En mayo de 1983, con ocasión de uno de mis viajes a Galicia, me encontré con las primeras elecciones municipales, desde 1936. El Partido Socialista Obrero Español (poco socialista y menos obrero), junto a otras colectividades situadas en la Izquierda del espectro electoral, obtuvo un triunfo estruendoso y previsible, en toda la Península. Luego de la muerte del tirano,mílite gallego nacido en El Ferrol, se esperaba el consiguiente “castigo” en las urnas… Pero solo en una de las cuatro provincias de la Autonomía Gallega, A Coruña, el resultado fue favorable a la Izquierda. En Lugo, Ourense y Pontevedra, ganó la Derecha.
Para los gallegos no fue una sorpresa, sino la constatación de la fortaleza de los núcleos retardatarios en tierras de Rosalía de Castro, hecho que ha vuelto a confirmarse ayer, con el aplastante triunfo, por mayoría absoluta-que se repite por tercera vez consecutiva-, del llamado Partido Popular, encabezado por Núñez Feijoo.
Revisando las últimas doce elecciones municipales en Galicia, constatamos que la Derecha venció en todas ellas, desde 1983 hasta 2015. En cuanto a los comicios autonómicos, en 2005 la Izquierda logró hacerse con el gobierno de la Xunta, por primera y única vez, merced a una alianza electoral entre el PSOE y el BNG (Bloque Nacionalista Gallego). Fueron solo cuatro años de pausa para la Derecha gallega, pues en 2009 se eligió al PP Alberto Núñez Feijoo, quien se repitió el plato el 2012, y también ahora, en 2016. Los conservadores galaicos habían ganado las elecciones de 1981, 1985, 1989, 1993, 1997 y 2001, con dos períodos para Gerardo Fernández Albor y cuatro consecutivos para Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, en el gobierno dictatorial de Francisco Franco. (Fraga estuvo a cargo de la censura de la prensa y de los libros, donde ejerció como riguroso inquisidor. Al mando de la Xunta de Galicia, sin embargo, procuró vestirse con el ropaje de un demócrata ejemplar, a la mejor usanza de una clase política y de una ciudadanía desmemoriadas).
Toño Fraguas, en una publicación electrónica de La Marea, apunta seis razones de un triunfo forjado sobre los despojos de la sociedad gallega (y española), que pueden analizarse también dentro de esa capacidad del neoliberalismo de mantenerse, como Saturno, fagocitando a sus propios hijos, es decir, reforzando sus poderes a partir de sus crisis periódicas, cargando los costes y despojos sobre las espaldas de la inmensa mayoría.
De esas seis causas o ‘claves’, como las califica Fraguas, solo considero dos como esenciales, también aplicables a la realidad chilena, pues el dichoso “modelo” liberal a ultranza viene estableciéndose con calco en muchas naciones de occidente, con los resultados conocidos; en el caso de Chile, la inequidad es extrema, mayor que en otros países de la región, y los índices de desigualdad imperan en casi todas las actividades económicas, aun en las que se encuentran bajo tuición estatal.
Fraguas dice que “somos idiotas”, y define el adjetivo como propio de aquel individuo que sólo piensa en sí mismo y que sólo se preocupa por lo privado, por lo que le afecta a él, desdeñando lo público. Y agrega: sin ánimo de insultar y ciñéndonos a la etimología, podemos decir que la mayoría de los españoles tradicionalmente sólo se ha preocupado por lo propio, aunque cada vez en mayor número nos vamos dando cuenta de que lo individual no mejora si no defendemos lo colectivo.
A esta clasificación, dura y algo chocante, añade que “somos dóciles”,otro ingrediente sociológico que tiene que ver con la madurez democrática de buena parte de los españoles, su grado de participación ciudadana y su capacidad crítica. Todo ello está bajo mínimos y, aunque no queramos verlo, no ha cambiado sustancialmente desde el franquismo.
El mismo drama de la cesantía, o “paro”, como dicen en España, es arma que sirve a los dueños del poder para chantajear y extorsionar a los propios trabajadores: -“Hombre, agradece que te doy trabajo; hay miles allá afuera esperando por tu puesto”. Y así, hasta los recortes de remuneraciones hay que aceptarlos, porque “peor es nada”. En Chile conocemos bien esos mismos artilugios de manipulación social, junto a la campaña de desprestigio de los sindicatos que son, a la postre, la única instancia de defensa efectiva de los trabajadores.
Sin embargo, para Galicia y su llamativa “derechización”, esgrimiré otras razones o circunstancias, a mi juicio valederas por antiguas y arraigadas en el inconsciente colectivo de los gallegos. Como hijo de emigrante que ha vivido en parte la cultura gallega y que algo conoce de su historia y avatares, me atrevo a opinar.
Una de las razones históricas del conservadurismo gallego es el minifundio, la pequeña propiedad diseminada a extremos que nos parecen hoy curiosos y aun grotescos, como aquel caso, consignado en un censo de propiedad rural de 1907, en que se destaca un predio agrícola de 32 metros cuadrados, en cuyo centro crece un castaño; el predio pertenece a un dueño, el castaño a un segundo propietario, y las castañas que produce el árbol, a un tercer posesionario. Los tres ostentan el rango de “labrador propietario”. Poco parece importar que esa posesión individual sea miserable; lo que cuenta, en la psicología social gallega, es el hecho de poseer algo, ser dueño de… Ese individuo será conservador, desconfiando de cualquier propuesta “socializante” que ponga en peligro o entredicho su mínimo peculio. Aquí podríamos aplicar el antiguo refrán: “Ni dejar lo viejo por lo mozo ni lo cierto por lo dudoso”.
Como efecto perverso del minifundio está la sangría de la emigración. Los emigrantes, en tierras americanas, suelen adherirse a los partidos derechistas, tal vez como instrumentos cívicos que protegerán su bienestar económico alcanzado con singular esfuerzo, reverso benéfico de las penurias ancestrales.
Como interesante referencia comparativa, en nuestro Chiloé austral (Nueva Galicia), la particularidad del minifundio y el acendrado catolicismo heredado de los padres jesuitas, a través de las “misiones circulares” desarrolladas en el siglo XVIII en las treinta y ocho islas del archipiélago, nos muestran también una sociedad de raigambre conservadora, donde la Derecha mantiene su enclave tradicional. Asimismo, el chilote aún emigra a la Patagonia argentina, en busca de mejores horizontes dejando a la mujer y a la prole aguardándole en la engañosa quietud de los villorrios…
Otra razón es el apego a las creencias religiosas impuestas por la Iglesia católica, otrora gran poder económico en Galicia, sobre todo en el agro, a través del sistema foral, ejerciendo sin contrapeso su potestad espiritual e ideológica sobre las almas y las mentes, particularmente entre las mujeres, cuya significativa influencia rige la vida familiar, a través del matriarcado, asumido como rígida norma de convivencia moral. El párroco, administrador y usufructuario de los foros, tenía en sus manos ambas llaves: la del devenir cotidiano y la del destino escatológico, elementoscon los que se pudo manejar una sociedad monolítica durante cinco siglos. La República fue un breve clamor libertario que se esfumó, violentamente, bajo la bota y la sotana.
Un observador externo colegiría que, en treinta y cinco años de autonomía gallega, la Derecha, representada por el PP, ha gobernado satisfactoriamente la nación de Breogán, puesto que sus ciudadanos le siguen otorgando el sufragio universal previsto en la contienda democrática.
Por otra parte, hay quienes sostienen que existe una extrapolación del viejo caciquismo de cuño gallego en la administración institucional, con el objeto de asegurar los “votos cautivos” de los funcionarios.
¿O será que Galicia sigue aferrada al atavismo somnoliento que refleja el célebre poema “Penélope”, de José María Díaz Castro: Un paso adiante i outro atrás…?
Quizá el paraíso de la Derecha sea también un tiempo estático, una especie de limbo, un reloj inmóvil, desprovisto del mecanismo dinámico de la Historia.
Comentario incluido:
Primo Edmundo:
Como siempre, tus comentarios son precisos, acertados y muy inteligentes (se salen de los márgenes de lo estereotipado). Conozco Galicia solo de pasada y en cambio tú la conoces por tus viajes y principalmente por tu padre Cándido y toda tu familia Moure. Y creo que la razón o una de las más poderosas) es el de los tres propietarios de los 32 m2, ese increíble sentido de posesión y estatus que represente «tener algo».
Desde hace mucho, me vengo preguntando cual es o son las causas por lo que los chilenos son aficionados a ser conservadores a tender hacia la derecha y una de esas causas es que, siendo de origen pobre y desposeído, apenas progresan un poco, pierden el sentido solidario y solo se cuidan de no perder lo obtenido: Y otra de las razones, que no creo se aplique a los gallegos, es nuestro arribismo casi enfermizo.
Es práctica nacional desconocer nuestros orígenes (en especial los amerindios) y también nuestros orígenes humildes (si es que los hay) La gente que nació en Quinta Normal que mejora en lo económico, rápidamente se muda a Ñuñoa; y si nació en Ñuñoa, aspira cambiarse a Las Condes y si le va mejor, la meta es La Dehesa. Y obviamente, no es «bien visto» vivir en la Dehesa o en Vitacura y votar por el partido comunista o socialista. Eso es «de roto». Los chilenos somos “aspiracionales”.
Yo, como tú debes saber, cuando vendimos Conchalí, me compré una vieja casa en el barrio Santa Isabel, en ese momento en la comuna de Santiago. Pero «sin moverme de mi escritorio» a los dos años pasé a vivir en Providencia (pese a que la casa no tiene ruedas). El punto es que hace 10 años se generó una asociación comercial «Barrio Italia» y tiene tanta fuerza, tantos recursos económicos que ya casi tienen ganado el cambio de nombre a todo este barrio y la gente ya no dice que va o vive en el barrio Santa Isabel, otrora modesto, con chincheles y hasta prostíbulos y todos dicen vivir en el Barrio Italia: Gana la siutiquería y arrasa con la tradición.
Yo le pregunto a algunas personas ¿qué te hace ser de derecha? y nunca me han dado una razón profunda, solo frivolidades.
Un abrazo, tu primo
Pedro Torres Laureda
Un comentario
Los gallegos somos de derechas porque simplemente el que mas el que menos todos tenemos un terrenito, un botecito, una lanchita.
Es una sociedad de propietarios. No de hacendados. Ademas la vinculacion de Galicia con el mar y con la frontera portuguesa hace que el gallego sea principalmente comerciante (cuando no contrabandista, en otro tiempo).
Por ultimo la etica del trabajo gallega nos hace trabajar y no ver el trabajo como algo malo. No estamos acostumbrados a vivir del estado. El gallego es capitalista por esencia, sin que nadie se lo haya ensenado. No es casual que ademas de Franco, Fraga y Rajoy sea Feijoo uno de los principales lideres de la derecha en toda Espana. Ni que el hombre mas importante de Galicia sea Amancio Ortega, un empresario que salio de abajo y que tenga trato afable con cualquier vecino, aunque es uno de los 10 mas ricos del mundo.