EN EL MUNDO DE LAS LETRAS, LA PALABRA, LAS IDEAS Y LOS IDEALES
REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
PORTADA | PUBLICAR EN ESTE SITIO | AUTOR@S | ARCHIVO GENERAL | CONTACTO | ACERCA DE | ESTADISTICAS | HACER UN APORTE

— VER EXTRACTOS DE TODOS LOS ARTICULOS PUBLICADOS A LA FECHA —Artículo destacado


Honoré de Balzac. La comedia humana: Proemio

por Luis Quintana Tejera
Artículo publicado el 30/06/2023

Resumen
El título —La comedia humana— al igual que la obra inmortal de Dante, recurre al término Comedia, el cual no está restringido al género literario que representa —ni es teatro ni tiene un Happy ending—al menos no en Balzac, sino que con este nombre se alude a la pintura de costumbres, a la sátira social en la que predomina la dura y escéptica realidad de cada día. Todo ello desarrollado desde el género narrativo. Si bien, al igual que la tragedia, la comedia tiene su origen en el teatro griego, La divina comedia también responde al esquema de la narrativa, pero en ella se representa el destino humano en sus tres dimensiones: la culpa y el castigo, la esperanza de la redención y la redención misma. En Balzac el planteamiento es más complejo —aunque sea un atrevimiento decirlo— que en Dante. En el escritor francés se analiza a la sociedad en sus diferentes facetas y, a medida que avanza en su febril manera de composición, se va adentrando en el ser humano vivo y real, con sus virtudes y defectos. Para el poeta toscano todo es más sencillo —axiológicamente hablando— porque en él, hay condenados del infierno, aferrados a su esperanza en el purgatorio y realizados plenamente en el paraíso.

Palabras claves
Comedia, final feliz, sátira, escepticismo, axiología.

 

Abstract
Le titre —La Comédie humaine—, comme l’œuvre immortelle de Dante, utilise le terme Comédie, qui ne se limite pas au genre littéraire qu’il représente —ce n’est pas non plus du théâtre ni une fin heureuse— du moins pas chez Balzac, mais avec ce nom fait allusion à la peinture des coutumes, à la satire sociale et dans laquelle prédomine la réalité dure et sceptique de tous les jours. Tout cela s’est développé à partir du genre narratif. Bien que, comme la tragédie, la comédie ait son origine dans le théâtre grec, La Divine Comédie répond également au schéma du récit, mais en lui le destin humain est représenté dans ses trois dimensions : culpabilité et la punition, l’espoir de rédemption et la rédemption elle-même. Chez Balzac, la démarche est plus complexe que chez Dante. Chez l’écrivain français, la société est analysée sous ses différentes facettes et, au fur et à mesure qu’il progresse dans sa voie fébrile de composition, il approfondit l’être humain vivant et réel, avec ses vertus et ses défauts. Pour le poète toscan, tout est plus simple — axiologiquement parlant — parce qu’il y a en lui des condamnés de l’enfer, accrochés à leur espérance du purgatoire et pleinement réalisés au paradis.

Mots-clés
Comédie, une fin heureuse, scepticisme, axiologie.

 

Desarrollo del tema
Leo, con particular emoción, las palabras del propio Balzac quien nos explica lo que pretendió llevar a cabo al enfrentarse a la obra que él mismo concibe como una empresa monumental: “Al poner el título de La comedia humana a una obra empezada va a hacer ya trece años, es obligatorio exponer su idea, contar su origen y explicar brevemente su plan” (Balzac, 2003: 165).[1] En este proemio es la propia voz del autor que deja oír sus razones, al mismo tiempo que proporciona el título —La comedia humana— de la inmensa composición en la que ya lleva trabajando varios años.

El autor francés recurre a la novela y se ajusta así a un esquema amplio, en que sus personajes se mueven con libertad relativa en prosecución de sus fines. Están destinados a vivir y a morir amarrados a su propio destino, destino del cual ellos llegan a ser sus ejecutores. En el toscano, a partir de la ausencia del espacio “tierra”, todo se ha consumado ya, cuando da inicio el enorme poema épico, auténtica epopeya del hombre que corre tras la búsqueda de su propia salvación. La interpretación dantista se centra en lo escatológico, el autor da su propio comentario de lo que han de ser los reinos de ultratumba.

Agrega Balzac:
“La idea primordial de La comedia humana fue para mí, en un principio, algo así como un sueño […] Esa idea fue en mí, fruto de una comparación entre la humanidad y la animalidad” (165).

Habla del espacio onírico como aquel desde el cual inicia su recorrido por la humanidad. Pero es un sueño como una aspiración de quien tiene en sus manos, la enorme tarea de reescribir las costumbres de su época. Al llevarlo a cabo no pierde de vista la inevitable comparación entre la humanidad y la animalidad. Como lo comenta en seguida, tiene presente la figura y las aportaciones del zoólogo Geoffroy Saint—Hilaire, a quien le dedica su novela Papá Goriot.

Por eso manifiesta su profunda reverencia por este científico y se fundamenta en: “El creador se ha servido de un solo y mismo patrón para todos los seres organizados. El animal es un principio que toma su forma exterior o, para hablar más exactamente, las diferencias de su forma, de los medios en que está llamado a desarrollarse. De esas diferencias resultan las especies zoológicas. El haber proclamado y sostenido ese sistema que, por lo demás se halla en armonía con las ideas que del poder divino nos formamos, será un título de honor sempiterno para Geoffroy Saint—Hilaire, el vencedor de Cuvier en ese punto de la alta ciencia y, cuyo triunfo saludó el gran Goethe, en el último de los artículos que dejó escritos”. (165-166).

Se produce así un acercamiento entre la literatura y la ciencia —Balzac y Saint—Hilaire— al igual que sucederá años después con Zola y Claude Bernard; a este último se debe el texto La medicina experimental que Zola aplicará a los fundamentos del naturalismo. De este modo, realismo y naturalismo, responden a un estilo semejante y sus búsquedas alcanzan determinados logros que parten de la ciencia, para llegar a la literatura.

En seguida, Balzac habla del dios creador, por lo cual deja en clara evidencia que su concepto de dios es el de una divinidad trascendente, opuesta a la potencia inmanente de Spinoza. Balzac demuestra en este prólogo, al menos, cierto respeto por la doctrina del catolicismo y un desdén por el dios panteísta del cual, según los pensadores de esta doctrina, se habría desprendido el universo entero.

Este dios creador ha recurrido a un mismo patrón para engendrar a todos los seres organizados. Está hablando de la teoría de Saint-Hilaire según la cual el animal y el hombre son semejantes, si no en su forma exterior, en muchos otros aspectos que no harán al hombre superior a los seres irracionales que constituyen las especies zoológicas. El animal es más humano que el individuo humano. Cierra este periodo sintáctico refiriéndose al triunfo de Saint—Hilaire sobre Cuvier; logro científico que el propio Goethe celebra en uno de sus últimos artículos. El intertexto del francés parece ser una forma sutil de alabar a Goethe, al Goethe que despreció a la revolución francesa como un acto de poder irreverente que se atrevió a derribar a la monarquía, al Goethe que manifestó en varias ocasiones una cierta aversión por todo lo francés. Pero Balzac sabe reverenciar por encima de esas rencillas insignificantes que, muchas veces, pretenden separar a los hombres.

Agrega en el mismo párrafo:
“Compenetrado con ese sistema mucho antes de los debates a los que diera lugar, hube yo de ver que, en ese sentido, la sociedad se asemejaba a la Naturaleza. ¿No hace del hombre la sociedad según los medios en que aquel ejerce su actuación, otros tantos hombres diferentes cuantas son las variedades zoológicas?” (166).

Antes de desempeñar la difícil tarea de entronizarse como escritor, es preciso investigar y leer acerca de temas que competen a toda la humanidad. Un autor tiene como ejercicio preferente ser un humanista. Comprender y comprehender al ser individual resulta prioritario, por ello el escritor que vive en el microcosmos de Balzac llega a una de sus primeras conclusiones: “La sociedad se asemeja a la Naturaleza”. Al partir de esa premisa comienzan a fijarse las bases de una poética de la novela balzaciana. Al igual que son diversos los animales que pertenecen a esa misma naturaleza, también lo son los hombres que el escritor se propone examinar. Para Goethe —es un ejemplo tan sólo— la Naturaleza representa el punto de partida, porque su visión del universo resulta amparada en los términos propuestos por Spinoza en su Ética[2]; para Balzac —ya dijimos que cree en un dios trascendente a la creación— ese mismo dios le mostrará el camino para que él pueda adentrarse en el conocimiento de la naturaleza humana con sus dignidades y con sus vicios y defectos. Como narrador no descubrirá algo que ya no haya sido planteado, sino que indagará en un territorio conocido y únicamente lo reinterpretará a la luz no sólo de una nueva poética —la que el realismo le proporciona— sino también bajo el amparo de su genio incansable como narrador de mundos posibles. Para confirmar lo dicho hasta este momento agrega: “Han existido, pues y siempre existirán, especies sociales como existen especies zoológicas” (166).

Pero hay un asunto que ya no puede postergarse y que tiene que ver con que: “Los escritores han olvidado, en todo tiempo […] el darnos la historia de las costumbres” (167). No basta con el relato frío de los acontecimientos, se requiere adentrarse en lo que el escritor llama “las costumbres”. He aquí el tema central de esta enorme construcción que es La comedia humana.
Siguen las interrogantes que el propio escritor francés aquí estudiado se formula:
“Pero ¿cómo hacer interesante el drama de tres mil o cuatro mil personajes que una sociedad representa? ¿Cómo dar gusto a la vez al poeta, al filósofo y a las masas, que quieren poesía y filosofía presentada en imágenes impresionantes?  Por más que yo concibiese la importancia y la poesía de esa historia del corazón humano, no veía medio alguno de ponerla por obra, porque, hasta nuestra época, los narradores más famosos gastaron su talento en crear uno o dos personajes típicos, en pintar una sola faceta de la vida.” (167).

La tarea que le aguarda es titánica. Se dice fácil: “tres mil o cuatro mil personajes” que son los prototipos de una sociedad, la sociedad francesa del siglo XIX en donde, para colmo de males, conviven enfrentados el romanticismo y el realismo. El escritor debe apoyarse en una estética formada por “imágenes impresionantes”. Allí estarán aguardando su mensaje el poeta, el filósofo y las masas. ¿Como otorgar a un conjunto tan disímil aquello que desean recibir? Los escritores que ahora producen, “los narradores más famosos” les llama, se han conformado con crear uno o dos personajes típicos, en los cuales se ha pintado una sola faceta de la vida. En el Fausto de Goethe —aunque no es un relato— se ha entronizado la figura del individuo entregado a una búsqueda perpetua. Pero, aunque el ejemplo es magistral, no es suficiente y Balzac se prepara a elaborar miles de personajes, que resuman la historia y las costumbres de la humanidad. En La piel de zapa el espíritu fáustico está presente, pero no constituye el único ejemplo en que Sebastián, el protagonista, se alimenta; hay mucho más y hay muchos personajes diversos que sustentan este concepto.

Un ejemplo está dado por Walter Scott, del cual dice el autor del proemio:
“Fue animado de ese pensamiento como leí yo las obras de Walter Scott. Walter Scott, ese trovador moderno, imprimía entonces un aire gigantesco a un género de composición injustamente reputado secundario. (167).

Scott descubre y le da vida al relato en donde el hombre está siempre presente. No esconde Balzac su admiración por el genio escocés de las letras:
“Aunque deslumbrado, por decirlo así, ante la pasmosa fecundidad de Walter Scott, siempre semejante a sí mismo y siempre original, no perdía la esperanza, pues encontré la razón de ese talento en la infinita variedad de la naturaleza humana. La casualidad es el novelista más grande de todos; basta estudiarla para ser fecundo” (167).

La eventualidad, la contingencia, la imprevisión, en síntesis, la casualidad ha de ser —inmensa personificación— “el novelista más grande de todos”. Crear es la ley, pero llevarlo a cabo dejando que la naturaleza personal prevalezca. Acaso sin saberlo siquiera se podrán alcanzar logros no programados. Me preocupa la frase “basta estudiarla para ser fecundo”. ¿Cómo estudiar a la casualidad? ¿Cómo hallar un rigor lógico en todo aquello que se impone más allá de toda razón? Quizás la respuesta sea dada por el poeta desde su mundo onírico, por el filósofo desde su acerbo escepticismo y por las masas, donde en su cotidianidad apabullante habita la contingencia de la casualidad.

Es más, yo sugeriría recurrir también al término “causalidad” no para reemplazar a la eventualidad de la palabra escurridiza, sino para dar mayor fundamento al glorioso acto de narrar.

Por todo lo anterior: “La sociedad francesa sería el historiador y yo no tendría que ser sino su secretario. Al hacer el inventario de vicios y virtudes, al reunir los principales hechos de las pasiones, pintar los caracteres, elegir los principales acaecimientos de la sociedad, componer tipos mediante la fusión de los rasgos de varios caracteres homogéneos, quizá podría llegar yo a escribir esa historia olvidada por los historiadores, la de las costumbres. (167).

Al escritor le estará reservado el humilde papel de ser el secretario de la sociedad francesa. Pero como secretario llegará a superar la tarea del simple historiador, será —incluye un “quizá”, que lo regresa a la estética de la casualidad— un historiador de las costumbres. Vaya manera magistral de ir perfilando la geografía de su propia poética en donde el realismo será el medio y, la genialidad de un escritor a lo Balzac será el fin.

El autor propone que, si consigue atenerse a esa reproducción rigurosa, cualquier literato alcanzaría la posibilidad de erigirse en retratista de los tipos humanos, narrador de los dramas de la vida íntima, investigador del mobiliario social, catalogador de las profesiones y, finalmente nomenclátor y registrador del bien y del mal.

Dicho con las propias palabras del genio del realismo diría así:
“Ateniéndose a esa reproducción rigurosa, cualquier escritor podía erigirse en pintor más o menos fiel, más o menos afortunado, pacienzudo o animoso de los tipos humanos, en cronista de los dramas de la vida íntima, en arqueólogo del mobiliario social, nomenclátor de las profesiones y registrador del bien y del mal” (168).

Advierto la sucesión de metáforas —pintor, cronista, arqueólogo, nomenclátor— como una forma de apropiarse del material poético que nos anuncia a través de las frases anteriormente citadas.

El creador tiene sus propios esquemas y sus fines específicos. Por eso aclara esta voz que ha derrotado al tiempo y que pervive como si fuera un verdadero dios, el dios que organiza y gobierna su propio mundo; el alter deus del que muchas veces he oído hablar con cierto escepticismo y que, en este presente adulto de mi vida, comprendo mucho mejor. Él afirma: “La ley del escritor, lo que lo hace tal escritor, y, no temo decirlo, igual o acaso superior al hombre de estado, es una decisión cualquiera sobre las cosas humanas, una devoción absoluta a principios.” (168). El escritor es libre de ser, en su microcosmos, el que dirige la nave de la creación hacia fines muy elevados y sublimes. La pluma de Balzac puede más que cien mil teclados de este siglo XXI en donde los aspirantes a escritores no aciertan a encontrar el verdadero sendero de la realización autoral.

Pero hay un gran tema que por fin aparece en este momento de mi lectura:
“El hombre no es bueno ni malo, nace con instintos y aptitudes; la sociedad, lejos de pervertirle, cual pretendía Rousseau, lo que hace es perfeccionarle, mejorarle” (168).
Plauto había dicho en su comedia Asinaria: lupus est homo homini[3]. Se adelantó así a Hobbes quien dirá siglos después: “El hombre es el lobo del hombre”[4]. En ambos autores hay una desconfianza en el género humano que Balzac, o quiere desconocer o prefiere no pervertir el material más importante de su poética: el hombre. Por ello también contradice a Rousseau al decir que la sociedad no es la culpable de los desatinos del individuo; por el contrario, esta misma sociedad perfecciona al ser humano quien llega con ancestrales instintos y con aptitudes concretas. Me queda la duda de aquello que también decía el autor del Contrato social, el hombre es bueno por naturaleza”, el genio francés piensa que todos los extremos son malos y por eso el ubicarse en el justo medio, en el meden agan[5] griego, prefiere creer en ese punto medio tan controvertido. Esto último lo digo porque me resulta muy difícil darle la oportunidad al hombre de ser como realmente no es. Creo en la construcción genial de La comedia humana, pero no estoy de acuerdo con estas posturas conciliatorias que con frecuencia adopta Balzac. Él fue un juez severo de sus contemporáneos y, por más que trató de hallar al hombre en Sainte—Beuve y en Víctor Hugo —son dos ejemplos traídos al azar— sólo descubrió el genio de cada uno de ellos sin dejar a un lado la crítica mordaz que les dirigió. Su posición, cuando repudia al romanticismo y justifica a la religión católica, me parece más un modo de fijar sus propios límites como creador, en el primer caso y, como conciliador en el segundo.

Ahora bien, en todos los tiempos, en todas las épocas el escritor ha sido visto como contestatario y por ello se le ha criticado y vituperado constantemente. Todo aquel que no encaje dentro del canon axiológico del momento histórico en el que vive será tildado de inmoral: “El reproche de inmoralidad que jamás ha dejado de lanzársele al escritor valiente, es, además lo único que queda por hacerle cuando no hay ya nada que decir contra un poeta. Si sois verídicos en vuestras pinturas; si a fuerza de desvelos diurnos y nocturnos llegáis a escribir la lengua más difícil del mundo, luego os dan en el rostro con la palabra de inmoral. Sócrates fue inmoral, inmoral fue Jesucristo; ambos fueron perseguidos en nombre de las sociedades que derribaban o reformaban. Cuando se quiere matar a alguien se le tilda de inmoral” (169-170).

La opinión pública crucifica y va siempre tras los que se atreven a defender sus propias ideas. En una incansable “caza de brujas”, crucificaron a Jesús y obligaron a suicidarse a Sócrates. Lo había dicho Balzac en La piel de zapa: “¡El gobierno de los tiempos actuales es el arte de hacer reinar a la opinión pública! ¿La opinión? ¡Sí es la más viciosa de todas las rameras!” (Cfr. Balzac, 2014). Este decir de la voz anónima que siempre ataca desde las sombras, se daba en los tiempos de Balzac y sigue apareciendo hoy a manos llenas. Son los panfletos del siglo XIX y las redes sociales del XXI.

Sigue el autor aludiendo al equilibrio necesario cuando nos detenemos a evaluar y cuantificar la vida y acciones del hombre. Dice al respecto:
“La sociedad puede ofrecer tantas acciones buenas como malas, y en el cuadro que yo hago de ellas encuéntrense más personajes virtuosos que reprensibles”. (170).
He aquí como el autor quiebra otra lanza a favor del ser humano, ese ser humano en donde hay más personajes virtuosos que reprensibles.

Una nota curiosa que involucra al discurso de Napoleón: “Porque para los reyes, para los hombres de Estado, existen, como dijo Napoleón, una moral pequeña y otra moral grande”. (171).

El hombre, con bastante frecuencia, sabe diferenciar entre las dos morales. Por supuesto que las palabras del general francés conllevan un sentido irónico inevitable, porque desde un punto de vista axiológico no hay dos morales; pero el político que se escondía en el héroe sabía de la hipocresía reinante y se enfrentaba a ella con la herramienta del sarcasmo.

Alude en seguida a aquellos que lo han catalogado de panteísta, opinión que rechaza por lo ya explicado supra. Sostiene:
“Al verme allegar tantos hechos y pintarlos tal y como son, con la pasión por elemento, ha habido quienes, harto desatinadamente, por cierto, han imaginado que yo pertenecía a la escuela sensualista o materialista, dos facetas del mismo fenómeno: el panteísmo. (171).

Por el contrario, alude nuevamente a su poética en donde se ofrecen diferentes factores que enumera a continuación:
“Mi obra tiene su geografía, como tiene su genealogía y sus familias, sus lugares, sus cosas, sus personajes y sus hechos, y como también tiene su heráldica, sus nobles y sus burgueses, sus artesanos y sus campesinos, sus políticos y sus dandis, y su ejército, y, en fin, todo su mundo”. (172).

Éste es el universo balzaciano en donde hay una geografía integrada, preponderantemente, por lugares representativos de la Francia de su época; al mismo tiempo, una amplia saga que recorre toda su Comedia con nombres y ascendientes que se auto intertextualizan y se repiten dando así una noción de totalidad y ofreciendo los primeros y más valiosos elementos de lo que es “la novela total”. Hay además espacios múltiples, personajes y acontecimientos trascendentes o no, pero acontecimientos dignos de ser tomados en cuenta. Se ofrece también una “heráldica” que abarca los más diversos polos: nobles y burgueses, artesanos y campesinos, políticos y dandis. Curiosamente, esa heráldica puede definirse como una heráldica de la nobleza y una heráldica del pueblo; una heráldica de la riqueza y otra de la pobreza; una de la virtud y otra de la deshonra y la infamia.

Todo un cosmos elaborado por unas manos incansables y por una pluma que encierra inagotables contenidos, al mismo tiempo que perfila mundos reales y universos posibles.

A continuación, el genio francés agrega una observación crítica, mediante la cual organiza los contenidos de su Comedia humana de la manera que sigue.

A. En los tres primeros grupos de novelas pinta la vida social de la época:
1. “Las escenas de la vida privada” Dirá Félix Davin (pág. 172), “representan la infancia y la adolescencia”.
2. “Las escenas de la vida de provincias” “simbolizan la edad de las pasiones, de los cálculos, los intereses y la ambición” (F. Davin).
3. “Las escenas de la vida parisiense” “ofrecen el cuadro de los gustos, vicios y demás cosas desenfrenadas que excitan las costumbres de esas metrópolis, donde se encuentran a la vez los extremos del bien y del mal”.

Agrega el autor:
“Luego de haber pintado en estos tres libros la vida social, habría aún que mostrar las existencias de excepción, que resumen los intereses de muchos o de todos y caen, en cierto modo, fuera de la ley común” (172). Acorde con lo anterior se refiere a otros tres momentos de la Comedia humana:
4. “Escenas de la vida política”.
5. “Escenas de la vida militar”. Éstas muestran a la sociedad en su estado más violento, abarcando los contenidos que refieren, ya sea a la defensa de los territorios propios o a la conquista de otros.
6. “Escenas de la vida rural”. El autor les llama: “La tarde de este largo día, si se me permite denominar así al drama social” (172). Los valores que se resaltarán tienen que ver con el orden, la política y la moral.

Continúa diciendo Balzac:
“Tal es la base, plena de figuras, plena de comedias y tragedias, sobre la que se elevan los “Estudios filosóficos”, segunda parte de la obra […] y cuya primera obra La piel de onagro, viene a enlazar en cierto modo los “Estudios de costumbres” con los “Estudios filosóficos”, mediante el eslabón de una fantasía casi oriental, en que a la vida misma se la pinta en lucha con el deseo, principio de toda pasión” (173).

SEGUNDA PARTE DE LA COMEDIA
7. “Estudios filosóficos”
8. “Los estudios analíticos”

Agrega Balzac:
De los “Estudios analíticos” “Nada diré, pues sólo uno de ellos se ha publicado: La fisiología del matrimonio”. De aquí a poco debo dar otras dos obras de esa índole: Primero: La patología de la vida social, y, a continuación, La anatomía de los cuerpos docentes (y, por último) La monografía de la virtud.” (173).

“Al ver todo lo que aún me queda por hacer, quizá digan de mí lo que ya han dicho mis editores: “¡Dios le dé muchos años de vida”! (173).

“Debo hacer constar, a este propósito, que no reconozco por mías otras obras que las que llevan mi nombre. Fuera de La comedia humana, sólo hay mío los Cien cuentos donosos (Balzac, 2011), dos piezas de teatro y artículos sueltos que, además, van firmados”. (173).

“La inmensidad de un plan que abarca al mismo tiempo la historia y la crítica de la sociedad, el análisis de sus males y la discusión de sus principios, me autorizó, creo, a dar a mi obra el título que hoy lleva: La comedia humana. ¿Resulta ambicioso? ¿Es simplemente justo? Eso es lo que, cuando esté terminada la obra, el público dirá” (173).

Hemos revisado críticamente el discurso del propio Balzac como antecedente para el estudio de La comedia humana. A continuación, presento una visión esquemática de La Comedia humana y, posteriormente en otro ensayo, ofreceré un breve panorama crítico de cinco relatos de esta genial producción decimonónica: dos novelas: Una hija de Eva (Escenas de la vida privada), y La piel de zapa (Estudios filosóficos). Tres nouvelle: Sarrasine (Escenas de la vida parisiense, tomo I), La misa del ateo (Escenas de la vida parisiense tomo II), Una pasión en el desierto (Escenas de la vida militar, Libro V)

Aproximación analítica parcial. (La comedia humana: esquema inicial)
Algunos datos sobre las diferentes escenas resaltando en ellas las novelas en las que nos detendremos de un modo particular:
1. “Escenas de la vida privada, tomo I.” Desde La casa del gato jugando a la pelota hasta Albert Savarus.

De la primera novela de estas escenas —La casa del gato jugando a la pelota— algunos críticos la llaman “novelita” considerando que es mucho más breve que muchas otras de su producción; me siento tentado a llamarle Nouvelle (novela corta), aunque es breve, como ya lo veremos, en comparación con Los Chuanes o Albert Savarus.

“Se desarrolla en un doble ambiente de comerciantes y artistas, nos introduce ya Balzac en el mundo abigarrado y heterogéneo de la Francia y, sobre todo, del París de la Restauración y nos presenta a esos extraños personajes que constituyen la humanidad de su obra” (2003: 09).

Agustina Guillaume es uno de estos personajes. Se trata de una mujer tierna y bella aferrada sentimentalmente al primer amor de su vida.

2. “Escenas de la vida privada, tomo II”. Memorias de dos recién casadas y Una hija de Eva.
3. “Escenas de la vida privada, tomo III”. La mujer de treinta años.
4. “Escenas de la vida privada, tomo IV”.
5. “Escenas de la vida de provincias tomo I.” Úrsula Mirouët y Eugenia Grandet.
6. “Escenas de la vida de provincias tomo II.” El cura de Tours y El ilustre Gaudissart.
7. “Escenas de la vida de provincias tomo III.” Las rivalidades: La solterona. El museo de Antigüedades. La azucena del valle.
8. “Escenas de la vida de provincias tomo IV.” Ilusiones perdidas (primera parte). Los dos grandes poetas (segunda parte).
9. “Escenas de la vida parisiense tomo I.” Historia de los trece (episodio primero: Ferragus; episodio segundo: La duquesa de Langeais; episodio tercero: La muchacha de los ojos de oro. Papá Goriot y Sarrasine como ejemplos dignos de destacarse.
10. “Escenas de la vida parisiense. Tomo II. El coronel Chabert y La misa del ateo.
11. “Escenas de la vida parisiense tomo III.” La casa Nucingen, Esplendores y miserias de las cortesanas (primera parte): Esther dichosa; segunda parte: Lo que el amor cuesta a los viejos.
12. “Escenas de la vida parisiense y escenas de la vida política tomo III.” Esplendores y miserias de las cortesanas (tercera parte: Adónde conducen los malos caminos). Gaudissart II.
13. “Escenas de la vida política”. Un episodio bajo el terror y Un asunto tenebroso.
14. “Escenas de la vida militar y escenas de la vida rural Libro V.” Una pasión en el desierto, El médico rural y El cura de aldea.
15. “Estudios filosóficos tomo I.” La piel de onagro. Jesucristo en Flandes. La obra maestra desconocida y La indagación de lo absoluto.

Precisamente, en La piel de onagro o también traducido este título como La piel de zapa, el narrador incursiona en el territorio de lo mágico a partir del pacto implícito que un joven llamado Sebastián hace con una piel de un asno salvaje, pacto según el cual el personaje podrá obtener lo que desea, pero cada búsqueda del protagonista traerá aparejada la reducción de la piel; cuando ésta desaparezca el personaje morirá.

16. Estudios filosóficos tomo II. El elixir de la larga vida.
17. Estudios filosóficos tomo I. Louis Lambert.
18. Estudios analíticos. Fisiología del matrimonio.
19. SE AGREGAN POSTERIORMENTE:

“Escenas de la vida parisiense” Los parientes pobres (primera parte: La prima Bette; segunda parte: El primo Pons.

Conclusiones
He querido recuperar la opinión del propio Balzac al reflexionar en torno a la obra que ha escrito después de largos años de paciencia y esfuerzo. El autor francés recurre a la narrativa y se ajusta a un esquema muy amplio, en el cual sus personajes se mueven con libertad relativa en búsqueda de sus propios objetivos, guiados por la pluma maestra del escritor.

En este ensayo presento una visión esquemática de la Comedia humana en donde expongo, como referentes importantes, la división de ésta en sus novelas, relatos breves y nouvelle. Abarco la producción de Balzac a través de las denominadas “Escenas”, desde las “Escenas de la vida privada hasta las Escenas de la vida militar y de la vida rural”. Por último, presento los “Estudios filosóficos y los analíticos” de acuerdo como podrán observarlo en el desarrollo de este trabajo.

Luis Quintana Tejera

Bibliografía
. Balzac, Honoré (2003). Obras completas, traducción y prólogo de Rafael Cansinos Assens, tomo I.
. ____________ (2014). La piel de zapa, trad. Julio C. Acerete, 2ª edición, Madrid, Alianza.
. ____________ (2011). Cuentos droláticos, introducción y traducción de Vázquez Jiménez e Ibeas Altamira, Madrid, Cabaret Voltaire.
. Del Prado, Javier (Coordinador) (1994). Historia de la literatura francesa, Barcelona, Cátedra. [Lourdes Carriedo, Honoré de Balzac, pp. 859-868).
. Llovet, Jordi (Editor) (1996). Lecciones de literatura universal, prólogo de Martín de Riquer y epílogo de José María Valverde, Barcelona, Cátedra. [Gabriel Oliver, Balzac, pp. 543-545].
. Spinoza, Baruch (1980). Ética demostrada de acuerdo con el orden geométrico, Introducción, traducción y notas de Vidal Peña, Madrid, Editora Nacional.
. Zweig, Stefan (2005). Balzac, la novela de una vida, Madrid, Paidós Ibérica.

 

NOTAS
[1] A partir de esta cita, las demás sólo incluirán el número de la página.
[2] Spinoza, Baruch (1980). Ética demostrada de acuerdo con el orden geométrico, Introducción, traducción y notas de Vidal Peña, Madrid, Editora Nacional.
[3] Traducido literalmente: «Un lobo es un hombre para el hombre». Es decir que el hombre encierra en su verdadera condición la fiereza del lobo.
[4] En alemán: “Der man ist der Wolf des Mannes”.

[5] “Nada en exceso”, según la inscripción del templo de Apolo en Delfos.

Si quiere enviar algún comentario sobre este trabajo, envíelo a nuestra casilla critica.cl@gmail.com
El formulario para este fin que aparece más abajo no está funcionando como corresponde.
Gracias

Print Friendly, PDF & Email


Tweet



Comentar

Requerido.

Requerido.




 


Critica.cl / subir ▴