Entrevista al profesor y erudito francés Henri Boileau publicada por la desaparecida revista Emergencia, dirigida por Adolfo Pardo, en París – Francia, en mayo de 1988, meses antes de que en Chile se realizara el plebiscito nacional del 5 de octubre para decidir si Augusto Pinochet seguía o no en el poder y donde el “SI” obtuvo un 44,01 % de los votos y el “NO” un 55,99
Conforme a las «disposiciones transitorias» de la Constitución, el triunfo del «No» implicó la convocatoria para 1989 de elecciones democráticas conjuntas de presidente y parlamentarios, elecciones que conducirían tanto al fin de la dictadura como al comienzo del periodo llamado transición a la democracia. En la imagen, portada de Emergencia, número 6, donde se da cuenta del fallecimiento del músico Gabriel Parra, baterista original de Los Jaivas y donde aparece publicada esta entrevista (ver).
Introducción
Según sabio francés, Nicanor Parra sería el único presidenciable (en Chile). “En la difícil coyuntura chilena Parra es el único hombre capaz de reemplazar a Pinochet”.
Henri Boileau, políglota francés, exprofesor universitario considerado por Marguerite Yourcenar como “le dernier des encyclopédistes”, erudito venerado por la intelectualidad, concedió en su retiro breton esta entrevista, exclusiva, a Emergencia.
Henri Boileau nació en “l´Ile aux Moines”, donde reside actualmente parapetado entre libros al interior de un faro apagado que le sirve de morada. Después de 45 años de docencia. “El llamado de la tierra”, dice.
Boileau sostuvo la resistencia junto al actual presidente Mitterrand y es considerado, aquí en Francia, como una de las lumbreras de este siglo (XX). Célebre entre los célebres ―mais toujours a l´écart― Boileau, que nunca ha permitido la entrada de una cámara de televisión a su casa, fue adulado por Marcel Pagnol, François Truffaut, Jean-Paul Sartre, Jacques Lacan, Boris Vian, Marguerite Durás y Jean Gabin, entre otros. Boileau, que tiene más años que el siglo, recuerda entre sus anécdotas la borrachera con que celebró el fin del mundo el 1 de enero de 1900. Boileau, que se negó a dejarse fotografiar, con su barba parece un profeta del Antiguo Testamento, sin embargo, para nadie es un misterio que se hace calentar la cama y el escusado por una isleña que podría ser su nieta, pero que no lo es.
Advertencia del texto original
Señalamos que para la transcripción de esta entrevista eliminamos algunos prolegómenos, comodines y titubeos a fin de sintetizar el texto y aligerar su lectura.
Emergencia
Profesor Boileau, sabemos que usted dejó la universidad, y París, hace diez años para dedicarse a sus estudios. ¿Piensa usted, sin embargo, volver a la docencia?
H. Boileau
Por ningún motivo. El medio académico francés, después de la muerte de Sartre, de la Yourcenar y recientemente de la de Dumézil, a dejado de interesarme. La intelectualidad francesa se ha puesto toda de acuerdo para justificar la política criminal de Monsieur Reagan y adquirir, antes de que sigan subiendo los precios, un apartamento en la gran vitrina en que se está convirtiendo París.
Em.
¿Sin embargo, tenemos entendido que usted sigue recibiendo algunos de sus alumnos aquí en su casa?
H.B.
Si, pero prácticamente des inmigres. Los estudiantes franceses están demasiado preocupados por la perspectiva del chômage[i] como para poder pensar en cosas más divertidas.
Los jóvenes inmigrados saben que no tienen ninguna posibilidad en este mundo y eso los obliga a pensar.
Em.
¿Pensar en qué?
H.B.
En cómo dar vuelta la tortilla (lo dice en español). O si tú prefieres en la condition humaine, como decía André (Malraux). Hay algunos muchachos que están investigando cómo los diferentes idiomas se traducen en alguna parte de la cabeza a la lengua propia del cerebro y específicamente estudiando nuestro language machine. Creemos que no está muy lejos el día en que podremos establecer diálogos telepáticos con las máquinas. Nos interesan los mecanismos de la memoria. La posibilidad de adquirir o borrarnos bloques de información. De guardar el recuerdo de un amor desafortunado en el cajón del velador. Conocer mejor lo que tenemos aquí dentro (señala su cabeza con el dedo). En fin, es muy vasto el campo de nuestras investigaciones. Los muchachos creen, por ejemplo, que pronto estaremos en condiciones de ofrecerle a Woody Allen un rápido lavado de cerebro, mucho más eficaz que 25 años de psicoanálisis. Estamos construyendo aquí, en este viejo faro, el hombre nuevo. El robot erótico.
Em.
Profesor, cuando usted dice “conocer mejor lo que tenemos aquí dentro” lo entiende en el sentido que le dio Sócrates?
H.B.
No no, en mi juventud yo practiqué esa viaja doctrina del autoconocimiento, pero no mucho después me di cuenta de que en realidad je m´ennuyais comme une chose (me aburría como una cosa). Rápidamente comenzó a interesarme mucho más una muchacha de la vecindad cuyas sólidas redondeces me hicieron olvidar por completo las vulgares perversiones de mi simple personalidad. No hay que perderse en los detalles muchacho.
Em.
Profesor, tenemos entendido de que usted se ha expresado a favor de la unidad latinoamericana y conoce muy bien la situación chilena…
H.B.
Oui, mais il faut pas exagerer. Naturalmente trato de informarme de lo que ocurre y lamento que ese pueblo aguerrido, distraído por los silogismos de arribismo burgués, haya depuesto las armas.
Em.
¿Cree usted que por las armas se resolverá nuestra situación política?
H.B.
O por la antipolítica, a lo mejor…
Em.
¿O sea?
H.B.
Siempre, desde que el mundo es mundo, quien posee las armas detenta el poder. Pero afortunadamente, y es por eso que el hombre se comió al mamut, siempre ha contado también, aunque quizás menos ahora, el uso de la imaginación. La libertad de cambiarse un solo calcetín.
Em.
Profesor, disculpe, podría ser más preciso. ¿Cree usted que los partidos políticos chilenos de tendencias democráticas lograrán encontrar una fórmula de acuerdo para oponerse a Pinochet y sacar al país de la indigencia?
H.B.
Si, pero a condición de la totalidad de los políticos renuncien a sus secretas o manifiestas ambiciones de poder, porque el hombre que reemplazara a Pinochet, en mi modesta pero imparcial opinión, no va ni puede salir de las filas de aquellos grupos, puesto que en una coyuntura como esa es necesaria una personalidad excepcional. Alguien capaz de imaginarse y ser imaginado por el pueblo de Chile como su verdadero presidente. Ustedes tendrían que resucitar a Salvador Allende, pero evidentemente vuestro atraso tecnológico no lo permite. O resucitar a Pablo Neruda, que fue candidato el 70. Resucitar a Gabriela Mistral, y ponerle pantalones, o elegir presidente de la república a Nicanor Parra.
Em.
¿Conoce usted a nuestro poeta?
H.B.
Naturalmente. He leído y a menudo releo su obra. Y la disfruto mucho, aunque muchos de sus retruécanos son comprensibles únicamente por sus compatriotas. Comparto con él sus postulados ecólogotaoistas, y su insaciable ternura. Es una personalidad muy interesante.
Em.
Y usted cree que él podría asumir y que, además, aceptaría la primera magistratura de Chile.
H.B.
Yo no veo a otra persona. Además, es chillanejo, como Bernardo O’Higgins, Arturo Prat y su ilustre hermana Violeta. Nació a “pata pelada”, como dice él, y es verdad. En San Juan de Alico si no me equivoco. Y hoy día supongo que sigue siendo profesor universitario después de, vuelvo a citarlo, bajar la retórica poesía en español de su aburrido Olimpo. Ya nos quisiéramos un hombre como él aquí, en Francia, para que nos sacudiera un poco y nos devolviera el gusto por la bicicleta y les galipettes (vueltas de carnero).
Em.
Pero él un hombre que jamás ha hecho política y que siempre ha sido muy contestado tanto por la derecha como por la izquierda. ¡Acuérdese que tomó el té con Paty Nixon!
H.B.
¡Y yo me comí un kuchen con Eva Braun! Y eso no me impidió tomar las armas contra su marido y conocer varios secretillos que nos favorecieron no poco cuando estábamos dans le maquis (se refiere a la resistencia francesa).
Em.
¿Profesor…?
H.B.
¡Y estaba excelente!
Em.
¿Qué?
H.B.
El kuchen, naturalmente. Y ella era una simpatía.
Em.
Profesor… en el supuesto caso que Nicanor Parra aceptara sacrificar su vida privada por el servicio público ¿usted estaría dispuesto a viajar a Chile para apoyar su candidatura?
H.B.
Eso sí que no puedo prometerlo. Es más, debo confesarle que a mi edad no soporto los viajes. Bueno, nunca los he soportado mucho. Y no me veo sentado en el pequeño retrete de un avión, aunque, claro, no me disgustaría conocer la cordillera de Los Andes y esas míticas costas del Pacífico Sur. La última vez que estuve en París, para el entierro de Jean Paul (se refiere a Sartre) me sacaron a pasear en auto y me dio vértigo. Afortunadamente pude acogerme donde una vieja amiga que seguía viviendo en el 17 de la rue Charonne. Y si contra mi voluntad vuelven a sacarme de este islote téngalo por seguro que será en una carrosa fúnebre.
Em.
Profesor Boileau, si no es mucha la indiscreción ¿cuáles son sus proyectos más inmediatos?
H.B.
No no, no es ninguna indiscreción, puesto que no revisten ningún misterio.
“Tout simplement de vous accompagner a la porte parce que ce soir j´ai une envie folle d´aller coucher avec ma femme”.
Comentar
Critica.cl / subir ▴