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¿Cuál es el sentido de la vida humana? Una perspectiva filosófica y metafísica.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 25/06/2020

Resumen
Este artículo tiene por objetivo reflexionar sobre el sentido de la vida humana, teniendo como base diferentes corrientes filosóficas y metafísicas que han defendido la inmortalidad del alma y la existencia de leyes espirituales objetivas en el universo, aunque relativamente distantes de las posturas idealistas. En este sentido, se aporta un planteamiento contrario a las posturas materialistas, subjetivistas, vitalistas, panteístas y racionalistas. En resumen, se considera que el sentido de la vida humana es progresar espiritualmente.

Palabras claves: Alma, metafísica, filosofía, ser humano, progreso social

 

Introducción
En este artículo de reflexión filosófica me referiré a una de las incógnitas más importantes que las personas han de enfrentarse en su existencia efectiva o, tal vez, la primera de ellas, porque engloba el por qué y el para qué de la vida humana. Es preciso advertir al lector que en este escrito se presentará una perspectiva filosófica y metafísica personal del asunto, pero existen múltiples otras perspectivas diferentes que son más o menos afines a las ideas que se expondrán. La mirada sobre el sentido de la vida girará en torno a la existencia del alma y su inmortalidad (Kardec, 2011; Mujica, 2020a, 2020b; Platón, 1988; Scheler, 1978, 2010; Stein, 2007; Unamuno, 1971) y, a su vez, a la existencia de Dios y sus leyes morales objetivas de la existencia (Kardec, 1987; Kierkegaard, 1988, 2006; Mujica, 2020b, 2020c, 2020d; Scheler, 1966, 2001, 2005, 2008, 2010; Stein, 2006, 2007; von Hildebrand, 2006, 2009; Zubiri, 1955, 1985). A partir de lo señalado se puede apreciar que, evidentemente, esta perspectiva es muy contraria a las ideas de las personas que se basan estrictamente en filosofías materialistas, nihilistas, panteístas, vitalistas y subjetivistas. A la lista de posturas contrarias, sin duda, cabría agregar a las miradas filosóficas racionalistas e idealistas del mundo, esas que creen que todos los misterios de la vida pueden ser desvelados exhaustivamente por nuestro intelecto. Para representar la soberbia de estos últimos, como diría Unamuno (1971), es necesario mencionarlos como los pedantes racionalistas.
Sobre la diversidad de posiciones filosóficas frente a la pregunta del sentido de la vida humana, se considera que debe primar la libertad de conciencia (Nussbaum, 2010), ya que cada persona debe descubrir por su propia experiencia y formación humana la respuesta que más le satisfaga su hambre espiritual. Por supuesto, considero que no todas las respuestas son correctas y que la perspectiva que promoveré lleva razón, asimismo, que compartirla puede contribuir en la búsqueda de otras personas o, en otras palabras, puede hacerle sentido a algún lector.

Desarrollo
Como he señalado anteriormente, la respuesta que aporto en este apartado sobre el sentido de la vida humana se encuentra mediada, principalmente, por un lado por representantes de la corriente filosófica fenomenológica, por otro lado por la corriente existencialista y también por la mirada espírita. Las anteriores corrientes teóricas han danzado fuertemente con la doctrina cristiana, sin embargo, en general, no se han dejado atrapar ni por la comodidad religiosa de repetir un mensaje sin análisis crítico, ni tampoco por un análisis crítico que pretenda resolver todas las ideas inconclusas de ese mensaje. Aunque es cierto, hay algunos representantes de la fenomenología que han estado muy cerca de las ambiciones del idealismo. Sin tener menos importancia, he de agregar que esta respuesta tiene una fuerte influencia de mis propias experiencias de vida, las cuales no se pueden reducir a concepciones teóricas.
Sin darme más vueltas en el asunto, responderé brevemente que el sentido de la vida humana es progresar espiritualmente, es decir, ser cada día una mejor persona. Si somos buenos observadores del diario vivir, nos daremos cuenta de que todos los días tenemos múltiples oportunidades para mejorar a nivel intelectual, corporal y moral, por mencionar algunos de los aspectos más representativos de las personas. Pero tras ellos aparecen otros aspectos que son parte fundamental de los anteriores, por ejemplo, el ámbito afectivo, artístico o cultural. ¿Para qué progresar en esos aspectos? Por la sencilla y profunda razón de tener un mejor mundo, que sea más amable, solidario, responsable y respetuoso con las personas y la existencia misma, lo cual, sin duda, exigiría el desarrollo de una gran virtud, la humildad. En resumen, hablo de un mundo donde el amor brille por su presencia en el corazón y la mente humana.
En contra de lo que he planteado anteriormente, algunas personas podrían cuestionar dichos postulados con la propia realidad, o sea, con las personas crueles, corruptas, egoístas, incivilizadas y perversas, que sin duda existen. Ante ello es fundamental destacar los descubrimientos del filósofo ítalo-alemán Dietrich von Hildebrand, sobre las distintas cegueras morales que sufren las personas, la cual explica que por múltiples razones, las personas actúan con rebeldía frente a las más bondadosas posibilidades de ser y hacer (von Hildebrand, 2006, 2009). Además de lo dicho por aquel buen pensador, aunque, desde mi punto de vista, no perfecto pensador, hemos de considerar la realidad misma para apoyar el sentido de la vida expuesto. Este siglo XXI nuevamente nos muestra la importancia que tiene para la masa humana la justicia, la ciencia, la salud, la recreación, la educación, la igualdad, la responsabilidad social, el cuidado del medio ambiente, el respeto a los derechos humanos, en resumen, el progreso integral. Numerosas protestas en todo el mundo se levantan contra la tiranía de algunos gobiernos, contra la injusticia y egoísmo de otros. Así como en algún momento los anhelos espirituales bondadosos lograron superar en buen grado la esclavitud, el racismo del apartheid, nos queda pendiente la pobreza, pero he de reconocer que ese desafío es uno de los más grandes que nos enfrentamos de todos los tiempos. ¿Por qué? Porque exige un compromiso total de la sociedad para con dicho desafío y la realidad es que no todas las personas han progresado para estar a la altura de dicha meta. ¿Entonces? Nos queda seguir continuando el propósito de la vida, mejorar y ser mejores que ayer.

Consideraciones finales
Para finalizar este artículo, he de animar a los lectores que concuerdan y viven el sentido de la vida propuesto a ser valientes y resistir los ataques de quienes lo rechazan. Es decir, a no dejar de ser la resistencia de la bondad humana contra los malos actos humanos. Si revisamos la historia de la humanidad, no han sido pocas las veces que las personas han tenido que sufrir y resistir por un bien mayor, basta con recordar el perverso plan de Hitler, junto a sus súbditos y seguidores. En menor escala, otros similares planes se han puesto en práctica y otros se siguen practicando. Aquellas personas movidas por la maldad y un profundo egoísmo, seguramente, están convencidas de que su sentido de vida es el correcto y otras ni siquiera le han dedicado verdadera importancia al tema, de modo que poco se puede esperar de ellas. Sin embargo, como debe ser por el orden natural y espiritual de la existencia, habremos muchas personas que no observaremos pasivamente el avance de sus proyectos existenciales, por el contrario, los rechazaremos y los combatiremos con todas las armas que el espíritu nos ofrece. Por cierto, en la lucha por el triunfo de la bondad, el arte, la poesía, la literatura, el deporte y la música son grandes herramientas para contribuir a la buena transformación social.

 

Referencias bibliográficas

Kardec, A. (1987). El evangelio según el espiritismo. Barcelona: Humanitas.

Kardec, A. (2011). El libro de los espíritus (2ª ed.). Brasilia: Consejo Espírita Internacional.

Kierkegaard, S. (1988). Mi punto de vista. Madrid: Aguilar.

Kierkegaard, S. (2006). Las obras del amor. Meditaciones cristianas en forma de discursos. Salamanca: Sígueme.

Mujica, F. (2020a). Justicia divina en la idea de reencarnación de Platón y Allan Kardec. Revista Crítica.cl. Recuperado de: https://critica.cl/filosofia/justicia-divina-en-la-idea-de-reencarnacion-de-platon-y-allan-kardec

Mujica, F. (2020b). Educación ética basada en el amor. El valor moral de las emociones. Sevilla: Punto Rojo.

Mujica, F. (2020c). Sobre el respeto para aproximarse a Dios: entre el pensamiento, la realidad y la experiencia religiosa. Recuperado de: https://critica.cl/filosofia/sobre-el-respeto-para-aproximarse-a-dios-entre-el-pensamiento-la-realidad-y-la-experiencia-religiosa

Mujica, F. (2020d). Meditaciones espirituales. Navegando por una moral cristiana, progresista y espiritista. España: Mibestseller.es.

Nussbaum, M. (2010). Libertad de conciencia: el ataque a la igualdad de respeto. Madrid: Katz.

Platón. (1988). Diálogos III. Fedón.Banquete. Fedro (1ª reimpresión). Madrid: Gredos.

Scheler, M. (1966). La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico (3ª ed.). Buenos Aires: Nova.

Scheler, M. (1978). El puesto del hombre en el cosmos (13ª ed.). Buenos Aires: Losada.

Scheler, M. (2001). Ética. Nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo ético. Madrid: Caparrós.

Scheler, M. (2005). Esencia y formas de la simpatía. Sígueme: Salamanca.

Scheler, M. (2008). Ordo amoris. Madrid: Caparrós.

Scheler, M. (2010). Amor y conocimiento. Y otros escritos. Madrid: Palabra.

Stein, E. (2006). La mujer. Madrid: Palabra.

Stein, E. (2007). La estructura de la persona humana. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Unamuno, M. (1971). Del sentimiento trágico de la vida (12ª ed.). Madrid: Espasa-Calpe.

Von Hildebrand, D. (2006). Moralidad y conocimiento ético de los valores. Madrid: Cristiandad.

Von Hildebrand, D. (2009). El corazón. Madrid: Palabra.

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Un comentario

Le pongo la rúbrica.

Por Adolfo Pardo el día 28/06/2020 a las 01:36. Responder #

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Requerido.

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