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REVISTA LATINOAMERICANA DE ENSAYO FUNDADA EN SANTIAGO DE CHILE EN 1997 | AÑO XXVIII
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La ilusión terrestre de la Virgen Cabeza en la era de las condiciones de producción modernas.

por Benjamín Escobar Cataldo
Artículo publicado el 29/05/2017

Este artículo es parte del proyecto de investigación Fondecyt:
“Retóricas del espectáculo. Articulaciones entre la novela y el cine en Chile y Argentina 2001-2015” a cargo de Luis Valenzuela Prado.
Universidad Andrés Bello.
Facultad de Humanidades y Educación.
Departamento de Artes y Humanidades.
Curso: Seminario Retóricas del Espectáculo
Profesor: Luis Valenzuela Prado.

 

I. A modo de introducción
El pensador francés Guy Debord, en su libro La sociedad del espectáculo, propone que las condiciones de producción modernas se complementan con una decoración sobreañadida que produce una representación de todo lo directamente experimentado. La teoría debordiana toma como base la crítica al capitalismo de Carlos Marx para plantear que esta inmensa acumulación de espectáculos: “somete a los seres humanos en la medida en que la economía los ha sometido ya totalmente. No es otra cosa que la economía que se desarrolla por sí sola. Es el reflejo fiel de la producción material y la objetivación infiel de los productores” (Debord 42). Es por esto que los individuos que viven en sociedad (o en la villa) son el resultado de un contexto social que se encuentra determinado por una explotación económica de dominación.

El concepto de espectáculo (imagen de la economía reinante) constituye el modelo contemporáneo de vida socialmente dominante, ya que construye una ilusión material de la vida terrestre: “El espectáculo mantiene la inconsciencia acerca de la transformación práctica de las condiciones existenciales. Es su propio producto y es el mismo quien establece sus reglas: es algo pseudosagrado” (Dedord 47). En efecto, este discurso autoelogioso con su apariencia fetichista no hace visible la conciencia de clase que pudiera tener una determinada clase social.

A comienzos del siglo XXI la sociedad Argentina es desestabilizada por una exorbitante deuda con el Fondo Monetario Internacional y una desata corrupción en todas las instituciones del Estado. Este desequilibrio gubernamental produce el empobrecimiento de la clase media y la profundización de la pobreza en las villas miserias: “Apague el televisor donde pasaban una y otra vez esas imágenes, periodistas que hablaban de guerra civil, de riesgo país, de estallido social, humo negro, policías a caballo, ancianos con cacerolas, adolescentes izquierdistas con pañuelos en la cara” (Vanoli 11). Este fragmento de Pinamar de Hernán Vanoli permiten ver como este tipo de contextos sociales abren una posibilidad de producir distintos tipos de escrituras que narran la convivencia entre el estallido financiero y la cotidianidad del hogar.

El mercado editorial argentino también sufre por las precarias condiciones materiales en que se encuentra la sociedad. Es por esto que los escritores Washington Cucurto y Fernanda Laguna fundan una editorial llamada Eloísa Cartonero que se desentiende de las reglas del mercado: “Los directores de la editorial les piden textos inéditos o la concesión de los derechos de textos editados a escritores (Fogwill, Aira, Enrique Lihn, Ricardo Piglia: la lista es ya muy larga); los textos se fotocopian y un pequeño grupo de cartoneros los montan y pintan las cubiertas (hechas, claro, de cartón, a mano), por lo que reciben un sueldo del cual se deduce el precio del libro, que rara vez pasa de unas pocas páginas” (Laddaga 171). Resulta importante señalar que la literatura chilena contemporánea también dialoga con esta forma cartonera de vehicular la ficción, por ejemplo, el libro de Cristóbal Gaete Motel ciudad negra publicada por Hebra o la editorial la vieja sapa cartonero que publica poetas y narradores de cuneta.

Es en este contexto social anteriormente comentado es que se desarrolla la novela La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara. La escritora argentina elabora la construcción de un espectáculo en la villa miseria de El Poso, donde la hermana Cleopatra (villera-travesti) dice comunicarse con la Virgen rodeado de fieles chongos, putas y habitantes de la villa. Es por esto que la hipótesis que propone esta investigación es que en la era de las sociedades de producción modernas la ceremonia de la Virgen Cabeza construye un espectáculo villero-cristiano a través de una representación que tiende a visualizar por medio de la relación compleja que producen las imágenes.

II. Los modos de producción bajo la ilusión terrestre
La era de las sociedades de producción moderna se pueden analizar bajo el concepto marxista de la lucha de clases. Esto significa que la sociedad está atravesada por dos fuerzas antagónicas que luchan por sobre ponerse una frente a la otra. Por un lado, se tiene una clase social que es dueña de los modos de producción y que maneja el capital, por otro lado, se tiene una segunda clase social que vende su fuerza de trabajo a los dueños del capital. En consecuencia, la lucha de clases es una relación antagónica cuando la valoración de uno de los términos depende causalmente de la desvaloración del otro, pues el ser explotador y explotado no es una relación subjetiva sino objetiva.

La novela de Gabriela Cabezón Cámara trascurre en el espacio urbano de la villa miseria donde habita una de las fuerzas antagónicas de las sociedades de clases. Asimismo, el tránsito geográfico de Qüty por la ciudad de Buenos Aires expone la distribución demográfica de las relaciones antagónicas: “La pampa se ondula de trecho en trecho y en esos trechos la pirámide social se hace geografía; el agua cae para abajo, claro, y, todavía más claro, abajo están las villas. Arrastra los ranchitos más precarios y de vez en cuando ahoga a alguno” (Cabezón 51). El texto se encarga desmontar el espectáculo en la villa El Poso mostrando las condiciones sociales de los explotados en ese pequeño Auschwitz donde la vida de las personas no cumple la norma básica de los derechos humanos.

Un segundo término de la teoría marxista que se puede apreciar dentro de la novela es el concepto de opresión que se produce dentro del sistema de clases que constituye a la sociedad argentina. La explotación es una relación en la cual se produce un valor que posteriormente es distribuido de manera desigual, por lo cual el lumpen proletario con capacidad de consumo recibe un salario menor de lo que produce en el trabajo. La opresión consiste en que a los oprimidos se les impide una valoración por sí mismo, por lo cual son condicionados por valores étnicos, sociales y de género que les impone la clase dominante de la sociedad. Es importante aclarar que la dominación y la opresión son relaciones sociales que provienen del sistema de explotación.

La sociedad Argentina que describe La virgen cabeza está marcada por la opresión que sufre el habitante de la villa miseria en sus relaciones sociales de explotación. Asimismo, en esta imagen de la novela se construye la desavalorización de la vida que puede tener una multitud de villeros: “Yo quise, Daniel apreció el perfume y el pibe se fue con las moneditas y el cuerpo entero: tuvo suerte, frecuentemente eran aplastados en sus arrojos, cada tanto ensuciaban de tripas y sangre el asfalto y nadie paraba y los pibes terminaban listos como también terminaban los perros en las mismas rutas” (Cabezón 29). La dominación del mundo villero está constituida tanto en un nivel de precariedad material como en un nivel cultural donde tiene predominio el imaginario de superioridad que proponen los dueños del capital.

Un tercer concepto marxista que se repite constantemente en la novela es la mercantilización de los objetos producidos por el trabajo. El capitalista obtiene su ganancia produciendo una mercancía que se caracteriza por estar conformada por el valor de uso y el valor de cambio. El primero consiste en el valor que tienen las cosas para ser usadas, mientras que el segundo radica en la equivalencia ficcional que se crea para vender esa mercancía. Ahora bien, el valor de este producto está construido por la fuerza de trabajo (el tiempo de trabajo para construirlo) y la plusvalía (el porcentaje o plus que se queda el capitalista de lo que produce el trabajo del obrero). Por último, el fetichismo de la mercancía produce un deslumbramiento en el receptor que oculta las condiciones de explotación que se producen en la creación de ese objeto.

La ceremonia de la virgen cabeza entra al sistema del espectáculo globalizado puesto que su creadora Cleopatra comienza a mercantilizar sus conexiones celestiales con la Virgen. La villera construye un negocio que le genera gran cantidad de excedentes, por lo cual convierte las imágenes religiosas en lujosas joyas: “Para la cabellera, le pusimos dieciséis mil trescientos cincuenta y un hilos de oro blanco de veintidós quilates; no por canuta, no son veinticuatro porque hubo que ponerle paladio y plata para que fuera más claro y ni así brillan los hilos como brillan los pelos de ella, que es un rubia como un fuego que no quema, como una diosa vikinga, no sé cómo explicarte: echa luz” (Cabezón 157). En consecuencia, Cleopatra sufre de un fetichismo extremo por las joyas, dado que el deslumbramiento que producen estas no le permiten ver la relación de explotación que conllevan.

III. Espectáculos debordianos en la villa miseria
Retomado lo planteado en el marco teórico introductorio se debe reconstruir el concepto de espectáculo para proyectarlo en la escena construida por La virgen cabeza. Las sociedades occidentales contemporáneas presentan una enorme acumulación de espectáculos que pueden ser presentados a través de información, propaganda, publicidad, consumo directo de diversiones, entre otros. Este núcleo de irrealismo de la sociedad real tiene como objetivo que: “todo lo directamente experimentado se ha convertido en una representación” (Debord 37). Este imperio edificado de ilusión terrestre “se hunde en la más antigua de las especializaciones sociales, la especialización del poder. Por ello, el espectáculo es una actividad especializada símbolo de las demás” (Debord 43). En otras palabras, el sistema ejerciendo el poder a través del espectáculo construye el sometimiento de miseria en que viven los habitantes de la villa, por lo cual la representación esconde una de las formas de ejecución del poder.

La villa es el espacio urbano donde se monta el espectáculo sincrético de la Virgen cabeza, ya que se instala el escenario performativo donde se realizan los ritos religiosos y los milagros: “Todos rezaban. Se sabían la oración y la decían en voz alta, mirando para abajo. Me quedé afuera. Yo también conocía esa plegaria pero nunca pude, ni siquiera entonces. Recuerdo la impotencia de sumarme al coro que tomaba el aire de la villa y lo llenaba de “Dios te salve” que se metían en las casillas por los agujeros de las chapas, de “bendita tú eres” acariciando las latas con malvones y los “ruega por nosotros” entre todo lo que nace y se descompone con la impudicia de la vida en El Poso” (Cabezón 59). Esta ilusión terrestre construye una esperanza dentro de la realidad precaria del mundo villero.

Un texto que dialoga con el escenario performático construido por La virgen cabeza es El encapuchamiento de la memoria de Olga Grau. La escritora chilena narra el espectáculo de resistencia que construyen los jóvenes universitarios en memoria de los detenidos desaparecidos que produjo la dictadura de Pinochet: “El encapuchado tapa su rostro y así su cuerpo identitario entero desaparece. Pensemos cómo para ocultar el rostro de una fotografía en la que no se quiere hacer visible el sujeto de la imagen, basta tachar los ojos, se censura la verdad del rostro” (Richard 200). En este caso el escenario donde se construye el espectáculo son las calles que colindan con la Facultad de Filosofía y Humanidades, mientras que los actores que habitan las escenas son jóvenes que se encapuchan y que batallan con las fuerzas especiales del Estado.

Retomando la novela de Gabriela Cabezón Cámara, el espectáculo que se monta es una ilusión religiosa que sincretiza los símbolos de la cultura cristiana y la experiencia villera: “Y una travestí que organiza una villa gracias a su comunicación con la madre celestial, una niña de Lourdes chupapijas, una santa puta y con verga les tenía que interesar” (Cabezón 31). Asimismo, el texto presenta a Cleopatra como la voz de la profeta que tiene comunicación directa con la Virgen María; la cabeza de la Virgen es el pedazo de cemento que representa la reliquia material donde se concentra el espectáculo; la opera cumbia son las oraciones que decoran el ritual; los villeros son los testigos y los devotos que dan rienda suelta a esta ilusión celestial.

Dentro de todas estas características sincréticas es importante resaltar el fenómeno de la lengua cumbianchera, que se utiliza para dar a conocer los mandatos de la divinidad: “Ah… sí, tenéis razón, si seré boluda, perdón, gilipollas, tenemos que llamar a un ingeniero. Gracias, Virgencita, qué buena que sos, ¡encima pensáis en todo¡” (Cabeza 63). Es por este medio (el lenguaje) que se logra la unión de la lengua española medieval que representa al cristianismo y las expresiones argentinas que encierran la aprehensión de la realidad villera.

Retomando lo anterior, la novela de la escritora argentina encuentra un nicho dentro de la literatura contemporánea, ya que otros escritores trasandinos como Washington Cucurto también trabajan elementos como la lengua cumbianchera. El nacido en Quilmes en su texto 1810 La revolución de Mayo vivida por los negros construye un ejercicio de imaginación histórica basado en un tipo de lunfardo informal nacido en las villas miserias: “Se excitó al verle la pinga a su sobrino y, un poco en dope, otro poco fingiendo un cacho, bajó al bar a festejar con una cerveza la llegada del dotado angelito. Recién volvía de un bailantazo. Todavía sentía en su piel el fragor de las apoyadas, los cabezazos de las pingas que recibió en los menos del baile” (Cucurto 28). En efecto, tenemos un conjunto de novelas argentinas que mezclan la tradición cultural de la nación (Historia, religión, etc.) con subjetividades villeras.

Guy Debord plantea que dentro de la unificación del espectáculo habita el papel principal de la estrella que se contrapone al individuo social. Las estrellas del consumo son los representantes del espectáculo, mientras que los individuos pierden toda cualidad autónoma para identificarse con la ley general que propone la representación. Una vez que la estrella desempeña su papel las manos del mercado mercantilizan su figura y la transforma en un objeto fetichista de consumo. Por ejemplo, en la sociedad chilena contemporánea una de las principales estrellas del espectáculo es el jugador de fútbol que representa una estética espectacularizada y cambia sus enganches por dólares. A saber, miles de individuos que viven en la ciudad pierden toda cualidad autónoma por identificarse con los peloteros y adquieren los productos que les ofrece el mercado.

En el rito religioso de la virgen cabeza Cleopatra es la estrella del espectáculo que se aleja de su posición de individuo para transformarse en una figura del consumo, por lo cual se mercantilizan sus milagros y sus conexiones celestiales. El mensaje de la Virgen es coaptado por las manos del mercado, que transforma todo forma de creatividad en consumo. En otras palabras, el proceso de mercantilización de un objeto es una muestra de cómo el sistema económico apoyado en las tecnologías electrónicas y digitales terminan por captar cualquier representación subversiva de la sociedad.

IV. La ficción verbal en la era de la sobreabundancia informática
La virgen cabeza se puede inserta en lo que Norma Carricaburo llama “la novela en la era de internet”, ya que los personajes se encuentran inmersos en la época de las tecnologías cibernéticas. Los celulares aparecen como el gran medio trasmisor que busca dejar registro de la acción; la televisión es el espacio donde produce dinero la protagonista; por último, la conexión electrónica permite la globalización del espectáculo de la virgen cabeza. En este caso existe un gran número de novelas tanto argentinas como chilenas que dialogan con la época de la sobreabundancia informática. Un primer ejemplo es la novela de la escritora chilena Diamela Eltit Fuerzas especiales donde la vida de los personajes es acompañada por objetos electrónicos que les permiten alcanzar el ciberespacio. Un segundo ejemplo es Keres Coger=Guan tu fak del escritor argentino Alejandro López que propone las hojas del libro como una imitación de un monitor de computador (Mail, Chat, etc).

W.J.T. Mitchell en su texto teoría de la imagen plantea que el giro pictórico de las sociedades contemporáneas muestra una cultura totalmente dominadas por las imágenes en una escala global: “ Lo más importante es el descubrimiento de que, aunque el problema de la representación pictórica siempre ha estado con nosotros, ahora su presión, de una fuerza sin precedentes, resulta ineludible en todos los niveles de la cultura, desde las más refinadas especulaciones filosóficas a las más vulgares producciones de masas” (23). Por lo tanto, es por este motivo que el intelectual norteamericano propone la necesidad de una crítica global de la cultura visual que abarque todas las implicancias del problema y no solo un fragmento aislado.

El espectáculo construido por Cleopatra y su sequito de villeros demuestra una cultura latinoamericana determinada por la masificación global de las imágenes, ya que la estrella del espectáculo utiliza las cámaras de seguridad de la villa para proyectar las imágenes que complementan están representación: “desde que las murallas de la villa habían sido erizadas de cámaras, la rutina devocional de la “hermana” parecía la puesta en escena de una diva de la tele” (33). Asimismo, la visualización del espectáculo legitima esta ilusión y posiciona a Cleopatra como una figura de la villa, que siempre está al borde de la explosión social.

El mismo Mitchell plantea que esta era de la imagen se encuentra conformada por el cuerpo del observador/espectador que recepciona con experiencia visual el modelo textual que se le presenta: “Es el descubrimiento de que la actividad del espectador (la visión, la mirada, el vistazo, la práctica de observación, vigilancia y placer visual) puede construir un problema tan profundo como las varias formas de lectura (desciframiento, decodificación, interpretación, etc.)” (25). Asimismo, es relevante plantear que el espectador se encuentra asediado por actos performativos que se proyectan en las imágenes, por lo cual la cultura visual construye un lugar psíquico que debe ser habitado por un sujeto que se encuentra preso de su contexto social.

En la novela La virgen cabeza el espectáculo montado por Cleopatra tiene como espectadora principal a Qüty, quien es una argentina de clase media con una educación universitaria de periodista. Ella se posiciona como la receptora que recibe las imágenes que se proyectan del espectáculo y la villa: “Pero antes de caer a la villa desde las tierras más altas de la autopista como el agua que inundaba con frecuencia, a Cleo la vi, bella y la escuché, elocuente, en una pantalla. Dani había copiado videos de la villa El Poso y el prontuario de Hermana Cleopatra, como le decían entonces” (Cabezón 33). Este personaje que no es de la villa desmonta el espectáculo religioso a través de la visibilización del espacio de marginalidad que significa vivir en ese lugar.

Retomando la importancia de la imagen en las sociedades contemporáneas se debe aclarar que esta se encuentra atravesada por una relación compleja. En el texto teórico ¿Qué es la cultura visual? de Jessica Evans y Stuart Hall se plantea que el estudio de la imagen se debe desprender del análisis textual, ya que la imagen está atravesada por una relación compleja que involucra la visualidad, los aparatos, las instituciones, los discursos, los cuerpos y la figuralidad. Para entender este punto en su totalidad el texto propone como ejemplo que no se puede entender las prácticas del fotógrafo amateurs de instantáneas sin tener en cuenta como este hecho se relaciona con la industria manufacturera de cámaras y cintas fotográficas.

La novela de Cabezón Cámara se caracteriza por la constante proyección de imágenes instantáneas que retratan la vida en la villa. El mismo rol de Cleopatra en el espectáculo se captura de esta manera: “Cleopatra, “Kleo” cuando anunciaba en el rubro 59, antes de que Dios la hablara, adoptó, después de que Dios le habló, un look Eva Perón y un dominio de la cámara semejante al de Susana Giménez” (Cabezón 33). En este caso la relación compleja que demuestra la imagen es como una persona habitante de la villa construye su experiencia a través del imaginario ficcional de mujeres prototípicas y de clase alta argentina. En consecuencia, se puede evidenciar que cuando una persona de clase obrera construye su corporalidad a través de las divas de la TV y la historia oficial pierde toda posibilidad de obtener su desesepectacularizada conciencia de clases.

V. A modo de conclusión
En conclusión, en el contexto social del siglo XXI argentino caracterizado por la crisis del 2001 y el crecimiento exponencial de la pobreza en las clases medias y las villas miseria se escribe la novela La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara. A saber, este ensayo propuso la siguiente tesis sobre la novela: en la era de las sociedades de producción modernas la ceremonia de la Virgen Cabeza construye un espectáculo villero-cristiano a través de una representación que tiende a visualizar por medio de la relación compleja que producen las imágenes.

Un primer argumento que sostuvo la tesis es utilizar algunos conceptos de la teoría marxista para explicar el funcionamiento de las sociedades de producción modernas. El concepto de lucha de clase se aprecia en la distribución demográfica de la ciudad de Buenos Aires que muestra la novela; el concepto de opresión se observa en el poco valor de la vida que pueda tener un villero; el concepto de mercantilización aparece en la construcción de catedrales lujosas una vez que el espectáculo de la virgen se trasformo en un negocio.

Un segundo argumento fue analizar la fiesta religiosa de la virgen cabeza en clave debordiana, lo que trajo como consecuencia entender este hecho como un acto performático donde se mezcla la tradición de la cultura católica con la experiencia villera. El ejemplo más gráfico del sincretismo fue la lengua cumbianchera que se utiliza para dar a conocer la palabra de la Virgen. A saber, este elemento literario es utilizado por otros escritores argentinos que construyen diálogos entre la experiencia villera y la historia oficial.

Por último, el tercer argumento consiste en entender que la ficción verbal de Cabezón Cámara se encuentra asediada por la era de la sobreabundancia informática. Es por esto que la novela muestra una sociedad argentina rodeada de un mundo de imágenes que se masifican en un nivel global. Asimismo, es importante aclarar que esas imágenes están atravesadas por relaciones de poder, por lo cual en estas aparecen presentes los imaginarios sociales planteados por los aparatos de poder.

En consecuencia, La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara construye un espectáculo sincrético a la vez que muestra la cruda realidad de una villa miseria en la era de la producción moderna. En esta misma construcción se puede evidenciar la profundización de la imagen en sociedades que giran hacia lo pictórico. Por último, se puede concluir que este tipo de literatura tiene un nicho en la tradición argentina y es complementada por otros autores contemporáneos que buscan plantear problemáticas similares.

Bibliografía
Cabezón Cámara, Gabriela. La virgen cabeza. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2013.
Debord, Guy. La sociedad del espectáculo. Santiago: Askasis, 2014.
Mitchell, Williams. Teoría de la imagen. Madrid: Akal, 2009.
Marx, Karl. Manuscritos filosóficos y económicos de 1844. Santiago: Biblioteca virtual Espartaco, 2001.
Laddaga, Reinaldo. Espectáculos de realidad. Ensayo sobre la narrativa latinoamericana de las últimas dos décadas. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2007.
Vanoli, Hernán. Pinamar. Buenos Aires: Interzona, 2010.
Richard, Nelly. Políticas y estéticas de la memoria. Santiago: Cuarto Propio, 2000.
Cucurto, Washington. 1810 La revolución de Mayo vivida por los negros. Buenos Aires: Emecé, 2008.
Hall, S.; Evans, J. “La cultura visual”. Cuadernos de teoría y crítica, 2. Valparaíso: Dársena, 2016.
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