La nieta de una familia de inmigrantes de Europa del Este[1] encuentra en un mercado persa de Arrieta un pequeño álbum de fotografías, que mostraban una familia en la cotidianeidad de sus vacaciones de verano. Valiéndose principalmente de la fragilidad del olvido por parte de la generación de sus padres, la narradora observa que este material visual contiene un mensaje con lápiz grafito que asemejaba el Rimski del escrito con su apellido paterno. Esta semejanza la lleva a realizar un desplazamiento hacia lugares que le permitirían acercarse a una historia familiar, aunque su interés[2] no fuera encontrar parientes o el nombre de una tumba sino el origen de las fotografías que podían ser un destino tan real como el otro. Es por lo anteriormente comentado que propongo que Cynthia Rimsky produce una búsqueda por encontrar una identidad migratoria filial (que incluye tanto el nivel personal como el fenómeno social), puesto que construye una autobiografía de su viaje a través de una diversidad de instrumentos (cartas, documentos, relatos, imágenes, etc) que le permitirán reflexionar sobre lazos sanguíneos y el destierro.
Antes de entrar al análisis textual del libro consideremos ciertos parámetros teóricos del género que se pueden apreciar en la narración. Philippe Lejeune en su texto El pacto autobiográfico expresa que es posible hablar de una autobiografía cuando coincide el burocrático nombre propio del autor con el narrador y el personaje. En el caso de Poste restante se produce este pacto necesario para que la podamos determinar como una autobiografía, ya que el nombre de Cynthia Rimsky aparece asignado a este tridente a lo largo de toda la narración. Otro elemento propio del género que destaca el pensador francés es que la identidad del narrador puede tener distinciones gramaticales entre la persona gramatical y la identidad del individuo. El caso de la narración de la autora chilena es un perfecto ejemplo de este ejercicio lingüístico, puesto que en gran parte del relato aparece narrado en una primera persona: “Escribo, dejo de escribir. Vuelvo de la panadería con un pan campesino redondo y tibio” (123) y en otras partes en tercera persona: “Cada vez que la viajera se aventuraba a un nuevo lugar, siente un cosquilleo interno” (67).
Se ha señalado que los escritores que narran sus viajes tienen una forma de interpretar lo desconocido por medio de la semejanza[3]. El mismo libro de Rimsky es una muestra de esta técnica de interpretación[4], pues se plantea de manera homogénea espacios desconocidos que son sometidos bajo la estructura de su conocimiento: “En el centro de Tel Aviv existe un barrio, a una cuadra de la principal avenida Ben Yehuda, que hace pensar en un melancólico pueblo del norte de Chile o Polonia” (58). En este sentido, el elemento de semejanza le permite a la narradora construir puentes entre los objetos que observa y los fugaces recuerdos familiares, por ejemplo, en la carta que le envía a su padre Teodoro Rimsky le habla de un vodka servido en una copa de cristal rosado con bordes dorados como la que tenía su abuela (recuerdo material que ella guarda en su casa).
En el fragmento Álbum de familia que inaugura esta autobiografía vemos la presentación del mercado persa como un espacio que asemeja al diván del psicoanalista: “Los objetos exhibidos en el suelo despiertan evocaciones que recorren a los visitantes a la manera de un álbum íntimo y social[5]. Las familias cuyo pasado se remonta a la historia de Chile encuentran objetos que siendo desconocidos están impresos en su memoria, que es también la memoria del país” (Rimsky 40). Podemos entender que esta presentación del mercado es una figura de lectura que se impregna en la estructura (o cuerpo) de esta autobiografía, pues transitamos por las páginas del libro encontrando pequeños fragmentos u objetos, que pueden llevar al lector a la figuración de la experiencia memorialista (particular o nacional) o a la simple lectura superficial en busca de curiosidades.
Uno de los tantos objetos que encontramos en el libro son los distintos tipos de mapa[6] que acompañan a la autora en su desplazamiento. En este caso estos documentos se vuelven fundamentales para la viajera, ya que trazan líneas sobre los lugares desconocidos por donde transitan los migrantes. En el caso del mapa que describe el metro de Londres, utiliza los mismos nombres de las estaciones (Baker Street, Kilburn, Charing Cross, etc) para construir un relato que se caracteriza por la cantidad de migrantes (puertorriqueños, griegos, pakistaní, africanos, entre otros) que habitan la ciudad británica. Finalmente, la narrador después de convivir con estos documentos a lo largo de la travesía abre la pregunta de quienes son las personas que trazan como una torta la espacialidad, dejando un registro oficial (división arbitraria) que no deja entrar la memoria de los sujetos que fueron desplazados de los territorios donde habita su identidad. En el caso de su abuelo paterno que era oriundo de Ulanov (ubicado en algún lugar entre Moldovia, Polonia y Ucrania) vivir en el entre lugar no le permitía ser parte de ningún registro oficial, por lo cual su huella se pierde de la ciudad letrada para entrar al campo del recuerdo y la imaginación.
Asistiendo los diversos tipos de mapas se hace presente a lo largo de toda la narración distintas cartas que escribe (al periódico Nueva república y a su padre) y le escriben (en su mayoría amigas) a Cynthia Rimsky durante su viaje por tierras desconocidas: “Carta enviada por Doris M a la lista de poste restante del correo de Estambul, devuelta al remitente en Chile” (173). Asimismo, el título del libro Poste restante tiene relación con un tipo de correo que guarda en sus distintas sedes las misivas que llegan a una persona sin un domicilio fijo, y que esta debe recoger bajo su propia responsabilidad. Es interesante pensar que estos documentos que aparecen de manera constate no son nunca recibidos ni leídos durante el viaje, por lo cual podemos interpretar que la viajera busca escapar de los elementos que la puedan acercar a un realismo cotidiano del presente. Sin embargo, estos documentos son utilizados como objetos en la trama reconstructiva de un persa-libro, que evoca recuerdos según la indiferencia o emoción del lector frente a los trazos que se exponen.
En paralelo a la imagen visual de las cartas que no llegan a destinatario se deja ver en la escritura los distintos relatos fragmentados[7] que enmarcan la narración. Como por ejemplo ese pequeño cuento que retrata la fiesta religiosa llamada Green Monday (columna vertebral argumentativa), donde las extensa jornadas de alcohol la llevan a confundir (piezas en blanco) si los ingleses que combatieron al IRA o los chipriotas nacionalistas del norte que compartieron la velada fueron parte de la ficción o la vida. Podemos agregar que estos fragmentos que deambulan por lugares fronterizos también tiene que ver con un tipo de memoria que podrían construir familias migrantes como los Rimskys: “Para los emigrantes la historia es una línea trunca y el recorrido por dicho mercado tiene más relación con la imaginación que con la memoria” (Rimsky 40). En este sentido, podemos entender que el escrito determina un lugar de enunciación donde la narradora se escapa del relato absolutamente factual a través de sucesos o historias que pueden haber sido construidas desde la imaginación, más que desde la experiencia del viaje.
Por último, otro de los hilos que construye este persa de escrituras son las imágenes que pueblan el álbum familiar encontrado en el persa de Arrieta. Estas no son puestas en su mayoría de forma audiovisual, sino que se describen con palabras las escenas que aparecen en el álbum: “la adolescente en traje de baño levanta los talones del suelo y extiende los brazos hacia el cielo, la pelota ha salido fuera de cuadro y el movimiento se congela” (Rimsky 44). Es interesante señalar que ella viaja con este referente emotivo sabiendo que no tiene relación real con su autobiografía “difícilmente pueda tratarse de parientes”, más la conexión que ella produce con este documento se genera en la evocación memorialista de su imaginación.
En conclusión, tenemos un pastiche autobiográfico que tiene como propósito retratar el viaje de una nieta de migrantes europeos por los lugares transitados por sus parientes antes de recalar en Santiago de Chile. Este desplazamiento se identifica como autobiografía porque cumple con el parámetro del pacto autobiográfico y las personas gramaticales propuestas por Lejuen para este género. Asimismo, es importante aclarar que se utiliza la técnica interpretativa de la semejanza para hacer puentes entre los objetos observados y los recuerdos familiares que pueblan el imaginario de Cynthia. La estructura de esta narración es presentada como la figura de lectura de un mercado persa que exhibe distintos objetos que despiertan evocaciones según el visitante, es por esto que nos encontramos con mapas de los lugares visitados; cartas que nunca fueron recibidas y que componen la trama; relatos fragmentadas que deambulan entre la ficción o lo real; por último, imágenes que pueblan el álbum familiar desconocido descritas a través de las palabras.
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