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La crisis del neoliberalismo en Chile. Una buena noticia para el liberalismo social.

por Felipe Mujica
Artículo publicado el 31/03/2020

Resumen
La hegemonía del neoliberalismo en Chile ha tenido una fuerte respuesta de rechazo por parte de la ciudadanía que, evidentemente, se ve muy afectada por la ausencia de una adecuada seguridad social. Esto favorece a otras corrientes liberales que se han planteado regular la libertad negativa, por ejemplo, el liberalismo social, que defiende, entre otras cosas, la consolidación de un estado de bienestar y aproximarse a una justicia social.

Palabras claves
filosofía política, democracia, neoliberalismo, liberalismo social, justicia social.

 

Introducción
La prioridad de la libertad significa que siempre que se puedan establecer efectivamente las libertades básicas, no se podrá cambiar una libertad menor o desigual por una mejora en el bienestar económico. Solamente cuando las circunstancias sociales no permitan el establecimiento efectivo de esos derechos básicos puede concederse su limitación, pero incluso entonces tales restricciones pueden justificarse sólo en la medida en que sean necesarias para allanar el camino hacia unas condiciones en que ya no puedan justificarse (Rawls, 2006, p. 149).

Si hay algo que el estallido social en Chile reflejó en los últimos meses, es que buena parte de la sociedad chilena se aburrió de la ideología política neoliberal, o liberalismo clásico, que fue establecida, en parte, constitucionalmente en la dictadura por los chicago boys (Rumie, 2019; Silva, 2006), la cual promueve la pasividad del estado ante la injusticia social en múltiples ámbitos de la sociedad chilena (educación, salud, pensiones, etc.). Dicha inacción la convierte en una nación con una brutal desigualdad socioeconómica entre sus ciudadanos (Arellano y Gamonal, 2014), y, desde mi perspectiva, vergonzosa en función de una mirada ética. Pasividad que, por cierto, no es casualidad, sino que responde a una corriente de filosofía política que sostiene, a mi parecer ingenua o malvadamente, que el mercado, y todo su sistema privado, se debe regular solo y casi no necesita de la supervisión del estado para ello (Sordo, 2011, 2017). Esta corriente del liberalismo ha sido bastante cuestionada en diferentes partes del mundo, sobre todo en Europa, por el desproporcionado sufrimiento que produce a millones de familias para el enriquecimiento de una pequeña élite económica (Sordo, 2011). Por todos lados se aprecia que es un sistema extremadamente egoísta y, desde mi punto de vista, es éticamente igual de ridículo, o absurdo, que su otro extremo, o sea, que un sistema antiliberal, socialista o comunista, que erosiona las libertades individuales y endiosa al estado.

Una posición de equilibrio entre el exagerado rol del estado y su casi nulo protagonismo en el desarrollo socioeconómico, es el liberalismo social o liberalismo progresista, entre varios otros nombres que se le atribuyen. Por ello, se considera que es una opción viable que la ciudadanía agotada del liberalismo clásico podría considerar, siempre que tome conciencia de ella, de modo que, para favorecer aquella concientización, se expondrán algunos de sus referentes filosóficos y principales pilares ideológicos. Cabe destacar, que este tipo de social liberalismo es el que se ha posicionado con fuerza en muchas naciones europeas, entre las que se puede destacar Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Finlandia, Francia y España.

Liberalismo social y fortalecimiento del rol social del estado
La filosofía política del liberalismo social se encuentra representada, desde el siglo XIX d.C., por variados intelectuales, entre los que destaca John Stuart Mill, Thomas Hill Green, John Dewey, Norberto Bobbio, John Rawls, Jürgen Habermas, Ronald Dworkin y Martha Nussbaum. De acuerdo con Sordo (2017), el liberalismo social reivindicaría el humanismo de los orígenes del liberalismo político y, en contraposición al liberalismo clásico, algunos de sus ideales, en términos generales, serían la defensa del individualismo social; la libertad positiva frente a una exclusiva libertad negativa; la limitación a los derechos de la propiedad; la igualdad ante la ley e igualdad de oportunidades; la redistribución de la riqueza para alcanzar la justicia social; el intervencionismo estatal y consolidación del estado de bienestar; y la democracia representativa y participación de la ciudadanía. Por cierto, existen diferentes formas de aplicar un estado de bienestar, por ejemplo, un estado de bienestar liberal (Estados Unidos, Canadá, Australia y Gran Bretaña), un estado de bienestar conservador (Alemania, Francia, Austria e Italia) y un estado de bienestar socialdemócrata (Suecia y otros países nórdicos) (Olmos y Silva, 2011).

Sin duda que buena parte de la ciudadanía en Chile, como en muchas naciones Latinoamericanas, se está exigiendo la consolidación de una seguridad social en el país, es decir, del desarrollo de un estado de bienestar que prohíba la mercantilización o el lucro con los derechos sociales, como pensiones, sanidad (salud), desempleo, educación, cultura, entre otros. En otras palabras, aproximarse al modelo de desarrollo socioeconómico de diferentes naciones europeas, incluso en Estados Unidos, que han sabido practicar, tal vez no de forma perfecta pero admirable, un liberalismo más solidario frente a las inevitables desigualdades sociales. Según explica Olmos y Silva (2011), los estados de bienestar son el resultado del impulso reformador de diferentes corrientes de pensamiento, y acción, como la socialdemocracia, el socialismo cristiano, las élites conservadores ilustradas y los sindicatos de los trabajadores que veían a sus familias afectadas por la falta de una seguridad social en el orden capitalista.

Desde la perspectiva del estado de bienestar, no es necesario, como plantean otras doctrinas antiliberales, abandonar el capitalismo para construir una sociedad con justicia social y, relativamente, cuotas decentes de desigualdades sociales. A su vez, dicha filosofía política es propicia para proteger la preciada libertad de conciencia en múltiples ámbitos culturales y, por ende, el respeto a los derechos humanos universales (Nussbaum, 2011). Cabe destacar que esta corriente ideológica es también defensora de la democracia, para lo cual se ha señalado que es fundamental la educación para la democracia (Dewey, 2004), en contextos que, además de evitar la mercantilización del proceso pedagógico, no desprecien las materias artísticas y humanistas (Nussbaum, 2010, 2016). Precisamente, consecuente con la filosofía política neoliberal presente en Chile, esas materias son constantemente despreciadas (Mujica, 2019; Mujica e Inostroza, 2020).

El liberalismo social, como las otras doctrinas de filosofía política, no es una doctrina acabada, perfecta o uniforme, sino que tiene muchos puntos que seguir desarrollando a nivel teórico y práctico. Por lo mismo, esta filosofía no está libre de críticas provenientes de diferentes sectores políticos (Olmos y Silva, 2011) y discusiones en torno a ella, como se puede apreciar en el debate entre Rawls y Habermas (1998). Sin embargo, en el marco de la miseria e indignación social que han producido las políticas neoliberales, en dicha corriente teórica se puede encontrar una alternativa que ofrece soluciones por medio de un camino ético que, sin erosionar las libertades individuales y las competencias del mercado, las regula para asegurar el relativo bien común.

Consideraciones finales
Para finalizar este escrito, considero oportuno presentar la idea de Olmos y Silva (2011), que, reconociendo el debilitamiento de las posiciones progresistas del liberalismo en el mundo, manifiesta la importancia de no abandonar sus adecuados postulados:

“Es de esperar, que pese a las dificultades que actualmente tienen los Estados para ejercer un control efectivo sobre las actividades económicas en los países, y la hegemonía neoliberal en el sistema mundial, las sociedades sean capaces de resguardar los derechos los derechos políticos y sociales que se promovieron en los tiempos del Estado de Bienestar. Es importante que se reconozca en este tipo de Estados, más allá de su éxito o su fracaso, una instancia que permitió mejorar la calidad de vida de muchas personas y otorgar participación política a sectores excluidos, así como avanzar hacia una modernización más igualitaria. Las nociones de derechos sociales, civiles y políticos, que se instalaron en este período, no sólo forman parte de un itinerario de Estados Benefactores, sino que son imprescindibles para el desarrollo y funcionamiento de todos los sistemas que se consideran democráticos” (Olmos y Silva, 2011, p. 16).

En síntesis, la crisis del neoliberalismo en Chile ha abierto la puerta, y esperanza, para que en Chile se establezca una adecuada seguridad social. En definitiva, buenas noticias para los enemigos del liberalismo clásico y amigos del liberalismo social.

 

Referencias bibliográficas
Arellano, P. y Gamonal, S. (2014). Flexibilidad y desigualdad en Chile: el derecho social en un contexto neoliberal. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 50(149), 555-579.
Dewey, J. (2004). Educación y Democracia (6ª ed.). Madrid: Morata.
Mujica, F. (2019). Sin Educación Física no hay una adecuada formación escolar integral. Revista Critica.cl. Recuperado de: http://critica.cl/educacion/sin-educacion-fisica-no-hay-una-adecuada-formacion-escolar-integral
Mujica, F. e Inostroza, C. (2020). Políticas educativas, evaluaciones estandarizadas y formación escolar integral en Chile: análisis de la desvalorización a diferentes materias del currículo. Dilemas Contemporáneos: Educación, Política y Valores, 7(2), 1-20.
Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Madrid: Katz.
Nussbaum, M. (2011). Libertad de conciencia: el ataque a la igualdad de respeto. Madrid: Katz.
Nussbaum, M. (2016). Educación para el lucro, educación para la libertad. Nomadas, 44, 13-25. doi: 10.30578/nomadas.n44a1
Rawls, J. (2006). Teoría de la Justicia. México: Fondo de Cultura Económica.
Rawls, J. y Habermas, J. (1998). Debate sobre el liberalismo político. Barcelona: Paidós.
Rumie, S. (2019). Chicago Boys en Chile: neoliberalismo, saber experto y el auge de una nueva tecnocracia. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 64(235), 139-164.
Olmos, C. y Silva, R. (2011). El desarrollo del estado de bienestar en los países capitalistas avanzados. Un enfoque socio-histórico. Revista Sociedad & Equidad, 1, 1-8.
Silva, P. (2006). Los tecnócratas y la política en Chile: Pasado y presente. Revista de Ciencia Política, 26(2), 175-190.
Sordo, J. (2011). Liberalismo, capitalismo y neoliberalismo. Revista Iberoamericana sobre Actualidad, Cultura, Ciencias, Ecología y Derechos Humanos. Recuperado de: https://www.homohominisacrares.net/php/articulos.php?num_revista=9&cod_articulo=82
Sordo, J. (2017). FILOSOFÍA POLÍTICA: La tradición liberal. Nacimiento y desarrollo del liberalismo. Revista Iberoamericana sobre Actualidad, Cultura, Ciencias, Ecología y Derechos Humanos. Recuperado de: https://www.homohominisacrares.net/filosofia/politica-tradicion-liberal.php

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