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Historia del Feminismo en Uruguay

por Sergio Schvarz
Artículo publicado el 06/10/2018

Notas para la memoria feminista (Uruguay 1983-1995),
editado por Cotidiano Mujer, 2018,
Montevideo, 211 páginas

 

feminismo-uruguayUna excelente edición (gratuita, que puede adquirirse en la sede de Cotidiano Mujer o directamente en la página web de la misma: http://www.cotidianomujer.org.uy, en versión PDF), con textos de Lilián Celiberti (y como compiladora), Graciela Sapriza, Niki Johnson, Beatriz Ramírez Abella, Ana Lauri di Giorgi y Susana Rostagnol, del colectivo Cotidiano Mujer(1) nos da un panorama, con diferentes registros, de la historia de la lucha de las mujeres uruguayas por sus derechos, particularmente el período comprendido entre el fin de la dictadura y principios de este siglo (aunque Graciela Sapriza, por ejemplo, extiende sus apuntes casi hasta nuestros días, y hay claras referencias a los orígenes de esta lucha en el tercio final del siglo XIX).

El objeto de este libro es, por un lado, el registro de los diferentes momentos y estrategias del movimiento feminista, y de ese modo “dejar constancia de que los derechos conquistados no cayeron del cielo”, y elaborar una visión crítica del mismo pero, por otra parte, apuntar hacia el futuro de este movimiento que, sin duda, revolucionará, aún más, muchos aspectos —políticos, económicos, sociales, sexuales— del relacionamiento entre géneros y, por extensión, a toda la humanidad.

Los inicios
La historia del movimiento feminista comienza, según consigna Graciela Sapriza, en 1881 cuando el Comité de Mujeres Socialistas convoca a afiliarse a la Primera Internacional (AIT), y está relacionada al mundo del trabajo y a las corrientes sindicalistas. En 1911 se crea la sección uruguaya de la Federación Femenina Panamericana, donde se destaca María Abella. Pero es con la maestra Paulina Luisi cuando el movimiento feminista toma conciencia como tal en la lucha por sus derechos de género, desde el Consejo Nacional de Mujeres (1916) y la Alianza para el Sufragio Femenino (1918). Desde ya hay dos visiones de ese movimiento: las que veían al voto como la piedra angular de todos los derechos, y quienes querían un salario igual para igual trabajo. A través de la Revista Acción Femenina (1915-1924) se insta a la lucha por el sufragio femenino y éste se otorga recién en 1932 aunque por el golpe de Estado de Terra se deberá esperar hasta 1938 a que éste se haga efectivo. Sin embargo, pronto queda claro que sólo con el voto no alcanza para que la igualdad entre el hombre y la mujer sea efectiva. En 1942 ingresan cuatro diputadas al Parlamento y gracias al trabajo de estas se aprueba la Ley de Derechos Civiles de la Mujer (1946), bajo la presidencia de Juan José de Amézaga. Con esta ley se podría cerrar la primera etapa del movimiento feminista. El conjunto de estas medidas a favor de las mujeres (el voto y la Ley de Derechos Civiles de la Mujer, que consagraba la igualdad de derechos civiles. Por ejemplo, esta ley le permite a la mujer administrar sus bienes, comprar y vender por sí, compartir la administración y división de la sociedad conyugal y el ejercicio de la patria potestad de sus hijos menores de edad, aunque se divorcie y se case con otro hombre), crea el mito igualitario de Uruguay en los años cincuenta, aunque esta igualdad no era, por supuesto, total. La inclusión de las mujeres en el Poder Legislativo no sobrepasó el 3% hasta 1973. Es de destacar que Alba Roballo es la primera ministra (Educación) del Estado uruguayo, aunque fuera sólo por un mes, en 1968.

En los años sesenta, en medio de un mundo convulsionado donde había movimientos de mucha actividad y conflictividad social (jóvenes y estudiantes, minorías étnicas y raciales, pacifistas y ecologistas, entre otros), se da lo que se ha dado en llamar la Segunda Oleada feminista, principalmente en Europa y Estados Unidos, bajo la consigna “Cambiar la vida”, es decir las condiciones materiales y la calidad de vida, en la esfera personal (familia, matrimonio y divorcio, crianza de los hijos, sexualidad y afectos) y pública (el trabajo extradoméstico). En la política se buscaba una relación horizontal de igualdad. En estos años podemos ver que hay tres ramas de acción: liberal, radical y socialista.

Las mujeres en el Uruguay
No fue sino hasta el ocaso de la última dictadura que el movimiento feminista empieza a cobrar fuerza en Uruguay. La militancia feminista provenía, principalmente, desde la izquierda, que aspiraba a un cambio radical de la sociedad, y luchó por hacer visible lo invisible: la violencia doméstica, el acoso callejero, el abuso y la violación en el matrimonio, pero también buscaba que hubiera igual salario por igual tarea, así como la accesibilidad a puestos más altos, en igualdad de condiciones. Se da, entonces, una reelaboración simbólica y subjetiva de la experiencia social de las mujeres.

Durante la dictadura, las mujeres estaban integradas en la militancia sindical y política, y fueron víctimas directas e indirectas del Terrorismo de Estado, por lo tanto su militancia fue mediante la lucha por la resistencia contra la dictadura, expresada también dentro del hogar en la lucha por la subsistencia familiar, y todas las instancias, sindicales, políticas, sociales, en la recuperación democrática. Las organizaciones de mujeres se expresaban en torno a los derechos humanos: Madres, Abuelas, Familiares, Hijos de presos políticos. Con la instalación de la Conapro (Concertación Nacional Programática), surge la Mesa Mujer con la aprobación de cinco documentos: Educación, cultura y medios de comunicación, Mujer y trabajo, Salud, Status legal y participación política de la mujer (esos documentos “en vez de servir como base para una política de Estado —porque el nuevo gobierno de Julio María Sanguinetti, colorado, los dejó de lado—, se usaron en la interna del movimiento como herramienta de concientización). Se crea el Plenario de Mujeres del Uruguay, que se integra a la Intersectorial (enero 1984), y el Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer en Uruguay.

Es en ese momento, de una gran euforia militante, con discusiones y reuniones permanentes, donde se expresa la consigna que sintetiza la lucha de las mujeres durante todo este período (y que aún no se ha agotado del todo): “lo privado es político”. Así como se buscaba democratizar la sociedad a la salida de la dictadura, también se buscó democratizar el hogar, repartir las tareas domésticas y laborales para que la mujer, que era el eslabón débil, pudiera ejercer en la práctica sus derechos. A pesar de todo ello, no se obtiene ninguna parlamentaria, quizá como resultado de la actuación de la imagen masculina del poder. Existía una “hipocresía sexual” en la izquierda uruguaya, que se manifestaba por 1) los que tienen un pensamiento político global progresista pero una práctica reaccionaria en la sexualidad y con respecto a las formas de las relaciones personales, y 2) práctica liberal y discurso conservador (por ejemplo con el tema del aborto). En el Frente Amplio se había creado la Comisión de Mujeres en 1983, que fue un espacio muy avanzado en ese momento político, y en 1987 se da el Primer Encuentro de Mujeres del FA, que busca la defensa de los derechos y la igualdad de la mujer.

Fue la instancia del Voto Verde(2) lo que generó un quiebre del movimiento feminista. Por un lado, que fueran tres mujeres quienes encabezaran la coordinación pro referéndum contra la llamada Ley de Caducidad (Ley de la Pretensión Punitiva del Estado), que instrumentó la impunidad para los delitos y violaciones a los derechos humanos por parte de militares y policías durante la dictadura (Elisa Dellepiane de Michelini, Matilde Rodríguez de Gutiérrez Ruiz y María Esther Gatti de Islas), generó una expectativa popular y se expresó en la Concertación de Mujeres, que era “bastante homogénea en términos de perfil social” (según Niki Johnson). También hubo un grupo de mujeres del Partido Colorado que impulsaron el Voto Amarillo, para que no se investigaran ni castigaran los delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura. Por otro lado, la Coordinación de Mujeres propugnaba la lucha por leyes sobre género, contra el aborto clandestino, la violencia doméstica y la reglamentación de la Ley 16.045 de Igualdad de trato y Oportunidades en la actividad laboral, y veía esa instancia de referéndum como una opción personal. La derrota del Voto Verde no logró recomponer el movimiento, pero sí tuvo instancias de coordinación en otros temas. Había, por cierto, un método de acción apoyándose desde lo institucional donde impulsar acciones y demandas feministas para arrancar algunas conquistas, pero también una crítica radical antisistema, que buscaba actuar “desde fuera del sistema” para no ser cómplices del mismo y que no les robara el discurso. En sí esa discusión aún hoy no está saldada, aunque ambas visiones tienen muchos puntos de contacto. Es decir: 1) participar desde la institucionalidad pública para incidir en políticas específicas, integrando gobiernos, y 2) de acción autónoma, por sospecha de cooptación que redunde en una rearticulación del patriarcado. De hecho en la actualidad se utilizan ambos métodos de lucha, por separado, pero que confluyen puntualmente, como quedó demostrado en las multitudinarias marchas del 8 de marzo de 2017 y 2018, fundamentalmente por los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas y la aprobación de una Ley al respecto (3) .

Después de eso el tema del aborto fue primordial. Lo que predominaba era la voz de los hombres y justo eso es lo que se cuestiona: “el eje era incorporar la experiencia social de las mujeres al debate”, para que se escuchara su voz (a ese respecto la revista que publicaba Cotidiano Mujer fue la que inició la campaña a favor de una ley que despenalizara el aborto, desde el relato histórico del feminismo apoyado en documentos). Esa campaña, para legalizar el aborto, comienza en 1989, pero no todos los grupos de mujeres acompañan ese debate, pero en el fondo de la discusión se intentaba hacer ver a la maternidad como una opción y no como una especie de destino divino e inexorable. Fue así que se instaló una dinámica de “lobby” transpartidaria, ya que el tema del aborte recorría transversalmente a los partidos políticos. La oposición a esa ley fue encabezada por la jerarquía de la Iglesia Católica e iglesias pentescotales.

La ley de cuotas significó un aumento de diputadas y senadoras, aunque en otros ámbitos no se realizó (en el Poder Judicial, por ejemplo, las mujeres son mayoría en los juzgados departamentales y locales, pero en los tribunales alcanzan casi la paridad con los hombres mientras que en la Suprema Corte de Justicia no hay ninguna mujer).

La creación del Instituto Nacional de las Mujeres (2005), que viene del Instituto Nacional de la Mujer (1987-1992) y del Instituto Nacional de la Familia y la Mujer (1992-2005), ha dado otro impulso al movimiento feminista que ahora está abocado a lo diversidad (cien mil personas marcharon el último 28 de setiembre bajo la consigna: “Nuestro derecho a ser es urgente”, y, en ese marco, a la aprobación de la Ley Trans)(4).

Una mención aparte merece el análisis realizado por Beatriz Ramírez Abella sobre la historia de la mujer negra, que ha sido una narrativa omitida sobre su condición, su historia y circunstancia, invisibilidad e hipocresía, donde en su persona se conjuga el racismo, el sexismo y el clasismo. “El feminismo negro conforma una base ideológica emancipatoria”, dice la autora, desde su origen esclavista y el fin de su esclavización: como productora en tanto mercancía, y reproductora como generadora de mano de obra barata. Desde Soledad Cruz, lancera de Artigas, hasta nuestros días, pasando por el pseudocientificismo y el darwinismo social que considera inferior al negro y donde la música y la poesía, especialmente, son espacios de resistencia, junto al activismo negro (principalmente norteamericano de la década de los sesenta: Marthin Luther King, Stockely Charmichel, Malcom X) y académico. También entre los negros se dio la circunstancia de dos estrategias bien definidas: la de integración, entre negros y blancos, con el pacifismo, la no violencia de King, y el orgullo negro, expresado en un retorno a Africa (Garvey) y en métodos separatistas (se pretendía que un estado dentro de Estados Unidos fuera exclusivo de población afrodescendiente) o incluso métodos armados para luchar contra la opresión (las Panteras Negras). Al respecto, pero en términos locales, hay una reciente publicación que trata de los hallazgos arqueológicos del Caserío de Filipinas (el caserío de los negros), y cómo, de qué manera, se intentó invisibilizar la esclavitud en Uruguay.

La región y el mundo
En 1975 la ONU, en una conferencia intergubernamental realizada en México, estableció el Año Internacional de la Mujer, y podríamos fijar esa fecha como el comienzo del trabajo de las ONG, como redes de organizaciones sociales no gubernamentales. Además, hay una creación de oficinas y espacios especializados, dentro de la ONU, y un avance en la legislación internacional. En 1979 se realiza la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación Contra la Mujer. A nivel regional se realizan encuentro feministas de América Latina y el Caribe desde 1981, que marcan el eje de reivindicaciones y estrategias institucionales, redes de Salud (1984), América Latina y el Caribe de Educación Popular (1988), contra la Violencia Doméstica y Sexual (1990), todas ellas son redes regionales pero que tienen acción política nacional. En el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (Bogotá, julio 1981), donde no participó ninguna uruguaya (en 2017 Uruguay fue sede de la 14 EFLAC), donde se planteaba el compromiso con cambios sociales profundos, dirigir las actividades hacia mujeres de los sectores más oprimidos, debido a la constatación de la feminización de la pobreza. El III Encuentro Feminista, en Bertiaga (Brasil), con una participación de 860 mujeres, y donde participan mujeres uruguayas, se da un diálogo muy fructífero, en el marco de un pluralismo y el reconocimiento de los varios feminismos. La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer (1994).

Pero la principal fue la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU, en 1995, en Beijing, donde participaron diez organizaciones feministas uruguayas. Tras dicha conferencia hubo una Comisión de Seguimiento de los Acuerdos de Beijing que se creó en Asamblea Nacional donde participaron 240 mujeres en representación de 42 organizaciones de todo el país (con representación en los 19 departamentos). Al año de creada ya eran 70 las organizaciones, y estableció una agenda mínima para las mujeres de todos los partidos políticos, de forma horizontal.

Una de las nuevas teorías sobre el tema, muy controvertida, por cierto, y que entraría de lleno en la llamada Tercera Ola del feminismo, es la teoría queer. Esta podría definirse como un conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad de las personas que sostienen que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales no están esencialmente inscritos en la naturaleza humana, sino que son el resultado de una construcción social, variando en cada sociedad. Es decir que denomina a las personas según la identidad y no según su sexo biológico, pero esa construcción sería a nivel personal y no hay, aún, acuerdo completo en la definición precisa ni en sus parámetros sociales. Es una teoría en construcción y muy polémica.

Como conclusión.-
En suma, las mujeres fueron protagonistas de una “revolución silenciosa” durante el siglo XX, donde a) luchan por los derechos políticos y civiles —a comienzos del siglo XX—, y b) luchan por la democracia en el país y en el hogar tras la dictadura, pasando por la consigna de que “lo personal es político”. La tercera oleada feminista, durante la que estamos actualmente, es en torno a la diversidad, que se expresa en el movimiento LGTBI, en las teorías queer, pero también en la búsqueda de la igualdad y/o equidad social y de oportunidades políticas y laborales para las mujeres.

Como síntesis podemos transcribir este párrafo de la página 79: “El movimiento de mujeres se ha convertido en un denso entramado de organizaciones políticas, gremiales, feministas y de desarrollo social, asociaciones académicas y centros de investigación altamente especializados, a los que se sumaron las nuevas organizaciones de la diversidad sexual, aliadas naturales del movimiento de mujeres y punta de lanza en la lucha por la consagración de los derechos sexuales (Ley de Matrimonio Igualitario y derecho a adaptación por parejas diversas, también aprobadas y promulgadas en el período 2009-2015). Estas organizaciones se articulan en redes y grupos de trabajo nacionales, regionales y mundiales”.

Por último, el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz tanto a un ginecólogo congoleño, que junto a su equipo médico ha atendido a mujeres violadas, Denis Mukwege, y Nadia Murad, activista yazidí que fue esclava del Estado Islámico, otorgamiento que pone el foco en acabar con el uso de la violación como arma de guerra, nos impulsa a ejercer acciones tendientes a terminar con este flagelo que, tanto en tiempos de guerra como de paz, se cierne como una amenaza constante contra decenas y cientos de miles de mujeres en todo el mundo, e incluso, como en multitud de casos que han ocurrido en varios países (Irlanda, Estados Unidos, Chile, Alemania, Argentina, El Salvador, etc.) el horror de los abusos sexuales a menores dentro de la iglesia católica, para los cuales el Papa Francisco ha pedido perdón y las víctimas exigen acciones en concreto en pos de la verdad y la justicia.

Sergio Schvarz
Artículo publicado el 06/10/2018

Notas
1.- El Centro de Comunicación Virginia Woolf (Cotidiano Mujer) es un colectivo feminista, creado en 1985, dedicado al desarrollo de acciones de comunicación política para la promoción de los derechos de la mujer. A partir de septiembre de 1985 publica la revista de mismo nombre como plataforma para que las mujeres tengan voz propia.
2.- La Comisión Nacional pro Referéndum fue una comisión creada en Uruguay para impulsar el «voto verde» (debido al color de la papeleta) en el referéndum tendiente a derogar la Ley N° 15.848 de la Caducidad de la Pretensión Punitiva de Estado (popularmente conocida como «Ley de impunidad» o «Ley de caducidad»), aprobada por el Parlamento uruguayo en diciembre de 1986. La Comisión fue presidida por Matilde Rodríguez Larreta, viuda de Héctor Gutiérrez Ruiz, Elisa Dellepiane, viuda de Zelmar Michelini y María Esther Gatti de Islas, abuela de Mariana Zaffaroni. Comenzó a recolectar firmas el 5 de enero de 1987 y logró presentar a la Corte Electoral 604.721, sobre un total aproximado de 2 millones de habilitados para votar. La votación fue llevada a cabo el 16 de abril de 1989. Finalmente, el voto verde fue derrotado por el «voto amarillo» (que pretendía no derogar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado) por un margen de 57% contra 43%.
3.- Ley N° 19580. Es la Ley de Violencia Hacia las Mujeres Basada en Género, que tipifica el homicidio de una mujer con penas más severas.
4.- La propuesta del Poder Ejecutivo establece, entre otros aspectos, la posibilidad del cambio de nombre y de sexo para las personas menores de 18 años sin la necesidad del consentimiento de sus padres. Establece un régimen reparatorio para las personas nacidas antes del 31 de diciembre de 1975, que por “causas relacionadas a su identidad de género fueron víctimas de violencia institucional o hayan sido privadas de su libertad como consecuencia del accionar de las fuerzas de seguridad y/o por disposición judicial, habiendo sufrido daño moral, físico y/o psicológico e impedimentos en el ejercicio pleno de los derechos de la libre circulación, acceso al trabajo y estudio debido a prácticas discriminatorias ejercidas por el Estado”. También se dispone que los organismos del Estado “están obligados a destinar el 1% de los puestos de trabajo a ser llenados en el año, para ser ocupados por personas trans que cumplan con los requisitos constitucionales y legales para acceder a ellos, previo llamado a concurso público”.

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Un comentario

Me interesa las luchas sociales reivindicatorias pero no extremistas

Por Carlos el día 08/03/2024 a las 14:19. Responder #

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