EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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Opciones y subversiones discursivas en la poesía de Gustavo Mujica. Una Propuesta innovadora en la lírica chilena actual.

por Adriana Castillo
Artículo publicado el 07/06/2008

Artículo publicado originalmente en «Etudes Hispaniques» No 24,
Université de Provence, Francia, 1998.

 

Globalmente considerada hoy, la poesía chilena de los dos últimos decenios aparece como un rico corpus literario en profunda mutación.
Una de las razones que pueden explicar este caso de cosas se encuentra, desde luego, en que ella se inserta dentro de un panorama cultural sometido igualmente a transformaciones radicales. De orden histórico, político, social y artístico, esos cambios marcan con un signo indeleble la cultura de los últimos tiempos. Aparece claro, entonces, que si durante una buena parte de este siglo, la cultura y el arte chileno se reconocieron en una estética relativa unificadora – que en la narrativa y el teatro revelaron, por ejemplo, una marcada opción realista, y, en la poesía, un fuerte del lirismo de los creadores vanguardistas epigonales, sobre todo de la de Neruda-, hoy en día, por el contrario, el rasgo caracterizador de la creación literaria nacional parece ser el de la ruptura y el dislocamiento expresivos.

En el caso de la poesía y de la manifestación lírica en general, las mutaciones sucesivas del mundo cultural de las pasadas décadas han dado origen no solo a una prolífica presencia de nuevos creadores, sino además, de la cristalización de discursos extremadamente innovadores, singulares y hasta incluso, sorprendentes.

Cierto es que todo esto ocurrió porque tanto el orden histórico- social como el sistema natural de convivencia de la vida nacional cambiaron. La experiencia de la división, del destierro, de la represión del silencio y el olvido, de la censura y de la búsqueda de la adaptación a una ajenidad en que muchos se encontraron – y los escritores también, desde luego -, determino no-solo esa vivencia y la dispersión, antes aludidos, sino además – y como justa compensación de las cosas – una ampliación formidable del campo de la praxis cultural creadora.

Perceptible ya desde fines de los 70, esa situación del espacio literario-poético chileno se define como un ámbito a doble faz: por un lado, la producción nacional in situ, espacio censurado, en situación precaria, pero rico y multiforme en su expresión; por otro, la creación del exilio dispersa, aislada, pero prolífica y alerta en la reafirmaron de un lirismo singular. Las obras de los 80 confirman este estado, subrayando la condición espectacular del adentro y el afuera, ellas reflejan, sin embargo, la doble imagen de una cultura quebrada. En el caso de la poesía, esa escisión se muestra decididamente en un anverso, la lírica chilena del interior, y un reverso, la lírica chilena del exterior.

Confrontando, así, valorativamente, las dos caras de la poesía nacional se configura una dinámica creadora sin precedentes, una eclosión extraordinariamente rica de la producción de este fin de siglo. Muchos y nuevos escritores, muchas obras, muchos focos de creación que apoyan y motivan el que hacer individual: los talleres y colectivos, las tribunas líricas, el desarrollo de la auto edición en el país, en el extranjero, los concursos nacionales e internacionales; todo un conjunto de actividades que reflejan una energía poético-productiva excepcional. A ella responde en las dos área de la creación un vigor importante y de calidad. Escritores diversos que muestran la practican de opciones estéticas de validez igualmente similar, en el interior y en el exterior. Estas opciones, tan decisivas como caracterizadoras, se materializan en una franca incorporación de temáticas nuevas, en una búsqueda expresiva tenaz y en una voluntad permanente de renovación de los modos de escritura.

De esta manera, la eclosión simultánea, sobre todo a lo largo de los 80, de la producción lírica en los dos espacios literarios – el nacional, el internacional- da como resultado un número sorprendente de publicaciones y creadores que, a través de ellas se difunden. Así por ejemplo, en Chile La castaña, El organillo, La bicicleta, La gota pura, El espíritu del valle se destacan (la lista no es exhaustiva). Las publicaciones del exterior, por su parte diversifican los centros de edición: Europa, los EE UU, América Latina. Y una gran variedad de revistas – algunas de ella muy importantes como Araucana de Chile, en España; Literatura chilena en el exilio – Literatura chilena creación y critica en USA y España; Canto libre y ventanal. Creación y crítica en Francia; Palimpsesto, en Italia y América joven en Holanda – lo demuestran. Muchos poetas dan a conocer sus obras en estas publicaciones; entre ellos, los ya reconocidos como Enrique Lihn, Jorge Teillier, Waldo Rojas, Armando Uribe; los nuevos como Raúl Zurita, Rodrigo Lira, Juan Luis Martínez, Gustavo Mujica; y los novísimos, una gran lista (1)

Es por todo esto en consecuencia que es un sentido vasto, puede afirmarse que los últimos veinte años, la lírica chilena no solo ha evolucionado cuantitativa si no también cualitativamente, y, que en ese proceso a fructificado una fecunda diversidad de discursos originales.

Discursos que cristalizaron en el encuentro y la confrontación de una praxis creadora contínua y que asumió diversas estrategias según fueran la circunstancia existencial de sus autores y la instancia político social del país. La expresión del underground,, de la propuesta alternativa, no oficial o anti- sistema, definió el discurso lírico del interior. Como marca identitaria, reafirmaron individual a ultranza, o como respuesta decidida al sentimiento de extrañeza del mundo se asumió la palabra poética del exterior. Es, entonces en el contexto de esta poesía chilena de hoy madurada bajo el signo de lo proteico, metamórfico, único, que se reconoce y explica la trayectoria lírica de Gustavo Mujica, creador de cuya obra de sorprendente originalidad se ha desarrollado esencialmente, fuera del país.

Residente en París desde 1974, Gustavo Mujica, poeta editor y animador de publicaciones poéticas (2 ) cumple en Europa una importante labor de difusión cultural. Participando activamente en el debate estético – creador que agita el medio cultural del exilio, Mujica publica además de sus obras un buen número de textos de poetas chilenos residente en el Viejo Mundo. Así, a través de casi veinte años -1974-1993-, dedica, infatigable a la divulgación de la poesía chilena actual, tanto propia como ajena (3).

Pero, si este hombre de letras es editor de prestigio en el espacio cultural del exterior, es también un poeta reconocido por su talento y originalidad. Autor de obras como «Remedio contra el cáncer» (1973), «Deatraspicaelindio» (1976), «Escrito por las olas» (1985) y la «Luna me viene muy luz» (1992) (4) su producción refleja no solo una estrategia artística coherente consigo mismo, sino, una concepción estética en constante progresión, materializada, además por un discurso lírico cada vez mas depurado y consecuente con el proyecto de escritura de su autor.

De este modo desde sus textos inaugurales, Mujica privilegia ciertas opciones expresivas que maduran y se decantan a lo largo de su trayectoria creadora. Así, por ejemplo el paratexto subtitular «Poemas visuales» que completa el titulo de su primer libro, «Remedio contra el cáncer» es revelador de uno de esos rasgos, el de la articulación significativa entre palabra e imagen, entre el discurso escrito y representación iconográfica. Posteriormente en Francia, esta opción se transforma en uno de los pilares que sustentan la concepción estética del escritor: el vinculo secreto que une la poesía-arte de la palabra sensible por excelencia – el trazo grafico – dibujo, línea, pauta o signo expresivo visual -, generador también de lo lírico. Todos los libros trabajados por Mujica -los propios y los ajenos- revelan la impronta significativa que combina, mezcla y amalgama esas dos formas de lo artístico aparentemente ajenas o distanciadas, pero aquí felizmente reunidas en expresivo e inusual entramado textual. Y es que como señala el propio poeta-editor: Los pintores algo tienen en común, es el ser mas poeta que los poetas (5). Constatación hecha Mujica publica y de su casa de edición salen a la luz un buen número de poemarios visuales o de iconografía poéticas que conjugan con gracia, humor y refinamiento esa doble dimensión del discurso lírico compuesto de palabra y dibujo, de sonido e imagen. (6)

Consecuentemente y en una rápida visión de las colecciones editadas- «serie gráfica», «Colección bilingüe», «colección vox populi»- y de los catálogos de GrilloM y Boíte Noire, se observa que la edición bilingüe de «Principie de naipes» (1986), de Waldo Rojas, por ejemplo se enriquece textualmente con los grabados de Guillermo Deisler. Lo mismo ocurre con «Jaque (1985) de Patricia Jerez con dibujos de Matta; «Jaula de papel» (1984), de Radomiro Sportono, con ilustraciones de Andrés Gana; «Escrito por las olas» (1986) del propio Gustavo Mujica con dibujos de Raúl Schneider; «No al azar» (1987) de Andrés Morales con una ilustración- portada de Cristián Israel y con «Un buey sobre mi lengua» (1987) de Mauricio Electorat, con una miniatura origina. Todas estas obras son esencialmente texto poético iluminado por la imagen plástica. Sin embargo, la relación contraria también es portadora de poeticidad. Así sucede, por ejemplo con «Bloks» (1985), libro de dibujos de Andrés Gana en el que la iconografía se vincula significativamente en el discurso lírico del «Poema» de Eduardo de la Parra que le completa. De la misma manera ocurre en la obra colectiva «Autre départ. Cinq poétes et cinq peintres chiliens á Paris», Cinco poetas y cinco pintores en París (1990) en la que los poemas de M. Electorat, Patricia Jerez, G. Mujica, W. Rojas y F. Tupper se vinculan con obras de los pintores R. Becerra, A. Gana, M. Murua, R. Scjhneider y V. Scheihing. En estas producciones como «Aísla» (1984) de Felipe Tupper, el texto se entreteje con el discurso fotográfico (una sola foto en fragmentaciones y ampliaciones sucesivas); en «Fragilidad de la tierra» (1985) de Cristóbal Santa Cruz, aparece otra variante del discurso lírico que se entrelaza con el discurso musical (transcripción fragmentada de partituras de diferentes tiempos y espacios). El resultado de todos estos procedimientos de creación y edición sorprende cada vez al lector por su cuidada calidad y su belle presentación.

Y es que, sin lugar a dudas, la idea de la base que nutre la actividad creadora del escritor es la de la ruptura estética. Un quiebre que es también la apertura, la salida, encuentro y mezcla de y con otras formas de expresión. No solo arte de palabras, no solo verso y verbo, ritmo y melodías sino mucho más. En esta noción de mezcla-ruptuta-apertura para la poesía hay también la tentativa del acceso a otras realidades que pueden ser igualmente componente de lo poético. Realidades que nacen, por ejemplo, de lo opaco, de la línea o del volumen, del sonido – propio o extranjero – de universos o de entes ajenos, imaginarios u originarios. Lo poético, de este modo, fructífera de una idea total. Idea que construye y destruye pero que, también, reconstruye y en la que, indistinta y dinámicamente, cualquier elemento puede acceder a la categoría de lo lírico si en el, la esencia de la poeticidad existe.

En este orden de cosas, la línea de expresión y difusión que Gustavo Mujica elige para su trabajo no es otra que la del bilingüismo. Bilingüismo peculiar, sin embargo, porque a diferencia del privilegiado por los poetas del vanguardismo de entreguerras (Vicente Huidobro, Alfredo Gangotena, Cesar Moro) en el que una lengua se superpone a se prefiere a la otra, el tratamiento elegido por Mujica es, más bien, el de una cohabitación expresiva gradual; relación en la que, poco a poco, un idioma armoniza con el otro, combinándose, primero, fusionándose íntimamente con el después. Esta opción se integra. Así, lógicamente con el valor estético dominante de la mezcla -ruptura-apertura para la poesía.

Pero, además, ella es coherente con el mecanismo normal de adaptación al mundo que la permanencia en el exterior desencadena. La proposición bilingüe para la expresión lírica en la obra de Mujica cristaliza, entonces, de este modo. En «Escrito por las olas», «Écrit par les vagues», (1984), segundo poemario que el autor publica en Francia, la concepción dinámica y ya madura de su trabajo creador (mezcla-ruptura-apertura) se encuentra ya perfectamente concebida.

Presentado como texto en dos idiomas, «Escrito por las olas». «Écrit pare les vagues» es poesía bilingüe singular. Su originalidad reside en el que discurso lírico es doble y fluido a la vez, en francés y en español. El efecto tradicional de poesía traducida y/o escrita directamente en la lengua de préstamo por el autor, desaparece, entonces. Aquí, en rigor, los discursos en francés y en castellano fluyen bien seleccionados, cada cual ocupando un sector propio del espacio – página. Es el lector, en consecuencia, quien interpela y organiza la textualidad. Para ello no tiene sino que escoger su modo de acceso al universo poético. Y, es que naturalmente, el creador transgrede normas, invitando a una poesía viva, móvil como el mar. Su Escrito por las olas. Écrit par les vagues es, esencia comienzos – por un lado en castellano; por otro en Francés-, comienzos cuyo final no es sino el re-comienzo repetido de su propia textualidad. Y es así como, en la ancha playa de la doble página central – y atravesándola- llegan a acostar los versos del poema final «Escrito por las olas – Écrit par les vagues», versos que en su ondulación de vaivén perpetuo imitan lo marino, pero que, sobre todo, reditúan – en pleno centro del poemario- la fusión elemental de dos lenguas hermanas.
Escrito por las olas – Ecrit par les vagues (7) es en consecuencia poesía en movimiento que deja, además, libertad (re-) creadora al lector. Porque, tal y como el propio poeta expresas:

El Universo es dos universos cuyos tres centros están en los cuatro vientos del cochayuyo limítrofe.

L’ Univers est deux universdont le trois centres sont les quatre vents de l’algue limitrophe (8).

Mundos en trasvasijamiento, entonces, son estos universos que comunican y se enriquecen y que en su dinámica multiplican y transforman la realidad. Dinámica espacial y elemental de comarcas señaladas por el cochayuyo limítrofe, vegetal y marino, a la vez; símbolo, además, de fusión y cambio. En francés o en castellano, en consecuencia, «Epi-logos»- título de este penúltimo poema del libro – es igualmente significativo: por encima y más allá del conocimiento objetivo, la poesía puede penetrar el misterio de las cosas, traspasar las apariencias y revelar un absoluto esencial. La verdad, monolítica no existe, entonces, pues, el universo / es/ dos universos/ (…)/ tres centros / (…) / cuatro vientos. Solo hay, así, la multiplicidad y la mezcla; la reunión magnética de los comentarios – el cochayuyo limítrofe (9) – y lo real libre, único, múltiple, concentrado y abierto. «Epi-logos» contiene así, la propuesta esencial de la estética de Escrito por las olas. Écrit par les vagues. De ahí, entonces, que el texto final no resulte ser sino su explicitación: playa que recibe esa esencialidad. La mezcla-ruptura-apertura como opciones expresivas privilegiadas es, de esta manera, natural – marítimamente – puesta en evidencia.

Los textos de Escrito por las olas – Ecrit par les vagues, son en síntesis, poesía viva, matricial. Las aguas oceánicas – peces, arenas, gaviotas; algas y roqueríos, mares y pleamares- componen una profusa red de sentidos (voces líricas que fluyen y refluyen), sustentadora de la isotópica de lo marino que habita esta obra. Así, entonces, la mezcla-ruptura-apertura expresiva, elemental y generadora de vida aquí presente domina e incluso si la toponimia chilena es recurrente impregna el discursos de su impronta vital. Inspirado lirismo en libertad es este. Bien diferente, por los demás, del que seguirá. En efecto la opción expresiva que Gustavo Mujica asume en La luna me viene muy luz – La lune me va trés lumieére (1992), su siguiente libro, pone de relieve una audaz evolución significativa, perceptible tanto a nivel del discurso como de la escritura.

Publicada después de Escrito por las olas. Écrit par les vagues, la luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiere es obra que, de manera general, se articula con el estetismo hasta entonces reivindicado por su autor. Sin embargo, por su quebrantada tonalidad afectiva, por la audacia estilística de su discurso y la resuelta voluntad de transgresiones de su escritura, la poesía contenida en este nuevo volumen significa, en verdad, un grave avance importante de la trayectoria productiva de su creador.

Presentada, además, en cuidada edición bilingüe y completada por un juego de dibujos que se entretejen significativamente con la escritura, su lectura no solo sorprende, sino además, inquieta, y, por momentos, incluso, desconcierta (10).

Los dieciocho escritos poéticos y los nueve dibujos miniatura que hacen este libro, componen, así, el entramado textual más que original de La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiere. Y si de entrada el titulo atrae por su rareza, una expresión de extraña congoja y de desolación se desprende de la lectura de todo el conjunto. Escuetos, duros, deliberadamente deformes y misteriosos son los breves poemas y las imágenes que constituyen la obra. Uno u otros se suceden marcados, asi siempre, por blancos – rupturas que a través del vacío evocan silencios, a veces, bien elocuentes.

Construído como una suma de discursos encontrados – lenguajes y metalenguajes en acordada dislocación, la palabra-, la palabra, el blanco y la imagen reunidos, mezclados, devienen expresión. Poesía, entonces, de discursos que se responden como ecos es la que emana de La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére. Poesía enunciada, además, con procedimientos extremadamente nuevos, post-modernos, que combinan con bastante audacia un desolado discurso humano- hecho a la vez de oralidad y bilingüismo- con iconografías rotas o segmentadas y silencios textuales anárquicos y sobrecogedores. El poema de apertura anuncia perfectamente el tono de esta poesía:

eso lugares de nadie tienen pista dalguien
vajo lo esqeleto de puente
e resto de fuego
e gato muerto
son territorio qay qe yoverlo
ai qe solearlo
e non qiero
non qiero verdearlo… (11)

Lo que se impone aquí, bien se ve, es una escritura – discurso que revela la ausencia de humanidad, la muerte de la civilización y la perdida de la voluntad. La lengua también en pérdida, reproduce un discurso personal que salta, transgresor, por encima de códigos lingüísticos petrificados e igualmente muertos. Por esta vía, el poema deviene, entonces, simultáneamente, texto escrito visual; doble expresión que el lector se debe apropiar. Y es así, en consecuencia, que lo poético cristaliza: un lirismo desolado emana de la extrañeza y la distorsión.
El estragado mundo del vacío y la muerte, el silencio metafísico de la post-humanidad adquieren sentido. La verdad del estropicio y el desgarro, de lo estéril y derruido evocan lo que fue: todo es resto, esqeleto, lugare de nadie, escoria, degradación y perdida. Y la palabra subvertida, anormada, ella también resto carcomido, apenas reconocible en su fusionada involución (¿evolución?), la refleja (12). El hombre y su conciencia no están, sin embargo, ausentes de esta realidad. Mas, el Yo, extenuado, no puede sino dar cuenta de lo muerto. Su voluntad es solo expresión del rechazo, un no querer rotundo del que emana una violenta pulsión de nostalgia.

Pavor, asco, violencia, dereliccion y ensimismamiento son las manifestaciones del ser que dominan en La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére. Estados del alma que provienen, desde luego, del humano abandono. No más residente en la tierra asolada, el hablante dice su rechazo visceral de un mundo en el que toda ideología se ha desvanecido:

veses siento lo diesel
en laotorruta muerta
me truca el viento
me truca el tempo
qe me cuela
por mi cueva mía
mentira del viento fuerte me truca
lo motore murieron a tempo…(13).

Y es que un horror visceral se manifiesta. Horror que es, por una parte pánico frente a los signos fantasmales – lo diesel / en laotorruta muerta/lo motores murieron a tempo- de una civilización homicida y, por otra, inspiración a una pureza elemental, un ansia que propicia la partida (huida) en procura de una posible liberación:

parto de mi cueva mia
voi por lo territorio
de lo patane mercano
e todo muerto
e todo ediondo
lo serdo
lo crio grise
e solo lododor de gusano
traen lo viento…(14).

Lo humano es aquí, entonces, conciencia solitaria. A la manera de un Robinson, triste y alucinado, abandonado a su suerte (15) el hablante incursiona en lo descompuesto. Olores, colores, sonidos semiarticulados evocan, a pinceladas abruptas y brutales, su percepción del entorno.

El discurso poético, por su parte, enuncia el todo con una lengua igualmente precaria y desestructurada. Del conjunto nace la estética de los despojos que domina una poesía. Una visión marcada por la huella de lo fragmentario e inestable. Y es que lo absorta conciencia del hablante, refugiada solo en lo elemental y al borde del autismo, no puede asumirse sino en el balbuceo tímido, vacilante expresión de una lengua – de una voz- también rota, desarticulada mezcla, reflejo de una realidad ya en total desagregación y anonadamiento (16).

La textualidad de la Luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére refleja, así, el periplo de un ente que busca recuperar su humanidad en el medio del caos y la devastación. Realidades de fin de mundo son estas. No solo por muerte del entorno, sino además, por perdida de la fe en la condición humana. La idea esta muerta y solo resta la desesperanza como legados del homo urbanus y su civilización. En tal circunstancia el Yo- pobre conciencia errática dotada de memoria y sensibilidad – se mueve derelicto, llevado por remalazos de nostalgia y dolor. En ellos, pasado y presente fusionan, haciéndole vislumbrar, poco a poco, una forma de existencia mas acorde con su condición:

qieroemvra mia
veses siento diesel
en lautoruta muerta …
……………………………..
vide sapatoemvra verde
vajo losqeleto de puente
e petrifico recuerdo
de la terra mama
de lo clane mío
de lo deayá (17).

Y es que la memoria da sentido al ser. Gracias a ella la recuperación humana es aun posible. Asido a lo permanente el hablante recrea una verdad – la propia y la de la humanidad – hasta ahora desintegrada; y entonces, lo verde y lo femenino – en oposición a lo gris y bárbaro – se imponen, puros, como fuerzas de pulsión vital que propulsan la re-estructuración del ser. El proceso de reintegración de un nuevo existir comienza, entonces, por la evocación surgida de la memoria, fuerza regeneradora – canto deayá -, cuyo lirismo vívido cristaliza en versos de transparente expresión:

Cantodeayá
miamor mio verde
verdes la vertiente
lo canto mío es verde
verdes la verdá verde (18).

Y bien se comprende, entonces, el propósito del creador: verdaderas fuentes de poeticidad estas fuerzas de lo humano y elemental redivivas por el recuerdo, nutren la expresión y se enriquecen, a continuidad, con el simbolismo lunar que las orienta:

e arta luna me viene muy luz
veses miojo mio yora (19).

Luna liberadora es esta cuya impronta luminosa venida de las alturas, confirma la condición sensible del ser. Confirmación, sin embargo, bien incierta e inestable por cuanto el asedio de las fuerzas de lo oscuro, productos del entorno son persistentes en su amenaza:

e soi solo niun otro
por mi nomadear
e io me yevo la mia solidad
por lo vosqe quemao
por la yanura grise
pior qe la ciudade muerta…
e la montagna me viene grande
e la sombra de la montagna me come… (20).

Claro resulta, entonces, si esa arta luna me viene muy luz puede ser salvadora, por su poder redentor desaparece si ella se opone la sólida amenaza elemental de la montagna me viene grande / la sombra de la montagna me come. La hostilidad de lo natural – mineral se erige, así, como real fuerza del mal. De echo es el – lo natural mineral – quien preserva los vestigios de la civilización muerta y el, quien se opone a toda redención humana. De ahí que pretender liberarse resulte experiencia iniciativa primordial, única. Por eso, también, en su intento, el Yo- desvalida conciencia – sufre dudas y caídas. Por eso además y firmemente asido a su voluntad de ser – la luna me viene muy luz- ese mismo. Ya logra acceder final y dolorosamente, al conocimiento de su propia condición. Saber gracias al cual puede identificarse consigo mismo y con el Otro:

vide un clane
lavando ses ropa
eran pastores los vide
eran solitarios los vide

sierto tiempo pues
prendo ses palabras
prendo lo Nombre
e qiero emvradeaqi
e qiero estavleser
con lo clane desta terra (21).

Incapaz de asombro el discurso poético de la Luna me viene muy luz, La lune me va trés lumiére parece comunicar sobre todo un estado de ánimo propio de una emoción finisecular. Con una clara conciencia – y haciendo uso de esa visión profética inalienable al poeta – , Gustavo Mujica propone en este libro una imagen sobrecogedora de la condición humana individual y colectiva contemporánea . Y es que, ni escéptico ni indiferente, sin ánimo de denuncia, pero si, acongojado por la contingencia, el poeta se limita a dar cuenta de la soledad y de la carencia de humanidad en el mundo. Un mundo de despojos es este. Espacio de realidades humana desposeídas a ultranza, hasta de sus creencias y emociones. Poseedor solo de una expresión mancillada por el escarnio de la civilización deshumanizada, el hablante de estas páginas camina- y busca hasta vislumbrarla – su posible salvación.

Hay algo de místico, entonces, y de patético en esa búsqueda. Y los cortes, las rupturas, las violencias lingüísticas, la deliberada trastocación fónica (asimilaciones, supresiones, apócopes, eféresis y elisiones en serie), más la opción manifiesta de deformaciones de la lengua normalizada, la reflejan sin inhibiciones.

Si en sus obras precedentes Gustavo Mujica expresaba más que nada su vinculación visceral con lo eterno elemental y su lengua poética se mantenía en un nivel de enunciación original y bien enmarcado en la normalidad, en su último poemario, el rasgo definitorio es el del esteticismo de la mezcla-ruptura-apertura, tanto a nivel formal como conceptual. Opción artística fundamental, la mezcla -ruptura -apertura es llevada aquí a extremos expresivos límites. Su práctica insistente es rasgo definitorio, signo que subraya la alineación, la histeria, el grito, la incomunicación y desesperanza. Formalmente, ese universo de despojos, locura y muerte es expresado por un discurso idénticamente deshecho, perturbado, autístico y exasperado. La mezcla, la imbricación comprimida de niveles de expresión, de lo oral- literario, de lo culto-popular, de lo bilingüe, trilingüe, polilingue, hacen de esta escritura expresión absolutamente excepcional. Y es que en un mundo de acabamiento lo único que aparece afirmar al poeta es el trastornar la realidad normalizada. Con proposiciones y procedimientos manifiestamente transgresores y subversivos- en acuerdo, por lo demás, con su proyecto estético-, Gustavo Mujica se atreve a ir mas allá en la luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére. Por su indiscutible originalidad, por su modernidad absoluta, está destinada a marcar no solo un hito en el panorama de la poesía chilena actual sino, además, a abrir rutas inéditas a la expresión lírica nacional.

Notas
1. Para tener un panorama completo de este momento de la poesía chilena consultar las revistas «Literatura chilena en el exilio» y «Araucaria de Chile». También ver «Ventanal», Creación y crítica, Perpignan, Université de Perpignan, » Muestra de poesía chilena actual», n°12, 1987; Skarmeta, Antonio, » Literatura chilena hoy. Prosa y poesía » in Review, Nueva York, 1980; Bianchi, Soledad, «Entre la lluvia y el arcoiris». (Antología de jóvenes poetas chilenos), Ediciones del Instituto para el nuevo Chile , Rotterdam,1983.
2. Gustavo Mujica (1947) nacido en Santiago. Desde fines de los años 60 se destaca como un activista cultural. Su trabajo en Francia concierne fundamentalmente su participación decisiva en las revistas Canto libre y Trilce y, sobre todo, su trabajo como editor en las Éditions GrilloM y en Éditions Boíte Noire, desde 1975 . Actualmente Gustavo Mujica reside en Chile y reinició en su país Ediciones GrilloM.
3. Un grupo importante de poetas chilenos del exterior ha sido publicado por las ediciones GrilloM de París. En su catálogo figuran creadores como Waldo Rojas, Patricia Jerez , Cristóbal Santa Cruz, Felipe Tupper, Eduardo Parra, Mauricio Electorat, Radomiro Sportono, Andrés Morales y , desde luego , el propio Gustavo Mujica.
4. Gustavo Mujica, Remedio contra el cáncer, Chile, 1973; Deatraspicaelindio, París, Ediciones del Grillo, 1976; Escrito por las olas, Écrit par les vagues, París, Ediciones GrilloM, edición bilingüe, 1984; y La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére, Paris , Editions Boíte Noire, 1992.
5. Gustavo Mujica , » Algo sobre Éditions GrilloM», Autre départ Cinq poétes et cinq peintres chiliens á Paris . Otra partida. Cinco poetas y cinco pintores chilenos en Paris, Paris, Éditions GrilloM. Coll. «Bilingüe», 1990, p.45.
6. En este sentido la opción estética de Mujica como poeta-editor supera las propuestas de Nicanor Parra en sus Artefactos, 1972 y de Juan Luis Martínez en la Nueva Novela, poemario de 1985. Estos poetas expresan también un discurso en que imagen y palabra se combinan Pero en ellos las representación visual es meramente instrumental: ilustra el texto , no genera poeticidad.
7. «Escrito por las olas. Éscrit pa les vagues» es el titulo del poema final del volumen del mismo titulo. Presentando a través de las paginas centrales se desplaza ocupando solo la zona central del espacio textual. Los versos bilingües se presentan entrelazados. Escrito por las olas. Écrit par les vagues es el resultado de la traducción conjunta – con la participación del autor, desde luego – de Jacques Jay, Carmen Santa Cruz, Waldo Rojas y Armando Uribe Echeverría. Los dos últimos, poetas y también residentes en el exterior.
8. G. Mujica, » Epi- logos » in Escrito por las olas. Écrit par les vagues, Ibid., s.n.p. Semánticamente la disposición de este titulo envía el lector a los valores etimológicos del termino epilogos. Épi-logos-epi, prefijo del griego: por encima de y logos del griego: conocimiento.
9. El cochayuyo limítrofe es metáfora reveladora de esta realidad múltiple, alga lacustre o marina, rica en yodo, el cochayuyo, participa a la vez de una condición que connota lo vegetal, lo mineral y lo acuático; por otra parte, su extensión flotante hace de el vasta superficie esparcida y sus vejigas repletas de aires, por ultimo, un cuerpo que se vincula también, con lo aéreo.
10. Compuesta de manera similar a Escrito por las olas. Écrit par les vagues, la textualidad de La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére se organiza de afuera hacia adentro. El final del texto se encuentra así en el centro . Pero si en el poemario precedente los finales en Francés – castellano se fusionan, en este, por el contrario, cada uno de ellos permanece estrictamente separado, abierto, roto. Los dibujos que se enlazan con el texto escrito son Vivian Scheihing.
11. G. Mujica , » Eso lugare de nadie» en La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére, p.7.
12. Una perfecta coherencia entre los niveles formal y conceptual define la composición de esta obra. A mundo en perdida, escritura en perdida. Sobre todo desde el punto de vista de la lengua poética aquí utilizada por Mujica, hay en el una voluntad de transgresión y cambio de gran audacia expresiva. Poesía muy innovadora es esta y probablemente chocara a espíritus puristas.
13. G, Mujica, La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére, p. 8.
14. G. Mujica , Ibid., p.18.
15. Centrada en la confrontación del Yo y el Otro, la situación lírica de La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére muestra al hablante como un Robinson Crusoe post- moderno. Situado en un mundo hostil, suerte de isla cósmica, el Yo encuentra en su vagabundear a otro ser, Viernes, al que atrapa. Otras presencias acechan de lejos al Yo, son lo patane del clan, bárbaros e indignos. Esta situación de asechanza del individuo por un grupo anónimo y hostil es motivo recurrente en la literatura chilena actual. Situación estructurante, ella organiza, por ejemplo, toda la textualidad de Lumpérica, novela de Diamela Eltit (1983). En esta obra lo patane del clan de Mujica son denominados el lumperío de la plaza.
16. Aunque parezca paradójico la lengua poética de Gustavo Mujica resulta de una mezcla de elementos diversos: oralidad y lengua culta, términos cogidos del español, el Francés, el inglés, el alemán, combinación de diversos niveles de lengua y destrucción deliberada de la norma expresiva académicamente establecida.
17. G. Mujica, La luna me viene muy luz. La lune me va trés lumiére, p.17.18. G. Mujica, Ibidem,p.1719. G. Mujica, Ibidem,p.1520. G. Mujica, Ibidem,p.2121. G. Mujica, Ibidem,p.23-24.
ver: http://www.gustavomujica.cl/
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Un comentario

Las poesias son una especie de rimas, pero nadie a aprobado hacer una poesias con sus emociones.

Por Eva Gómez el día 16/01/2013 a las 07:24. Responder #

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Requerido.

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