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Niños como Potenciadores de Preguntas y Agentes de Cambio en Educación Parvularia: Una Perspectiva desde la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire

por Camila Aqueveque
Artículo publicado el 12/01/2024

Resumen
La educación parvularia representa el cimiento fundamental para la adquisición de conocimientos. Es el primer escalón en el proceso educativo donde los niños se desarrollan integralmente. A través del juego y la estimulación temprana, se potencian diversas habilidades, como el lenguaje, la atención, la percepción, la memoria y el pensamiento.

Para que esto ocurra de manera efectiva, se debe crear un entorno positivo y propicio para el cuestionamiento y el aprendizaje mutuo. En este contexto, el adulto desempeña un papel crucial como mediador, constantemente estimulando el pensamiento crítico, analítico y reflexivo de los niños. Desde la perspectiva de la pedagogía del oprimido de Freire, se destaca que no existe «oprimido sin opresor». En muchas ocasiones, este papel recae en el docente, quien a veces se presenta como poseedor absoluto de la verdad y desalienta el cuestionamiento por parte de los estudiantes, una dinámica que a menudo se observa en la educación tradicional.

En este ensayo, examinaremos cómo la educación inicial promueve la capacidad de hacer preguntas como una parte esencial del proceso de aprendizaje y a su vez, como el adulto desempeña el papel de facilitador, proporcionando herramientas para la adquisición de conocimientos en lugar de simplemente transmitir información.

Palabras clave: Educación parvularia, educación inicial, primera infancia, rol del adulto, Paulo Freire, pedagogía del oprimido

 

Introducción
La educación parvularia es una etapa fundamental en la formación de los individuos, donde se establecen las bases para su desarrollo cognitivo, social y emocional. Moldeando no solo sus habilidades académicas, sino también su capacidad para cuestionar, su potencial de cambio y su desarrollo creativo (Torralva et al., 1999).

En este contexto, la perspectiva de la pedagogía del oprimido de Paulo Freire emerge como un enfoque pedagógico innovador que promueve la participación activa de los niños como potenciadores de preguntas y agentes de cambio en este proceso educativo. En este ensayo, se contempla el crucial rol de las educadoras de párvulos como facilitadoras del pensamiento crítico, el empoderamiento y la creatividad de los niños en la educación inicial.

El enfoque pedagógico de Paulo Freire, centrado en la pedagogía del oprimido, el pensamiento crítico, el empoderamiento y la creatividad, emerge como un marco teórico sólido y transformador. Considerando cómo estos elementos contribuyen a la formación integral de los niños en la educación inicial, preparándolos para convertirse en ciudadanos activos y reflexivos en la sociedad, a través de experiencias de aprendizajes interdisciplinarias, donde el eje principal es el juego y la exploración.

En este ensayo, se sustenta con base en teorías respecto a cómo los niños pueden convertirse en potenciadores de preguntas y agentes de cambio en la educación parvularia, enriqueciendo su proceso de aprendizaje y contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Las interconexiones entre estos elementos clave y su relevancia en el contexto de la educación inicial, destacando la importancia de fomentar la curiosidad, el pensamiento crítico, el empoderamiento y la creatividad desde una edad temprana.

La importancia de la educación parvularia
En los primeros años de vida, los niños y niñas experimentan un desarrollo integral en diversas áreas, incluyendo la cognitiva, el lenguaje verbal y no verbal, el desarrollo socioemocional y motor. La educación inicial desempeña un papel fundamental en este proceso al potenciar las habilidades y destrezas necesarias para adquirir aprendizajes fundamentales para la vida.

La educación inicial contribuye a la formación de la persona, y este proceso depende de varios factores relevantes, como el papel de los adultos, quienes actúan como mediadores activos entre el conocimiento proveniente del mundo y la generación de herramientas para que los niños y niñas adquieran ese conocimiento (Escobar, F. 2006).

Es fundamental promover aprendizajes de alta calidad, adecuados en tiempo y relevancia para cada niño o niña, teniendo en consideración su bienestar, desarrollo y su proceso de formación como ciudadano. Los niños y niñas dedican una parte significativa de su tiempo en entornos educativos, tales como salas, cunas, jardines infantiles y colegios. Estos lugares proporcionan una educación más personalizada en ambientes saludables, seguros, acogedores y llenos de oportunidades para estimular la creatividad a través del juego.

En este nivel educativo, se inicia el proceso de fortalecimiento de la identidad del niño o niña como individuo único, con características personales, necesidades y preferencias distintas a las de los demás. Asimismo, se trabaja en la construcción de una autoimagen positiva, promoviendo la autonomía y su desarrollo continuo. No solo se fomenta y refuerza la singularidad del niño, sino que también se promueve el respeto hacia los demás y su manera de sentir y pensar (MINEDUC, 2018).

Durante los primeros cinco años de vida, los niños y niñas muestran una disposición innata para aprender y explorar el mundo que les rodea de manera activa y constante. Sin embargo, este proceso de aprendizaje comienza incluso antes, cuando están en el vientre materno. En este período, comienzan a escuchar los sonidos del entorno, identifican la voz de su madre y otras personas cercanas, y muestran preferencias por los alimentos que consume la madre. Además, en el ámbito motor, empiezan a realizar movimientos iniciales, como girarse, mover las extremidades y llevarse las manos a la boca o la cara (Myers, R.1990).

Una vez que el lactante nace, requiere una atención y estímulos continuos por parte de su entorno más cercano, principalmente la madre y la familia, para poder desarrollarse adecuadamente. Sin embargo, el aumento de actividades durante esta primera infancia es una responsabilidad compartida entre la familia y los centros educativos. Ambos desempeñan un papel crucial en la realización de una labor educativa conjunta, complementaria y coherente, que promueva el desarrollo y el aprendizaje de las niñas y los niños.

Es esencial fomentar una colaboración estrecha con la comunidad educativa, siempre respetando las características y necesidades educativas de cada niña y niño. Esta colaboración busca crear condiciones más adecuadas para su atención y formación integral, garantizando un ambiente propicio para su crecimiento y desarrollo (MINEDUC, 2018).

Desde la perspectiva de la neurociencia, es fundamental reconocer que el cerebro durante los primeros años de vida posee una mayor plasticidad. Durante este período, el cerebro es capaz de absorber una cantidad significativa de estímulos, ya que se encuentra en su máximo proceso de desarrollo y está construyendo las estructuras cognitivas esenciales que serán fundamentales en la etapa adulta.

Para que estas conexiones neuronales sean de alta calidad y perdurables en el tiempo, es necesario que el niño tenga satisfechas sus necesidades básicas, como una alimentación adecuada, el afecto, los cuidados y la estimulación adecuada. La mielinización, que es la formación de la capa blanca alrededor de las neuronas, es esencial para que los impulsos eléctricos se transmitan de manera eficiente entre las neuronas, permitiendo un procesamiento más rápido y efectivo de la información.

La educación inicial desempeña un papel fundamental en la satisfacción de estas necesidades, ya que proporciona cuidados, protección y un trato amoroso, junto con la estimulación adecuada para el desarrollo cerebral. En este entorno, se sientan las bases para un crecimiento saludable y un futuro exitoso en la vida del niño (Donoso. C,2012).

En el ámbito de la educación preescolar, el juego adquiere una importancia central en la adquisición de conocimientos. El lema «Aprender jugando» estimula la creatividad y el desarrollo integral de los niños, permitiéndoles investigar, explorar, descubrir, crear y moverse libremente. Los niños aprenden de lo concreto a lo abstracto, y el juego es la metodología fundamental que les permite aprender mediante la acción y la experimentación.

Sin embargo, surge una problemática cuando los niños, tras años de aprendizaje lúdico y basado en la curiosidad e indagación, ingresan a la enseñanza básica. En este nuevo contexto, desde la disposición del aula hasta la organización de las actividades, se observan diferencias significativas. En la educación preescolar, los niños se sientan en grupos, eligen sus materiales, comparten momentos de alimentación y cuidado personal, fomentando un ambiente colaborativo que, si bien potencia el desarrollo de habilidades autónomas, cambia drásticamente en el primer grado de enseñanza básica. Aquí, la dinámica suele ser más tradicional, con un mayor número de estudiantes y una disposición en filas que implica una interacción más limitada y una atención dirigida hacia el pizarrón (Adalid, E.2011)

Paulo Freire y su pedagogía
Paulo Freire expresa sus ideas educativas sobre la educación en Latinoamérica, como una opresión, que quiere ejercer el sistema hacia los estudiantes, desde la pedagogía del oprimido, busca crear conciencia  para generar una transformación, el sistema enseña conocimiento y espera que los estudiantes reciban esa enseñanza , sin protestar ni cuestionar, desde la visión del docente que tiene la razón, es el que está educando, el que entrega la sabiduría y los estudiantes recepcionan dicha sabiduría,, su tarea principal es nutrir y llenar de conocimientos a los estudiantes , aprendiendo tras la memorización, Freire (1985) denomino esta práctica del sistema tradicional, llamándola” educación Bancaria”,  formando a personas dóciles y moldeables para el sistema.

Esta praxis se sigue ejecutando en la actualidad donde el sistema tradicional, limita al docente En la forma de enseñar los contenidos, debido a que se tiene que regir bajo los planes y programas, además cumpliendo con el 70% de los contenidos que tiene que entregar durante el año.

El cambio desde la educación parvularia a la educación básica no es solamente en la forma de enseñar sino que además es la ubicación de la sala, en la cual el sistema obliga aquí los niños estén sentados en fila, mirando hacia el pizarrón donde el docente está de espalda escribiendo los contenidos, en cambio en educación parvularia, es mucho más personalizada, los niños y niñas se encuentran sentados en grupos, se estimula el trabajo autónomo desde sus gustos intereses y necesidades para lograr el aprendizaje. Los espacios están destinados a la utilización de material concreto a libre elección, en el cual los niños y las niñas tengan la libertad de poder explorar y descubrir de acuerdo a su ritmo de aprendizaje (Freire, P, 2011).

Asimismo, se considera el cuestionamiento constante de los niños, a través de la realización de preguntas al adulto y el contexto en el cual se están desenvolviendo. No se entregan conocimientos para ser memorizados, por el contrario, la orientación y la mediación en su proceso de enseñanza es parte fundamental para la construcción de habilidades para la vida (Freire, P, 2011).

Desde el punto de vista de la pedagogía del oprimido, se quieren insertar un pensamiento crítico y reflexivo por parte de los niños, dónde se cuestionen la enseñanza , se libere, a través de la reflexión crítica y conciencia de la realidad, siendo personas que son capaces de tomar sus propias decisiones, descubrir su propia realidad y no dejarse dominar por alguien que dice tener todo el conocimiento, debe generar actos permanentes de descubrimiento de la realidad desde una educación problematizadora. Esto se genera por medio del diálogo para comprender El Mundo y su realidad, desde el amor, pero la revolución. Un ejemplo claro es cuando en una clase de arte, la maestra le entrega una hoja blanca y dos lápices a cada estudiante (color verde y marrón), le entrega la siguiente instrucción a los niños: — Dibujen un árbol con las hojas verdes y el tronco marrón. Todos los niños siguen las instrucciones, colocándose a dibujar, pero un niño dice:–¡Yo he visto las hojas color violeta! ¿Por qué las debo pintar verde? La maestra a esta interrogante del niño, solo le dice que las hojas son verdes, debes pintarlas con ese color. Posteriormente el niño comienza a pintar.

De acuerdo con el ejemplo anterior, podemos concluir, que al niño se le quito la libertad de poder expresarse, de poder cuestionarse y reflexionar desde su experiencia. De parte de la maestra, perdió la oportunidad de poder tomar la experiencia del niño y compartirla con el resto, potenciar su creatividad, pero es màs fácil tener a la masa controlada, que incitar a la masa a enriquecerse de sabiduría. La pedagogía liberadora, promueven la liberación a diferencia de la pedagogía bancaria o tradicional que busca la opresión. Los niños aprenden a través de la práctica, de su vivencia, desde su quehacer y movilidad, no desde una posición estática durante un tiempo prolongado. Desde la perspectiva de Freire, los oprimidos logran su total liberación, cuando toman conciencia de los efectos negativos y sientan que es una opresión, en el caso de los niños, cuesta mucho más que se den cuenta de forma inmediata que están siendo oprimidos, debido a que la figura del docente dentro de un aula se aprecia como un líder, un ejemplo a seguir y de admiración (Freire, P, 2011).

Es por esto que el rol del docente es fundamental para educar a las masas sin condicionamientos de índole sociales, religiosos y culturales, sino que educar desde el conocimiento de su realidad social, de su contexto educativo y el conocimiento previo que tiene cada uno de los niños, estos elementos son tan fundamentales que deben ser considerados, para promover aprendizajes futuros y que sean capaces de reflexionar de si mismo, que desde pequeño tiene una identidad y conciencia para reflexionar y analizar diferentes situaciones que son parte de su realidad, participando activamente de la transformación y construcción de esta (Freire, P,2011).

En educación parvularia, la pedagogía se basa en las interacciones constante en el proceso educativo, con el propósito de promover un aprendizaje significativo para los niños y niñas en primera infancia. Lo cual implica potenciar desde las oportunidades e integrar los aprendizajes del currículo a través de diferentes recursos. Los recursos deben ser diversos para poder lograr la implementación curricular y una evaluación educativa, ya sean elaborados o seleccionando los más apropiados para favorecer las oportunidades de aprendizaje y la pertinencia en el ámbito pedagógico.

Se debe considerar la integración de las experiencias previas de los niños y niñas, las cuales son fundamentales y juegan un rol principal en la construcción y para la vinculación de la adquisición de nuevos aprendizajes. A estos se les incluye el diálogo, la exploración, la capacidad de asombro, la autorregulación, el expresar, la realización de preguntas, la escucha y la búsqueda de respuestas. Haciendo una síntesis, la pedagogía desde el enfoque desde la educación parvularia está en servicio a potenciar las capacidades y habilidades de los niños a través del aprendizaje (MINEDUC, 2018).

La curiosidad y el pensamiento crítico en los niños
Los niños, de manera innata, exploran su entorno con el afán de descubrirlo y aprender. Durante este proceso, surgen innumerables preguntas y cuestionamientos acerca de lo que están conociendo. Para satisfacer esta sed de curiosidad, es fundamental que los adultos y las instituciones proporcionen una amplia variedad de experiencias que ayuden a los niños a descubrir sus intereses y preferencias.

Dentro del desarrollo de estas habilidades se encuentra el pensamiento crítico o convergente, que implica organizar, analizar y describir la información que se presenta o se descubre. En esta etapa, los niños comienzan a elaborar pequeñas conclusiones y a fomentar el pensamiento creativo a través de la inferencia, el análisis, la comparación, la investigación, el respaldo de sus ideas, la evaluación y la toma de decisiones.

Cuando hablamos de pensamiento crítico nos referimos a la capacidad de poder reconocer e identificar diferentes tipos de argumentos o supuestos, inferencias deducir conclusiones entre otros, este pensamiento se considera como racional y reflexivo, como lo expone Ennis (1985) desde el hacer o creer. Es un desafío que está pendiente en el sistema educativo, sin embargo se debe considerar que este tipo de pensamiento se puede potenciar a través de las diversas disciplinas y desde la primera infancia, ya que es aquí donde el cerebro es màs receptivo para generar habilidades que le permitan organizar las ideas, distinguir las principales y secundarias, resolver conflictos de forma creativa, a través de la observación y la capacidad verbal puede ejecutar acciones centradas en el razonamiento y la comprensión (Perico et al., 2007).

Es de suma importancia aprovechar las diferentes inteligencias que posee el ser humano, tal como lo propone la teoría de las ocho inteligencias múltiples de Howard Gardner. Esta teoría sostiene que, si bien una persona puede tener una inteligencia más prominente que las demás, todas estas inteligencias trabajan de manera conjunta para resolver problemas y enfrentar desafíos.

Desde una perspectiva más tradicional, la visión del pensamiento crítico suele ser limitada, lo que a su vez restringe la capacidad de los niños para desarrollar la creatividad y resolver conflictos mediante diversas soluciones. Es esencial promover un enfoque más amplio que abarque tanto el pensamiento crítico como el pensamiento creativo, permitiendo a los niños explorar, aprender y desarrollar habilidades que les serán fundamentales a lo largo de sus vidas.

Para abordar la integración del pensamiento crítico de manera efectiva en el currículo, es esencial considerar su naturaleza interdisciplinaria y su aplicación transversal en diversos ámbitos y contextos educativos (Saiz, C.2002).

El pensamiento crítico es un proceso fundamental para la adquisición de conocimiento. A medida que los niños se desarrollan, adquieren y fortalecen habilidades esenciales como el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones. Estas habilidades cognitivas son la base del sistema cognitivo de una persona. Por lo tanto, es imperativo enseñar a pensar de manera crítica desde una edad temprana como una iniciativa que promueva el desarrollo de estas habilidades (Saiz, C.2002).

La interdisciplinariedad del pensamiento crítico significa que no debe limitarse a una sola materia o área del conocimiento, sino que debe integrarse en todas las disciplinas y áreas curriculares. De esta manera, los estudiantes pueden aplicar el pensamiento crítico en una variedad de contextos y desarrollar habilidades cognitivas sólidas que les serán útiles a lo largo de sus vidas.

La transversalidad del pensamiento crítico implica que no se trata de una habilidad aislada, sino que debe permear todo el currículo educativo. Debe estar presente de manera constante en la enseñanza y el aprendizaje, independientemente de la materia o el tema que se esté abordando. Esto garantiza que los estudiantes tengan la oportunidad de desarrollar y aplicar el pensamiento crítico de manera continua y coherente (Saiz, C.2002).

El papel de los educadores
En la educación parvularia el educador o educadora de párvulos tiene un rol fundamental en el aprendizaje significativo de los niños, con el propósito de acoger y mantener los procesos que promuevan un aprendizaje autónomo y de calidad en base a los distintos ámbitos del currículo. Sí es un trabajo en conjunto del equipo pedagógico conformado por los adultos que están en el aula (técnicos y educadores). La educadora y el educador de párvulos se considera como un guía fundamental en el proceso educativo iniciando desde la sala cuna hasta los niveles de transición. Son los y las encargadas de coordinar en conjunto con la familia y la comunidad educativa diversas experiencias y habilidades qué favorezcan la interacción con los otros.

El rol que desarrolla dentro del aula tiene un valor significativo en el desarrollo integral de cada uno de los niños, potencia la autonomía, la empatía, la comunicación, promoción y desarrollo del pensamiento crítico, resolución de conflictos, flexibilidad, toma de decisiones entre otros (Mineduc, 2018).

Es tan importante la interacción de los niños con el educador o educadora desde sus primeros meses de vida debido a que generan códigos (interacción intencionada y social), que le permite construir y desarrollar aprendizajes en conforme al contexto en el cual se relaciona el niño, desde sus saberes profesionales y especializados que promuevan el aprendizaje y el protagonismo en cada una de las experiencias.

Volviendo al contexto en un aula de un nivel de educación inicial los niños aprenden y se desarrollan a través del juego, desde cuando la exploración y la curiosidad, una actividad espontánea del niño o niño de forma individual o colectiva. Así mismo él o el adulto debe reconocer y responder de forma pedagógica a las singularidades de cada uno de los párvulos, en cuanto a su ritmo de aprendizaje, género, cultura, religión, contexto social entre otros. Debe contextualizar cada uno de los objetivos de aprendizaje del currículo de la educación parvularia para implementar oportunidades de aprendizajes intencionadas y pertinentes a su grupo (Mineduc, 2018).

Es por esto que los o las educadoras de párvulo construyen su quehacer educativo en conjunto con su equipo educativo y una de las características principales para la Constitución y fortalecimiento del equipo pedagógico es el liderazgo y la implementación de prácticas intencionadas. Esto es esencial para formar aprendizajes significativos en los niños y niñas (CEM, 2015).

Dentro del espacio educativo se debe generar un ambiente positivo donde se promueva la utilización de todos los sentidos, en el jardín infantil, la forma de promover la adquisición de conocimiento es totalmente diferente a la educación básica y a los educadores tradicionales. La educadora o el educador de párvulos en educación inicial generan alianzas con las familias y personas cercanas a los niños para ejercer un trabajo cooperativo y generar aprendizajes coherentes al contexto en el cual el niño se desenvuelve respondiendo a cada una de sus necesidades, esto se puede observar en la construcción de diferentes recursos o elementos conocidos como material didáctico para poder estimular las habilidades y destrezas de cada uno de los niños. El espacio dentro del aula es armónicamente construido para entregarle más de una posibilidad al niño o niña de poder elegir los elementos acordes a su gusto y saciar su necesidad de aprender a través del despertar su curiosidad ( CEM, 2015).

Cuando el niño o niña ingresa a la educación básica, el rol del educador cambia totalmente, si bien  el Ministerio de educación expone que el o la docente, que imparte educación básica, no solo se basa en transmitir el conocimiento propio de las disciplinas o áreas que enseña a los niños y niñas, sino que además, debe tener el compromiso de formar y desarrollar actitudes junto con valores y habilidades que promuevan el desarrollo integral de cada uno de sus  estudiantes, formándolos y capacitándolos, para que puedan manejar y tener una vida plena (CEM, 2015).

Es un mediador que acompaña a los estudiantes en la construcción de su conocimiento de forma individual o grupal de manera continua, con el objetivo de aumentar sus oportunidades de aprendizaje. Generalmente este rol colocándolo en el sistema tradicional de educación en Chile, la metodología de aprendizaje es totalmente diferente en cuanto a educación parvularia. El o la docente se coloca frente a los niños en un espacio mucho más reducido, y entrega el conocimiento, el cual es apoyado a través de textos, guías y material visual, se pierde el uso de material complementario y concreto en las disciplinas. Se pierde el poder evaluar la convivencia, la autonomía y la identidad como una planificación de aprendizaje, Las cuales se incorporan en actividades extra programáticas o actividades de las disciplinas tradicionales, pero como un indicador de evaluación, a diferencia que en las bases curriculares de educación parvularia estos núcleos, están declarados como ámbito de desarrollo personal y social, presentando objetivos de aprendizajes transversales (MINEDUC, 2018).

Lo ideal sería, qué tanto la educadora de párvulo junto con los docentes u otros educadores, establezcan una relación de trabajo inter y transdisciplinario, estableciendo relaciones de colaboración en función el beneficio de los niños y poder contribuir a evaluar de mejor forma la práctica pedagógica, en relación a una visión en común sobre el cómo y el para qué aprenden los niños durante el desarrollo de su vida.

El empoderamiento de los niños
Los niños y niñas, desde antes de su nacimiento, se encuentran inmersos en un continuo proceso de adquisición de diversas habilidades y actitudes. En el caso de los niños y niñas menores de 5 años, más que enfocarse en la transmisión de contenidos específicos, es esencial potenciar sus destrezas y actitudes. En este sentido, el empoderamiento en base a la creatividad emerge como un recurso fundamental para enriquecer el proceso de aprendizaje estimulando sus capacidades y características.

Desde su nacimiento, los niños demuestran una curiosidad innata, una independencia incipiente y una exploración constante de su entorno. Conforme se desarrollan, su autonomía aumenta, lo que conlleva a la búsqueda de diversas actividades que puedan realizar de manera independiente. Los niños buscan soluciones diversas para satisfacer su curiosidad y exploración, lo que implica el uso de su creatividad para comprender el mundo que les rodea (Alzate et al., 2010).

A los 6 a 8 meses, en relación al desarrollo sensorio-motriz, los niños comienzan a dar sus primeros pasos y a valerse de objetos y elementos a su alcance (como muebles y paredes) para desplazarse con seguridad. Manipular objetos de diferentes formas, texturas y tamaños, así como realizar acciones como levantar tapas e introducir objetos en contenedores para luego retirarlos, son ejemplos de cómo los niños emplean su creatividad para explorar múltiples posibilidades y alcanzar sus objetivos de manera variada.

Es por esto que, el proceso de aprendizaje en los niños y niñas más pequeños se caracteriza por su curiosidad, independencia y capacidad para utilizar la creatividad como herramienta fundamental en la exploración y comprensión del mundo que les rodea (Alzate et al., 2010).

Conforme el niño avanza en su desarrollo, se manifiesta la acción-reacción como una parte fundamental de su crecimiento. Un ejemplo claro de este proceso es cuando el niño busca un objeto que se encuentra en distintos lugares, lo señala y emite sonidos para comunicarse. En este período, el niño emplea una variedad de sonidos y realiza imitaciones de sus padres y personas cercanas. Además, comienza a comprender algunas palabras y órdenes simples. Durante este período, el niño también empieza a asociar las características de las personas, objetos y animales.

Este comportamiento revela la naturaleza creativa del niño, ya que constantemente genera y reproduce sonidos, los cuales utiliza para interactuar con su entorno o simplemente porque le resultan placenteros. Asimismo, imita gestos y expresiones que observa en su entorno para poder relacionarse de forma empoderada.

A medida que el niño crece, su creatividad se intensifica crece su seguridad y empoderamiento. Busca nuevas experiencias para alcanzar su independencia y satisfacer sus necesidades básicas, como aprender a comer solo o usar el baño (lo que marca el inicio de su autonomía progresiva). Con respecto a los objetos, el niño inicia el desplazamiento, el arrastre, el tirar y el transporte de objetos de un lugar a otro. También desarrolla la destreza del movimiento con los dedos pulgar e índice, sube escalones, lanza pelotas o objetos a distancias mayores, patea pelotas, trepa, se agacha y trata de bajar de lugares sin asistencia.

En su desarrollo cognitivo, el niño realiza comparaciones y agrupaciones simples de juguetes y objetos. La creatividad emerge de su capacidad para percibir y experimentar el mundo desde una perspectiva abierta y libre, la cual se modifica en función de los estímulos recibidos y las experiencias vivenciadas. Por lo tanto, es esencial que, durante la etapa de lactancia, el niño reciba estímulos adecuados para fomentar el crecimiento de su creatividad la que hacen que ha medida que se va desarrollando genera herramientas de independencia, seguridad y es capaz de tomar sus propias decisiones. (Romo, 2000).

En consecuencia, el papel del adulto mediador desempeña un papel fundamental en el empoderamiento del niño, ya que proporciona estímulos y herramientas que contribuyen a su desarrollo, brindándole seguridad y autonomía. Cuanto más enriquecedores sean estos estímulos y herramientas, mayores serán las oportunidades para que el lactante desarrolle habilidades creativas. El arte, con su diversidad de lenguajes, se erige como una herramienta especialmente efectiva en este proceso.

Para que el niño se sienta seguro y logre el empoderamiento, no influye solamente en el rol del educador, sino que además de la familia, quién es el primer contacto que tiene el niño con el exterior. La familia genera una especie de soporte en el desarrollo, por medio de la interacción qué va teniendo en el proceso del crecimiento del niño, involucrando experiencias fundamentales que promuevan la interacción del niño con su contexto y entorno social, las cuales son fundamentales para el desarrollo de la estructura cerebral, un ejemplo claro es cuando el niño quiere explorar y descubrir su entorno, necesita estar acompañado y orientado por un adulto. Quien le debe propiciar ambientes enfocados en las necesidades de los niños y facilitar el proceso de desarrollo. Todo depende de la intensidad y la calidad de la estimulación que le van entregando al niño (Torralva et al., 1999).

Es esencial destacar que el fortalecimiento de la creatividad implica que el lactante adquiera una variedad de habilidades y herramientas que le permitan abordar con éxito los desafíos que se presentan a lo largo de su desarrollo. Según Uralde (2011), la teoría de Vygotsky (1997) resalta la capacidad creativa como un pilar fundamental en el empoderamiento del niño. Para que esta capacidad se active, es necesario contar con componentes esenciales, como la imaginación, el pensamiento productivo y la acción práctica (para la resolución de conflictos).

Autores han demostrado que entregarle la libertad al niño de explorar de forma libre su entorno, teniendo un contacto directo con él y lo que está haciendo, aumentan las habilidades para movilizarse, perfeccionar la coordinación motriz y cuando no se le restringe a espacio determinado, estableciendo reglas, favorece la relación y control que el niño puede ejercer sobre su propio cuerpo, identificando espacios seguros y teniendo el autocontrol de sí mismo (Osorio et al.,2010).

La imaginación, en particular, es impulsada tanto por factores internos como externos. Los factores internos están influenciados por las necesidades y experiencias del niño, mientras que los factores externos se derivan del entorno social en el que el niño se desenvuelve. Por lo tanto, el desarrollo de la capacidad creadora ocurre cuando el sujeto recibe una estimulación adecuada a través de actividades que promuevan la comunicación, la observación y la orientación. Estas actividades tienen como objetivo permitir que el niño aborde los conflictos desde una perspectiva nueva, teniendo en cuenta sus experiencias previas (Sánchez; Velásquez; et al., 2017).

El impacto en la sociedad
El desafío al implementar la pedagogía de Freire en entornos educativos iniciando desde la educación parvularia radica en superar ciertas barreras que pueden surgir en el proceso. Estas barreras pueden incluir resistencia institucional, falta de recursos, falta de formación docente en esta metodología y la necesidad de adaptar las prácticas pedagógicas a las necesidades específicas de los niños considerando su contexto.

Para superar estos desafíos, es esencial promover un cambio cultural en las instituciones educativas, proporcionar capacitación y apoyo continuo a los educadores, técnicos, docentes y fomentar la colaboración y el trabajo en equipo

El poder adaptar las estrategias pedagógicas de Freire en la educación al igual que en educación parvularia se debe considerar el juego y la exploración como ejes principales para el logro del desarrollo integral de los niños. Al abordar estos desafíos y barreras de manera efectiva, se puede lograr una implementación exitosa de la pedagogía de Freire en educación básica promoviendo así un enfoque educativo más liberador y transformador desde una edad temprana.

Para enriquecer la creatividad, ganarse la atención de los estudiantes se debe propiciar la libertad para experimentar la flexibilidad en el tiempo y técnicas que promuevan el pensamiento crítico, analítico y resolutivo (promover las ideas, conceptos y solución del problema).

Es fundamental que los educadores y docentes deben propiciar actividades significativas a los niños, en las cuales puedan absorber gran cantidad de conceptos para que ellos puedan percibir y gestionar ideas de forma libre, por lo cual el curriculum tiene que estar bien estructurado, enriquecido de conocimiento y experiencia. Desde la educación básica como lo es en las disciplinas de ciencia, historia y lenguaje, marcar la importancia de lo que es el diálogo, la comunicación y el respeto por la cultura. En general en todas las áreas se pueden enriquecer por fuentes bibliográficas y literatura pertinente desde la diversidad de conocimiento. Se debe incorporar además a las familias para explicar diferentes tipos de conceptos que son parte de su entorno, considerar una mezcla enriquecedora entre el conocimiento del aula y el del propio contexto, con el propósito de propiciar a los niños una variedad de experiencia y que puedan tener acceso o una variedad de situaciones e información de temas diversos. En este caso el rol de docente cumple una gran responsabilidad de poder estructurar de manera adecuada las experiencias de aprendizaje y orientar a los niños de forma creativa (Johnson, A, 2000).

Conclusiones
La reflexión sobre el futuro de la educación parvularia y la influencia de la pedagogía de Paulo Freire en el sistema educativo tradicional es un tema de gran relevancia. La idea central de la «Educación como práctica liberadora» propuesta por Freire plantea que a través de la educación se puede empoderar a los niños desde la primera infancia hasta su educación superior. Esto implica un enfoque en el diálogo y la comunicación como elementos fundamentales en el proceso educativo.

El rol del docente adquiere una importancia significativa en esta perspectiva, ya que actúa como mediador en el proceso educativo, facilitando un diálogo abierto y respetuoso entre los niños y entre los niños y el conocimiento. La tolerancia y el respeto hacia las opiniones diferentes se convierten en valores esenciales en este contexto educativo. Se debe permitir que los niños hagan preguntas es esencial para su desarrollo cognitivo, emocional y social. Fomenta su curiosidad, les ayuda a pensar críticamente y a expresarse, y contribuye a un aprendizaje activo y significativo.

La noción de concientización, desde una perspectiva crítica, implica que la educación debe ser problematizadora. Esto significa que se debe alentar a los estudiantes a ser analíticos, a desarrollar un pensamiento científico y a participar activamente en la resolución de problemas sociales. Los niños deben ser animados a tomar acción y convertirse en agentes de cambio social, contribuyendo a la creación de una sociedad más justa y equitativa a través de la educación.

En resumen, la pedagogía de Freire ofrece un enfoque transformador para la educación parvularia y más allá. Promueve la liberación de los individuos a través del empoderamiento, el diálogo respetuoso y la acción consciente. La influencia de estas ideas en el sistema educativo tradicional podría tener un impacto significativo en la forma en que se aborda la educación en el futuro, centrando la atención en el desarrollo integral de los niños y en la construcción de una sociedad más justa.

Camila Aqueveque
Artículo publicado el 12/01/2024

Referencias
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