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Relación e incidencia de los factores macro en la calidad de la educación.

por Rodrigo Purcell Torretti
Artículo publicado el 26/01/2013

El año 2000, Robert Marzano da a conocer un estudio que confirma con datos concretos una idea que era conocida desde Platón. Toda instancia educativa de carácter escolar, institucional (Paideia), está inserta en un contexto más amplio (Politeia) que tiene su propia incidencia en el proceso de aprendizaje de un alumno. Marzano nos dice que esa relación es drástica. Aproximadamente un 20% de lo que un estudiante aprende depende de la escuela, y el 80% restante, de su entorno cercano, familiar, cultural, económico, etc. Por esta razón, todo aquello que está fuera de la escuela y que podemos entender como elementos macro en el proceso de educación es muy relevante, y por lo mismo, cualquier intento por mejorar la calidad de la educación debe contemplar todos estos factores. Este entorno macro de la escuela se puede analizar considerando factores socioculturales, socioeconómicos, y político-administrativos.

Un alto nivel educativo del entorno social tendrá un alto impacto en la educación y viceversa. Mientras más años de escolarización existan en una sociedad, la calidad de la educación tenderá a subir. Si un alumno crece en un entorno familiar en donde todos los miembros han terminado la escuela, tienen títulos universitarios, e incluso postgrados, significa que el alumno crece en una cultura en donde el estudio es bien valorado, ocupa un lugar fundamental de la vida, y por ende, él mismo valorará más su propio proceso de aprendizaje, se pondrá metas, aprovechará los recursos de que dispone, difícilmente abandonará sus estudios (1), y podrá ver y comprobar que suele haber una relación directa entre años de escolaridad e ingreso económico (Brunner & Elacqua, 2003), lo que en términos simples puede llegar a redundar en una mejor calidad de vida gracias a la educación. La familia y la sociedad cumplen un rol importante en la promoción de capacidades de los alumnos hasta un alto nivel de competencias acorde a las aptitudes y motivaciones de cada alumno (Rul, p. 19). Valorar culturalmente la educación, incide en la calidad de la misma. Esta relación debe entenderse como un diálogo constante, ya que la escuela a su vez debe ser un centro impulsor de futuro capital humano avanzado. Una sociedad con mayor capital humano incidirá en la calidad de la educación, y la educación sostendrá las bases para la formación de capital humano, en un diálogo continuo y necesario. La importancia de esta relación puede verse tanto en los informes de COTEC en España (COTEC, 2010), como en los informes de capital humano en Chile elaborados para la OCDE (Brunner & Elacqua, 2003).

En cuanto al nivel económico de una sociedad, mientras más alto sea, mayor inversión puede haber en educación. Una economía sólida, en crecimiento, puede invertir más porcentaje de su PIB en educación, y esto, mediante una adecuada gestión puede influir en una mejor calidad. A esto se suma que en la medida que hay mayor inversión pública, se refleja mayor preocupación en el tema, y por ende, indica valoración social de la educación, y eso puede tener como consecuencia una mejor valoración social de la profesión docente, mejores sueldos, atrayendo de paso a los mejores alumnos a que decidan seguir un camino profesional vinculado a la enseñanza (2). Junto a esto, mientras más inversión exista, se pueden implementar más programas de innovación en el sistema educativo, que tengan como consecuencia generar más conocimiento y mejores aprendizajes. Para lograr este objetivo no basta un aumento único de fondos, ya que esto debe ser algo sostenido en el tiempo, entendido como política pública de tal forma que se genere educación de calidad en el marco de una sociedad basada en el conocimiento, acorde a los actuales modelos centrados en competencias e innovación.

Por otro lado, el factor político-administrativo incide también de manera directa en la educación. Las políticas públicas tienen impacto, pues deciden quién administra las escuelas públicas y los requisitos de funcionamiento de las privadas, cómo se organizan las mismas escuelas, qué deben enseñar los profesores según el currículum, a qué evaluaciones externas someter el proceso educativo, etc. Las políticas públicas en educación, especialmente en el currículum, aportan importantes directrices de pensamiento para entender el valor de los aprendizajes y del conocimiento desde la lógica integrada que conlleva definir no sólo el qué aprender, sino el por qué aprender ciertos contenidos, considerando la complejidad cultural y social en que vivimos, e incluyendo aprendizajes en diversos ámbitos del conocimiento, como la eficacia transformadora, los códigos de comunicación, la trayectoria humana espacio temporal, los problemas humanos de seres con sentido y, la expresión humana y el conocimiento estético (Rul, p. 16). A esto se suma la educación en conciencia cívica y valoración democrática, fundamentales en toda sociedad, especialmente en aquellas que han sido dañadas por sistemas dictatoriales en su historia reciente, como es el caso de la mayoría de los países latinoamericanos y de España. Además, en determinados casos existen decisiones político-administrativas que inciden en la educación, que tienen alcances más globales que lo meramente educativo, en tanto políticas de bienestar y servicios. Por ejemplo, en Chile, las escuelas públicas dan desayuno y almuerzo a sus alumnos, y esta política fue crucial en determinado momento para superar problemas de desnutrición infantil, y permitir mejores condiciones para enfrentar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Por último, se puede señalar como un aporte directo del factor político-administrativo aportar orden al sistema educativo y abrir espacios a la discusión sobre conceptos claves en una sociedad como el bien común, ya que una sociedad que mediante sus políticas decide qué tipo de educación busca, es una sociedad que decide qué tipo de ciudadanos quiere formar. El sistema educativo mediante las políticas públicas adquiere representatividad social, lo que conlleva que los mismos ciudadanos adquieren representatividad al estar dentro del sistema escolar, especialmente cuando el Estado garantiza el acceso a la educación, lo que además legitima al sistema.

Por otro lado, el político-administrativo es el factor que instala más trabas burocráticas en el sistema educativo. Es común y coincidente en muchos países hoy en día, ver cómo el currículum definido desde lo político-administrativo es poco funcional, ya sea por su complejidad o su extensión. Es común también que en función de los resultados de las pruebas internacionales se lleven a cabo políticas generales que se olvidan del proceso educativo y también del contexto donde se desarrolla dicho proceso. Gracias a esto, las evaluaciones han dejado de entenderse como recursos de conocimiento, y han pasado a ser voceras de resultados definitivos, olvidándose una vez más, de la importancia de entender la educación como un proceso y como un sistema complejo. El factor político-administrativo tiende a desprofesionalizar la educación, ya que muchas veces quienes toman las grandes decisiones que inciden directamente en la calidad educativa, no son siempre profesionales de la educación sino tecnócratas políticos, es decir, funcionarios políticos al servicio de una particular ideología encarnada en un gobierno. En otros casos se pueden tomar decisiones acertadas, o tener la intención de mejorar en la calidad educativa a nivel global. Como ejemplo, en el caso de la Unión Europea, existen metas comunes como las adoptadas en la agenda de Lisboa, o bien, los estándares fijados por la OCDE, no sólo para Europa sino para todos sus miembros.

Estos tres factores tienen en común el pertenecer al entorno (Politeia) en que se desenvuelve el proceso educativo, por lo tanto, desde una visión sistémica, son parte importante del proceso, y por lo mismo, tienen una incidencia directa en la calidad del sistema educativo. Si bien estos tres factores coexisten en el entorno y podemos ver sus relaciones, también hay que subrayar el hecho de que se desenvuelven en esferas distintas, dado que los factores culturales subyacen a toda sociedad de manera dinámica, al igual que los económicos, pero los político-administrativos parecen mucho más dinámicos aún, ya que este tipo de decisiones puede variar en el mediano plazo, por ejemplo, al cambiar el enfoque ideológico de un gobierno. Sin embargo, dado que entre estos sistemas se establecen relaciones, parece ser que el sistema económico traza directrices más definitivas, ya que de alguna manera evidente, el sistema político, el sistema administrativo, y el sistema educacional se mueven en torno a los vaivenes de un mismo sistema económico de mercado. Esa es quizás la gran piedra de tope, ya que analizando la situación fríamente, nos damos cuenta de que a nivel macro la educación puede tender a reproducir el orden social, ya que el mercado necesita personas calificadas (educadas), otras personas tecnificadas, y por último, un gran número de personas con menor calidad de educación (masa obrera). Al desarticular este orden, se desarticula el sistema económico tal como funciona hoy en día y la educación, al no funcionar para todos por igual en términos de oportunidades y calidad, es tristemente cómplice de esta reproducción social en términos de desigualdad económica y calidad de vida.

Ante este panorama, una postura pesimista puede sostener que no existe solución posible, sin embargo, desde lo político-administrativo se pueden tomar decisiones que al menos, regulen la libertad del mercado, y no conviertan el sistema en privilegio de las minorías. En la medida en que una sociedad y su clase política toman conciencia de esta problemática, deviene en necesidad educativa. Creo que por lo mismo, los resultados de la educación no deben medirse según pruebas estandarizadas, sino según la capacidad crítica de sus alumnos-ciudadanos, y según el bienestar social generado a partir de políticas públicas con incidencia en la educación. Tampoco deben tomarse grandes decisiones a partir de dichas pruebas, sino que debemos saber ver esos resultados simplemente como datos estadísticos que aportan información. De esta manera se logra iniciar un diálogo más fructífero y sincero entre el sistema de enseñanza-aprendizaje de las escuelas y sus entornos, definiendo las influencias en una doble dirección, de tal modo que mediante la mejora en la calidad de la educación haya un impacto real en la sociedad, donde se vea mayor formación de capital humano que incida tanto en lo económico, en lo político-administrativo, como en lo educativo, cerrando un círculo virtuoso en donde cada factor macro aporta al proceso educativo, y este proceso influye en los factores macro. El asunto clave, para dejar de lado el pesimismo, es actuar con objetivos claros y asumir el rol de cada uno en el sistema. En este caso, se trata de establecer los vínculos entre los factores macro y los factores meso, centrándose así en el campo de acción de la gestión escolar. Por ejemplo, si un director de escuela quiere cambiar los factores macro, por sí sólo no lo podrá hacer, pero sí puede gestionar su escuela de tal modo que ésta influya en los factores macro. Siguiendo la lógica más adecuada, deben existir en las escuelas ciertas directrices que configuren un proyecto educativo, que a su vez guíe la acción de tal modo que la escuela dialogue con su entorno en términos reales y concretos. La escuela, si se concibe en el proyecto, como un lugar abierto a la comunidad, generará impacto en su entorno. Las maneras de abrir la escuela pueden ser múltiples y variadas. Desde una alta colaboración y participación de las familias, a un uso comunitario de los espacios deportivos o de la biblioteca, creación de talleres para vecinos, escuelas para padres, cursos, conferencias, ciclos de cine, exposiciones, etc. Incluso proyectos comunitarios de mutua colaboración, como pueden ser por ejemplo centros de reciclaje que benefician a toda la comunidad, creación de huertos comunitarios si es que existe espacio para cultivo, implementación de comunidades de aprendizaje, etc. Es enorme la cantidad de proyectos que se pueden pensar en una escuela concebida como un espacio abierto a la comunidad en que se inserta, y si entendemos todas estas relaciones desde la lógica sistémica, veremos que una escuela abierta influirá directamente en la valoración que la comunidad tiene de ella, y como consecuencia aumentará la percepción sociocultural, lo que puede traducirse en mayor interés y compromiso por los miembros de esa comunidad en aprender, generar más innovación, atraer recursos, y en fin, mejorar la calidad educativa entendiendo el asunto sistemáticamente.

NOTAS
1. Al respecto, el Informe COTEC 2010 señala que tan sólo el 19% de los jóvenes que abandonan la Educación Secundaria vuelven a los estudios en los dos años siguientes, mientras que la mayoría de los que terminan la Educación Secundaria continúan estudios. Esto indica que el abandono tiende a ser definitivo, con la consecuente gravedad del asunto.
2. Este atractivo económico puede ser clave para mejorar la calidad educativa, ya que hay una correlación directa entre el incentivo económico y el ingreso a la carrera docente de mejores alumnos. Por poner un ejemplo, la situación en Chile es un tanto crítica, ya que el 40% de los alumnos que ingresan a estudiar pedagogía no pueden extraer conclusiones de un texto simple según un estudio de CNED (Consejo Nacional de Educación), es decir, la poca motivación económica de la carrera docente hace que los alumnos que se convertirán en profesores no sean los mejores y no tengan una adecuada preparación en sus propias competencias. Otro dato que da cuenta de este escenario sombrío es que según la prueba INICIA 2009, aplicada a egresados de la carrera de Pedagogía en Matemática, se vio que los futuros profesores chilenos fallaban en dos de tres preguntas de materias que debían enseñar. La relación de esto con lo económico tiene que ver con las perspectivas de sueldo. En Chile, un abogado puede ganar al quinto año de egreso un 97% más que en su primer año, mientras un profesor llega sólo a un 6% más. En promedio, el profesor mejor pagado de una generación, siempre ganará menos que el peor de los odontólogos o ingenieros. Esto demuestra claramente la valoración social que se tiene de la educación y la profesión docente en Chile (Waissbluth, 2010).

 

Bibliografía
Brunner, J. J., & Elacqua, G. (2003). Informe Capital Humano en Chile. Santiago: Universidad Adolfo Ibañez.
COTEC. (2010). Informe COTEC. Madrid.
Marzano, R. (2000). A New Era of School Reform: Going Where the Research Takes Us. Aurora, CO: Mid Continent Research for Education Learning.
Rul, J. (s.f.). El proyecto de centro educativo: la gestión curricular de competencias.
Waissbluth, M. (2010). Se acabó el recreo. Santiago: Debate.
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Un comentario

Últimamente, en el Ministerio de Educación de Chile, se ha estado dando como efecto de calidad de aprendizajes, el factor de liderazgo educativo en la escuela, dando como idea, que los responsables son los directores y los docentes. Hay una investigación que no recuerdo, que dice que el factor Gestión, corresponde a un 33% y el factor gestión del docente en el aula, 66%. Eso es lo que utilizan muchas instancias administrativas de nivel central, pero soslayan lo que demostró Marzano, que la varianza explica un 20% el factor escuela, el que es repartido en porcentajes enunciados antes.
Es decir, se dicen verdades a medias. Y se contradicen, porque en otros acápites de informes de resultados, dan a conocer la dispersión de puntajes según los niveles socioeconómicos.

Por Juan Klöckner el día 30/04/2016 a las 22:05. Responder #

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Requerido.

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