manera más amplia de la realidad que hemos vivido. Ahora entiendo porque es tan peligrosa la historia que siempre quieren reducir y hasta borrarla de la escuela. Es gratificante leer sus libros.

Por Patricia el día 24/03/2013 a las 13:06. Responder #

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Requerido.

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