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El espacio de la marginalidad y el desamparo. En mano de obra de Diamela Eltit.

por María Elvira Luna Escudero-Alie
Artículo publicado el 21/07/2007

En Mano de obra (2002), de la novelista chilena de origen palestino; Diamela Eltit, (1949) hay una visión sombría, acaso realista, de los efectos de la globalización y la economía de mercado libre en Chile, una suerte de épica de la marginalidad, una denuncia de las políticas del desamparo.

La novela Mano de obra está dividida en dos partes y nos llega desde la subjetividad fragmentada de la clase trabajadora que vende su mano de obra para sobrevivir sólo para seguir trabajando, es decir y en el contexto de la novela, para continuar en el espacio de la opresión propiciada por las relaciones de producción y la lucha de clases. Es evidente en la novela que el trabajador sólo tiene su fuerza laboral para sobrevivir en el engranaje de las variables que determinan el mercado, y por lo tanto, no le queda otra cosa que vender esa fuerza de trabajo, convertida en moneda de intercambio, y venderla todos los días, o morir de hambre. Se forma así un círculo vicioso que sólo terminará con la muerte del trabajador, o con su rebelión, es decir su liberación.

A través de esa subjetividad cargada de angustia de la clase trabajadora, en Mano de obra, percibimos las contradicciones y los aspectos negativos y deshumanizadores del capitalismo en un país que económicamente es medianamente pobre (en la época en que está ambientada la novela) y culturalmente occidental como es Chile. Sin embargo queda claro que esta visión apocalíptica de la sociedad es aplicable a los países vecinos de Chile también, e incluso a geografías remotas.

Dentro de estos aspectos negativos que acarrea el capitalismo en su máxima expresión, y que están brillantemente denunciados en la novela, tenemos: la explotación laboral, los despidos masivos, los sueldos miserables, los accidentes de trabajo, el acoso sexual hacia las mujeres, la alienación, la cosificación del ser humano, la opresión económico-social de género sexual, el temor generalizado que linda con la paranoia, la falta de solidaridad entre los seres humanos (aun entre los miembros de una misma clase social explotada), etc.

Es sin duda un gran acierto de Eltit haber situado la historia narrada en Mano deObra, una narración paródica, en un super-mercado, espacio que inmediatamente alude al mundo globalizado en el que supuestamente estamos todos inmersos. El mercado desde luego representa un microcosmos de la sociedad chilena, donde todas las clases sociales se encuentran y negocian sus espacios.

El narrador de la primera parte de la novela es un ser alienado que se ha identificado a tal punto con su espacio laboral que resiente cualquier alteración ocasionada por los clientes, y cualquier acción que él interpreta como peligrosa y que pueda costarle el trabajo. El narrador se siente vigilado, acechado y rodeado del peligro que vislumbra por todas partes, especialmente detrás de las miradas disimuladas de sus supervisores, sus temidos enemigos, a los cuales sonríe con una sonrisa congelada e idiota que enmascara su perenne terror de ser despedido.

Es interesante que el narrador no tenga nombre, puesto que es un ser anónimo, cosificado, alienado, ausente frente a su propia subjetividad, alguien que vive para trabajar, y que no trabaja para vivir:

“Los clientes (el que ahora mismo me sigue y me desquicia o el que me corta la respiración o el que me moja de miedo) se reúnen únicamente para conversar en el súper. Yo me estremezco ante la amenaza de unas pausas sin asunto o me atormento por los ruidos insípidos y, sumergido de lleno en la violencia, me convierto en un panal agujereado por el terror”. (13)

El narrador nos habla del espacio de la niñez y el de la vejez de manera muy peculiar y emblemática también. El narrador nos pone al descubierto el futuro incierto de nuestro mundo esperanzado en unos niños que ya están entrampados en las garras de la sociedad de consumo, y el imposible pasado de unos viejos que luchan por permanecer vivos y no ser considerados como despojos del capitalismo; si ya no puedes producir; entonces eres un estorbo para el mercado y ergo; nada vales.

La percepción del narrador acerca de los niños se grafica muy bien en esta cita:

“Pero qué puedo hacer si largan (a los niños) como quien arroja al baldío a un animal que no ha terminado de domesticarse. Y (los niños) se elevan espasmódicos hasta alcanzar los sonidos  más ensordecedores. Unos chillidos que atraviesan y horadan los pasillos mientras corren, me atropellan, me agreden y se transforman en una realidad inmanejable. Representan un  verdadero castigo de Dios cuando aparecen aullando por las  esquinas, empujándome y llorando sin la menor vergüenza. A mi persona la embisten porque quieren dulces o chocolates o refrescos y hasta pan desean. Y, claro, buscan los juguetes con la desesperación que moviliza (torpemente) a un animal hambriento enfrentado a un mundo en plena extinción.” (17-18)

Y con respecto a los viejos, el narrador nos dice elocuentemente:

“ […] En esas ocasiones favorables de mi espíritu, me entrego de lleno a los viejos, a observar sus movimientos por los pasillos:  inseguros, oscilantes, con la mirada errática. Una multitud de ancianos, confundidos y encandilados con los productos, que  se desplazan muy lentamente, demostrando un retardo corporal que podría parecer hiriente pero que a mí me resulta soportable”. (37)

Y más adelante el narrador nos comunica:

“No necesito comportarme con una excesiva amabilidad, pues todo el mundo huye de “los viejos del súper” y ellos lo saben. Entienden esos sentimientos y disculpan el malestar, la indiferencia  y hasta la cuota evidente de desprecio que provocan. Es clarísimo”. (39)

Y también en forma no menos elocuente, el narrador nos relata la angustia de los viejos por prolongar el breve tiempo de vida que les queda:

“[…] Entonces, los “viejos del súper”, buscan, con la mirada
inesperadamente brillante, una nueva presa para liquidar, desde una lineal voluntad decrépita, el tiempo urgente que los oprime.” (40)

E incluso, el narrador nos comenta la agenda secreta de “los viejos del súper” que él cree leer muy bien:

“[…] “Los viejos del súper” vienen a contagiar y a diseminar  sus muertes para ganar un gramo más de tiempo.” (44).

El secreto universo de los viejos se nos brinda con una precisión que nos recuerda de alguna manera al universo plagado de misterios, al sub-mundo de los viejos de la novela de José Donoso (1924-1996): El obsceno pájaro de la noche (1970).

En ciertos momentos de la narración de la primera parte de la novela, el narrador nos recuerda asimismo al célebre minotauro del cuento de Jorge Luis Borges (1899- 1986): La casa de Asterión. El laberinto de Asterión que aprisiona al minotauro y al mismo tiempo da sentido a su vida, es análogo al supermercado del narrador que lo asimila y se apropia de él cual si fuera una mercancía que se usa y se deshecha, cosificándolo, transfigurándolo en ese objeto que caduca, anulándolo como ser humano. Sin embargo, el mercado no es solamente ese espacio de opresión y de cosificación; es también un lugar crucial en la vida de ese narrador sin nombre en la medida en que se trata del espacio que define el centro de su existencia. Parodiando a R. Descartes (1596-1650) podríamos decir: <<trabajo, luego existo>>.

Recordemos al minotauro de Borges:

“[…] Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizás yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo”.
(Borges, El Aleph, Emecé. Buenos Aires: 1996, página 108)

Y ahora hagamos la analogía con estas frases del narrador de la primera parte deMano de obra:

“El honor que Dios me ha dado me permite asegurar que hoy soy  su elegido. El elegido de Dios. ¿Qué hice para merecerlo? ¿Qué  debo hacer para conservarlo? ¿Qué hago?, me pregunto, ¿qué hago?,  me repito mientras camino, borracho de fe, tambaleando en el pasillo  para alcanzar a realizar, lo sé, la última representación organizada con  la que se va a sellar el fin de mi episodio laboral.” (63)

En la segunda parte de la novela el narrador es un “yo plural”, es “un nosotros” que nos describe las dinámicas de juego en los dos espacios en los que ocurre la historia: el súper y la casa donde viven muchos de los empleados del supermercado. En esta segunda parte los personajes tienen nombres y es interesante comentar que aunque desean ser queridos, y querer, las relaciones que existen entre ellos no son las de la falsa familia que pretendieron formar con Isabel de madre postiza y prostituida, y  con Enrique como padre protector y traidor, sino que son unas relaciones tensas determinadas por las leyes de mercado, y las relaciones de producción, y donde no hay espacio para la ternura ni la solidaridad.

Veamos lo que el narrador colectivo nos dice sobre Isabel:

“[…] Isabel tenía tres empleos y tres sueldos. La queríamos
y ello lo sabía.[…] Sabíamos que adentro uno de los supervisores le estaba lamiendo el culo. Eso nos dijo ella. “Me lame el culo”. Agregó que ella también era una lameculos porque dejaba que [ese viejo asqueroso] , (lo dijo despacio), le pasara la lengua por el trasero y afirmó que francamente no le importaba. La tenía sin cuidado. No le costaba nada ser una lameculos. “Todos ahora lo son” dijo.“Todos sin excepción”. (80)

Gloria representa probablemente en la novela al “lumpen proletariado” ya que decidió dejar su trabajo en el supermercado para quedarse en casa y trabajar como mucama o empleada de servicio sin percibir sueldo:

“Tiene casa y comida gratis”, contestó Enrique. “¿Te parece poco?” (85). Gloria ha sido desplazada al cuarto más pequeño y despojada de frazadas y toallas:

“[…] Naturalmente Gloria debía dejar su cuarto y empezar a dormir en la minúscula pieza del fondo. Eso formaba parte del arreglo. Tenía que dormir alejada de nosotros y dejarnos sus frazadas, sus sábanas, la cubrecama. Debía también permanecer en nuestro baño la toalla, su tubo de pasta de dientes, el jabón, su desodorante, la colonia. Su tijera.” (84).

Gloria ocupa el último eslabón en la cadena social y se convierte no sólo en sirvienta de todos sino también en objeto de abuso sexual, en una esclava sexual, y su grado de alienación es tal que permite pasivamente estos abusos:

“Después de un tiempo, empezaron las carreras nocturnas a la pieza de Gloria. Se multiplicaban los ruidos que conmocionaban el pasillo. Gloria se dejaba hacer sin el menor entusiasmo. Dijo que normalmente pensaba en otras cosas, enfatizó que, en esos  momentos, se le venía a la cabeza la enorme cantidad de cosas que tenía que resolver. “Cuando se me montan encima pienso en lo que voy a hacer de comer mañana”. “O recuerdo que se está terminando la margarina y ruego que no se me olvide  pedirles la plata para comprar otro paquete”. (86)

Los empleados del supermercado no son solidarios entre sí y sólo se ponen de acuerdo cuando se trata de acusar a alguien que intenta formar un sindicato:

“[…] Le dijimos que Alberto participaba en asociaciones
secretas para organizar un sindicato en el supermercado.
Isabel se puso pálida y en su rostro se instaló la huella de
una tristeza infinita. Se retorció las manos. Dijo que cómo
Alberto podía ser tan mierda, tan chucha de su madre.
Nosotros lo lamentamos mucho por Isabel.[…]”. (88).

Es interesante también señalar un par de cosas sobre el uso de las fechas y nombres de diarios chilenos, sobre todo en la primera parte de la novela donde tenemos un narrador omnisciente y alienado que narra la historia desde la primera persona del singular. En la segunda parte de la novela, la llamada: Puro Chile, sólo hay una fecha: 1970 y la narración se nos brinda a partir de una colectividad; la primera persona del plural y también se trata de “un narrador-colectivo” de tipo omnisciente. Los años citados en los subtítulos de la novela son: 1904, 1909, 1911, 1918, 1920, 1924, 1925, 1926 y 1970. Estos años están asociados a las fechas de los titulares de periódicos obreros que se refieren al movimiento laboral chileno, tales como: El despertar de los trabajadores, Verba Roja, Luz y Vida, Autonomía y Solidaridad, El Proletario, Nueva Era, etc.

Es relevante señalar, por ejemplo, que en 1907, ocurrió la matanza de Santa María de Iquique y ésta consistió en el asesinato de 300 trabajadores del salitre que hacían huelga en protesta por sus condiciones laborales. Este hecho sucedió durante el gobierno del Presidente Pedro Montt (1906-1910) y fue el general Silva Renard el que ordenó que dispararan a los trabajadores.*

Recién en 1907 los obreros chilenos lograron el descanso dominical. En 1909 mil obreros morían a causa de accidentes laborales y las condiciones laborales eran espantosas e infrahumanas. Para situarnos un poco más en el contexto de las fechas señaladas: habría que indicar que en 1909 había 68% de analfabetos en Chile. También vale la pena recordar que la Revolución Bolchevique tuvo lugar (al otro lado del Atlántico) en 1917, y que el Partido Obrero Socialista de Chile fue fundado en 1912, y quizás valga la pena también tomar en cuenta que en 1924 (otra de las fechas indicadas) el General Luis Altamirano dio un golpe de Estado convirtiéndose así en dictador.

Es importante asimismo tomar en cuenta que en 1970, la última fecha que aparece en la novela y la única de la segunda parte, llegó al poder, democráticamente elegido (pero como recordamos, fue depuesto por el General golpista A. Pinochet en 1973), el Dr. Salvador Allende bajo la bandera de la Unidad Popular (su partido), una agrupación socialista. Es posible que la última hoja de la novela aluda precisamente a Salvador Allende. “[..] que nos miran como si nosotros no fuéramos chilenos […]” (176) pues los militantes socialistas y comunistas en América Latina siempre han sido percibidos por las Fuerzas Armadas y los grupos hegemónicos como: “anti-patriotas”, “anti-nacionalistas”, “vende-patrias”, “pro-rusos”, “pro-soviéticos”, “pro-chinos”, “pro- albaneses”, etc. Además los empleados del supermercado de la historia tras haber sido despedidos por la traición del líder anterior: Enrique (“se vendió: a los supervisores), y salir de la casa donde vivían temerosos bajo un sistema vertical, que sólo reproducía las relaciones existentes en su espacio laboral, se agrupan bajo la dirección de Gabriel, un nuevo líder, uno que domina el habla popular, y los “garabatos”.

Es relevante recordar el epígrafe que abre la novela:

“Algunas veces, por un instante,
la historia debería sentir compasión
y alertarnos”.

Sandra Cornejo Se podría argumentar que este epígrafe hace referencia a las luchas del movimiento obrero, a sus fracasos y sus logros, a sus batallas sangrientas por la conquista de sus derechos laborales, civiles y humanos. La Historia puede ser una gran maestra si sabemos asimilar sus lecciones.

La novela termina con las palabras esperanzadoras del nuevo líder, Gabriel: “Caminemos. Demos vuelta la página”(176), es decir: empecemos de nuevo, o intentemos un proyecto nuevo, ¿acaso este nuevo camino es una alusión al proyecto socialista de Salvador Allende?.

 

_________________________
* Nota tomada de: http://www.rebelion.org/cultura/040308eb.htm).
Bibliografía:
  • Barrientos, Mónica. Vigilancia y Fuga en Mano de Obra de Diamela Eltit. (artículo) Revista Espéculo, Número 25, 2005.
  • Borges, Jorge Luis. El Aleph. Ed. Emecé. Buenos Aires: 1996.
  • Carreño, Rubí. Mano de obra, una poética del (des)centramiento.(artículo). Revista Casa de las Américas, enero- marzo de 2003.
  • Eltit, Diamela. Mano de obra. Ed. Planeta Chilena, S.A. Santiago: 2002.
  • Masiello, Francine. El trabajo de la novela. (artículo) Revista Casa de las Américas, enero- marzo de 2003.
  • Noemí, Daniel. El supermercado nuestro de cada día: literatura, traición y mercado alegórico. (artículo). Revista Casa de las Américas, enero- marzo de 2003
  • Posadas, Claudia. Un territorio de zozobra. (Entrevista a Diamela Eltit). Revista Espéculo, Número 25, 2003.
  • Richards, Nelly. Tres recursos de emergencia: las rebeldías populares, el desorden somático y la palabra extrema (artículo). En letras.s5.com. proyecto patrimonio.
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4 comentarios

Cuál es el tipo de narrador de autonomia y solidaridad de Diamela Eltit, y aparte subrayar donde se vea reflejada la respuesta del narrador. Ayuda porfi, muchas gracias

Por Katherin Rodríguez el día 19/09/2020 a las 16:11. Responder #

Cuál es el tipo de narrador de el cuento Autonomía y solidaridad de Diamela Eltit, y aparte subrayar donde se vea reflejada la respuesta del narrador. Ayuda porfi y gracias.

Por Katherin Rodríguez el día 19/09/2020 a las 16:09. Responder #

MUY BUEN ARTICULO MARIA ELVIRA LUNA ESCUDERO ALIO GRACIAS

Por rosa bustamante el día 06/02/2015 a las 21:27. Responder #

Felicitaciones por el texto de Diamela Eltit.muchas gracias
ROSA

Por rosa bustamante el día 06/02/2015 a las 21:19. Responder #

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Requerido.

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